Hoy he tenido una muy mala experiencia y me gustaría compartirla por si le sirve de lección a alguien. Resulta que estoy entrenando para hacer un viaje de 500 km. próximamente. Y cada día salgo a rodar unos 60 km. La noche anterior planifico bien el viaje al objeto de diversificar el entrenamiento: montaña, vías verdes, carreteras comarcales, nacionales, etc. y como es natural pues preparo la mochila en función de la ruta. Pues bien, hoy tenía previsto hacer una ruta de 50 km. por la campiña cordobesa, con algunos sube y baja, pero nada importante. Pero,,,(y ahí es donde ha estado el fallo) con la ruta comenzada decido de manera espontánea meterme por una vía que desconocía completamente y que me ha podido costar la vida. El plan era rodar por la CO-3204 que es una carretera secundaria asfaltada y conocida, y se me ocurrió desviarme por el CP-272 que es un camino agropecuario que en principio parecía no muy malo, y animado por carteles anunciadores del camino mozárabe de Santiago y camino a Granada decidí recorrerlo hasta el próximo pueblo y luego ya veríamos en función de los kilómetros. Lo malo es que el próximo pueblo estaba a 40 kilómetros, el camino era totalmente imposible para mi bici (es de Treekking híbrida de 700), y cuando ya había recorrido casi 20 km, la mayoría de ellos a pié, ya no había vuelta atrás. Desconocía a qué distancia estaba el pueblo más próximo, pero confiaba que siempre estaría más cerca que Córdoba. Se me echó la hora encima y enseguida me encontré en una ratonera difícil de salir. Estaba en medio de un océano de tierra calma sin el más mínimo arbusto y con 42º grados de temperatura. Con cuestas infernales tuve que seguir caminando pues la bici se clavaba en la arena como si de una duna se tratara. El agua se acabó, para más desgracia tuve una hipoglucemia que pude paliar con unos caramelos que siempre llevo en el bolso (soy diabético). Las fuerzas me flaqueaban cada vez más hasta casi no poder caminar. En una pequeña loma aproveché la escasa sombra que tenía su parte umbría y me tumbé en el suelo un rato. Continué como pude con el ánimo de encontrar un cruce que me aparecía en mi GPS. Las cuestas cada vez eran mayores y mis fuerzas cada vez más escasas. Por fin llegué casi a la rastra al cruce; ¿Y ahora qué? ya no tengo polvo ni piedras, pero sigo teniendo sed, no tengo nada de comer para poder recuperarme, (en la ruta prevista había 300 bares donde pararse) Intento llamar la atención a un tractorista que faenaba por las inmediaciones pero no consigo que me oiga, ellos siempre suelen llevar agua. Me subo a la bici y decido continuar despacio a ver si encuentro algún cortijo donde poder pedir ayuda, gracias a Dios a 2 kim me encuentro lo que parecía un aspersor, pues ya había olivar en la zona. Desesperado me lanzo sobre el aspersor y me ducho y refresco. Aquello significaba que estaba salvado. Efectivamente, sólo tenía que recuperarme ahora que había encontrado agua. Poco tiempo después apareció por el lugar dos hombres: Mustafá y Juan, que eran trabajadores del cortijo donde yo me estaba refrescando. Cuando me ven inmediatamente me auxilian, me dan agua potable y me ayudan a ponerme de pie, pues ya no podía por mi mismo. Montaron mi bici en la furgoneta y me llevaron al pueblo más cercano, que por cierto ya estaba a 2 km. Pero yo ya no hubiera podido llegar.