Sexto día, de Minglanilla a Casas Ibáñez
21-08-2017
Por fin ha llegado el día que ha marcado mi segunda ruta al levante...
Dura... dura no, durísima jornada la que me aguarda hoy... y me la quería perder.
Tras el desayuno, el cual iba incluido en el precio de la habitación, inicio el tramo del día, el cual es la piedra angular de mi viaje.
No tardo mucho en verme inmerso de nuevo por la solitaria N-III, voy dirección Este, pues mi intención es llegar al Puerto de Contreras, desde donde he de iniciar un recorrido espectacular por todo el Parque Natural de Las Hoces del Cabriel.
Tras unos kilómetros de cansino pedaleo, y nada más pasar por encima de la A-3, el Garmin me señala un desvío que me viene a la derecha, en el que hay una placa que indica que esa es la dirección correcta para alcanzar el puerto de Conteras.
Tras tomar por la nueva carretera, lo que me encuentro me deja un poco frio, una cuesta bastante dura y muy larga en doble curva derecha-izquierda.
Meto el nivel más alto de asistencia al motor... pronto he empezado a exigirle, y para no forzarlo demasiado, selecciono la 2ª relación mas larga en mi Alfine... la cuesta se las trae.
La carretera pasa por encima del primer túnel, desde donde ya empieza a aparecer el entorno de la presa.
Tras superar la cuesta... " ¿ se ha terminado el puerto ?... de repente las tornas cambian, y la carretera me lanza a toda velocidad hacia abajo, en un frenesí de curvas de herradura, pero no tardaré mucho en detener la marcha en medio de la bajada, las vistas que ofrece la carretera de la presa y de todo su entorno son magníficas, e incita a fotografiarlo todo.
Fotomontajes, Alto del puerto de Contreras.
Por fin llego a una zona de casas encaladas, es el Camping Rural Venta de Contreras.
Paso por delante, pero sigo bajando por la carretera, hasta que el Garmin me indica un desvío a mano derecha por una carretera estrecha que sale a la derecha de ésta, por la que bajo.
Sigo las indicaciones del gps, y la nueva carreterilla zigzaguea entre la densa vegetación, hasta que llego a un punto donde unas columnas blancas me indica que voy a entrar una finca privada.
No hay problema en seguir adelante, no hay ningún letrero que prohíba el paso, ni tan siquiera una cancela, el paso está libre.
La carreterilla ahora discurre por el margen derecho de un Cabriel manso, con unas aguas casi como el cristal, se puede ver su fondo pedregoso perfectamente... el recorrido es idílico, y aunque estas aguas están tan limpias, hay letreros que prohíben el baño, dado que esta parte del cauce se encuentra muy próximo a la presa, por lo que el nivel y la fuerza del agua pueden variar en cuestión de segundos.
La carreterilla gira bruscamente a la derecha, a su izquierda, un vallado impide el acceso a una pequeña represa que hay en el rio, y que es bastante fotogénica...Estoy ante la presa de Mirasol.
Tras el giro a derechas, la carreterilla se ensancha en un enorme aparcamiento, pero sigue de frente, en dirección a unas casas bajas, lugar donde se termina.
Mientras ruedo en dirección a las casas, no dejo de admirar, a un lado y a otro, las grandes tirolinas que hay, estoy atravesando el complejo de multiaventuras de Cofrentes.
Al llegar a la altura de las casas, el Garmin me indica que he de seguir por un camino que se inicia entre las casas, tras superar un verja la cual me encuentro abierta.
Unos metros más adelante, una cancela impide que los vehículos motorizados se puedan " colar " en el camino que se despliega a continuación, y por donde me indica el gps.
Salvar la cancela con una bici tan pesada como la que llevo es un poquillo laborioso, pero consigo superarla y proseguir por la senda, al cual lleva a recorrer un tramo junto a otra represa menos vistosa que la anterior.
Al poco, desde la cancela, llego a un punto en que me es imposible continuar montado en la bicicleta, la Rambla Martinete, que parte el camino en dos, es una " cuesta rocosa ", el camino la cruza de lado a lado, pero en esta parte el suelo es pura roca pulida por el paso de las aguas... cuando la rambla baja agua... algo que, viendo la rambla, tiene que ser todo un espectáculo... ya lo es ver la rambla en si.
El camino atraviesa la rambla " enrocada ", y en el suelo hay grietas y huecos grandes que podrían destrozar las ruedas de la bicicleta si pasara montado, por lo que prefiero pasar desmontado y despacio para no romper nada.
El paso de la rambla es cortito, será de unos 10 metros poco más, a continuación renace el camino de tierra compactada, un camino ciclable al 100%, y que me lleva a introducirme en la densa vegetación que acompaña el cauce del río, y que entre los claros me permite ver las paredes verticales de las laderas que se ciernen sobre mi cabeza.
