Día 0, miércoles 28 de julio
Con la bici desmontada del día anterior y todo preparado en las alforjas, mi misión es levantarme temprano para salir con el coche sobre las 4am y llegar a Hendaya desde Zaragoza con tiempo de sobra. El tren sale a las 9.30 y quiero estar seguro de tener margen por si me paran en la frontera, o tengo que aparcar lejos, pincho...Pues me sobran un par de horas porque no reparan en mí al entrar en Francia y encuentro aparcamiento a escasos 100 metros de la estación.

Manejarse con la bici en su funda, las alforjas llenas y la ortlieb al hombro no es muy sencillo, y para colmo tengo que cruzar al otro lado de las vías para llegar a mi tren. Pregunto al personal cómo meto la bici y me dicen que la deje en el pasillo, bien enganchada al pasamanos. La veo un poco precaria pero parece que no hay mucha gente en el tren. Conforme va haciendo paradas camino a París se acaba llenando y voy imaginándome las decenas de personas que van pasando a su lado...pobre bicicleta.
En una de las estaciones puedo ver desde la ventana al equipo de seguridad intentando identificar la amenaza de un objeto que alguien había dejado en el arcén. No habrá ninguna noticia en los días posteriores, así que será una pieza de equipaje perdida.

Llego a París Montparnasse, hora de cambiar de tren. Estoy en uno de los vagones finales y el recorrido a la estación se me hace eterno. Tendré que repetir el camino en el nuevo tren porque mi vagón vuelve a ser el último. Durante todo el proceso de bajarme, caminar por una estación abarrotada y subirme la funda de la bici se lleva unos cuantos golpes, y cada uno lo voy sintiendo más en mi interior. Puede que haya sido un error traerla así y me paso el trayecto restante pensando que ojalá no la descubra muy dañada.
Llego a Morlaix a las 18h, el tren ha sido puntual. Me busco un rincón para mí fuera de la estación y empiezo con el montaje de la bici, en cuanto abro la funda comienza a llover. Al poco se me acerca un tipo preguntándome si es para competición, si quiero que me ayude...mi francés deja mucho que desear y prefiero no complicarme, así que le digo que no hablo su idioma y sigo a lo mío. Curiosea un rato más y acaba yéndose.
El día anterior fue la primera vez que desmontaba una bicicleta, ésta es la primera que monto una. Voy lento pero avanzando, alegrándome de ver que no hay nada roto. Lo que más tiempo me lleva es colocar correctamente el adaptador de la ortlieb, perdiendo sobre la marcha un tornillo que se cae por una rejilla, listo de mí por ponerme al lado a trastear con herrajes.

Ya ha pasado casi una hora y aún me queda. Se me acerca un chico con una rueda preguntándome si tengo cómo inflarla, dejo el montaje y me dedico a buscar el inflador eléctrico en el equipaje. Una vez hecho el favor se me ocurre preguntarle si vive cerca y si tiene tijeras para poder agarrar el tornillo, se ofrece a entrar en la estación a preguntar y sale con unas que tienen la longitud justa. Cuesta un poco pero finalmente conseguimos sacarlo et voilà, un favor por otro.
Casi hora y media me ha llevado dejar la bici en su punto. Sigue lloviendo, voy a ir directo al aribnb que me cogí en Morlaix. El plan inicial era pedalear hasta Roscoff para amanecer allí pero los alojamientos eran prohibitivos y con la lluvia ni me molesté en buscar camping.
Aún me queda tiempo para hacer una compra de súper y buscar un vpn para poder ver las olimpiadas. Lo dejo todo cargando y me voy a dormir con la alarma puesta bien tempranito.
Gastos:
132.70€ Tren Hendaya-Morlaix
44.30€ Alojamiento Morlaix
11€ Comida
Zaragoza-Morlaix
Día 1, jueves 29 de julio
Me despierto antes de que suene la alarma y lo guardo todo para tener que bajar las escaleras sólo una vez y no hacer ruido. Son las 6.30 y en el salón me encuentro a la dueña de la casa, medio despierta. Dejo la bici preparada y mientras me preparo un té hablamos del viaje que quiero hacer, mezclando inglés y francés. Supongo que habrá pillado al menos un 50%.
Mi camino empieza a las 7am hacia Roscoff, decido ir por la costa para no repetir ruta cuando vuelva. La ciudad está vacía y especialmente bonita a primera hora, hago nosecuántas paradas antes si quiera de salir de sus límites. El camino sigue por carretera pero el arcén es generoso y yo estoy en pleno subidón, es mi primer viaje en bici!

