Hola. Adjunto una nota que e realizado sobre mi experiencia en el intento de cruce del Tapon del Darien hace pocos meses. Aviso que es un recorrido de alto riesgo que no recomiendo a nadie aventurarse en ello. Los detalles tecnicos como precios de vuelos o barcos son orientativos de aquellos días. Les deseo buena lectura y si tienen alguna consulta no duden en contactarme.
Viaje al centro del fin del
mundo … Darién
Desde hace muchos años me
daba vueltas en la cabeza la idea de saber cómo es una de las zonas más
extrañas, inhóspitas y difíciles del mundo: el Darién; un lugar, cerca del
centro geográfico de América, donde se unen Sudamérica y América Central…
¿se unen o se separan?
El Darién cuyos habitantes
originarios son las etnias Embera y Guna Yala en
realidad nunca han ocupado esta línea donde se tocan las Américas. En tiempos
prehispánicos, se encontraban en la vecindad, pero más bien sobre Sudamérica en
la actual Colombia. El encontrarse y enfrentarse al europeo, los llevo a
desplazarse mayoritariamente a Centroamérica en el actual Panamá.
Desde los primeros días de la conquista europea de América el Darién ha sido
una zona difícil geográficamente, sea el no sometimiento del nativo sea el
clima inclemente, la han hecho naturalmente inexpugnable.
Y así llegamos al siglo XX y una
de las situaciones más conocidas que han bloqueado la zona es la famosa
guerrilla contra el gobierno colombiano por más de 60 años.
Un par de expediciones con vehículos automotores han tenido resultados
nefastos.
La incógnita continua.
Rodando en mi bicicleta me encamino
desde la ciudad de Panamá por la famosa ruta panamericana, inaugurada alrededor
de 1936, para unir toda América desde Bahía Pardo en Alaska (Estados Unidos de
Norteamérica) al norte hasta Ushuaia, Tierra del Fuego (Argentina) al extremo
sur.
La carretera con 2 carriles
de circulación, luego de la ciudad de Chepo
se angosta, pero es bastante tranquila, por allí donde se ve una indicación
“Puerto Carti”. El recorrido incierto
comienza prácticamente en la población de Torti,
donde se encuentra la última estación de bomberos del Benemérito Cuerpo de
Bomberos de la República de Panamá (entidad
muy profesional y servicial para y con el cicloviajero).
Poco después una nueva señal, que aparece en pocos mapas, “Lajas Blancas”, al
Norte.
Estamos entrando en la
provincia del Darién que nos recibe con un arco sobre la carretera y coloridas
indicaciones. Es de tener en cuenta que a los lados de la Panamericana se
encuentran las comarcas de indígenas Wargandi
y Guna Yala
al este, y Embera Wounaan al oeste.
Y poco
después el primer bloqueo por parte del SENAFRONT
(Servicio Nacional de Fronteras de Panamá): solo control del pasaporte e informar hasta donde uno
viaja; no es una oficina de migraciones.
Se sigue rodando y por lógica
la carretera se hace cada vez más tranquila. Se pasa el municipio de Pinogana, la población de Santa fe y Meteti, donde nuevamente se debe mostrar el
pasaporte, decir hasta donde va y cuanto se va a quedar. Te informan lo
peligrosa que es la zona, en razón del gran flujo de migrantes que atraviesan
la jungla desde Colombia los cuales son un riesgo, pero más aún sus guías
(traficantes), y por allí también circulan narcos,
porque lo de la guerrilla colombiana nunca se ha terminado.
El paisaje selvático casi sin notarlo se ha ido cerrando,
haciéndose cada vez más denso y espeso. Algún sendero sale a izquierda o
derecha, alguna casita de hojas de palma, se avanza casi sin notarlo; es
llanura tranquila, acompañada del sonido de la variedad increíble de aves en la
zona y cada tanto de los gritos de los monos aulladores, normalmente lejanos,
alguno muy cerca.