No se como describir esta parte de la ruta, la paz y la tranquilidad que se respira en todo el trazado de este sendero, la densa y refrescante vegetación, el sonido del agua que juguetea cerca, y que no puedes ver, pero si que se deja oír ahí, a mi izquierda, detrás de la vegetación que casi voy acariciando con el mango izquierdo del manilla... y cada vez las paredes de las lomas de mi derecha se hacen más altas y mas... coloridas, y el aire... el aire es fresco, limpio y con aroma a naturaleza.
La verdad es que rodar por este sendero es un no parar de sacar fotos, a cada poco detengo la bici para sacar una.
Por fin alcanzo la zona conocida como Los Cuchillos... esta parte de sendero es simplemente preciosa.
El camino desaparece ante la entrada a un oscuro túnel cavado en la roca.
Me detengo a escasos metros de la entrada, en principio siento un poco de recelo, ya que no tengo muy claro qué me voy a encontrar, pero las dudas que me surgen desaparecerán de repente, al ver saler de aquella oscuridad a tres ciclistas con sus btts. En realidad no es uno, sino dos los túneles lo que tengo por delante.
Tras superar los dos túneles, que son cortitos y no se requiere luces para transitar por ellos, de hecho, el primero, el más largo, tiene una abertura natural en la pared que da al río, y a través de ella, a parte de entrar la luz del día dentro del túnel, se puede ver el agua.
El segundo túnel es más cortito que el primero... que tampoco es muy largo.
Tras superar el segundo túnel, que más bien es un " arco " cavado en la roca, se puede dar por terminado el recorrido, a la izquierda de él se encuentra la estructura de un viejo puente de hierro al que le falta el suelo... por más que pregunté, nadie supo decirme el por qué no se había restaurado, ya que se había acondicionado el camino hasta el segundo túnel en su día, pero nadie entiende el motivo de no restaurarlo para un uso peatonal.
Doy por concluida la visita a esta zona del Cabriel, a pesar de que el camino continua hacia delante tras superar el segundo túnel.
La noche anterior, mientras cenaba en la terraza del restaurante del hostal entablé conversación con un hombre que, parece ser, conoce bien la zona, pues me comentó que practica senderismo y footing desde hace varios años por toda esta parte de Contreras y al parecer la conoce bien, y me comentó que lo que me encontraría más allá del segundo túnel era un camino empedrado, en muy mal estado, con unas cuestas muy duras y que me llevaría a atravesar varias fincas privadas que, muy posiblemente no podría atravesar por ellas.
El track original me llevaba a seguir adelante por este camino con la intención de llegar a Villalpardo, pero tras exponerle mis intenciones, su recomendación fue tajante " lo mejor que puedes hacer para llegar a Villalpardo es volver a deshacer el camino, y volver por la nacional a Minglanilla, y desde allí, alcanzar Villalpardo por carretera, ya que por esta parte los caminos son muy liosos. Si continuas ese camino adelante, es muy probable que te metas en problemas... hay unas cuestas muy empinadas, y el camino está en muy mal estado, hay una maraña de caminos, y muchos de ellos hace mucho tiempo que no se utilizan, por lo que es posible que hasta hayan desaparecido por la vegetación ".
Tras el segundo túnel hice un alto para descansar un poco y disfrutar del entorno y de su tranquilidad, la cual se vio rota momentáneamente cuando otro grupete de 4 ciclistas apareció desde el otro lado del camino... de la zona complicada... me imagino que esa parte deberá contar con tramos muy técnicos, o lo suficientemente complicados como para aventurarse por ellos con una bicicleta cargada como la mía... no me lo pensé mucho, tras retomar los mandos de mi Mercury... ( no, no es un coche americano
), deshice todo el recorrido hasta alcanzar el puente que cruza la base de la presa, y desde donde alcanzaré el pequeño poblado de Contreras, en lo alto de la ladera al otro lado del valle.
En el puente, justo por la parte central de éste, pasa la línea imaginaria que forma la " frontera " entre la Comunidad de Castilla La Mancha y La Comunidad Valenciana, y para dar fe de ello, en medio del puente hay dos placas, junto a un mojón cada una de ellas, que te hacen saber cunado estás en la provincia de Valencia y cuando en la provincia de Cuenca.
En la parte central del puente, en el lado que mira hacia la presa, hay una placa conmemorativa sobre la construcción del citado puente, lo curioso es que, en lugar de vanagloriar al típico alcaldillo o politicucho de marras, la placa conmemora las obras del puente y de la carretera, y ensarta el nombre del ingeniero que diseñó el proyecto y lo dirigió, así como el año de inicio y final de las obras... igualito que como se hace ahora cuando se inaugura algo.