Para las 9am estoy en Roscoff, no tengo ni idea de por dónde empieza al Velodyssee pero hay un flujo ligero y constante de cicloviajeros y no será difícil encontrarlo. Aprovecho para hacer una panorámica de la ciudad desde la ermita de Sainte-Barbe y bajo a callejear un rato. El sitio es bonito aunque no me paro mucho, estoy en modo hacer millas y sólo quiero estar subido y rodar.

Sigo a unos viajeros hasta el inicio del camino y desde ahí me paso unos kilómetros detrás de ellos en la distancia, sin prisa y con la tranquilidad que da el comprobar que la ruta está perfectamente señalizada. Lo que desde lejos lleva un rato pareciéndome una pareja de jóvenes con sus bicis perfectamente conjuntadas acaban siendo dos personas de +65años. Me ocurrirá varias veces, llevo tiempo sin moverme por Europa y estoy poco acostumbrado a la gente mayor activa, alta y delgada.

Sobre las 12 estoy de vuelta en Morlaix, paso por algunas de las calles que recorrí a primera hora de la mañana y sigo la ruta hacia el sur que deja atrás las carreteras y se vuelve una vía verde como las que tenemos por aquí. Tras una hora llego a una zona de merendero habilitada en una antigua estación, me llama la atención su buen estado en comparación con las estaciones que me he encontrado en las diferentes vías verdes que he hecho por España.

Dan las 14h y sigo avanzando sobre la bicicleta. Empiezo a acordarme de las fruterías que he dejado pasar en Morlaix, ya que no he comido nada desde la noche anterior. Decido salir de la vía para avituallarme en un supermercado que veo en el maps pero está cerrado, tardaré casi dos horas en llegar a Carhaix, donde ya sí podré asaltar un lidl cogiéndome un tipo de sandwiches y ensaladas que van a formar la espina dorsal de mi dieta durante el resto del viaje.

A las afueras de Carhaix me encuentro con un circo, otra visión que será bastante común durante mi recorrido.

Poco después llego al Canal de Nantes a Brest, con la mala suerte de que lo cojo en sentido contrario. Unos 3 kilómetros en dirección a Brest me doy cuenta y ya pongo el rumbo correcto. El canal me recuerda al Imperial de Aragón, pero más grande y verde. Cada pocos cientos de metros te topas con una exclusa numerada y una vivienda que suele estar habitada y muy, muy bien cuidada. Algunas de ellas son un verdadero festival de color con tantas flores.

Sobre las 17h de la tarde me doy cuenta de que llevo un buen rato sin cruzarme con cicloviajeros, pero sigo encontrándome con señalizaciones de Eurovelo 1 y voy en dirección a Nantes, así que continuo confiado. Aún no tengo alojamiento ni destino, al no saber cómo me iría en mi primer día no reservé ni me marqué ninguna meta, y ahí me encuentro pedaleando hacia adelante sin saber hasta dónde llegar.
Son las 19h y aún me siento con cuerda para rato. Exclusa por exclusa voy viendo rincones en los que podría plantar la tienda, o quizás pedirle a quienes las controlan que me dejen un hueco en su jardín y de paso les doy un enchufe con trastos para cargar. Al final, viendo que puede llover esa noche, me meto en booking y veo a 25km una habitación a 31€ que me permitiría dormir seco y amanecer con todo cargado, la reservo y para allá que me voy.
El camino del canal aumenta esa distancia pero no quiero salirme de él hasta el último momento. Sobre las 21h me desvío y empiezo la ascensión hasta el punto en el que el maps me indica que está el hotel, tragándome la subida más pronunciada de toda la jornada. Cuando estoy a 50 metros me llaman por teléfono, son los del alojamiento diciéndome que ha habido un error en booking y que no tienen estancias libres, imaginaos cómo me quedo. Estoy ahí al lado, así que les digo que voy igualmente y cuelgo. Cuando llego a la finca le pregunto a unos chicos por la recepción y me dicen que no estoy en el sitio correcto. Me mandan unos 3 kilómetros cuesta abajo, y antes de salir les pregunto si sabrían de algún lugar donde quedarme en caso de que el hotel estuviera lleno. Me ofrecen su jardín encantados.
Me voy un poco más tranquilo al hotel, una antigua abadía. Allí me explican que no tienen nada disponible y que me han avisado en cuanto recibieron la solicitud de booking, dos horas después de haber hecho la reserva. Primero me recomiendan un camping, luego se ofrecen a llamar a unos huéspedes que tienen reservada una finca que no se llenará hasta el día siguiente, pero al consultar por cuánto me saldría no saben darme respuesta así que rechazo la oferta, sé que son los chicos que acabo de conocer y si voy me dejarán estar sin más.

