Os voy a contar un cuento…
Érase una vez en que a un hombre le dieron la oportunidad de hacer de rey mago, en realidad ese rey mago no sabia que era tal puesto que le explicaron en que iba a consistir lo que iba a hacer en la noche de reyes en una ciudad mediana: Barcelona
Se trataba de reunirse con otros reyes magos en un parking junto a una estación, la estación de Sants le llamaban.
Ataviados con un traje de rey mago en cuyo anorak resplandecían las letras de una casa de alquiler de vehículos, su labor consistiría en realizar dos cosas…
La primera, el recoger unos juguetes y llevarlos a unos almacenes cerca de Sancho de Ávila, allí donde se velan a los difuntos, de Caritas eran esos almacenes.
Una vez allí, se trataba de cargar con otros juguetes y llevarlos a unos locales llamados centros sociales…
Nada, pensó, una labor cualquiera que cualquiera puede hacer….
Se embutió en la furgoneta con su pareja de rey mago y una tras otra fue recogiendo los regalos en los portales y puertas convenidas. La ciudad bullía, las calles iluminadas por las luces que solo se colocan en esas fiestas conocidas como de Navidad, tenían un color diferente al usual…
Incluso, en ocasiones, podía sentir música en algunas de esas calles y pensó… que poco me gustan las navidades…