La "Vuelta a la Noguera" es una ruta circular de cuatro días, con origen y destino en Balaguer, capital de la comarca de la Noguera, provincia de Lleida. Nosotros cogimos la idea del libro “Noguera, 17 excursiones en BTT” de David Guiu y David Sancho, ed. Cossetània. Aparte de las rutas de un día, este libro propone una ruta circular de cuatro jornadas, descrita a modo de rutómetro que fuimos siguiendo con bastante exactitud (algún tramo lo hicimos “por libre”).
La comarca de La Noguera, la más extensa de todo Catalunya, está considerada “la Mesopotamia catalana” por su abundancia de ríos, siendo los más importantes el Segre, el Noguera Pallaresa y el Noguera Ribagorçana. Además es la comarca que hace de transición entre la plana de Lleida y el prepirineo. Todo esto hace que su paisaje sea muy variado y que el agua, en forma de ríos, embalses, canales… sea una gran protagonista. No necesitábamos más razones para decidirnos a hacer esta preciosa vuelta.
Llegamos a Balaguer en coche, pero también se puede llegar en tren (de hecho, la descripción de la ruta comienza en la estación de tren). La idea era instalarnos en el Hotel Urgell, sencillo y sin lujos, pero correcto, (49 euros la habitación, sólo alojamiento) y pasar el día preparando las cosas y visitando Balaguer. Balaguer es una bonita ciudad atravesada por el río Segre, en la que cada año se celebra la popular Transsegre, una prueba no competitiva en la que se trata de descender el río por medio de construcciones artesanales. Una auténtica fiesta:
Comimos en el restaurante italiano “La Nonna”, en la plaza Pau Casals. Pongo el dato porque comimos de maravilla: un menú del día muy bien elaborado y por sólo 10 euros. Muy recomendable. Por la tarde nos dedicamos a pasear. En el perfil de la ciudad destacan poderosamente la Iglesia de Santa María:
Y el Sant Crist:
Pero es el río el que da verdadero carácter a la ciudad:
Cenamos temprano, tal y como acostumbramos a hacer, y volvimos al hotel cuando ya se ponía el sol:
Preparamos con mimo todo el equipaje y nos acostamos ilusionados e impacientes por volver a colgar otra vez, cinco meses después, unas alforjas en las bicis.
ETAPA 1: BALAGUER-PONTS (50.07 Km y 468m de desnivel acumulado)
¡Qué gusto volver a sentir esa sensación de bici cargada, lenta de reflejos! Muy poco nos tuvimos que alejar de Balaguer para toparnos con las que iban a ser una constante durante toda la ruta: las amapolas:
Las había por todas partes, pero especialmente en la Noguera baja, la del sur, la parte de la comarca donde dominan los campos de cereal que, a estas alturas, ya comenzaban a tener un tinte amarillento:
El primer día de ruta fue muy sencillo, con poco desnivel, entre campos de cultivo, por pistas y caminos carreteros muy bonitos y perfectamente ciclables:
Y entre tanto campo de cereal, colinas con pequeños bosques que servían para poner contraste en el paisaje. Un auténtico placer pedalear por aquí:
Pero también pasábamos al lado de pueblecitos agrícolas, como Bellmunt d’Urgell:
Como os digo, era muy descansado pedalear por aquí:
Por unos breves momentos coincidimos con nuestro querido Canal d’Urgell. La simple visión del agua, con el calor que hacía, nos hacía sentirnos más frescos:
Pero ya nos quedaban pocos kilómetros de pistas bonitas como ésta:
Tras rodear el Mas de Segur nos topamos de frente con las obras del nuevo canal de Segarra-Garrigues. Eso supuso que las pistas se convirtieron en autopistas de tierra… El paisaje seguía siendo muy bonito, pero durante esos kilómetros tuvo menos encanto la ruta. El final de la ruta ya fue por asfalto, primero por una pista asfaltada preciosa, y con un cielo que quitaba el hipo:
Y a partir de Oliola ya por carretera, con mejor asfalto e igual belleza:
Un atajo por pista de tierra nos llevó directamente a Ponts, nuestro destino, justo a la hora de comer. ¿Os imagináis, después de una mañana de calurosa ruta, algo mejor que un plato de macarrones y una coca-cola? Os aseguro que para mí no hay nada mejor:
El estupendo menú, también de diez euros (por lo visto éste era el precio medio en la comarca), quedó rematado con un helado. La presentación demostraba el buen gusto de los dueños del Restaurante Ventureta:
Lo bueno que tiene hacer toda la ruta por la mañana es que te queda tiempo para, después de instalarte (en nuestro caso en el Hotel Pedra Negra, 48 euros la habitación, sólo alojamiento), tener toda la tarde para descansar y visitar los lugares donde te alojas, como el casco antiguo de Ponts, con sus callejuelas porticadas:
¿Serían el resto de jornadas igual de plácidas? Sospechábamos que no, que antes o después nos tocaría aumentar el esfuerzo, ya que a partir del día siguiente nos iríamos acercando a la Noguera montañosa… así que tocaba descansar.