Y así es, tras casi una hora de haberles conocido vuelvo y les pido un rinconcito en su jardín, a lo que ellos responden ofreciéndome una cama, ducha y hasta cena. Resulta que ese finde van a celebrar un doble cumpleaños, pero el grueso de invitados no llega hasta el día siguiente. Agradezco su ofrecimiento y me comprometo a dormir en mi saco para no dejar ninguna cama usada, me quedo un rato de charla con ellos pero me retiro antes de cenar, eran ya las 22h y estaba molido.

Gastos:
Comida 8€
Morlaix-Roscoff-Bon Repos sur Blavet, 175km, 12 horas en movimiento.
Día 2, viernes 30 de julio
Vuelvo a despertarme antes de que lo haga la alarma. Ha sido una noche inquieta y no habré dormido más de 4, casi agradezco levantarme y empezar a recoger. Desayuno lo que sobró de la compra de ayer y bajo hasta la bici, que está encharcada en rocío.
El objetivo de hoy está claro, Nantes. Ayer pensaba que la tenía a unos 150km y que igual me daba tiempo de llegar, hoy veo que aún está a más de 200km, así que será ir hacía allí y ver por dónde me quedo. Mi camino se inicia un poco antes de las 7am bordeando el lago artificial Guerlédan, el más grande de Bretaña y origen del empapamiento de la bici. Durante unas horas pasaré frío aun llevando mi chaqueta, pero pedalear al amanecer en un entorno así compensa cualquier pena.
Una hora después el camino vuelve al Canal de Nantes a Brest, y la verdad es que me alegro porque me siento a gusto con la sencillez de seguir el trazo del agua. Cada vez lo veo más verde y bonito.
Sigo disfrutando de las casas que hay en las exclusas, cada una de su padre y de su madre.
Me encuentro con la primera zona de mantenimiento para bicicletas, algo sencillo pero agradecido. Está junto a un wc rústico que se mantiene a base de serrín.
También me topo con una de las pocas viviendas que veo entre exclusas, menuda choza se han procurado aquí. Estaban tomando el desayuno al sol, eso sí es vida.
Un poco después empezará a llover, al principio soportable pero luego aprieta y decido pararme a ponerme debajo el único jersey que tenía, y que quería reservar para salidas a pie. Me va a venir bien, porque ya son 3 horas pasando frio y la lluvia lo está empeorando. Tras algo más de media hora empapándome llego a la primera ciudad, Pontivy. Con la lección aprendida del día anterior busco un supermercado, y pierdo como media hora intentando encontrar el camino de vuelta a la velodyssee...estoy poco fino en ese momento.

