Rodadas. Una comunidad de cicloturismo y viajes en bicicleta
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Una tarde de primavera

&tarr; PUBLICIDAD (lo que paga la factura)

  1. Hola, vengo leyendo la web y el foro desde hace mucho tiempo. Ayer escribí algo. Hoy he considerado oportuno crear un nickname y publicarlo aquí. Muchas gracias por vuestra atención.

    Profundas inspiraciones y expiraciones se sucedían inmediatamente mientras ascendía por aquella pista en mal estado. Cada afloramiento de roca suponía apretar el ritmo todavía más, utilizando una energía agotada ya hacía varios minutos. La subida se había convertido en un proceso de resistencia mental, las piernas ya no existían. Javi estaba coronando ya el collado y a mí tan sólo me restaban unos metros. Ya casi estaba.
    Una vez arriba nos dimos la mano y nos abrazamos.
    - ¡Eh, tío! ¡Hemos triunfao, tú y yo lo sabíamos!- me dice él, riendo.
    - ¡Joder, ya no me quedaba aire en los pulmones! Al final tenía que respirar por la boca.
    Javi mira ese extraño reloj con altímetro y barómetro que siempre lleva.
    - En dos horas hemos subido más de 900 metros. ¡Somos unos cracks!
    El sol se alzaba a bastante altura por el oeste, palideciendo el tono azul de un cielo completamente despejado. Una fresca brisa llegaba desde el este, agitando los numerosos arbustos de boj sobre aquel collado. Javi y yo andamos lentamente hasta el borde de un cortado, para comer algo, enfundarnos en ropa seca, y descansar un rato. Las bicis yacían al borde del camino.
    - Que pasada, se ve todo.
    Al suroeste veíamos las cimas del San Lorenzo y Cabeza Parda, blancas por la última nevada. Así como la cercana peña Saida, que probablemente ocultaba el pico Urbión y su mágico valle que pocos conocen. Al sur se veía el circo de Cebollera completamente nevado, en la frontera con Soria.
    - Toma, una barrita de muesli.
    - No serán de las del Día, que saben a cartón.
    - No, no. Esta lleva coco. Es de Kellogs.
    - ¡De puta madre! Ahora te saco una naranja de la frutería que te dije.
    La adrenalina fluía a través de nuestro torrente sanguíneo, retornando lentamente al cerebro, mi pulso se había recuperado, pero notaba mi cara muy caliente, casi hinchada. Mis piernas como liberadas de un gran peso. Además, la felicidad causada por haber coronado aquel collado y las hermosas vistas ejercían un efecto de euforia. Agarré una planta de tomillo muy seca, que se deshizo entre mis dedos.
    - ¡Vaya chute de endorfinas que llevo! Como si me hubiera bebido tres Red Bull.
    - Ya te digo, yo también, ja, ja.
    Al sureste y este se veían la Sierra de la Hez, atravesada por una miríada de minúsculos molinos eólicos, y también algunos pliegues del impresionante Cañón del Leza. Mucho más lejos, se erguía solitario el Macizo del Moncayo, parcialmente nevado. Al norte se extendía la sonsierra alavesa junto al valle del Ebro, de infinitas y diminutas cuadrículas verdes y doradas, salpicada de pueblos. Y más ceñido al horizonte, de noreste a noroeste, las Sierras de Loquiz y Urbasa, Codés, Cantabria y Toloño. Teñidas de un bello azul. Mucho más cerca se adivinaba el dorso del Monte Laturce.
    Realmente amaba aquellas tierras en las que había crecido.
    - ¡Mira tío!- exclama Javi, señalando hacia el noreste-todos esos picos blancos de allí. Se ven los Pirineos.
    - ¡Hostia, es verdad! Desde esta zona nunca los había visto.
    Apenas se escuchaba el sonido de la brisa desplazándose a través del ancho corredor, más el leve tintineo de algunos cencerros ladera abajo. Los frutos secos crujían entre nuestros molares. Unos cuantos buitres leonados planeaban en círculos.
    - ¿Qué hacemos entonces, bajamos a Trevijano?- me preguntó él.
    - Yo por mí casi mejor bajar directamente a Nalda por la pista esa que nos hemos cruzao, y así nos quitamos todo el trozo de caminar con la bici a cuestas hasta Trevijano.

