Séptimo día, de Casas Ibáñez a Jalance
23-08-2017
La ruta que me espera hoy es tremendamente bonita, a la vez que tremendamente dura... puedo decir con toda seguridad, que en esta ruta hay que sufrir... bastante, si se quiere disfrutar de una ruta que es irrepetible, quizás sea el tramo más bello de todo el viaje, pero también es el más exigente.
El inicio de la jornada no puede comenzar mejor, apenas he recorrido 300 m desde el hostal, cuando noto que la bici no frena bien... no se que és lo que le pasa, pero la frenada se me alarga como un chicle.
En una pequeña placita decido detenerme a comprobar los frenos... y lo que me estaba temiendo se hizo realidad, las pastillas de frenos estaban prácticamente gastadas, y muy posiblemente cristalizadas... es que el " paseito " que me pegué anteayer por esos " caminos forestales ", fue para que los frenos llorasen amargamente. Menos mal que este problema mecánico ya lo llevaba previsto... un par de juegos de pastillas nuevas salieron de mi " taller móvil ", para reemplazar las maltratadas pastillas viejas.
Ahora sí podía continuar el camino, el cual me sacaría de Casas Ibáñez por un ancho y plácido camino, el cual me llevaría a atravesar la aldea de Serradiel, donde entroncaría con la solitaria carretera local AB-880.
Unos kilómetros, pasado la aldea de Marimínguez, tomaría a mano izquierda en el primer cruce de carreteras con el que me encontraría, es la solitaria carretera local B-8, la cual me llevará hasta La Recueja, municipio por el que desciendo al interior del cañón del Júcar.
Tras callejear un poco por el pueblo, siempre en claro descenso hacia el río, llego a un pequeño paseo que permite asomarse al cauce... un grupo de patos disfrutan de las cristalinas y tranquilas aguas.
Lo mejor está por llegar, Tras cruzar sobre el río, tomo a la izquierda por una carretera que corre por su margen derecho, y que me ha de llevar a Alcalá de Júcar.
Lo que me voy encontrando no deja de sorprenderme, matices de colores visten la roca viva de las pareces que, desde las altura, caen hasta el borde de la misma carretera... tengo la sensación de que la montaña se me va a venir encima en cualquier momento... simplemente idílico... a la derecha cortados y más cortados, paredes verticales de alturas tremendas, y a la izquierda, un frondoso bosque de rivera.
Esta es la tónica de la tranquila carretera hasta alcanzar el bonito y pintoresco Alcalá de Júcar, lugar donde pararé a tomarme unas cervecitas relajadamente en un chiringuito que hay junto a la coqueta playa que remoja las tranquilas aguas del Júcar... A ratos tengo la sensación de encontrarme en cualquier chiringuito de playa... si no fuera porque sé que lo que tengo a mi espalda es el Júcar, podría darme perfectamente el pego.
Alcanzo su antiguo puente romano de piedra, no puedo evitar dejar de mirar a las alturas, desde donde parece derramarse las casas encaladas por toda la ladera del cañón, mientras su castillo se mantiene vigilantes allá, en todo lo alto... el pueblo es simplemente precioso.
Reanudo mi marcha, pero lo hago pausadamente, la verdad es que me dan ganas de quedarme unos días en este pueblecito, pero tengo los días ya contados, por lo que prosigo mi camino, en dirección a Tolosa.
Tras pasar Tolosa, el cañón se desluce un poco, y la carretera se presenta descuidada, mientras corre paralela a un ancho canal.
Llega un momento en que ya no se puede seguir de frente, la carretera muere a las puertas de una pequeña central eléctrica, pero a la derecha, otra carretera estrecha y claramente olvidada, me lleva a cruzar al otro lado del río sobre un puente igualmente olvidado.
Tras superar el puente, tomo a mano izquierda por una carretera de la que sen han olvidado también, ya que la vegetación la está estrangulando y levantando el alquitrán en muchos puntos, a pesar de ello, puedo ciclar con soltura, mientras en algunos claro, entre el denso bosque de rivera, puedo obtener alguna que otra foto bonita.
Este nuevo tramo es idílico, rodeado de fresca y abundante vegetación, la estrecha carreterilla me va adentrando en la zona conocida como El Tranco del Lobo.
Por esta parte, el cañón se estrecha y se eleva, mientras el bosque de rivera se ha adueñado de todo.
Llego a unas edificaciones abandonadas, es el Poblado de El Tranco.