Como curiosidad al llegar a Pontivy, lo primero que te encuentras es un camping y desde fuera veo un montón de cicloviajeros que están empezando a desperezarse. No puedo evitar sorprenderme, son pasadas las 10 de la mañana y llevo más de 3 horas pedaleando, qué han estado haciendo? Cómo pueden dejar pasar casi toda la mañana sin avanzar sobre la bici? Será una constante durante todo el viaje, salvo unos pocos casos contables con los dedos de una mano, no empezaré a cruzarme con viajeros hasta bien pasadas las 9 de la mañana.
Volviendo a la ruta, sigo por el canal en dirección a Rohan, vaya chulada de nombre. Por esa zona todo está en francés y bretón, un idioma cuando menos llamativo pero no llego a oír a nadie hablarlo.
Llega el mediodía y me voy encontrando con un canal muy diferente al de ayer, con más kilómetros sin exclusas lo que aumenta la cantidad de barcos en sus orillas. También contribuye a ello la cantidad de pueblos por los que pasa, al contrario que el tramo del día anterior.
Una hora tras otra sigo avanzando por el canal, y se me va diluyendo esa primera impresión que me llevé el primer día de que era una ruta para abuelos y paseantes. Ya son dos días completos en ella y me he cruzado desde familias hasta grupos, jóvenes y mayores, que estarán haciendo solo un tramo o la eurovelo al completo...una diversidad que eché de menos ayer por la mañana y que hoy me deja más tranquilo. Chorradas de novato inexperto, no le doy más vueltas.
La siguiente ciudad es Josselin, que se llama como yo y me da la excusa perfecta para hacer la tontuna del día. Pero aún más que por llevar mi nombre, es famosa por el imponente castillo que se iza sobre el canal. Buscadlo, es toda una visión.
Para las 17h dejo atrás Malestroit y empiezo a pensar dónde dormir. Parece que no lloverá esta noche y la siguiente ciudad, Redon, tiene camping municipal, así que me animo a probar y darle uso a la tienda que llevo dos días paseando en las alforjas.
Llego justo cuando están cerrando, me dicen que me ubique y pague mañana pero voy a salir temprano y prefiero dejarlo todo hecho. Me hacen el favor y se quedan unos minutos más para cobrarme 8€. Es mi primera vez en un camping, ahí me tienes preguntándole a la chica cómo funciona esto...me señala un trozo de césped en el que posarme, dónde están los baños y listo. Ahora viene la siguiente prueba, la tienda está tal cuál me llegó, no tuve ocasión de hacer un montaje de prueba. Por suerte hay red y me veo un tuto de youtube...me lleva unos 15 minutos dejar lista una tienda pequeña de una sola plaza.
Tampoco sé cómo usar el sistema propio de hinchado del colchón, y dedico otro buen rato a organizar las alforjas para tenerlas cerca sin llegar a meterlas en la tienda, porque no caben. Mi nuevo hogar es realmente pequeño, tengo la sensación de que tal vez me colé buscando algo ligero, pero como con todo acabaré acostumbrándome y pensando que fue la elección correcta.
Gastos:
Comida 14€
Camping 8€
Bon Repos sur Blavet-Redon, 154km, 10:30 horas en movimiento.
Día 3, sábado 31 de julio
Otra noche sin pegar mucho ojo, la gente era ruidosa y oía a los niños pulular alrededor de mi tienda. También tenía dudas sobre la bici, ya que la dejé tal cuál al lado, sin ni siquiera bloquear la rueda. Al menos tenía su sombra proyectada sobre la tela de la tienda, si al despertarme no la veo ya sé que tengo que hacer el resto del viaje a pie.
Me acabo rindiendo sobre las 5 y paro de intentar dormir más, desayuno y me levanto aún a oscuras para dejar todo recogido y partir a las 7am. Según voy guardando me doy cuenta de que no me va a ser posible guardar la tienda en su funda, y para no desesperarme decido hacerla un rollo y meterla tal cuál. Acaba entrando todo pero con menos margen que antes. También veo que uno de los cierres de la alforja de la ropa no engancha, tengo que hacer una chapuza con un palo para que me aguante.
Es fácil volver al canal y seguir sentido Nantes, que está a unos 80km. Por aquí la vía de agua está más encauzada, pierde un poco la belleza de días atrás. Aun así y para mi sorpresa, será en esta zona donde veré el canal más vivo, encontrándome innumerables castores, grullas, comadrejas, cisnes y más criaturas que han hecho de este río artificial su hogar.
Pasada la hora en ruta veo cómo el canal se ensancha hasta tener las medidas de un río grande como puede ser el Ebro. Por aquí lo que me conquista es el reflejo del cielo sobre unas aguas inmóviles.
Otro día en el que estoy pasando fresquete. Se nota en los audios que voy dejando grabados y cómo la lengua se me traba cada poco. Hoy esperaré casi a las 11 para hacer mi parada de avituallamiento e iniciaré una costumbre que no dejaré durante el resto del viaje, pillarme una baguette y meterla en una de las bolsas para botellas que tengo en el manillar. Me paso la siguiente media hora picoteándola, más feliz que todo.
A las 12.30 llega el momento de despedirse del canal. La ruta da un giro de 180º literalmente, te lleva al margen opuesto y te hace retrodecer unos centenares de metros, y puedo ver al otro lado cómo me observan algo confusos los viajeros a los que minutos atrás he adelantado. El camino cruza por un pueblo en el que acabas desorientado de tantos giros que da, y elijo pegarme a la cola de otros ciclistas para evitar esa sensación de estar dando vueltas sin rumbo.

