¿No iba esto de bicis?, diréis. Pues no, va de viajar en bici, así que hoy nos damos a la parte más viajera del tema cicloturístico y reflexionamos sobre lo que hemos aprendido de una destreza difícil de dominar pero que es útil en Peralejo de las Truchas y en Xi’an: el noble arte de regatear
Estos son los principios básicos:
- Tienes que saber lo que es justo pagar por lo que quieres comprar antes de empezar el regateo. Adquirir una idea de lo que cuestan las cosas lleva un tiempo, pero viajando en bici tienes la ventaja de pasar por muchos lugares donde nunca han visto un turista y por tanto, ni se les ocurre cobrarte más por ser de fuera, con lo que rápidamente puedes saber el precio normal de un café o una habitación de hotel. A partir de ahí es fácil saber si algo es demasiado caro: «¿50 tazas de té por un bocadillo…? Nah, demasiado caro».
- Aprende las palabras básicas del idioma: «Buenos días» «Cuánto cuesta?» «Es demasiado caro» y los números. Siempre ayuda llevar a mano una calculadora pequeñita con la que ir marcando el precio que quieres pagar. Sobre todo es útil en los primeros días en un país, cuando tienes un poco de lío con el cambio.
- El regateo siempre tiene que tener lugar antes de haber consumido el producto (o de que te lo hayan empaquetado). Es decir, nunca tomes un hotel o una comida, o tengas tu compra metida en bolsas en el mercado sin conocer lo que vas a pagar antes, a no ser que no pienses discutir lo que te cobren.
- Si ya sabes el precio habitual de algo que quieres comprar (ponte, un paquete de galletas) una buena técnica es no preguntarlo y simplemente dar ese dinero exacto en la mano al vendedor, para no dejarle tiempo para pensar si puede o no cobrarte más.
- Compra los souvenirs (si puedes) cuando lleves un tiempo en el país. Nosotros solemos comparar los precios de los recuerdos que vamos a comprar con lo que vale una comida o un hotel. Si un pañuelo cuesta lo mismo que comer tres días, claramente se están pasando de frenada. En estos casos, empieza por poner cara de circunstancias. «Puff, no sé, lo veo muy caro…». El vendedor intentará que te pronuncies sobre el precio que quieres pagar, así que empieza por 1/4 o 1/5 de lo que él o ella te ha dicho y siempre por debajo de lo que quieres pagar. Viendo su reacción puedes ajustar hacia arriba, pero si piensas que has llegado al tope de lo que es razonable pagar, vete. Si tenías razón y tu precio es bueno, entonces vendrán a buscarte.
- En los hoteles, es más fácil conseguir descuentos si te quedas varios días seguidos (intenta conseguir una rebaja por estancias largas) y también por pagar en metálico.
- Y finalmente, lo más complicado de todo: no te pongas nervioso/a. (Más fácil de decir que de hacer) Regatear es un poco como bailar. Si te apresuras y pisas un pie al contrario, el baile se empieza a torcer.
En un regateo, lo principal es que todo el mundo gane y nadie se sienta estafado, así que mantén el buen humor, si no te gusta lo que te dicen sonríe pero no cedas terreno. No pierdas de vista que en algunos casos la rebaja que obtienes sobre el precio normal de un producto, es dinero que deja de ganar la familia que te ofrece el servicio que estás comprando y que en muchos casos lo necesita para subsistir, así que no pierdas la perspectiva: No dejes que abusen de tu buena voluntad pero no abuses de la posición de debilidad de los demás.
4 comentarios en “El arte de regatear”
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Muy bueno…
Me acuerdo un episodio que me paso en Ziguinchor, Senegal, que me hizo darme cuenta que para muchos lugares el regateo hace realmente parte de la cultura que podia ser una forma de communicar…
Quería comprar unas sandalias, y tenia un precio pensado que me parecía justo. Le pregunto el precio al vendedor, y era mas o menos lo que quería pagar. Entonces… pues… no regateo… y soy dispuesto a pagar.
El hombre me miras con deseperacion en los ojos, y me dice «No vas a regatear?» «Pues yo no te puedo vender eso entonces!» «Si te lo vendo así, pues… yo hay perdido mi día!» Lo miro… sin entender… y el me va explicando: «Yo te digo un precio, y tu tiene que proponer me un precio mucho mas bajo, después te propongo un otro precio, y tu un poco mas, y así va… por un tiempo, hasta que nos ponemos deacuerdo» «Si no… que hago aqui» «Que vida seria eso?» Total… tuvimos que hacerlo así, el me dio el mismo precio, y yo fue regateando… y al final pagué menos que los que habia pensado pagar… y el hombre, super contento de mis esfuerzos!!!
Para el… el regateo era una forma de comunicarse conmigo, una forma de pasarlo bien, de aprovecharse del día.
Y desde este… pues le visto así en varias lugares, que regateando no solo es una forma de tener unas cosas mas barato, pero también… aunque nos parece raro… muchos veces… nos da el respecto de los vendedores, o hosteleros con quien regateamos.
Jeje… Tienes razón Alice, este es un punto que no está tratado en el artículo pero que es muy verdad. Aunque no quieras regatear, hay muchas veces que es obligatorio hacerlo porque es la forma en la que se hacen las cosas 🙂
Fantástica entrada. Como siempre, sois capaces de plasmar tan ordenadamente los mejores consejos, revestidos con una capa de humanidad que personalmente es lo que siempre más he admirado de vosotros.
Enhorabuena, y gracias a miles por vuestra web !
¡Qué forma tan estupenda de sintetizar! ¡Enhorabuena por el artículo!
Y por la recomendación de «no pasarse» de regatear, sobretodo en países muy pobres…
Lo que sí me fastidia es que me cobren un sobre-precio turístico en cosas que tienen precio establecido: puestos callejeros de comida, mercados, cruzar en lancha un río, el bus, o incluso cosas más complejas.
Pero es fácil que gente que está en la fila, te informe del precio. En los mercados o puestos callejeros también aprovecho cuando una persona está comprando lo mismo que yo quiero: si no ves lo que paga, preguntas en voz alta cuánto cuesta antes de que se vaya el anterior cliente, y difícilmente el vendedor querrá quedar en evidencia, y te dirá el precio correcto.
Abrazos!