Este fin de semana hablando con amigos sobre la decisión de desmontar la vieja bici por completo con el fin de poderla rehacer y mirando las diferentes piezas que la componen (desperdigadas por todo el garaje), me di cuenta de una cosa que me había pasado desapercibida.
Los bujes están brillantes.
Los radios estaban todos como los del fondo, sucios y con un breve toque de óxido.
Estoy haciendo pruebas con diferentes productos para ver cual va mejor para limpiarlos, pero los bujes están tal cual, no les he hecho nada y sin embargo están casi relucientes.
Entonces recordé. Pero no de la bicicleta de mi padre, si no de la de mi abuelo. Llevaba un cordón de mecha de mechero, de los de yesca y pedernal anudado en el buje, el cual iba dando vueltas pero lo mantenía limpio.
Naturalmente no duraba mucho, pero recuerdo al abuelo metiendo sus enormes dedos de labrador entre los radios para anudar el cordon con un trozo de cuerda.
Sabía que esta bicicleta me traería recuerdos, pero nunca imaginé que tan profundos. Estoy disfrutando.