Sobre las 15h llego a Nantes, mi primera gran ciudad en este viaje. Me sirve para darme cuenta de que no me gusta mucho esto de callejear por las afueras de una urbe de este tamaño, echo realmente de menos la sencillez y belleza del recorrido por el canal, pero hay que pasar página. No tengo planeado pararme mucho, ya he estado en Nantes y me apetece seguir la ruta. Vagabundeo un poco por el centro con el placer que es hacerlo en bici, me cruzo con una mani en contra del covid pass para los comercios y tras una corta parada para comerme una ensalada de pie sigo con mi ruta.
Es solo mi tercer día pero me está encantando esto de viajar en bici, empiezo a imaginarme recorriendo el Reino Unido, o hacerme la eurovelo6...me estoy enganchando.
El siguiente tramo de la eurovelo1 cambia su orientación y me lleva al oeste, siguiendo la desembocadura del Loira. Tenía bastantes expectativas con esta zona de cuando me recorrí sus castillos unos años atrás, pero lo que veo no me parece muy destacable, transcurre bordeado por cultivos y salpicado por zonas industriales y portuarias. Me doy cuenta de que salir de una gran ciudad me descoloca tanto como el entrar, da la sensación de que no avanzo.
Desde que entré a Nantes ha estado lloviendo levemente, seguirá así por un par de horas pero nada serio. Por fin en Le Pellerin encuentro un cartel que pone Saint Brevin a 41km. Es el destino que lleva en mi mente durante todo el día, me hace ilusión amanecer en el Atlántico. Son las 18h y me pregunto si llegaré antes de que se ponga el sol. Cuando empiezo a pedalear me topo con el viento de cara que llega directo del mar y el ánimo me baja unos enteros, tal vez debería plantarme un poco antes. Bueno, iré pensando en ello mientras pedaleo.
Estos kilómetros se me están haciendo especialmente largos, hago un par de paradas para llevarme unas fotos que no quería perder pero por lo demás sólo pienso en avanzar para llegar al pueblo antes de que se haga de noche.
Por fin llego a Saint Brevin, son las 20.40 y mi prioridad es buscar un supermercado abierto para tener comida suficiente, ya que mañana es domingo. Me cruzo el pueblo de un punto a otro pero no hay nada abierto, he echado media hora extra pedaleando en vano pero por lo que sea tengo más energía que al principio del día y me subo las cuestas como si nada.

Siguiente misión, encontrar dónde dormir. Veo en el mapa un camping no muy lejos de donde me rendí buscando comida y voy hacia él. Son las 21.30, la recepción está cerrada. Entro igualmente y me topo con varias parcelas vacías pero no me fío, recordad que no sé cómo va el tema de campings. Me acerco a un puesto de comida y me acaba atendiendo una chica muy maja que me señala los números de las parcelas vacías que puedo ocupar. Me quedo con la más cercana, la 14. Cuando ya sólo me falta ir a plantar mi tienda le pregunto sobre el coste, me dice 45€ por mi persona, mi bici y mi tienda de uno. No voy a pagar semejante sablada, me disculpo por hacerle perder el tiempo y me voy.
Aquí se me presentan varias opciones, la primera es volver a colarme en este camping tan pijo y presentarme en la parcela 14 sabiendo que nadie más la ocupará. Pero...y si la chica me ve? También podría haber aceptado su precio, decirle que pagaría al abrir recepción e irme antes de que abra, a la hora de siempre. Aquí ya no me sentiría muy bien conmigo mismo, ni tampoco quiero que otro viajero se quede sin esa oportunidad porque un mindundi se les fue sin pagar anteriormente. Total, que decido probar suerte en otro camping cercano, unos 5€ más barato según veo en los precios a la entrada. Nadie en recepción, me cuelo. Éste está más apretado pero veo un rincón desocupado y decido quedarme ahí, sintiendo constantemente la mirada de todo el mundo, como si supieran que no correspondo. Es pura sugestión pero no me resulta fácil controlarla.

Monto mi tienda, voy al baño y a la vuelta aún nadie me ha dicho nada, parece que podré quedarme. Son las 22h pasadas. Me tumbo y apago el móvil porque no tengo dónde cargarlo y tengo los dispositivos al mínimo de energía. Me aíslo con mis cascos con cancelación y que sea lo que tenga que ser.
Gastos:
Comida 12€
Redon-Saint Brevin les Pines. 182Km, 13h en movimiento.