Desde aquí hay dos formas de cruzar el río, siguiendo la estrecha y deteriorada carreterilla, la cual desemboca en un puente de hormigón, o por un tembloroso puente colgante de madera y gruesos cables de acero trenzado, cuyo acceso está un poco escondido por la vegetación, opto por la segunda opción, y el tembloroso puente me obsequia con unas vistas preciosas del entorno.
Hasta aquí la cosa ha ido bastante bien, apenas si he encontrado complicaciones, por lo que prácticamente no he necesitado la asistencia eléctrica de la bicicleta... a partir de este punto, se cambian las tornas.
Mi objetivo es alcanzar Villa de Ves, pero con lo que no cuento es con lo que me viene a continuación.
Ante mi se despliega una ancho camino repleto de piedras, cantos rodados mucha arena fina, polvo y roderas, subir por aquí con mi bicicletas es muy trabajoso, el Bafang trabaja a destajo, pero apenas si logro subir a unos 7/8 km/h... el suelo por el que voy ciclando es una alfombra de piedras.
Lentamente voy superando una rampa tras otra, la subida es muy dura, a pesar de la asistencia eléctrica me tengo que emplear a fondo para impedir que la bicicleta se quede clavada en medio del pedregal.
La verdad es que coronar la cima del cañón, por esta pista, es todo un suplicio, no quiero ni pensar lo que debe de ser subir por aquí con una bicicleta normal... ¿ mortal ?... coronar la cima del cañón es, cuanto menos, para tirar cohetes.
Por fin logro coronar la cima, ante mí surge una bifurcación, donde tomo un camino algo más estrecho que sale a la derecha del que me ha subido hasta aquí
El nuevo camino me sigue ofreciendo algunos tramos de piedras sueltas, pero puedo rodar con más soltura y con más tranquilidad.
Villa de Ves es el último municipio de Albacete, un poco más allá de su pequeño término municipal se encuentra la frontera virtual entre la C.A. de Castilla La Mancha y La C. Valenciana.
Es poco más que una aldea, y en la casa consistorial se encuentra el único bar con que cuenta el pueblito, y donde decidí parar a comer.
Llevo, una ligera idea de lo que me aguarda más allá del embalse del Molinar, el Monte del Boquerón, al parecer, es una zona muy recorrida por los amantes de los 4x4, motos de cross o trail, y quads... pero realmente, lo que hay más allá del Molinar va a suponernos un calvario a mi bicicleta y a mi.
Tras la comida, pongo rumbo a otro de los lugares estrella de esta ruta, y que ha condicionado el trayecto hasta Villa de Ves... el Barrio del Santuario, al que se accede tras descender por una estrecha y zigzagueante carretera que se asoma, en cada una de sus curvas de herradura, a la espectaculares panorámicas del cañón.
Alcanzar la Ermita del Cristo de La Vida requiere de mucha paciencia y fuerza de voluntad, ya que la ermita se encuentra en un alto, al que únicamente se puede acceder por una rampa hormigonada muy larga y con una inclinación tremenda... ( para que os hagáis una idea, el suelo de la rampa tiene practicadas franjas que la atraviesan a lo ancho, para que los vehículos que tengan que acceder por ella puedan traccionar ). A pesar de que mi bicicleta cuanta con una ayuda que me permite que la bicicleta se desplace a mi lado mientras camino, me veo en la necesidad de empujarla con ganas para lograr coronar la cima y alcanzar la ermita.
Llegar hasta aquí bien merece el esfuerzo, a pesar de que me encontré la ermita cerrada... pero las vistas que hay de todo el cañón del Júcar, son magníficas... la ermita es un balcón desde el que se puede contemplar todo el cañón, desde las alturas... simplemente bellísimo e impresionante... ¿ os he dicho que sufro de " alturitis "... pues es tan impresionante lo que se ver desde este lugar, que me olvidé completamente de que tenía miedo a las alturas... os aseguro que es literalmente " una pasada de sitio ".
NOTA : por desgracia no tengo fotos del cañón visto desde la ermita del Cristo de La Vida, que es realmente como se llama, pero para que os podáis hacer una idea de lo que es toda esta zona, os dejo el link a un vídeo que hay subido en Youtube... haber que os parece... es impresionante, o no.
Este otro vídeo, a los que también seáis moteros... seguro que os gustará...
A partir del minuto 2.21 empieza lo bueno...