ETAPA 2: PONTS-VILANOVA DE MEIÀ (39,62 Km y 909 m de desnivel acumulado)
Tras un opíparo desayuno abandonamos Ponts. Nuestro primer objetivo era llegar al río Segre, que teníamos que cruzar, pero antes de hacerlo nos detuvimos a contemplar el azud del Canal d’Urgell, el lugar donde nace éste. Era el único lugar del canal que yo todavía no conocía, y me hizo ilusión verlo:
Poco después cruzamos el río. Me quedé con las ganas de hacerlo por el puente colgante, pero la prudencia nos lo desaconsejaba, jejeje:
Los primeros kilómetros fueron tan tranquilos como los del día anterior, aunque la tendencia ya comenzaba a ser la subida:
Y muy pronto apareció a nuestra izquierda el que iba a ser nuestra referencia a lo largo de todo el día: el Montmagastre, ese monte tan puntiagudo que se ve a la izquierda y que íbamos a ir rodeando:
A pesar de que los campos de cereal todavía abundaban, el paisaje iba cambiando, se iba tornando más montañoso:
Lo que no cambiaba, afortunadamente, era el buen tiempo y el calor. ¡Cómo me gusta tener que hacer uso de la crema solar cuando salimos de viaje!
Ya comenzaba a haber tramos con pendientes considerables, pero aún eran cortos y no nos daban ningún problema. Para descansar todavía podíamos disfrutar de pistas de este tipo que, eso sí, cada vez eran más sinuosas:
Y los caminos se hacían, a ratos, más estrechos, pero continuaban siendo perfectamente ciclables, lo que hacía muy divertida la ruta:
Me gusta viajar siguiendo un rutómetro. Tienes que estar muy atento a los lugares por los que pasas, no despistarte y eso, además se ser muy entretenido, hace que vayas fijándote más en el entorno:
Y las amapolas… ya no eran tan abundantes como la víspera, pero nunca nos abandonaban:
Como siempre, a eso de las once, hacíamos la paradita reglamentaria para comer algo. ¿Habéis probado los fruit&play del Decathlon? Son una especie de compota de fruta (a mí el que más me gusta es el de manzana) que, especialmente esos días en los que el calor aprieta y cuesta meterse una barra de cereales, entran de maravilla. Vamos, que no tienen nada que ver con esos empalagosos geles que no hay quien trague. Y encima son baratos. Yo siempre llevo alguno encima:
Podéis ver claramente cómo iba cambiando el paisaje:
Cómo cada vez había más caminos carreteros:
Que incluso a veces parecían desaparecer entre la vegetación:
Y comenzaron las subidas más consistentes. La más exigente, terminando ya la etapa, fue esta pista de dos kilómetros bastante empinada, y con piedras sueltas que la hacían algo resbaladiza. Desde arriba, con el sudor goteando por la cara, pudimos ver una vez más el Montmagastre. Menudo rodeo te habíamos dado, guapo:
Desde Lluçars hasta el final de ruta ya todo era un descenso por asfalto, ¡qué delicia sentir la brisa en la cara tras el sofocón de la subida!
Y por fin apareció ante nosotros nuestro destino: Vilanova de Meià, con el imponente Montsec de Rubies detrás:
Nos instalamos en el único lugar disponible: la Pensión Cirera, un lugar frecuentado por los escaladores, que encuentran en el Monsec un paraíso. Teníamos toda la pensión para nosotros y estuvimos a gusto (48 euros la habitación, desayuno incluído).
