Sin planes ni planos, sin ruta establecida; a la buena de dios, a la aventura, dejándonos guiar por la intuición, tomando caminos al azar, metiéndonos en todas partes, pedaleando de día y de noche, bañándonos en calas increíbles, atravesando lugares desérticos, subiendo y bajando por los acantilados cargados con nuestras bicicletas, descubriendo parajes increíbles, dejándonos sorprender a cada instante por el color del cielo y de la tierra, por la luz especial de este sitio, por lo inmenso y perfecto del mar, por el tacto caliente de la arena y las rocas. Saliéndonos del mundo de la gente corriente. Haciendo lo que más nos gusta hacer: montar en bicicleta. Así hemos pasado Bea y yo tres días inolvidables, tres días de esos que se recuerdan siempre, tres días dando tumbos con nuestras bicicletas por el Cabo de Gata. Aquí van unas fotos que intentan contar un poco como fue esa escapada…