Toca descender por la rampa empinada, tengo que ir plantando los pies con cuidado para no resbalar con las calas, al mismo tiempo que sujeto la bicicleta... no me atrevo a descender montado, la inclinación de la rampa, y el peso de la bicicleta me lo desaconsejan.
Toca volver a la zigzagueante carretera, por la que debo de seguir bajando con precaución... es una sensación extraña la que voy experimentando en cada giro de herradura de la carretera... inexplicablemente mi " alturitis " a vuelto ha hacer acto de presencia, pero no puedo dejar de mirar todo lo que estas curvas de herradura me van mostrando... este descenso es para hacerlo andando... no por el descenso en sí... si bajo yo, baja cualquiera... es para poder deleitarse plácidamente con lo tremendamente bonito del entorno.
Por fin llego al acceso a la presa, un ancho y oscuro túnel me recibe. Me llama la atención que el suelo de su interior no es de alquitrán como la carretera que me ha bajado hasta aquí, es de tierra compactada, al igual que la parte superior del muro de la presa, pero se puede ciclar sin problemas.
Ya hace un rato que la batería me va avisando, la subida desde El Tranco del Lobo hasta Villa de Ves ha sido un castigo tremendo para la bicicleta, y la batería ha pagado las consecuencias... antes de salir del túnel, decido conectar la segunda batería, a pesar de que la primera aún conserva algo de carga, ésta no va a ser suficiente para afrontar lo que me viene a continuación.
Lo peor de lo peor viene a raíz de cruzar la presa, la pista forestal que se adentra en el monte del Boquerón es un infierno para mi, ya que lo que por ahí aguarda al que se aventure, es una " pista forestal " destrozada literalmente, donde la mayor parte de su trazado son pedregales, amenizados con arene fina, roderas... y unas cuestas con una inclinación muy fuerte en muchos más tramos de los que me habría gustado.
Me veo en la obligación de avanzar despacio pero sin pausa, debido al peso que arrastro sobre la bicicleta... al menos puedo disfrutar de unas vistas preciosas del entorno del monte... aunque en este tramo no saqué fotografías, ya que tuve que ir prácticamente todo el trayecto pendiente del manejo de la bicicleta, vuelve " el festival del dolorcito ", como ya me ocurriera dos días atrás. este caminito es muuuy exigente, y me está sacando hasta el tuétano... a mi y a mi e-bici.
Creo que es justo decir que, tanto en el tramo malo de monte de dos días atrás, entre Puente del Vadocañas y Los Cárceles, y todo lo que me lleva a recorrer esta pista destrozada, desde el embalse del Molinar, hasta Cueva de Don Juan, ya cerca de Jalance, el Bafang y el Alfine se han portado como unos auténticos jabatos... no me esperaba yo la respuesta tan contundente que me ha ofrecido el Alfine... es increíble lo que puede llegar a " tragarse " este integrado... sufrí mucho por él, pues sinceramente, no esperaba tanto de él... pero realmente me sorprendió con lo que este integrado es capad de dar de si... el motor, bueno, ese ya sabía que podía confiar en él, pero en esta jornada me tenían reservada, batería y motor, una desagradable " broma ".
Como ya es sabido... todo lo que sube, a de bajar en algún momento... pues sí, también hay tramos de bajada,los cuales no terminaban de aliviarme la tensión, ya que al encontrar mucha piedra suelta, y lo de siempre, cargado como iba, no podía rodar deprisa, tenía que sujetar la bici caso de continuo en estos otros tramos... vamos, que ya fuera para arriba, o para abajo, estaba condenado a rodar despacio si quería que el neumático trasero no sufriera más de la cuenta.
Las horas se me van escapado de control, la tarde avanza y no encuentro final a esta condenada y pestosa pista forestal de los coj*nes... las sombras de los pinos comienza a alargarse... y aquí en medio de la nada más absoluta, no tengo noción clara de lo que me queda realmente aún por delante, solo sé que tras cada cuestón, me viene un fuerte descenso, el cual termina a los pies de otro cuestón... y menuda hartazón de ensalada de piedras que me estoy metiendo " pal cuerpo ".
La molienda en que se me ha convertido esta pista forestal me lleva a decidirme por montar el acelerador a la e-bici... no soy partidario de él, ya que tira mucho de la batería, pero necesito algo más que el motor eléctrico para proseguir... al menos necesito relajarme un poco, ya que es muy exigente este camino, y presiento que en cualquier momento me va a da una pájara.