La placa reza así :
"
D. Lucio del Valle Ingeniero de Caminos, Canales y Puertos
Proyectó y Dirigió
Esta Carretera y Todas Sus Obras
Desde 1841 a 1851 "
166 años tiene el puente, y ahí se encuentra, manteniendo el tipo... a saber cuantas embestidas, provenientes de la presa, ha soportado, y sigue manteniendo el tipo... antes las cosas se hacían para que durará por muchos años... no como ahora.
Dejo atrás el más que centenario puente, y comienzo un duro ascenso por la carretera, la cual trepa por la ladera del valle formando zetas de herradura.
Tras un rato de briega, donde el Bafang a trabajado a destajo, por fin alcanzo el pequeño poblado, que lejos de lo que se pueda uno pensar, está habitado... a pesar de encontrarse donde se encuentra.
La carretera se amansa al llegar al poblado, y un poco más allá de éste, la carretera se divide en dos, la que sigue por la derecha, vuelve a recuperar la tónica que ha traído hasta el poblado... fuerte inclinación y zetas.
La carretera que sigue de frente es la que me ha de llevar a la parte superior de la presa.
Hay varios carteles que avisan de que el tránsito está prohibido a todo aquel que sea ajeno al complejo de la presa, pero la realidad es que la carretera es totalmente transitable y nadie sale a mi encuentro, ni por asomo, desde que esta zona fue declarada Parque Natural, en 2005, y según me comentaría el dueño del hostal en el que me alojaría, en Casas Ibáñez esa misma noche, tras la declaración de Parque natural, se obligó a abrir todas las vías que dieran acceso al parque, y hacerla públicas, de hecho, la gran mayoría de las fincas privadas que hay dentro del parque están obligadas a, no solo no cerrar los accesos a las mismas, sino también permitir el libre tránsito de las personas que accedan a ellas... siempre y cuando sea " de paso ", para poder acceder a otras zonas del parque.
A pesar de ello, y según me comentó este hombre, "... los letrero de prohibición se quedaron, pero no hay que hacerles caso "
Al poco de tomar de frente, el la bifurcación de la carretera, en su margen derecha, nos sale al paso los resto de una antigua cementera abandonada... supongo que se construyó con la idea de suministrar el hormigón en la construcción de la presa... tampoco estoy seguro.
La carretera continua de frente, mientras a su izquierda me va ofreciendo unas panorámicas inigualables del valle del Cabriel, pero esta vez desde el otro lado... y en las alturas
Por fin alcanzo la cima de la presa, la cual está flanqueada en sus extremos por dos oscuros y tenebrosos túneles, de los cuales surgen amplificados el sonido de los vehículos que surgen de su interior... da la sensación de que el túnel emitiera rugidos... como suenan los coches que salen de ellos.
La cima de la presa es todo un espectáculo... menudo balcón ofrece a todo aquel que diga de asomarse a su robusta barandilla.
Desde la parte que da al pantano, la imagen que ofrece es cuanto menos triste, a pesar de lo impresionante que es, muestra la falta grave de nivel que está padeciendo la presa... el corte, desde donde debería de estar el agua, a donde está actualmente, es cuanto menos, alarmante.
Bueno, y hasta aquí la parte de la ruta que lleva a visitar el Parque Natural de Las Hoces del Cabriel... me toca retornar a Minglnilla por la N-III, pero previamente tendré que atravesar dos túneles, el túnel Oeste, el más largo de los dos, y que termina al otro lado de la montaña, dejándome sobre el muro de contención que se encuentra al otro lado, y a continuación, un segundo túnel, un poco más corto, pero igual de oscuro, ambos túneles requieren transitarlos con las luces encendidas.
Me vuelvo a ver inmerso en la nacional, deshaciendo el camino, en dirección a Minglanilla.
Voy con dudas, son más de la 13:00 y mis cálculos me dicen que llegará a Minglanilla en torno a las 14:00 o 14:30... el caso es que no se que hacer, si hacer un alto para comer en el hostal donde me he alojado la noche anterior, o prosigo camino sin detenerme y pruebo suerte en Villalpardo.
Llego a Minglanilla a cosa así de las 14:30, el sol me está sacudiendo bofetones de calor sofocante, por lo que hago un alto bajo la sombra de un inmenso pino, con la intención de empaparme un poco la ropa y la cabeza, pues cada vez tengo más clara la idea de proseguir camino hasta Villalpardo, pero para eso primero he de atravesar Minglanilla... he de hacer una escala en algún cajero automático.
A Villalpardo llego antes de lo que me pensaba, siempre por la carretera, en este caso una comarcal, la CM-3201, que es poco transitada y tiene buen firme y un arcén decente.