    Tras una alegre conversación al borde de aquel cortado, nos preparamos de nuevo para bajar. Ya en la pista, la adrenalina y mi horquilla de suspensión me incitaron a descender con bastante rapidez, esquivando mierdas de vaca, piedras y afloramientos rocosos. Javi había quedado atrás, pero pronto tuve que frenar al toparme con un vallado rudimentario de alambre para el ganado.

    - ¡Eh tío, tranquilo! ¡Que bajabas follao!- me dice cuando llega.

    Seguidamente, dejamos el vallado atrás, y continuamos nuestro descenso a través de un valle muy cerrado y cubierto por un extenso y oscuro pinar. Bajo la sombra de los pinos el aire era sorprendentemente frío. Esta vez Javi rodaba más rápido que yo y me adelantaba tras una curva muy cerrada. Hordas de orugas de procesionaria caminaban en largas hileras a través de la pista. Muchas de ellas morían aplastadas bajo nuestras ruedas. A nuestra izquierda se levanta una gran pared de conglomerado y caliza.
    Transcurridos unos breves minutos vislumbramos el final de este pequeño valle. Más abajo se adivinaba la aldea de Islallana y el sombrío valle del Iregua. No se veían más curvas en el camino, así que la parte más peligrosa del descenso parecía haber concluido. Mientras seguía la polvorienta estela de Javi, quien cada vez me sacaba más distancia, me dejé llevar por mis pensamientos. Me invadió una sensación de orgullo y satisfacción, y así relajé un poco mis dedos que hasta el momento habían aguantado en tensión los frenos.
    En un periodo de tiempo muy breve, me di cuenta de que iba demasiado rápido (me ha llevado un par de días recordar con algo de claridad lo siguiente). De pronto me encontraba metido dentro de una torrentera que se abría en el interior de la pista. Frené durante unos pocos metros, pero al final del surco mi manillar se desvió bruscamente hacia la izquierda. Intenté enderezarlo, ya sin equilibrio. Aunque lo único que conseguí fue salir despedido hacia la derecha y dar una vuelta de campana a la vera del camino.
    Recuerdo quedarme sin respiración, una confusa sucesión de golpes, el suelo pegado a mi cabeza y el polvo levantándose. Es increíble la cantidad de cosas que se le pasan uno por la cabeza en un momento así. Recuerdo pensar, mientras caía, en lo que podía ocurrirme: la rotura de varios huesos o algo mucho peor. Mi futura participación en un proyecto en Islandia a partir de mayo, una oportunidad que había esperado durante meses, podía quedar destruida en apenas unos segundos.
    Cuando todo paró, seguía consciente, aunque me dolía la pierna derecha. Me arrastré hacia el centro del camino como pude, y me senté, aturdido. Descalcé mi pie derecho, inspeccionando mi peroné, pero afortunadamente no parecía que se hubiera roto. Retiré mi casco y comprobé que estaba parcialmente mellado. Intenté ponerme de pie y mover un poco los brazos, y por suerte lo conseguí, desprendiéndome al mismo tiempo de la mochila.
    Javi había desaparecido. La tranquilidad dentro del pinar era absoluta, y era como si no hubiera un alma en kilómetros a la redonda. Intenté llamar a mi compañero por el móvil, pero no había cobertura. Y justo entonces le escuché gritar mi nombre en la lejanía, aunque todavía estaba muy confundido para contestar. Volvió a gritar, y esta vez contesté, varias veces: “¡Estoy bien! ¡Me caído!”
    Pronto apareció su figura pedaleando por la cuesta, con la boca abierta:

    - ¡Eh tío! ¿estás bien? Que de pronto me he dao cuenta de que no estabas. Estaba totalmente acojonao, chaval.
    - ¡Que hostia me pegao!... … Creo que no me roto nada.

    Tras unos minutos de chequeo, y una conversación tranquilizadora, todo pareció relativizarse. Apenas unos rasponazos en la espalda, y en la pierna derecha, que aun así me dolía al caminar. En cuanto a los daños materiales, la chaqueta wind-stopper literalmente desintegrada, el sillín holgado y roto, las pequeñas abolladuras del casco, y la yanta trasera algo doblada. Pudo haber sido bastante peor.
    Judith, la novia de Javi, apareció en coche para recogerme una hora después. Le di las gracias varias veces durante el viaje de vuelta.