El acelerador convierte mi e-bici en una moto trail de " baja cilindrada ", nada más accionarlo, la bici sale disparada entre las piedras, algunas balas pétreas salen lanzadas al pisarlas con las ruedas... si una de esas saltase al motor me vería en problemas.
La bicicleta avanza sin miramientos, ahora las cuestas ya no parecen tan duras, solo he de ponerme de pié sobre los pedales y dirigir el manillar para ir negociando los pedruscos... la bicicleta sube que da gusto... y a buen ritmo.
Me las prometía yo muy felices... " en un momento me planto en El Moragente ", pensaba yo... ¡ ayyy, pobre ignorante !... el diablo está siempre al acecho para hacer de las suyas en cualquier momento y donde menos se le espera... y a mi me estaba esperando tres o cuatro cuestas más allá de donde conectara el acelerador al motor.
De repente, y sumido en medio de una señora cuesta pedrolera... el jodido motor va... y se apaga él solito... no me queda otra que tirar de reaños... y del Alfine, para lograr coronar muy a duras penas, lo que me queda de cuestaza. Una vez arriba, desciendo de la bici para hundirme en lo más profundo de la desesperación... el motor no enciende, pero es que la batería tampoco. La batería lleva un pulsador On-Off que se ilumina en un bonito azul eléctrico cuando lo acciono, para indicarme que está preparada para iniciar la descara... pues ese azul tan chulo no aparece al accionar el pulsador... el horror que me invade, es... no sabría como explicarlo... no había experimentado nunca una sensación como la que me estaba invadiendo en esos precisos momentos... de repente sentí una soledad inmensa... en esos momentos fue cuando me percaté de lo tremendamente solo que me encontraba, a decenas de kilómetros de la civilización... y lo que más me hundía en la miseria era el temor de que el motor se me hubiera muerto... ¿ como iba a retornar a casas en esa situación ?, porque fue lo único que se me pasaba por la cabeza. Abortar... eso lo tenía más que claro, con el motor muerto, seguir el viaje era inviable... pero lo de retornar a case se me presentó como una auténtica odisea. Por lo pronto tenía que alcanzar el municipio más cercano, Jalance, pero tengo por delante aún muchos kilómetros de dura pista forestal hasta alcanzar El Moragete.
Las cuesta me veo en la imperiosa necesidad de empujar mi pesada bici, pues entre el disgusto que llevo, pensando en que el motor haya estirado " ¿ la biela ? ", y que las fuerzas se me han ido de golpe, no me veo en condiciones de seguir pedaleando... pero es tanto lo que aún me queda por delante que no me queda más remedio que echar todo el bofe y tirar para delante como sea... ya llegaré en algún momento. Al menos guardo la esperanza de llegar con luz al Moragente, quizás con suerte pueda hacer noche allí de alguna manera.
Las cuesta ahora son paredes casi verticales, tengo que pisar con cuidado sobre los guijarros para evitar torcerme los tobillos, y la bici muerta que no ayuda en nada... al menos las bajadas puedo subirme sobre ella y aliviar un poco mi amargura, pero las pendientes duran la mitad que las cuestas, y aquellas llegan en seguida.
No dejo de intentar reactivar el motor antes de cada subida, pero no hay señales de vida, ni en la pantalla digital, ni en el botón de encendido de la batería... " se ha ido todo a la mierd* ", es en lo único que podía pensar en esos momentos... y si habría algún tipo de transporte desde Jalance para retornar a casa.
No se cuento tiempo me pude tirar empujado la condenada bicicleta, pero a mi me pareció una eternidad... es tremendamente desesperante el coronar una dura cuesta, y encontrarte con lo que te está aguardando más allás, tras la bajada que se presenta a continuación, es otra dura y larga cuesta, gemela a la que acabo de coronar... y lo peor no es eso, lo peor es que puedo ver que tras la otra cuesta que me espera allá, al otro lado de lo que me parece que es un barranco... hay otra... y luego otra.
De repente, en lo alto de la montaña que estoy bordeando, surgen unos enormes aerogeneradores, los cuales parecen vigilar de cerca todos mis movimientos... no puedo evitar el acordarme del Quijote y los molinos de viento... aquellos " gigantes moderno " estaban quietos, no había viento que pudiera mover sus inmensas aspas, pero allá estaban, erguidos hacia el firmamento, y sin perder detalle de lo que en la parte baja de su inmenso pedestal rocoso y cubierto de frondosos pinos, se acontecía.