En Villalpardo decido parar a comer, pero previamente acierto a cruzarme con dos hombres en bicicleta de montaña, y no pierdo la ocasión de consultarles el estado de los caminos que conducen al
Puente de Vadocañas.
Uno de ellos me comenta que conoce muy bien toda la zona de las hoces del Cabriel, pues sale muy a menudo a montar en bici por esta parte, y me alegra el día cuando me dice que hasta el Vadocañas el camino, en realidad, es una pista de tierra en bastante buen estado para ciclar por ella, pero que tras el Vadocañas, y tras exponerle mi plan de ruta... los que me voy a encontrar son pistas forestales bastante duras, con cuestas y terreno difíciles, y un par de vadeos, los cuales no sabe a ciencia cierta como estarán de agua, ya que lleva tiempo sin pasar por estos caminos.
El tema de los vadeos me pone en aviso... no soy muy amigo de vadear arroyos... suelo acabar bastante mojado, aunque en esta época del año... será hasta de agradecer; si realmente ahora mismo los temo es por la bicicleta, el motor no conviene sumergirlo, pues no es completamente hermético, y solo me faltaría que me cargara el motor en medio de ninguna parte.
Me despido del hombre que tan amablemente me ha puesto en aviso, y que de paso me ha recomendado un par de sitios donde poder comer en el pueblo.
Me dirijo a la plaza del pueblo, que la verdad no es muy grande, y decido parar en el primer bar que encuentro en la plaza... Bar Roma, regentado por un matrimonio de mediana edad, muy simpáticos y atentos... os recomiendo, si alguna vez recaláis por esta pueblo, que os acerquéis a este bar a comer, la mujer cocina de miedo y es muy limpio... y no es caro... 10 € dos platos, postre y café... y no es un café cualquiera, es uno especial que hace este matrimonio, no necesita hielo, ya que lo preparan con su proporción justa de azúcar, y lo conservan refrigerado en botellas... la verdad es que está delicioso.
Desde Villalpardo no hay pérdida para llegar hasta la Ermita de La Virgen de La Consolación, desde la misma plaza nace una calle que se llama así, Calle Consolación... no hay más que seguir por ella, y tras cruzar la comarcal por la que he llegado al pueblo, de frente, la continuación es una carretera estrecha con buen asfalto y con tendencia descendente, nos llevará de la manos hasta las puertas de la ermita, la cual está rodeada de densos pinares, los cuales tapizan la profunda rambla que hay delante de la ermita y que recibe el nombre de la virgen que la regenta, Rambla de La Consolación... la ermita y el entorno natural que la rodea bien merece una visita relajada.
Supongo que habréis reparado en lo mal enfocada que está la foto de la imagen de la virgen... a mi también me llamó mucho la atención el que no consiguiera enfocar correctamente la cara de la virgen, a pesar de que le saqué, al menos tres fotos... pero todas me salían con el rostro difuminado.
Ya en la ermita, y mientras intentaba hacer la reserva de la habitación en el hostal de Casas Ibáñez, un hombre que estaba trajinando junto a un coche fue objetivo de mis dudas... quería que me confirmaran el estado en que podría encontrarme las pistas forestales más allá del Vadocañas.
Las respuestas no fueron muy distintas a las del hombre al que pregunté en Villalpardo... la zona que hay más allá del Vadocaña me iba a poner las cosas difíciles, por los datos que me dio este buen hombre, lo que me iba a encontrar eran cuestas muy duras, y muchas piedras... cada vez me temblaban más las canillas... " pero donde coj*nes me voy a meter... dejare a la providencia que haga lo que tenga que hacer "... pero lo que más me dejó descolocado fue que el hombre me dijo que si pretendía llegar a Casas Ibáñez antes de que me anocheciera, lo mejor que podía hacer era no entretenerme mucho sacando fotos, ya que el tramo de lo que me quedaba por delante me iba a retrasar muchísimo... a pesar de ir con una bicicleta eléctrica... cómo me acordaría de este hombre, ya inmerso por esos montes y esas jodidas pistas de los coj*nes... ¡ a cualquier pedregal le llaman pista forestal !... jod*r lo que me estaba esperando más allá del Vadocañas... aquello era un criadero de guijarros, rocas, piedras y todo lo que se pueda relacionar con la familia de los pedruscos... agarraros bien los machos si os aventuráis por esta zona, porque " lo vais a flipar en colores ".
Por cierto, el hombre me preguntó qué me había parecido la imagen de la virgen, la cual es en realidad un lienzo, a lo que yo le respondí que no había sido capaz de enfocarle bien la cámara.
El hombre me miró con cara compasiva con una gran sonrisa en la boca... " no es el cuadro original, se trata de una simple lona que simula el cuadro, el original lo están restaurando, por eso te he preguntado, porque no tiene nada que ver ese trozo de trapo con el verdadero cuadro "... joer, con razón no era capaz de enfocar la figura... si es que la imagen que muestra el trapo está deslucida y encima, no se han molestado en dibujarle bien el rostro... que chascazo.
