El viernes por la noche, el 6/9/19, no dormí mucho, calor y esas cosas que molestan, una picazón en las piernas pidiendo guerra y marcha me hizo levantar pronto al día siguiente y con una idea en la cabeza, coger el coche con la bici dentro hasta Altura y de ahí la Vía Verde hasta Barracas, había ido por ahí al revés, bajando de Teruel y me apetecía subir. El tramo de Torres-Torres, donde comienza o acaba la Vía Verde de Ojos Negros ya lo tenía más que ciclado, así que decidí continuar para arriba desde Altaura, cerca de Segorbe.
No sabía que bici coger, si la Domane o la de treking, la Trek 8700, me decidí por la niña de mis ojos, la Domane, según el de la tienda tenía que aguantar eso y más.
A las 8 de la mañana metí la bici dentro del coche y me enfilé hacia Altura. Antes de llegar a Altura llovía, no pasa nada, llevo guardabarros, la bici es randonera y va preparada para imprevistos como el de la lluvia.
Dejé el coche en el parking de la piscina municipal, al lado del camping de Altura y aprovechando que estaba el bar abierto tomé el segundo cortado de la mañana, me compré un bocadillo de buen jamón del que me comí la mitad y guardé la otra mitad en la bolsa para prevenir posibles imprevistos y me puse a pedalear.
La Via Verde pasa justo donde había dejado el coche y la cogí, nada más empezar ya me dí cuenta que el plato grande estaba de adorno en la primera parte de la etapa. Plato pequeño de 34 y a elegir corona cómoda.
La ruta empieza con un firme de tierra compactada, un par de tramos de cemento y al poco ya coge su estructura habitual, asfalto de aquellas maneras, del que vas botando y tierra pisada por caminantes y alguna que otra MTB con tacos.
La única bici de carretera que ví en todo el día era la mía, en la subida no me encontré con ningún ciclista que fuera en mi dirección, todos de bajada, bueno, me adelantó un ciclista con mucha prisa que me saludó, me adelantó como alma que lleva el diablo y salió por una pista de tierra perpendicular a la vía verde.
Llovía un poco, pero no era nada que impidiera rodar.
El embalse del Regajo aparecía muy bonito y prácticamente lleno de agua.
Las lluvias recientes propician que el monte se vea verde y muy bonito.
La ruta se mantiene en todo momento alejada de poblaciones, excepto Caudiel, que se cruza por una calle, no hay más pueblos en toda ella, se ven en algunos tramos pero no te acercas a ellos.
Esta cascada de agua, que no se de donde viene, inundaba la via verde en un tramo, ahí en la foto se ve como el agua sigue su curso natural, hacia el mar.
La ruta va paralela a la vía del tren que se utiliza en la actualidad, por cierto que lleva todo el verano cortada por obras que están realizando en ella.
Hay varios túneles y puentes que salvan barrancos y que tras verlos se agradecen por el desnivel que salvan.
En modo de cicloturismo no importa parar a disfrutar del paisaje y del silencio, bueno, lo del silencio es relativo, en vez de oir el silencio, sólo oía mis acúfenos, que ya es bastante.
Las antigüas estaciones se han reconvertido en lugares de picnic, pero dada la dificultad en llegar, no están invadidas por domingueros en coche. Se podrían aprovechar para acampar si fuera necesario.
Dios creó la cerveza, el diablo la Coca-Cola.