En momentos así es donde uno ha de tener la cabeza en su sitio... no te queda otra, y armarse de paciencia... deshacer el camino era es inviable, ya solo pensar en todas las cuestazas que había superado... y el pedazo de subida que hay a Villa de Ves desde el muro de la presa... vamos, eso ya era negación absoluta... " tengo que seguir para delante... ya llegaré cuando sea ".
Quizás en un descuido del diablo, y a los pies de una de las cuesta que me quedaba por delante, decido volver a probar fortuna... pero ni el motor, ni la batería dan señales de vida... en esos momentos clamé al cielo... " joder, que no se haya jodido el motor que la cosa se me está poniendo realmente difícil... haber como regreso a casa "... de repente, me surge mentalmente la imagen de un piloto emitiendo un destello luminoso verde... ( sí se que puede sonar rocambolesco, pero es que fue así... de repente visualicé un piloto iluminado en verde... como si estuviese mirando el piloto de un aparato que se enciende en verde para avisarte de algo ), creo que ese es mi pilotillo de las ideas olvidadas... al mismo tiempo que visualizaba el susodicho piloto, me vino a la cabeza la olvidada batería de portabultos, la cual había desconectado, allá en El Molinar... y hasta ahora ni me había acordado de ella... quizás si volvía a conectarla... no es que tuviera mucha carga, pero si con la poquilla que tuviera, se encendía el motor, aquello sería para mi un subidón de adrenalina, ya que, lo que realmente me llevaba totalmente hundido era que el motor realmente se hubiera muerto en aquel lugar... este motor cuesta una pasta.
Dicho y echo, desconecto la batería de botellero muerta, y reconecto la batería de portabultos, pulso el botón de encendido de la batería ( el pulsador de esta batería no tiene ninguna luz ), y al pulsar el botón ON de la pantalla digital, ésta se ilumina en verde monocromo ( hasta ese momento no me había fijado en lo bonito que era ese color monocromo je je je )... ¡ el motor está vivo !... menudo chute de adrenalina me metió aquello... y lo mejor, 3 rallista, de 5, se iluminaron en el indicador de carga de la batería... no es que fuera mucha carga, pero me sería suficiente para poder terminar de recorrer las pocas cuestas que aún me quedaban por delante, antes de llegar, por fin, al Moragete.
Como digo, 3 rallas de carga me indican que la batería está prácticamente en reserva... no cuento con suficiente carga para poder subir las cuestas a una velocidad... moderada, pero al menos sí tendrá suficiente carga para pedalear cuesta arriba, en la relación más corta del Alfine, y a una velocidad muy lenta... acostumbrado a subir cuestas como éstas a una media de 10-12 km/h... 6-7 km/h que era lo más que llegaba a alcanzar, y en esos momentos, me pareció una velocidad magnífica... todo con tal de no volver a empujar la bici por esos cuestones... " al menos, no reventaré subiendo.
Por fin llego al
Moragete,... pero la alegría me dura muy poquito... el diablo sigue jugueteando conmigo, está cerrado y desierto... no hay ni dios.
Hay una verja metálica que da acceso a su patio interior, esta verja no tiene ningún tipo de cierre de seguridad, por lo que solo tengo que tirar de ella para poder acceder al interior del patio.
Hay varias puertas de madera, todas ellas están cerradas, aun así, no desisto de averiguar si hay alguien en el edificio, aporreando todas las puertas, pero nadie contesta.
Llegado a este punto, me asaltaron las dudas, provocadas por una señalización que se encuentra unos 300 metros antes de alcanzar el edificio... la indicación me dice que Jalafuel se encontraba a 17 km, por una pista asfaltada que se pierde en la distancia entre las montañas.
El Garmin me indica que siguiendo el track Jalance me pilla a unos 15 km, 5 de los cuales siguen siendo por pista forestal, los que separa el Moragete de Cueva de Don Juan, pero sabía que tras alcanzar la zona de Cueva Don Juan, el resto del camino, hasta Jalance, era por asfalto... y ya llegados a este punto... qué podría suponerme recorrer otros 5 km más de pista forestal pestosa... sigo con el plan de ruta, Jalance me espera.
Tras el decepcionante desencuentro en El Moragete, reinicio la marcha por el que parece ser la continuación de la pista que me ha traído hasta aquí, pero si bien, sigue siendo pestosa y pedrolera, las cuestas que visualizo hasta donde alcanzo a ver, no parecen tan duras como las que he ido dejando atrás.
A un centenar de metros... no llegaría, me vuelvo a detener, hay unas construcciones a unas decenas metros a la izquierda del camino, decido acercarme a echarles un vistazo... haber qué hay.