Cuando aparecen algunas casas, el rio a la izquierda,
entramos al pueblo, la calle se angosta (más) el cementerio y un ¨PUERTO¨ con tanto de ¨Autoridad Marítima¨ quedan a la derecha. Algunos camiones que descargan
variadas provisiones (refrescos, enlatados y gasolina) y cargan variedades de
bananas y plátanos, también hortalizas como la yuca. La calle se termina, es
más bien un sendero peatonal (en malísimo
estado) aunque entran un par de camionetas. Contra un muro se gira a derecha y
a pocos metros un puente colgante metálico que cruza el rio Chucunaque… Fin de la ruta
Panamericana.
Cruzando el rio también está poblado, pero por senderos poco
se puede avanzar es de rigor tomar una de las numerosas barcas, lanchas o
piraguas que funcionan de transporte personal, público o taxi.
Policías del SENAFRONT en normalísimo recorrido y
con amabilidad realizan las normales preguntas, sin pedirme ver el pasaporte,
dándome los consejos ya recibidos en cuanto a la peligrosidad de seguir solo.
(en piragua claro.)
Regresando
al inicio del pueblo veo el viejo cartel que por la emoción me había perdido ¨Bienvenidos a YAVIZA kilómetro 12.580 final desde ALASKA¨.
La gente local es una mezcla de autóctonos Embera, descendientes de colombianos (no hay que
olvidar que hasta 1903 esta zona era Colombiana) y de africanos.
Ellos dicen que definitivamente por acá no se podría pasar en bicicleta, ya que
son varios ríos de gran cause de cruzar, además habría que pedir el permiso (y
pagar) los varios representantes ¨caciques¨ de cada población, con
lanchas, se podría llegar a ¨El Real de Santa María¨ pero de allí en más solo con la combinación de piraguas (a
remo) empujando y remando, para lo que necesitarías guías y ayudantes locales
designados por su cacique (previo pago). Atentos a la peligrosa fauna de la
región como así también a aquellos personajes malvivientes que hacen de esta
zona su refugio.
El que uno esté tomando
fotografías les da visible fastidio y el solo ver una cámara apuntada en
dirección de una persona (aunque no estés tomando fotografías) mucho peor.
Pero, sin mayores consecuencias (debido a la presencia policial nacional), solo
buscan recibir dinero.
Pregunto por la oficina de migraciones y no existe. Aunque si teóricamente de
aquí en adelante podría ir a Colombia; como en la práctica no se hace entonces
no hay oficina de migraciones para legales migrantes.
Se regresa, descontando los
kilómetros hechos por la panamericana.
En el trayecto sigo pidiendo información a los pobladores locales, muchos de
ellos dispuestos a conversar amigablemente, otros (los que notoriamente tienen
rasgos más indígenas) mucho menos. En un mapa del SENAFRONT veo la población de
Puerto Limón pero este lugar es sobre la costa caraibica pero completamente aislada,
sin caminos hacia Colombia.
Aquí debo informarles que los indígenas más locuaces y
extrovertidos resultan ser los Embera;
logro conversar hasta con las mujeres, mientras que en la zona caraibicas los Guna
Yala mantienen normas más rígidas en cuanto
al contacto con el extranjero (todos los que no son Guna Yala) y
si detectan que no eres un inmigrante ilegal automáticamente eres un extranjero
rico como minera de explotar.
Hay que tener en cuenta que la circulación de ilegales por
la zona va desde colombianos y otros sudamericanos, pasando por gran cantidad
de cubanos (que reciben dinero de sus familias en USA) hasta africanos y
asiáticos como etíopes, somalíes pakistanís
o afganos.
MMMMhhhhhh ya casi me pierdo. Volvamos al
recorrido.
Entre los datos recibidos parece buena idea explorar por Lajas blancas y a
continuación Marragantí. La información es
que de allí existen caminos que llevan a Colombia y uno se puede desviar hacia
Puerto Obaldía (ultima población panameña
donde hay oficina de migraciones para registrar entradas y salidas) y de allí
proseguir hacia Colombia (teóricamente por tierra).
