Viernes por la mañana,
muy por la mañana
Suena el despertador……maldición, tengo que ir a
trabajar, ufffff….pero si son las cinco
y media….no puede ser, yo no madrugo tanto para ir al trabajo….después de unos
instantes de confusión,un poco más despierto, y después de desechar la idea de
que algún gracioso ha entrado esta noche en el piso para cambiarme la hora del
despertador, me doy cuenta de que hoy no trabajo, que me voy de escapada….bueno, bueno, eso lo
cambia todo.
Me levanto de un salto me visto y me preparo un buen
desayuno, me echo un cigarrito y me relajo un poco….error. El tren sale a las 7
y tengo un buen trecho hasta la estación. Rapidamente me pongo en marcha, por
el camino me encuentro a Zeque(hola
Zeque) un compañero de este lugar con el que he coincidido en alguna ruta, nos
saludamos y salgo cagando leches. A
tiempo de comprobar cuando estoy llegando a la estación de que voy a perder el
tren.
Bueno, que se le va
ha hacer….el siguiente tren sale tres
horas más tarde, así que hago un cálculo
y decido sacar billete hasta Carboneras de Guadazaón, que está a medio camino entre Cuenca y
Enguidanos, lugar en el que he reservado
el alojamiento.
Hago tiempo bebiendo té en
un bar junto a la estación y leyendo “ El loro en el limonero”, continuación de” Entre limones”, libros divertidos y ligeros de leer que para
mi son ideales para los viajes
Durante el trayecto compruebo que esa noche ha sido bastante
fresca, desde el tren se ven los matorrales blancos, muy bonito, si….
Llego a Carboneras,
es la una y media y tengo por delante unos 50 kilómetros según creo
recordar en su mayoría de pista, así que
me pongo enn marcha. La temperatura es buena, luce un sol radiante. Después de
una corta subida la ruta transcurre por suaves subidas y bajadas con buen
firme, escoltado por amplios pinares…y pronto me sumerjo en el viaje, varias veces paro para escuchar el silencio y mirar la
quietud, no se mueva ni una brizna de
hierba, no se oye ni a un pajarillo, el
paisaje parece un decorado
Otras veces que he visitado la provincia de Cuenca, he llegado a la misma conclusión, para tener
tan grandes extensiones de monte es curioso las pocas aves que se ven ella. Cuando me pongo en marcha sigo fijándome buscando
señales de vida, pero nada…
Hechos unos 25 kilómetros llego a Caudete, doy una vuelta por el pueblo que poco tiene que
merezca ser visto, más bien nada, cargo
agua y continuo viaje…
Más pinares, más silencio, la pista por la que voy desenboca
en una carretera en muy buen estado que recorro durante algunos kilómetros hasta
volver a coger otra pista, en el
trayecto no he visto ni un solo coche.
Estoy llegando al lugar llamado las chorreras de Enguidanos, es un salto de agua que hace el rio Cabriel
con una poza la mar de bonita, que en verano seguro da mucho gusto bañarse… eso en verano.
El camino se convierte en una senda al principio muy divertida, más adelante baja hasta el rio
con un piso bastante ruto por lo que toca echar pie al suelo y bajar despacito,
una vez abajo continua unos kilómetros por la orilla hasta el pueblo, el sol empieza a caer, son las cinco, asi que
me después de una parada me apresuro a llegar a Enguídanos.
La casa rural dónde he reservado está en lo alto del pueblo,
mientras subo tranquilamente por sus calles voy echando una ojeada, tampoco
parece el pueblo más bonito que he visto.
Llegado al alberque me recibe un pastor alemán inmenso,
(debe ser alemán alemán) ladrando,
pronto llega una pareja que me recibe y me indica dónde está mi
habitación. Mientras desmonto sigo
escuchando al perro ladrar…preludio de lo que vendría.
Una vez duchadito e instalado, y como aún queda luz salgo a
dar una vuelta por el pueblo, aunque más
grande que Caudete, mis primeras impresiones se confirman, ni una bonita
fachada, ni un lugar acogedor,ni siquiera encuentro un bar abierto dónde poder
echar una cerveza. Sin embargo, hay varias pensiones, hostales y casas rurales, así cómo carteles informativos de rutas de
bici y senderismo, por lo que seguro el lugar recibe muchas visitas en verano. Me subo a la parte más alta del pueblo, por
encima de la casa rural, y desde allí lo que se ve es un pueblo feo, de esos enn los que cada uno a construido lo
que, cómo, y dónde a querido, lástima. Construido
sobre las laderas en un bonito meandro que forma el rio.
Llegando a la casa rural me recibe sonoramente el perro,
llego a la habitación y el perro deja de
ladrar, a continuación comienzo a oir un ruido metálico, algo así como un martillo golpeando una
chapa, poco después el perro comienza de nuevo a ladrar, y así entre ladridos y
manporrazos me pongo a leer hasta la hora de la cena.
Después de haber dado cuenta de un pisto manchego, que es
como el pisto de culquier otro sitio pero con un huevo frito encima, y de una
carrilladas, me vuelvo a la habitación,
para hacer un poco de tiempo antes de dormir. Para alegría mia al poco rato continua
la la peculiar sinfonía… así que miro el MP3,
consulto los discos disponibles, juro y perjuro cómo lo he hecho en los
últimos 10 viajes, que esta vez si, cuando llegue a casa cambiaré los discos
grabados para no acabar odiando a Def con dos, Hedningarna o Metalica, me pongo a los tindersticks…. que relajante
es el turismo rural.