Lo que me encuentro son las duchas " de campaña " del Moragete... no hay que olvidar que este sitio es una especie de " camping para niños ", donde suelen traer a grupos de escolares a pasar unos días y descubrir el entorno natural a modo de acampada, por lo que cuentan con estas instalaciones... duchas y lavabos colectivos, donde los chavales puede asearse en medio de la naturaleza.
Accedo a una de las duchas ( hay varias ), con la leve esperanza de que al menos tengan agua para ducharse... de haber tenido agua me habría pegado una de esas ducha que hacen época... pero el agua parece que está cortada. Aun así pruebo suerte en los lavabos colectivos... una pila alargada, y sobre ella, varios grifos sujetos a sus correspondientes tuberías, las cuales están, a su vez, sujetas a una estructura formada por barras de hierro... si no hay agua para las duchas, no la hay para lo grifos... aunque alguno hay que, al accionarlo, mana un triste, pero continuo chorro de agua fresca, la cual no desperdicio, metiendo la cabeza de bajo de grifo... es todo un premio para mi, pues lo que he dejado atrás me ha obligado a sudar lo que no está escrito, y he llegado con toda la ropa empapada en sudor y rebozada en polvo de esos condenados caminos.
Hay letreros por todas parte que avisan de que el agua no es potable, por lo que me abstengo de probarla... al menos aún tengo agua suficiente para lo que me queda de jornada... o eso espero.
Me cuesta trabajo despegarme de aquel grifo, el chorrillo de agua que mana de él es una delicia, he metido casi todo el torso bajo el chorro para empaparme toda la ropa, pero me sabe a bien poco... me apetece darme una buena ducha, pero está claro que el voluntarioso grifo no va a ser capaz de ello, por lo que, tras despegarme del grifo, decido retomar los mandos de la bici y seguir adelante... ahora no hay dificultad para seguir pedaleando... con fuerzas renovadas, el camino, a pesar de que no me lo pone fácil, se deja ciclar... despacio, pero sin pausa.
La oscuridad comienza a mostrase... las sombras de las montañas que he ido dejando atrás empiezan a cubrir todo a mi alrededor... no puedo demorarme mucho, o la noche se me terminaría echando encima.
El Garmin me indica que me quedan 5 km hasta donde supuestamente se inicia la calzada que me debería de llevar hasta Jalance, mientras esos últimos kilómetros de pista pestosa van cayendo, ésta me va obsequiando, de cuando en cuando, con alguna que otra puñetera " cuesta cabezona ".
Por fin alcanzo la pista asfaltada que llega a la cueva, un gran letrero me invita a recorren 3 kilómetros siguiendo por la susodicha carretera, para alcanzar el parking de Cueva de Don Juan... al parecer hay un restaurante. Me seduce la idea de acercarme a este lugar, quizás pueda comer algo y reponer agua, pero lo que pone en la parte inferior del gran cartelón me desanima de intentarlo... solo abren en festivos y fines de semana... a diario parece ser que está cerrado... y hoy es Miércoles, así que... ¡ mala suerte !. Aun así decido aventurarme y probar fortuna... quizás con un poco de suerte hay una fuente pública o algo por el estilo donde se puede coger agua.
A poco de desviarme a la derecha, en dirección a las cueva, me topo con una especie de merendero que se encuentra a la derecha de la carretera... hay varias mesas con sus correspondientes asientos, pero lo mejor es que hay una gran fuente de piedra... y tiene grifo.
Me acerco al lugar, y tras aparcar la bici junto a una de las mesas, decido probar suerte en la fuente.
Lo primero que me encuentro, nada más acercarme a ella, es el inquietante letrero de " agua no tratada "... aun así, decido pulsar el grifo y... un potente chorro de agua cristalina mana a toda potencia de su boca... esta es la ducha que tanto he anhelado. Me despojo de toda la parte superior de mi ropa... solo me faltó zambullirme en el charco de agua cristalina que se formó en el pilón que tenía debajo... me pego una señora ducha, sin reparar que la penumbra cada vez es más oscura.
Llevo en torno a 90 km de dura jornada, estoy... molido no, lo siguiente, pero con esta duchita me he recuperado algo de la fatiga que llevo encima.
Tras vestirme decido, sin muchas esperanzas, probar a ver que ocurre si vuelvo a pulsar el botón de la batería de botellero... de de la lucecita azul eléctrico...¡ sorpresa, el botón se ilumina en un azul radiante !.