El
camino aparece indicado sobre la ruta Panamericana a aproximadamente 45 km al
norte de Yaviza. Es una calle en tierra y
piedras, con subidas y bajadas (se entra en zona montañosa) suficientemente
ancha para el pasaje de 2 automóviles, pero difícil por el terreno. Me toca
cruzar un puente provisorio realizado con troncos, tubos y tierra sobre el Rio Chucunaque. Para una bicicleta de cicloviaje con carga de 45 kg. Muy difícil
recorrer los 6 km. Por fin me encuentro en la población Embera de Lajas Blancas, a orillas del eterno Río
Chucunaque. Tiene algunas decenas de casas
todas iguales, en madera construidas en manera sencilla (por el gobierno
nacional) y muchas otras de variado tipo. Cuenta con una escuela bilingüe (Embera – Castellano) de apariencia
bastante nueva. Un hombre de unos 55 años me hace las normales preguntas (de donde soy, de donde
vengo rodando etc.) y me ofrece quedarme en una de esas casitas deshabitada que
es de su familia. En eso estoy cuando llegan 2 oficiales del SENAFRONT haciéndome las normales preguntas (origen, numero de pasaporte, de donde vengo, por donde entre en
Panamá, a donde voy, si me registre en el puesto de migraciones en ¨Aguas frías¨ sobre la carretera panamericana. En verdad no recuerdo si
la oficina más grande donde me controlaron se llama Agua fría pero como me han
controlado por muchos lados les digo que sí. Luego de darles verbalmente toda
la información me solicitan el pasaporte. Verifican y llaman a alguien. Luego
de unos minutos me informan que tengo que registrarme en el destacamento de esa
población y allí voy. Donde me hacen las normales preguntas (...) solicitan el
pasaporte llaman a alguien. Y amablemente me devuelven la documentación.
Me
dicen, pero, que para circular y fotografiar tengo que pedir permiso al
representante/autoridad del pueblo indígena el ¨noco¨. Que lo espere en la ¨casa de la cultura¨ a 200 metros. Allí voy y pregunto por el noco me dicen que lo llamaran.
La ¨casa de cultura¨ es una cabaña típica en buenas condiciones.
Espero casi 2 horas el Noco nunca llega (así que las fotografías que hice fueron de contrabando). Si, puedo conversar con
el anterior Noco y un par de hombres más los que me explican que los datos que
tengo son correctos, que puedo llegar a Marragantí pero que de allí en adelante
me toca pasar 4 ríos sin puentes ni barcas que puedan cruzar una bicicleta.
Como
no estoy completamente satisfecho y no llegue hasta acá para detenerme ¨por tan poca cosa¨ realizo los 14 kilómetros que me separan de Marragantí. Un poblado en medio de la jungla que
apenas si se puede llamar poblado. Inmediatamente converso con algunos
pobladores que me confirman que tengo que cruzar 4 ríos para ir dirección a
Puerto Obaldía, y que además me toca pasar
buena parte del sendero por montaña (serranías del Darién y cordillera de San
Blas) que no son demasiado altas (en las cercanías está el pico máximo ¨Cerro de Carti¨ con 748 msnm, no muy
impresionante en los papeles) teniendo una media de unos 500 msnm. Pero que ya a la vista resultan ser de una
pendiente muy pronunciada. En cuanto al cruce de ríos en este momento resulta
imposible debido a que ha llovido en las cabeceras, con una profundidad de
menos de un metro (por ahora) pero aumentando notoriamente el caudal. Cuentan
que a una camioneta 4x4 del SENAFRONT el
día anterior casi se la llevan las aguas (recordemos que no hay puentes). Y ese
sería solo el primero. Y como para completar la información se acercan los
oficiales del SENAFRONT que me realizan las
normales preguntas (…….) indicándome que ya de allí no se sigue, por todo lo ya
descripto pero además indicándome los peligros representados mayoritariamente
por los grupos de tráfico de personas, con detalladas descripciones de las sevicias sufridas por muchos de estos migrantes
ilegales tanto sea por sus ¨guías¨ como también por otros
delincuentes/asaltantes que aprovechan la situación como aves de rapiña siendo
las bestias de mayor ferocidad de la región. (por aquí no hay tantos narcos o guerrilleros). Y siempre es de tener
presente la peligrosidad de la fauna local desde serpientes, perros salvajes y jaguares, hasta arañas venenosas y
mosquitos, etc. que transmiten el dengue, la chicunguya,
zika, leptospirosis,
fiebre amarilla etc.