Me despido muy agradecido del hombre, aunque me hubiera gustado que me hubiera mentido un poquillo, la verdad es que puse rumbo al Puente de Vadocaña con más miedo y preocupación que cuando llegué a la ermita... " pero qué es lo que me espera más allá del puente "... no tardaría mucho en descubrirlo... y en sufrirlo.
Desde la ermita, y hasta el puente, lo que me voy encontrando es un camino ancho, con un carácter un firme muy amable y fácil de ciclar... no me puedo creer que este camino sea así, y monte adentro sea lo que me han referido que es... casi casi un infierno... o al menos es lo que yo me voy imaginando.
Tras aproximadamente unos 13 km de camino, donde apenas si he encontrado complicaciones, llego al puente.
Eso sí, las indicaciones que me dieron, al menos de uno de los vadeos, fueron erróneas, el vadeo más grande se encuentra antes de llegar al puente.
Este vadeo lo pasé empujado la bicicleta, por no mojar el motor, pero para evitar mojarme los zapatos, pase descalzo, con calcetines.
La verdad es que la profundidad del vadeo me alcanzó poco más de los tobillos... y lo fresquita y limpia que estaba el agua; el fondo era liso y duro, por lo que no supone ningún problema vadear este arroyo en bici, eso sí, pasando despacio.
El Puente es mucho más grande de lo que yo me imaginaba, para ser un puente de un solo ojo, es inmenso.
Hay varios coches aparcados en la zona, eso os puede hacer una idea de como es el camino que llega hasta aquí desde la ermita.
Hay gente bañándose en el rio, cubre poquito, más o menos por las rodillas, y el agua es como el cristal, pero puesto sobre aviso por el hombre de la ermita, desisto de meter los pies en remojo... a pesar de que me dieron muchas ganas de hacerlo.
Al otro lado del puente, un grupo de chavales, que estaba junto un Seat León, son las nuevas víctimas de mis consultas, en esta ocasión me intereso por saber si puedo alcanzar el pequeño poblado de Los Cárceles por esta otra orilla del río... lo chavales no saben darme indicaciones, pues esta parte parece ser que no la conocen bien.
Les refiero la zona de monte por la que me voy a aventurar... la música no cambia... cuestazas, pedregales y un par de vadeos, pero en esta ocasión recibo una información nueva y valiosa que antes nadie de los consultados me había dado... " tras el primer vadeo, llegarás a un cruce de caminos, cógete el de la izquierda, y síguelo hasta que encuentres las placas que indican la dirección del Coto de Pesca Vadocañas y síguelas siempre hasta que llegues a un cruce ancho de caminos, a la izquierda estará señalizado hacia el coto de pesca, a la derecha llegarás a Los Cárceles ".
Tras agradecerles la información, me despido de ellos, no sin antes hacerme alabanza y proporcionarme ánimos cuando, tras preguntar mi procedencia, les digo desde donde vengo y hacia donde me dirijo... uno de ellos, mientras me alejaba, me gritaba... " ¡ tioo, tes has convertido en mi ídolo, que tengas muy buen viaje ! "... lo que no se es si me lo decía porque me iba a meter por esos caminos cargado hasta las orejas... o porque venía desde Madrid... no creo que lo llegue a saber, pero tampoco paré a preguntarle... en la cabeza solo me rondaba lo que me dijo el hombre de la ermita... " se te va a hacer de noche, esos caminos son complicados ".
Deshago parte del camino que me ha traído hasta el puente, hasta llegar a la altura de La Venta de Vadocañas, la última casa junto a la que he pasado antes de llegar al puente.
Justo delante de la casa, a mano izquierda, sale un camino estrecho, rodeado de vegetación.
Nada más adentrarme en este nuevo camino me encuentro otro vadeo, pero este es meramente un charco, por lo que ni me preocupo, no tengo más que pasarlo.
Al poco del vadeo llego al cruce de camino que el chaval del León me ha referido, el de la derecha es más estrecho que el de la izquierda, este último es una pista forestal que no presenta complicaciones... de momento, y por la cual me aventuro.
La pista empieza a picar para arriba, zigzagueando, voy subiendo despacio, de momento todo va bien, el motor me está ayudando muchísimo, pero las cuestas son bastante duras.
Tras un gran claro, más bien es un campo de cultivo, me vuelvo a adentrar en el monte.