No aguardo un segundo, cuando vuelvo a reconectar la ahora revivida batería de botellero, pulso de nuevo el pulsador de encendido de la pantalla digital del motor, y como ya ocurriera al conectar la batería de portabultos, se ilumina en un brillante colo verde monocromo... ya ahora aparecen 4 rallistas de carga de energía, eso significa que la batería tiene suficiente " combustible " como para poder alcanzar Jalance a toda leche.
Me quedarán unos 10 km para llegar a Jalance, final de la jornada de hoy, y sabiendo que lo que me queda por delante es pista asfaltada, puedo permitirme el lujo de relajarme gracias al sistema eléctrico.
Tras el merecido descanso, reanudo la marcha dirección a Jalance, selecciono la asistencia más alta, la 9ª, y el motor me lanza a toda velocidad, mientras yo le acompaño pedaleando como si no existiera un mañana, la carretera me lo permite... y quien soy yo para negárselo
A poco de dejar el merendero llego a un " balcón " que se asoma al cañón del Júcar. Desde este magnífico mirador me puedo hacer una mejor idea de por donde he estado rodando... todo lo que se ve son cimas y densos bosques, y al frente, las paredes del cañón, el cual corre por allá abajo.
A la derecha del mirador, y tras una loma, ya se puede ver las dos fumarolas blancas de vapor que, serpenteando, escapan al cielo, provenientes de sendas torres de refrigeración de la central nuclear de Cofrentes.
La bicicleta vuela por la estrecha carretera, en la pantalla, el velocímetro oscila entre los 35 y 40 km/h... el sol ya hace rato que dio paso a las penumbras, por lo que quiero llegar antes de que oscurezca.
Esta carretera, a la entrada a Jalance, lo que me ofrece es un tremendo y vertiginoso descenso, con curvas de herradura y fuerte desnivel... pero tras todo lo que he pasado monte atrás, me resisto a retener la bici... ahora que puedo bajar sin tener que esforzarme... y porque no me quedaba más remedio que frenar y retener mucho la bici, si no quería irme fuera en las en las curvas, pero en los tramos rectos... a tumba abierta.
La carretera me lleva a bordear la cima donde se encuentra el castillo de Jalance, y al poco, se termina lo bueno, pues los últimos metros antes de entrar en el pueblo son en cuesta, donde la batería dio su último suspiro. Por delante me quedarían unos 200 m de cuesta, la cual decido coronar empujando la bici... ya no me quedan fuerzas para nada más, he llegado totalmente desfondado.
Al final de la cuesta, y justo donde empiezan las casas, una fuente con varios caños no deja de llamarme a a gritos... varios y generosos caños de agua me invitan a beber hasta saciar la sed.
Tarde, se que es muy tarde, pero en este punto decido llamar al albergue de Jalance, con intención de pasar la noche en él.
Una voz de mujer madura, entrada en años, que provenía del teléfono me deja totalmente desalmado... " ... lo siento mucho, pero el albergue lleva dos años que no funciona... ya no alojo a nadie "... el diablo ha llegado antes que yo a Jalance. Ante esta situación, no puedo evitar la pregunta... " ¿ no sabría usted decirme donde podría hacer noche ? ".
La mujer del otro lado del teléfono tuvo que darse cuenta de mi angustia, y me pidió que alcanzara la avenida principal, que ella me saldría al encuentro para indicarme donde podría alojarme.
Una pareja extranjera de mediana edad, que se encuentra dentro de un coche, cerca de la fuente, son el objetivo al que preguntar... sé que eran extranjeros porque el hombre, que se bajó del coche, puso todo su énfasis en intentar indicarme con las manos, logrando comunicarse conmigo a base de indicaciones con los dedos y extendiendo los brazos... cada indicación que él me hacia, yo la traducía verbalmente, y el buen hombre asentía... yo creo que más por compromiso que por otra cosas, porque de español... bien poquito sabía... chapurreaba, pero creo que no se sintió muy seguro de si mismo en cuanto a su dominio del idioma cervantino y prefirió usar las manos para ello... no tuve problemas en entenderle, ya que la avenida se encontraba a dos dedos y un brazo derecho extendido hacia su derecha... está claro ¿ no ?.
Dos calles a la derecha más allá alcanzo la avenida principal del pueblo, y un poco más abajo se encuentra la dueña de la voz madura, es una mujer de avanzada edad, la cual no pudo ser más cariñosa conmigo, me trató como si me conociera de toda la vida, pero yo se lo agradecí, la verdad, tras el duro viaje que he tenido, que me mimen un poquillo es un lujo.
