Creí que nunca iba a llegar el día. Pensé que jamás ocurriría. Supuse que era imposible. Y me equivoqué. De parte a parte, por completo.
Y hoy ha sido un gran día, me he reencontrado con el espíritu de mi querida Elo, cuyo cuerpo pasó a mejor vida, pero cuya alma pervive en Franky... mi bici seminueva.
Y digo seminueva, porque el nuevo 'ente bicíclico' ha heredado el cambio, pedalier, manillar, sillín y guardabarros de Elo. Todo ello convenientemente montado sobre un cuadro Conor City 280 de 21 pulgadas. En resumidas cuentas, que mi Elo (Orbea Elorrio) se ha convertido en una Conorbea Citorrio, alias Franky (como Frankestein).
He de decir que en Bicicletas Santi, en cuyos quirófanos se ha llevado a cabo el transplante de esqueleto, se han portado mucho mejor de lo que nunca esperé.
No sólo me han cambiado el cuadro por la cara, también me han sustituido el rotor (uno de esos sin punto muerto) sin coste alguno, me han reemplazado todos los cables y también las zapatas, siempre por la jeró. Asimismo, han ajustado el cambio, que vuelve a funcionar como el primer día.
Y todo ello, insisto, sin tener que aflojar la mosca y gracias a los buenos oficios de Iván, que incluso ha llegado a irse a su casa con mi bici para probarla. Gracias, majete.
La verdad es que yo pensaba que cosas de este tipo ya no sucedían en este mundo globalizado, y que me iba a tocar apoquinar los petrodólares, como tantas otras veces. Que iba a tener que pasar por otra inacabable tanda de negociaciones para, el final, acabar teniendo que escuchar el consabido "pues va a ser que no".
Bueno, pues insisto, no ha sido así y Bicicletas Santi, donde compré mi 'flaca' se ha hecho cargo de todos los costes y gastos. Como los oís, gratis total.
No os extrañéis pues, que os pida que unáis vuestras voces a la mía y gritéis conmigo: "Yabadabadúuu!!"