Tras la reconfortante comida en el restaurante Racó del Montsec (sus amables dueños se hicieron amigos de nosotros y nos regalaron un par de calculadoras solares, jejeje) nos fuimos un rato a descansar, y luego hicimos la correspondiente visita por los alrededores empezando, obviamente, por el pueblo. En Vilanova se celebra cada año la famosa Feria de la Perdiz, y tienen incluso un monumento en homenaje a las “perdiuaires”, las mujeres que cada año bajaban a la feria con las jaulas llenas de perdices:
Y después de ver los últimos rayos solares reflejándose en las rocosas paredes del Montsec, nos fuimos a descansar. El día siguiente, según la guía, iba a ser más exigente…
ETAPA 3: VILANOVA DE MEIÀ-ÀGER (32,91 Km y 799 m de desnivel acumulado)
Tras desayunar nos despedimos del dueño de la pensión, que nos regaló dos chupa-chups a cada uno, se ve que en este pueblo habíamos caído bien, jajajaja. El día volvía a ser espectacular, así que aprovechamos la suavidad de los primeros kilómetros por asfalto para hacer unas fotos de despedida de la preciosa Vall de Meià:
Desde la misma salida del pueblo todo era subida, pero el primer tramo por carretera se hacía sin problemas:
Una vez que el asfalto dejó paso a la pista las pendientes aumentaron, pero no tuvimos problemas para llegar hasta el Coll d’Orenga:
Al superar el coll apareció ante nosotros la Vall d’Àger, hacia donde teníamos que descender. Visto cómo era la pista, no parecía que tendríamos complicaciones:
Al llegar al pueblo abandonado de Peralba el rutómetro nos decía que teníamos que abandonar la pista, pero mientras tanto seguíamos disfrutando del descenso y de las impresionantes vistas del Montsec:
Eso sí, al abandonar la pista el camino se fue complicando, pero continuaba siendo ciclable con un poco de prudencia ¡y divertido!
Por ese camino un poco trialero llegamos al fondo de un barranco que luego tuvimos que remontar. Eso ya fue un poco más complicado. El camino, estrecho y empinado, tenía mucha piedra suelta, y era complicado dominar la bici en estas circunstancias (sin alforjas habría sido otra cosa), así que tocó empujar la bici durante un rato, ¡bufff, cómo pesaba la condenada!:
Afortunadamente había tramos en los que sí se podía ciclar, ¡y cómo se agradecían!:
Ante nuestros ojos, abajo, apareció el río Noguera Pallaresa. A través de miles de años este río ha conseguido ir erosionando la sierra del Montsec, dividiéndola en dos por el paso de Terradets: el Montsec de Rubies al este y el de Ares al oeste. A los pies de éste, del Montsec d’Ares, se encuentra Àger, que era nuestro destino:
Una vez terminado el tramo complicadillo (bueno, más que complicado, cansado), hicimos una paradita para reponer fuerzas y consultar el rutómetro:
Y después emprendimos una vertiginosa bajada por una divertida y resbaladiza pista que nos dejó directamente en la carretera, a orillas del río:
Al llegar a la carretera nuestro siguiente objetivo era cruzar el río, pero primero había que bajar hasta él. Afortunadamente la roca no estaba húmeda porque si no… ¡madre mía, qué bajadita! Eso sí, nos echamos unas risas, jejeje:
Cruzar el Noguera Pallaresa fue una gozada. Nos había costado esfuerzo llegar hasta él desde que lo habíamos visto pero, buffff, ya estábamos allí…:
El último tramo de la ruta hasta Àger habíamos de hacerlo, según la guía, por el GR. Decidimos no complicarnos la vida. Comenzábamos a tener hambre y optamos por hacerlo por la carretera:
Y por fin Àger apareció ante nosotros:
Lo primero que hicimos al llegar al pueblo fue buscar un sitio para comer: el camping La Vall d’Àger. Y después nos fuimos a buscar nuestro alojamiento: la Fonda el Molí (35 euros la habitación, sólo alojamiento). Tras el descanso, que especialmente tras la ruta de ese día necesitábamos, nos fuimos a visitar el pueblo. En el punto más alto del pueblo se encuentran los restos de la colegiata y el castillo de Sant Pere:
Pasear por sus callejuelas tiene mucho encanto:
¡Y qué decir de las vistas desde lo alto del pueblo! (hombre, a mí la vista se me va hacia la derecha, pero por cuestiones personales, jejeje). La impresionante sierra del fondo, el Montsec d’Ares, es un lugar especial. Su cima es el mejor lugar de todo Catalunya para observar el cielo, de hecho aquí se encuentra un parque astronómico dedicado a la investigación astronómica y astrofísica. Además el Montsec es una referencia mundial para los practicantes del parapente:
Aquella iba a ser nuestra última noche en la Noguera, por eso elegimos un lugar especial para celebrarlo: el restaurante Casa Xalets. Apenas llevan un año en funcionamiento, y se trata de un local muy bien restaurado, con gusto, cenamos muy bien, un cuidado menú del día por 11 euros. Os lo recomiendo:
Tras un paseo bajo las estrellas del cielo del Montsec nos fuimos a descansar.