La pista empieza a ponerse " borrica ", empiezo a encontrar piedras sueltas, pero de momento la cosa no va mal, solo he de subirle un punto más a la asistencia de la bicicleta para pasar por la zona de piedras con garantías, aun así me veo obligado a manejar la bicicleta con mucha precaución, hay zonas donde hay bastantes rocas clavadas en el suelo, y algunas se presentan con filos cortantes, me veo obligado a pasar muy despacio por estas zonas, y eso me va retrasando... el tiempo hace ya un buen rato que se me escapó de control... empieza a caer el sol, y no puedo avanzar todo lo rápido que quisiera.
Llego a una bifurcación donde me encuentro la primera de varias placas que me indica la dirección a tomar para ir al Coto de Pesca Vadocañas... " tienes que seguir las indicaciones del coto de pesca ", me dijo el del León, así que, en la bifurcación, tomo a la izquierda, siguiendo la dirección que marca la placa.
Por tramos voy encontrando zahorra suelta, pero en si la pista forestal no es muy complicada de seguir, si bien hay puntos en que el suelo es de piedra suelta, de momento lo que he encontrado lo he salvado bastante bien gracias a la asistencia de la bicicleta.
Me encuentro con varios cruces, en cada uno de ellos hay una placa que me indica la dirección del coto.
Llego a un punto donde el camino vuelve a bifurcarse, en esta ocasión, a parte de la placa que me indica que he de tomar el camino de la izquierda para llegar al coto, también encuentro un póster de madera con dos indicaciones, una marca en dirección contraria a la que traigo, en la cual pone Villalpardo 17,2 km y Vadocañas 4,5 km y en la otra indicación pone : Fin GR66 Sector D 1,5 km, Los Cárceles ( Prov. Albacete ).
Tomo a la derecha en la bifurcación, siguiendo la dirección que marca la indicación de Los Cárceles.
La pista forestal cambia su fisionomía, de repente toda ellas es una alfombra de piedras que me obliga a rodar despacio, pues llevo la rueda trasera muy desgastada y no me haría ninguna gracia, pero ninguna, el reventar la rueda en este paraje.
Por cierto, desde que abandoné la zona del Vadocañas, no me he cruzado con nadie, llevo cerca de 13 o 14 km más solo que la una.
La cosa se pone cada vez más complicada, la pista forestal pedrolera se estrecha en algunos puntos y me lleva encajonado entre una pared de piedras a la derecha y lo que me parece que es un precipicio, o al menos eso creo yo, ya que solo veo una hilera de pinos al vorde izquierdo del camino, y allá, por el fondo, veo un frondoso bosque de pinos.., pero no veo ninguno más allá de la hilera que pega al camino... y en muchas ocasiones me veo casi forzado a aproximarme a la susodicha hilera de pinos, pues no hago más que ir seleccionando las piedras que voy a pisar con las ruedas.
Voy en tensión, no tengo ojos suficientes para todo, he de controlar las rocas del suelo para que no me rajen las ruedas o para que la rueda trasera sufra lo menos posible, al mismo tiempo no dejo de mirar de reojo la impresionante panorámica que me ofrece el precipicio... preciosa las vistas, pero... acojonadito me lleva el camino.
Tanto traqueteo llevo encima que me empieza a doler la zona de los lumbares, los brazos y los hombros también me duelen de lo tenso que voy, la manos y las pierna no se quedan atrás, hace un rato que se unieron a la fiesta del dolorcito.
Por cierto, a todo esto, la jodida pista forestal pedrolera, es rompepiernas, lo malo es cuando llegan las bajadas, que no son muy largas precisamente, me veo en la imperiosa necesidad de quemar frenos para evitar que la bici se lance por el pedregal... y el precipicio sigue a mi izquierda... ¿ os he dicho que sufro de vértigo ?... pues eso, encima acojonado.
Para colmo empiezo a sentir como si tuviera fuego en la planta del pie izquierdo... llevo un par de días que se me duermen los dedos de ese pie... algo me dice que se me ha tenido que mover la cala, pero es muy mal sitio para decir de parar, no me queda más remedio que aguantar hasta que logre salir de este tramo tan complicado y... peligroso si no se va al 200% pendiente, y mas en mi caso, pues la bici se menea muchísimo con tanto peso, se me desequilibra más de lo que desearía, por lo que tengo que ir compensando continuamente con movimientos del manillar, a la vez que he de ponerme de pie y echar mi peso sobre el manillar en algunos pasos complicados para aliviarle algo de peso a la rueda trasera para que así no sufra en esos momentos.
No veo el final del camino, y el sol ya hace demasiado larga las sombras que proyectan los pinares que veo allá abajo, a mi izquierda.
Por fin dejo atrás la zona del precipicio... por fin logro relajarme un poco, gran parte de los dolores que llevo en brazos espalda y piernas se deben mayormente a la tensión que me ha provocado verme tan cerca del precipicio... ¡ que jodidamente malos es tener miedo a las alturas leches !.