    Unas seis horas más tarde, estaba acostado boca arriba y en calzoncillos sobre una dura superficie, en el interior de una sala de rayos X del hospital. Una plancha se movía lentamente sobre mí, emitiendo un suave zumbido. Las enfermeras en la habitación contigua abren la puerta y me preguntan: “¿Te duele el culo?” Considerando que eran casi las dos de la mañana, estaba cansado, y apenas había comido algo en varias horas, contesté con un antipático: “No”.
    Poco después, en la consulta de la traumatóloga, esta me mostró las placas en la pantalla de su ordenador:

    - No tienes nada. Todos los huesos y las junturas están correctamente ¿de acuerdo? En el informe de asistencia te pongo que tienes unas cuantas contusiones en el hombro izquierdo, zona lumbar y pierna derecha. Probablemente un desgarro muscular en el gemelo derecho, tu tendón de Aquiles responde con normalidad. Mañana te pones hielo y betadine en los moratones, y te voy a recetar Ibuprofeno para la inflamación… … bla, bla, bla…
    … Mira que estos días- prosigue la traumatóloga, en un tono de protesta- hemos tenido un montón de accidentes de bicicleta. Yo no sé qué está pasando con los ciclistas, de verdad.
    - El buen tiempo- digo yo, e inmediatamente me siento estúpido.
    - El buen tiempo no: la imprudencia . Y menos mal que llevabas el casco puesto, que si no probablemente hubieras sufrido lesiones mucho más graves.
    Sentí el impulso de alegar mi experiencia, los cientos de Km recorridos sobre las dos ruedas, pero decidí callarme. No me costó imaginarme el gran número de pacientes que habrían pasado por allí: ciclistas, esquiadores, montañeros… con mucha más experiencia que yo y en estado mucho más grave, siendo víctimas de su propia imprudencia.

    Bueno, un cariñoso saludo a todos los que lean esto. No olvidéis ir con cuidado y colocaros el casco.

    Publicado hace 14 años #
  2. Ostias leche, no se si estoy despierto...cada vez veo post mas largos....quizas en vacaciones...

    ser felices y buen rollito

    Somos energia..
    de ti depende, si positiva o negativa
    Publicado hace 14 años #
  3. Bastian

    Bienvenido... he buscado a ver si veia tu presentacion con resultado negativo...

    sabes, este es un foro de cicloturismo, aunque yo conozco eso que explicas, todas y cada una de las sensaciones que explicas aunque la verdad, mis golpes son otros, tal vez más duros y cercanos y no precisamente contra el suelo...

    siempre, en los relatos que realizo cuando viajo, lo explico, no tenemos que temer a las subidas, a las grandes subidas, debemos de temer a las bajadas... he visto demasiados números en mi cuenta Km. en esas bajadas a las que me refiero y a veces en esos momentos pienso;

    si ahora falla cualquier cosa, por pequeña que sea, me puede ir la vida en ello...

    en cualquier caso, gracias por tu relato, por tu tiempo, por tu explicación...

    es un toque de atención a todos nosotros que no deberia de caer en saco roto

    sabes porque estamos más en los centros asistenciales?

    a mi me parece que es debido a que la bici está cada vez más de moda, es un precio que debemos de pagar al ser más practicantes, es la parte oscura de esto que nos gusta hacer y el problema es que hay quien cree que puede hacer casi cualquier cosa sobre una bici

    gracias y nuevamente bienvenido

    Publicado hace 14 años #
  4. Hola Slow, acabo de abrir esto y he leído tu mensaje.
    Me alegra que hayas leído mi historia, y te lo agradezco.
    No hay presentación porque mi intención al entrar aquí era únicamente que otras personas leyeran esta historia. Si escribo otra algun día, a lo mejor la vuelvo a poner aquí para que tú y quizás alguien más, la lea.
    Respecto a los verdaderos golpes, más duros y cercanos, esos tengo miedo de contarlos en un foro a la vista de todo el mundo. La emotividad la dejé dentro de la idea original, escondida y solo disponible para unas pocas personas.
    Por cierto, que estoy totalmente de acuerdo contigo respecto a lo de los centros asistenciales.
    Y nada, muchas gracias por haberme leído sin que yo te lo haya pedido.
    Un abrazo.