ETAPA 4: ÀGER-BALAGUER (44,54 Km y 742 m de desnivel acumulado)
Esta última etapa también prometía ser exigente, al menos en su primera parte. Desde la ventana de nuestra habitación las luces de la mañana le daban al pueblo un aspecto precioso. Nos despedimos de él con esa imagen en la retina:
Los primeros kilómetros fueron por asfalto, en suave ascenso, perfectos para ir calentando las piernas:
El asfalto dejó paso a la pista que nos condujo a Agulló:
Y después empezó la larga subida que nos tendría que llevar hasta el Pla de les Bruixes (la plana de las brujas). La primera parte era asfaltada y la hicimos sin problemas, pero al llegar a Millà tuvimos que desviarnos por una pista cuya pendiente ya era más exigente. De hecho esa ruta formaba parte de las rutas señalizadas del Centro BTT, y estaba catalogada como negra, dificultad máxima, uyuyuyuyuyyyyy…:
Pero bueno, siempre encontrábamos excusas para descansar, como la visita a la ermita de Sant Llobí:
La pista no sólo era empinada, sino que se iba haciendo pedregosa:
Pero poliki-poliki (poco a poco) la íbamos subiendo sin problemas, o al menos a mí no se me ve demasiado preocupada, jejeje:
Las piedras cada vez eran más gruesas y había que ir esquivándolas. Estoy convencida de que de haber llevado otras cubiertas, en este tramo habríamos pinchado:
Y por fin llegamos al Pla de les Bruixes, un lugar especial, a casi 1000 metros de altitud, una meseta donde se hacían akelarres, de ahí su nombre. Parecía que ya habíamos subido lo más fuerte, pero nos equivocábamos. ¿Veis esa loma sobre mi cabeza, en la que se intuye la pista? Pues no era tan inocente como parecía, tenía una pendiente muy fuerte que tuvimos que hacer a pie, empujando las bicis:
Una vez arriba del todo paramos para descansar y comer algo, y afrontar la bajada que, según la guía, no iba a ser sencilla, al menos en su primer tramo:
Efectivamente, el primer tramo de la bajada, muy empinado y pedregoso, lo tuvimos que hacer a pie, pero en cuanto el asunto se volvió ciclable nos subimos de nuevo a las bicis:
Bueeeeeeno, ahora sí que podíamos decir que había pasado lo peor. La segunda parte de la ruta iba a ser mucho más sencilla:
Y de nuevo las amapolas iban a pasar a ser grandes protagonistas:
Al pasar por Tartareu vimos que ese día se celebraba una de las pruebas del Campeonato catalán de descenso, y nos cruzamos con varios camiones y tractores que transportaban a los sufridos ciclistas hasta la cima. Os aseguro que, embutidos en esos calurosos trajes y transportados como si fueran ganado (dicho esto con todo el cariño, ), no nos dieron ninguna envidia…:
El siguiente tramo fue precioso: un continuo sube-baja entre montañitas, prados y campos de amapolas que, desde lejos, parecían una verdadera hemorragia:
Hacia Ós de Balaguer, donde paramos a comer un bocadillo, la ruta ya tenía clara tendencia descendente:
El tramo entre Ós de Balaguer y Castelló de Farfanya, además de descendente era asfaltado. Poco a poco nos volvíamos a ver rodeados por las planicies y los campos de cereales de la zona de Balaguer. Un auténtico placer terminar así la ruta:
Al llegar a Balaguer, junto a una cruz de término, nos pareció un buen lugar para hacer la foto oficial de “objetivo cumplido”:
En fin, ¿qué decir de este viaje? Lo hemos disfrutado kilómetro a kilómetro. La belleza del paisaje, tan cambiante, la primavera que estaba pletórica, el tiempo tan maravilloso… todo se conjugó para que nos lo pasáramos de maravilla. No puedo hacer otra cosa que recomendároslo, siempre que tengáis un poco de pericia en el manejo de la bici. Hemos grabado la ruta con el GPS, así que ni que decir tiene que si alguien quiere los tracks no tiene más que pedirlos. También quiero advertir que tanto los kilometrajes como el desnivel de cada etapa son un poco engañosos, ya que es una ruta más dura de lo que parece, especialmente en la tercera y cuarta etapas. Pero también creo que la dureza (tampoco excesiva) hace que aún parezca más bonito todo. ¿O no se aprecian más las cosas que cuestan conseguir?
Preciosa la Noguera, y preciosa la primavera.