¡Menuda ruta, goio!
Claro que si ya comienzas a describirla diciendo que Pola de Allande está muy cerca de Cangas del Narcea, ya se ve que lo tuyo es ciclismo de montaña de nivel. Yo me tengo que conformar con tímidas excursiones aptas para viejecitas. Pero una cosa tenemos en común: el amor por la aventura y los espacios naturales en el estado más puro posible.
El occidente de Asturias, por su difícil comunicación, siempre fue considerada la Asturias Profunda: profundos, recónditos valles entre montañas que, aunque no son muy altas ni escarpadas, dividen el territorio de manera que aislando unas poblaciones de otras propician cierta diversidad de gentes y costumbres. Hay bastante para explorar entre esos pliegues.
Mi madre nació en Agüera del Coto, en el camino que lleva a Pozo de las Mujeres Muertas desde Cangas. Tal vez sea por las historias que me contó, pero lo cierto es que siempre he sentido fascinación por esas tierras que aún percibo impregnadas de misterio. De alguna visita de mi infancia, cuando los pueblos eran aldeas, guardo el recuerdo de largas, frías y oscuras noches en las que se oía el aullido lejano de los lobos. También el de mañanas frescas y luminosas, con la luz del sol filtrándose en la espesura de los hayedos, recortando contra el cielo las ramas de carbayones centenarios, dando, sólo unos minutos, luz y vida a las piedras olvidadas cubiertas de musgo.
Perdón... me he dejado llevar...