Otra marcha atrás, descansaré en la casa que me ofrecieron en Lajas Blancas.
Al otro día continuo el
retorno y me toca presentarme en el puesto de control de ¨Aguas Frías¨ informando que regreso sano y salvo.
No me queda más que retornar a uno de los caminos ¨normales¨ de salida de Panamá al Sur
ir al Puerto de Carti. Por la Panamericana
desde la ciudad de Panamá son 79 km y desde Chepo
19 en dirección ESE donde inicia el camino a Puerto Carti. Es una carretera asfaltada, parece en
buenas condiciones, pero ya desde la primera pendiente inicial se sabe que no
será fácil. Más adelante me esperan varias subidas y bajadas con entre un
20/23% de pendiente. Tan solo 39 kilómetros me separan del puerto de Carti.
Que según me han dicho salen lanchas ¨casi¨ diariamente a Puerto Obaldía y de allí en media hora estaría en Capurgana, Colombia.
Esos 39 kilómetros se vuelven un infierno no solo por su geografía sino también
porque el tránsito de camionetas 4x4 (no lo soportaría otro medio) es muy
intenso y aunque si la carretera es estrecha, o por eso mismo todos tienden a
circular por el medio. Por lo cual y sumado a las curvas y contra curvas y la
jungla exuberante hacen invisible el transito más halla de pocas decenas de
metros. Me veo obligado a bajar frenando e incluso en muchos casos a caminar
empujando la bicicleta hacia arriba o frenándola
hacia abajo. Calor y humedad intensos contribuyen a consumir la energía y
llueve haciendo, si es posible, más difícil la circulación y mucho más riesgosa
por la posibilidad de resbalar.
Más o menos a mitad del recorrido (creo
que era el 21esimo kilometro) me encuentro
un puesto de control del SENAFRONT y saben
que comienzan las normales preguntas (...) pero aquí si el oficial decide
revisarme una de las alforjas lo que implica desmontar buena parte de mi carga.
Verificado que todo está en orden me regresan el pasaporte comienzo a
reacomodar todo y prácticamente me saltan encima un par de jóvenes (de clara
fisonomía indígena) y detrás de estos como 5 más con tanto de maquinita de facturación que me exigen el pago de
20 dólares como derecho de visita a la Comarca Guna
Yala. De nada vale decir que yo no voy a
visitar nada que voy solo a tomar una lancha. O pago o me regreso y ahí se
queman 20. U$S. Me tocará acampar por allí
cerca para pasar la noche, duelen los músculos, duele la espalda, duelen los brazos
duelen los dedos, si, necesito descansar.
La noche no me da el descanso
suficiente pero no queda otra que seguir. No sé si la carretera pasa
exactamente por arriba del Cerro Cartí
(748msnm) pero parece que lo he superado varias veces y otra vez me lo
encuentro después de un par de curvas.
El tránsito de frente es muy intenso y
van por el medio y a alta velocidad. Las pendientes de hasta un 23% ponen a
prueba toda la mecánica de la bicicleta y sobre todo los frenos. Tocará
caminar, empujar y frenar mucho.
Todo el día de sube y baja, izquierda y
derecha, hasta divisar un cartel poco claro pintado a mano libre que dice
pomposamente ¨Puerto Terminal de Carti¨ y una flecha poco precisa.
Todo el otro día ha pasado y por fin
tengo vista al mar.
Por medio de otro cicloviajero tenía el
dato de un lanchero, un tal ¨Negrito¨, pregunto por allí y
resulta que lo vieron irse ya para la isla donde vive. Mientras tanto algunas
personas me llaman que vaya al único edificio de material que hay allí. Logro contactar
a Negrito que viene a buscarme.