El cartel del albergue sigue colgado del balcón, y bajo éste, la puerta de acceso se encuentra abierta, y junto a ella, una mesa congrega sobre ella una pila de hermosos melocotones... el aire es de melocotón recién cogido, ese olor me inunda hasta mi último poro, mientras la mujer me va contando los asuntos que le han llevado a tener que clausurar el albergue.
Esa fragancia a melocotón me produce una sensación tremenda de paz, pero sobre todo, de saber que estoy bien y de que he llegado entero... es una sensación extraña, y más si digo que he aborrecido los melocotones desde muy pequeño... pero esa fragancia... no se como explicarlo, al relacionarla, tal vez, con esa paz interior que me sobrevino de repente, y que me hizo sentir más vivo que nunca... hizo que anhelara comerme uno de aquellos frutos.
Tras la conversación amena que tuve con la mujer, ésta me dijo que el único lugar donde me podría alojar en Jalance era en el hotel... que era algo carillo, pero que sería el mejor sitio donde pasar la noche.
Me despido de ella, no si antes darle todas las gracias del mundo por haberme salido a recibir, pero antes de que llegara a iniciar la marcha rumbo al hotel, la buena mujer me da el alto... " ¡ espera, antes de que te vayas !, se dirigió hacia la montonera de melocotones y tras mirarlos... creo que cogió al padre de todos los melocotones... y me lo ofreció... " toma, llévate uno de estos melocotones que hemos recolectado esta tarde... tengo tantos melocotones que los estoy regalando, y quiero que te lleves éste... ".
Creo que me quedé sin habla... aquel melocotón, a parte de mantener ese olor embriagador, era grandísimo, jamás había visto un melocotón tan grande... es que no me cogía en la mano.
Miré a los ojos a la buena mujer y le expresé de nuevo mi más sincera gratitud... " este melocotón me lo voy a comer esta noche tras la cena, a su salud ",
La mujer me animó a que me fuera cuanto antes en busca del hotel, por lo que me volví a despedir de ella y hacia él me dirigí, el cual no tiene pérdida, solo hay que seguir la avenida en dirección a Cofrentes, y al final del pueblo se encuentra, a mano izquierda.
La penumbra galopaba desbocada hacia la oscuridad cuando desmontaba de mi pesada bicicleta, a las puertas del Hotel *** del Valle, el único lugar donde alojarse en Jalance.
La recepcionista que me atendió, al ver el armatoste en que había llegado, me ofreció un cuarto que tienen para guardar utensilios, y donde podría dejar la bicicleta a buen recaudo, bajo lave.
Alojarme no fue barato precisamente... ya me lo avisó la buena mujer de los melocotones... 78€ la noche... menos mal que el desayuno iba incluido... sí, lo sé, solo para dormir... es una pasta, pero que podía hacer, Cofrentes era el lugar más cercano donde poder alojarme en un Hostal, pero se encontraba a unos 8 km y tenía que ir por una nacional, ya a oscuras y sin carga en las baterías, y reventado como estaba... hice tripas corazón, y me alojé en el hotel.
Esa noche debía de compensar un poco el desembolso de la habitación, una inmensa bañera haría mis delicias durante cerca de dos horas... dos horas en las que, tras llenarla casi hasta desbordarla, me limité a tumbarme todo lo largo que soy... y a flotar en ella je je je.
La cena la hice en la habitación, a base de una lata de gulas y otra de ensaladilla rusa que había comprado el día anterior en Casas Ibáñez, y que junto a una gran jarra de cerveza sin alcohol que adquirí en el bar del hotel, me sería más que suficiente para cenar... por descontado, después cayó el pedazo de melocotón, el cual estaba muy dulce y muy rico... nunca pensé que me pudiera llegar a gustar tanto los melocotones... si antes de iniciar esta jornada, alguien me hubiera dicho que esa misma noche me comería un melocotón casi tan grande como una pelota... me habría descojonado de la ocurrencia.
Por cierto, desde entonces, adoro los melocotones, y cuando tengo la ocasión de comerme uno, antes de pelarlo, lo huelo... más bien le extraigo todo el aroma, cada vez que lo hago, me viene a al memoria todos los recuerdo de esta jornada... pero también, el cariño que una anciana le ofreció a un total desconocido.
Track de la ruta de hoy