De repente desaparecen las piedras y el camino se torna suave, antes de que se convierta en pavimento totalmente liso.
Ante mi aparecen una serie de casas, por fin he llegado a Los Cárceles.
A la puerta de una de las casas hay una mujer sentada, a la que le consulto sobre la mejor forma de poder llegar a la aldea de Tamayo, donde tomaré por la carretera que me ha de llevar a Casas Ibáñez.
La mujer no sabe indicarme, y me remite a un grupo de hombres y mujeres de avanzada edad que en un escampado que hay frente a las casas, están jugando a las cartas muy animadamente.
Me joroba un poco el cortarles la jugada, pero necesito su ayuda.
Cuando le digo que tengo idea de llegar a Tamayo por un supuesto camino que continúa bordeando las hoces del río, todos ellos rompen a reír... siento como si hubiera soltado una estupidez, y ellos lo perciben, dejando de reírse; entonces uno de ellos se digna a darme alguna indicación... " por ahí por donde quiere ir no vas a poder pasar con esa bicicleta, por esa parte... el camino es malísimo ".
De repente me siento perdido, vengo siguiendo las indicaciones del gps que hasta ahora, ha ido marcándome todo el rato correctamente, pero llegado a este punto en el que me encuentro, el gps no sabe y no contesta... simplemente sabe que hay que seguir para delante.
Mi cara tuvo que ser todo un poema, después de todo el trajín que me ha traído el dichoso pedregal, resulta que no puedo seguir la ruta marcada... ¿ y ahora que hago ?... cada vez está el sol más bajo, y en Los Cárceles no hay donde alojarse... difícil solución le veo... lo que tengo claro es que por donde he venido no vuelvo.
Entonce el hombre, que no ha dejado de observarme... " Dices que vas a Casas Ibáñez ".
" Sí tengo una reserva en un hostal de ese pueblo, pero ahora no se como llegar, pues vengo siguiendo las indicaciones del GPS, y me indica un camino que hay más allá de Los Cárceles ".
" Ese camino está en muy mal estado, y con esa bicicleta... te vas a tirar mucho rato empujado la bici, ¿ por qué no te cojes por la carretera ?, lo que pasa es que no te va a llevar a Tamayo, sino a Villamalea, luego, desde allí, puedes ir a Casas Ibáñez por la carretera principal ".
Aquello me sonó a música celestial... " ¡ hay una carretera, bien, ya tengo la salida !" me dije para mi.
" ¿ Y donde puedo coger esa carretera ? ", pregunté más animado.
" Solo tienes que volver por donde has llegado, y la encontrarás a la izquierda, justo donde empieza el camino ".
Me doy la vuelta, no sin antes agradecerles de corazón las indicaciones, y vuelvo a deshacer el camino asfaltado por el que he llegado a Los Cárceles.
Efectivamente, a la izquierda, a poco de dejar atrás la primera casa, y justo donde empieza el camino que lleva a la pedrolera, una carretera estrecha y en cuesta bastante durilla, serpentea hacia arriba, perdiéndose dentro del bosque de pinos. No me lo pienso ni por un momento, esta es la escapatoria que necesitaba, o era eso, o retornar a Villalpardo... teniendo que volver a recorrer ese tramo pedrolero tan chungo por el que he llegado hasta aquí... ¡ ni de coña !
" ... Sigue la carretera hasta que encuentres la placa que te indica a Villamalea ", esa es la indicación que me dio otro de los hombres que se encontraba sentado en la timba rural.
Me resulta muy extraño rodar tan suavemente, sin brusquedades, sin sacudidas, sin ruidos extraños y sin ver piedras convertirse en balas de cañón al pisarlas con las ruedas... por esta carretera se rueda de miedo, a pesar de que no paro de encontrarme cuestas y curvas, algunas muy cerradas en el poco trecho que llevo recorrido.
He sido previsor y he procurado no gastar mucha batería en lo que llevo de viaje hoy, a pesar de que he tenido que tirar de ellas a discreción en el jodido tramo que me ha llevado desde Vadocañas hasta Los Cárceles.
Llevo una de las baterías agotada completamente, la otra hace ya un rato que la llevo en servicio, pero decido meterle caña al motor, cada vez se me hace más tarde... voy a llegar de noche a Casas Ibáñez... como me predijera el hombre de la ermita de La Consolación.
Comienzo a tirar del motor, pedaleo con muchas ganas, y el motor me permite mantener una velocidad alta y constante, lo que me lleva a recorrer muchos kilómetros en poco tiempo.
Se hace larga esta carretera, apenas si me he cruzado con dos o tres coches y con un ciclista, el cual me ha adelantado cuando he parado a beber agua.
Para hacerme más ameno el trayecto decido jugar con él al gato y el ratón, intentando darle alcance.