Esas personas que llamaban con tanta insistencia resultan ser la ¨Autoridad del Puerto¨ debo pagar 2 dólares por uso de puerto. Que en realidad son
varios vetustos embarcaderos.
“Negrito” me lleva a isla Cangrejo
diciendo que mañana salgo para Puerto Obaldía, Panamá (6 horas de viaje en
lancha) a 30 minutos de lancha de Capurgana, Colombia.
Isla cangrejo está habitada por una de
las comunidades Guna Yala de la comarca de islas (360) de San Blas. Allí Negrito
me informa que debo pagar 5 dólares por dormir en la habitación (un recinto de
cañas cerrado con cortinas).
El agua para lavarse la traen, en
toneles, de un rio del continente, pero hoy no hay.
El siguiente día y el otro no habrá
ninguna lancha que me lleve a Obaldía. El agua de beber cuesta un dólar la
botella de 660ml., la comida 3 dólares, una pizza 4. Al cuarto día, llegan 3
colombianos y una argentina que van en mi dirección. Al otro día si hay lancha,
pero los colombianos se van en una. La argentina yo y mi bicicleta en otra (con
otras personas) enterándonos en ese momento que no vamos a Obaldía sino a isla
Caledonia (a una hora y media de Obaldía) y pago 80 dólares por mi pasaje, más
25 por la bicicleta.
Primero volvemos al continente, a Puerto
Carti, para cargar más gente.
Por fin arrancamos para isla Caledonia
donde llegamos a la hora 16, ya que pasamos por varias islas antes.
Desembarcamos y allí la argentina Cecilia y yo quedamos a nuestra suerte en
esta otra isla habitada por otro grupo Guna Yala. No llega ninguna otra lancha
en lo que queda del día.
Alguien nos quiere cobrar 150 dólares
para llevarnos a Obaldía. Otro se ofrece por 100.
Por suerte hay dos cargueros, uno
panameño y el otro colombiano, que son muy atentos. Resulta que el colombiano
mañana parte directo a Colombia, pero el panameño acepta llevarnos a Obaldía,
pero como este va vendiendo sus productos (enlatados, refrescos, cervezas,
jabón, etc.) por varias islas y poblaciones del continente (tan aisladas como
las islas) llegamos a Obaldía como hora 18.
Dormiré en el puerto como los marineros
de ambos barcos que cuelgan sus hamacas por allí. Aquí, como en la otra isla,
los precios a los extranjeros son un 50% más caros, pero hay que comer.
Partimos hora nueve y la tranquila
navegación hace que se pueda disfrutar de estos maravillosos paisajes en un
hermoso día soleado. Las islas, los poblados continentales, las playas vírgenes
con su fondo montañoso dan una variedad de bellos estímulos a la vista.
En esta zona la conexión internet wifi
de las compañías panameñas no funciona.
Hay que hacer un contrato sector por sector.
Resulta interesante ver como apenas el
barco tira ancla (no hay embarcaderos) llegan los clientes con sus barcas,
algunas en fibra con motor, otras piraguas tradicionales de tronco a remo.
Además, el barco posee una lancha con la que prácticamente hace servicio a
domicilio.
Llegamos en horario, cuando el sol ya
se estaba ocultando. Migraciones ya está cerrado, hay que esperar la mañana
siguiente, hora 8:00 (en realidad abrirán 8:30).
Duermo en el quiosco de la plaza del
pueblo. Pongo el candado a herradura en la bicicleta (nunca se sabe). Descanso
bastante bien. Recojo todo; quiero desayunar lo más rápido posible, ir a
migraciones y estar listo para la primera lancha que salga a Capurgana.
Comienza a llover.
¡Sorpresa!!! El candado se bloqueó,
probablemente por toda el agua salada que recibió en estos días. Un joven me
presta una sierra de mano, pero es muy lento el trabajo de cortarlo. Cuando
encuentro a un señor, Pedro, que tiene una ¨pulidora¨ qué sirve para cortarlo, este me dice que hoy es sábado, no
trabaja. Le digo que no debe trabajar que me alquile la máquina. Nada. Me
tocara cargar la bicicleta y todo el equipaje.