    Publicado hace 14 años #
  5. Bastian

    creo que estas equivocado

    de trus palabras deduzco que crees que solo he leido yo lo que has escrito...

    si pasas nuevamente por aquí o simplemente te vas dando una vuelta, te aseguro que te darás cuenta que los forer@s no solo han leido tu historia, seguro que les has hecho pensar con tu historia

    recuerdo, sin ir mas lejos, una de las cuestiones que en su momento debatimos: el uso de ese elemento que a ti solo se te arañó...

    ese soltar levemente los frenos...

    en esa historia yo veo más de una historia...

    saludos y animo!!!!

    Publicado hace 14 años #
  6. Hey Slow. Si, el artículo del casco lo leí hace mucho tiempo (de hecho creo que lo he leído más de una vez), así como varios de sus comentarios. Hace mucho que se de la web y me la he leído entera, me gusta y la conozco bastante bien. Además ando en bici desde hace unos cuantos años, aunque no tantos como tú. También vengo leyendo tus comentarios o los de otros usuarios desde que se creó este foro (y me resulta curioso estar hablando ahora contigo). A ver si algun día escribo otra historia relacionada con la bicicleta y la pongo aquí. Bueno, gracias otra vez.
    Bastian.

    Publicado hace 14 años #
  7. Ahhhh!!!!

    juegas con ventaja....

    bueno, pues estaremos esperando...

    desde el principio???? jajajaja

    un abrazo!!!

    Publicado hace 14 años #
  8. Has tenido suerte Bastián, agradécelo no siempre se tienen mas oportunidades, y además las grandes caídas siempre vienen en las personas más experimentadas, y se llaman... "me he despistado", "me he confiado", etc...

    abrazos, y te confirmo lo que te dice slow, todos leemos casi todo, o al menos lo que nuestro tiempo nos permite.

    abrazos

    Adjunto

    1. pa_habernos_matao.jpg (30.6 KB, 1 descargas) 14 años antiguo
    2. ma_mato.jpg (25.2 KB, 1 descargas) 14 años antiguo
    3. coñocoñocoño.jpg (29 KB, 2 descargas) 14 años antiguo
    entra en tu corazón y extiende las velas,
    que te aguardan tierras por conquistar
    y hay un espacio vacío que espera tu nombre
    Publicado hace 14 años #
  9. El usuario no tiene avatar

    Anónimo No Registrado

    Saludos Bastian,

    Todos sabeis que escribo poco, aunque os sigo a todos, vuestras experiencias y vivencias con vuestras bicis. Disfruto y aprendo a diario leyendos. Nunca pensé que tal vez llegara un dia que me atreveria a daros un consejo y es... prudencia, siempre prudencia .

    Se de buena mano y en carnes propias la frase que dice yelmo el "me he despistao". Id con cuidado chavales, y siempre siempre con precaución y prudencia.

    PD: Bastian, te lee mucha más gente de la que crees.

    Publicado hace 14 años #
  10. Hola Slow, Yelmo y Nuria.

    Muchas gracias por vuestros mensajes.

    Bueno, este no es el peor golpe que he tenido, ni mucho menos. Tuve uno muy grave hace bastantes años, mezcla de la imprudencia y el alcohol, y doy gracias de que aun estoy vivo y entero tras aquello.
    Yelmo, tus fotos me han hecho sonreir. No he podido reirme porque estoy en la biblioteca y hay que guardar silencio.
    Lo de la prudencia era quizá "el mensaje moral" de este escrito. Pero me interesaba más transmitir el hecho de lo sencillo que es disfrutar sobre una bicicleta. Basta con salir ahí afuera con la bici y la compañía de un buen amigo, sumergirse entre bellos parajes, pedalear hasta cansarse... El proceso es asombrosamente simple, e incluso primitivo dirían algunos... Pero el resultado producido, esa sensación de quemar los problemas a golpe de pedal, es indescriptible, sobre todo si tienes un buen colega a tu lado con el compartir la experiencia (aunque salir solo puede ser muy placentero).
    Me gusta pensar en lo sencilla que es en realidad la vida, en que no hace falta complicarse tanto.
    De verdad, muchas gracias por haberme leído. Un abrazo.
    Bastian.

    Publicado hace 14 años #

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