El lleva una 29", la mía es de 26", pero con aditivo... cuando ve que me voy acercando, decide aumentar el ritmo de pedaleo... no falla, siempre pasa lo mismo, en cuanto ven que les vas a dar alcance con una bici " teóricamente" inferior, salen escopetaos... y eso me pone cachondo, porque es cuando le saco todo el brío al Bafang... no tardo en adelantarlo... puede parecer que soy un tramposo, y la verdad es que... sí, lo soy, sin el Bafang no habría tenido narices a alcanzar una 29" manejada por un tio con buenas piernas... pero mi intención es otra, no estoy para competiciones, y mucho menos con lo que voy arrastrando, quiero llegar cuanto antes a Casas Ibáñez.
También me comentaron, en la mesa de " la timba rural ", que en Villamalea hay tienda de bicicletas, Son ya cerca de las 20:00 y no se cuanto me quedará para llegar a Villamalea, guardo la esperanza de que en poco tiempo puede llegar, por eso llevo el motor a todo lo que da, y yo casi casi echando el bofe... necesito comprar una cubierta nueva, la rueda trasera está ya más lisa que un azulejo y babeando antipinchazos por todas partes.
Villamalea está más lejos de lo que yo esperaba, y tras darme los 20:30 decido que ya no merece la pena seguir a este ritmo, la tienda ya habrá cerrado cuando llegue.
Llego a una zona donde hay un campo de fútbol y una zona de merenderos, es la ermita de San Antón, donde decido hacer un alto para descansar un poco y para comprobar lo que me queda... Esta ermita está ya muy cerca de Villamalea, por lo que no tardo mucho en volver a la carretera.
Ya son más de las 21.00 cuando, por fin, llego al cruce de Villamalea, pero no me detengo, tomo a la izquierda en el cruce, y me sumerjo en la comarcal CM-3201, que cuenta con un buen asfaltado y con un ancho y limpio arcén... a parte de que no trae mucho tráfico, encima, el tramo de carretera que une Villamalea con Casas Ibáñez es prácticamente una recta llana, lo que me permite rodar a una buena y constante velocidad.
Por fin llego a Casas Ibáñez, la noche ha corrido más que yo y me ha dado alcance en plena carretera, a la entrada del pueblo me aparto a un lado de la avenida en que se ha convertido la comarcal, y programo el Garmin para que me lleve hasta el hostal.
Tras callejear por el pueblo, y ya con noche cerrada, por fin llego al hostal... son más de las 22:00 horas cuando comienzo a desmontar los bártulos de la bicicleta.
El Hostal San Jorge es un edificio reformado con gusto, no tiene ascensor, pero tampoco es que sea necesario.
La habitación que me han dado es grande, muy limpia y bien equipada, doble cama, con colchones muy cómodos, cuenta con A/A, calefacción, teléfono fijo, tele plana grande, está bien amueblada, el baño está muy limpio, tiene hasta ADSL la habitación... dan ganas de quedarse a vivir en este hostal.
El matrimonio que lo regenta es super amable y atento, el dueño es aficionado a los caballos, y en el pasado también a la bicicleta, es una persona muy simpática, y se pude mantener una buena charla con él.
Me permiten guardar la bicicleta en un almacén que tienen para uso propio a dos portales del hostal.
He llegado prácticamente reventado al hostal, me duele hasta los apellidos, por lo que decido que me voy a alojar dos noches en lugar de una, así, mañana lo podré dedicar a descansar y a hacer algunas compras, entre ellas, un neumático nuevo y un bote de líquido antipinchazos... es que llevo las ruedas tubelizadas... quizás por eso no me ha reventado el neumático todavía.
Mañana me toca cambiarle el neumático a la rueda, y para ello tendré que abusar de la confianza que me ofrece el dueño del hostal, tengo que entrar en el almacén, desmontar la rueda trasera y subírmela a la habitación para poder cambiar el neumático tranquilamente... pero eso ya será mañana, ahora toca hacer la colada, darme una ducha rápida y bajar a cenar antes de que cierren el restaurante que hay frente al hostal, ya que el hostal lo que tiene es una cafetería y solo sirven bocadillos o raciones.
Por cierto, el alojarme las dos noches, con el desayuno incluido ( dos desayunos se entiende ), me ha costado 27,5€ x 2 = 55€... un precio muy bueno a mi modo de ver, y teniendo en cuenta en los sitios en que me he alojado, y lo bien que está este hostal, os lo recomiendo al 200%, por todo, limpieza, atención, equipación del dormitorio, por el baño completo limpio y reformado con gusto, por la atención de los dueños, y por encontrar cerca de él restaurantes, supermercados y farmacia, y no muy lejos, tienda de bicicletas.
Track de la ruta de hoy