La lluvia sigue torrencial…
No sé de donde aparecen dos jóvenes
colombianos que también van a Capurgana, con Cecilia somos 4 y contratamos una
lancha por 20 dólares cada uno más 10 por la bicicleta.
Salimos a mediodía (en
tanto es solo media hora), la lancha se queda sin gasolina en medio de la nada.
Por suerte pasa otra lancha pequeña y nuestro ¨capitán¨ les pide un par de litros para llegar a Sapzurro
puerto/playa colombiana (pero sin oficina de migraciones) allí carga gasolina.
Por fin pisamos tierra
colombiana en Capurgana hora 13:40. El muelle en cemento es caótico y lleno de
gente, se nota que son turistas que embarcan o desembran de las numerosas
lanchas desde 4 a 98 pasajeros.
Mientras descargo la
bicicleta con todo el cuidado posible aparece un individuo que me agarra las
alforjas y me dice que me ayuda a sacarlas del muelle. Lo sigo a duras penas
cargando la bicicleta. Cecilia va a migraciones. Varias personas ofrecen
lanchas para varios lugares, hoteles, hostales, restaurantes, suvenir, mis
alforjas hacen una montaña en un angulo; el tipo continúa a hablar, pregunta si
necesito todo eso y muchas palabras que no entiendo. Le digo que no pierda su
tiempo que dinero no le daré. Termino dándole 2000 pesos colombianos (1,6
dólar) por su ayuda obligada. Y me apuro para ir a migraciones (a 100 metros)
dejando todo allí. Migraciones está cerrado, abren hora 14.00. Me da el tiempo
de cargar todo hasta allí. Abrieron a las 14.30 y cerraron hora 15.00.
Por fin podemos embarcar para Necocli o
Turbo en la zona continental con carreteras, porque acá no hay, seguimos
aislados, pero no salen más lanchas de ningún tipo.
Me toca quedarme en un hostal (10
dólares la noche en habitación compartida). Estoy muy cansado.
Electricidad hay solo cuando encienden
el grupo electrógeno del hostal porque aquel del pueblo no funciona.
Preguntando y preguntando,
un señor ¨Lucho¨ se ofrece a cortar el
candado trabado. Gracias Lucho por tu gentileza. Al fin tengo la rueda libre,
aunque no hay donde rodar.
Tampoco puedo tomar una lancha al otro día, pues está todo lleno y no cabe la
bicicleta. Pasé dos noches en Capurgana. Me
cobran 28 dólares por mi boleto más 13 por la bicicleta más 20 dólares por 20
kilogramos de exceso de equipaje total 61 dólares para salir de acá.
Capurgana no tiene nada de visitar, una
calle peatonal y algunos negocios más, una playita
poco saludable (con tanta lancha) y para ir a Playa Sapzurro caminas una hora y
media o pagas lancha.
Llega el día, voy con una hora de anticipación al muelle para cargar con calma.
Así lo hacemos con los marineros de uno de estos lanchones para 98 pasajeros. Pero
el Capitán aparece y dice que no va bien la carga de la bicicleta, que esto,
que lo otro, que tengo que pagar extra, ¿ahí si ya me tienen arto le digo que
pague extra y además kilogramos extra por el equipaje y continúa… a quien le pague? Le
muestro el boleto, ¨en la oficina¨ le respondo, se calma y dice que le saque las ruedas. Saco
una y yo logro hacerla entrar en la bodega ya que los marineros no podían.
Llega la hora de salida, un apacible viaje de una hora y media, la barca va
llena.
Llegamos a Necocli hora 12 y comienza la
descarga, yo voy tomando mis cosas, cuando sacan la bicicleta me han torcido el
portabultos delantero (¿cómo lo hicieron?)
no es grave. Lo arreglo, cargo todo y salgo a la calle…
POR FIN A RODAR.
Claudio
Marinoni claudioviatorem@gmail.com