Se trata de seguir el recorrido de la Pirinexus, pero en vez de en varios días tranquilamente y de turista, se plantea en modo brevetero, de un tirón, y con un límite de 20 horas, aunque con avituallamientos.
Salen casi 350 km, de los que aproximadamente 200 km son por pistas en buen estado, o casi. Hay algunos tramos con demasiadas piedras para mi gusto.
Se podía elegir el tipo de bici, pero no cambiar. Desde la organización recomiendan una bici de gravel o ciclocross como la más adecuada, pero también se puede hacer con una de montaña con ruedas más finas o con una de carretera con cubiertas anchas. Yo fui con mi Domane de aluminio con cubiertas de 28 mm del Decathlon, que son muy duras, y aguantaron sin ningún pinchazo. Pero mi opinión ahora después, es que hace falta más anchura para pasar bien y con mayor comodidad por las zonas pedregosas, y por algún arenal donde me quedaba casi clavado, y de hecho un par de veces apunto de caerme. De todos modos rodar a 25-30 km/h por una pista de tierra con la bici de carretera tiene su encanto. Como por lo demás la bici es muy cómoda, ningún problema de postura. Y la bici se portó muy bien, porque hubo traqueteo como para haberse soltado hasta el último de los tornillos.
Aunque es una marcha espectacular por el recorrido y por la dureza, es muy poco conocida y realmente éramos muy pocos (unos 100) y casi todos de la zona, eso sí, el nivel muy alto.
Luis y yo que no somos cojos, aunque tampoco nada del otro mundo, al final llegamos casi los últimos (parece que quedaban 4 por detrás) y estuvimos al filo del fuera de control casi toda la carrera. La hicimos en 19 horas y unos minutos, no sobró casi nada.
El comienzo es justo al amanecer (6,16 h creo) y se sale por la vía verde del tren hasta Olot. Pista en general en buen estado, salvo algunos agujeros que hay que esquivar y algún arenal, con subida suave y constante. El paisaje cada vez más boscoso, y el cielo nublándose poco a poco. Muy bonito. En Olot el sellado de cuaderno de ruta, 55 km, y el primer avituallamiento, un poco sencillo en mi opinión, donde me zampo varios sanchwiches de nocilla y descubro con horror que mi bidón porta
herramientas, con las cámaras de repuesto, etc, ha volado en algún bache, y ni me he enterado. Con la enorme suerte de que justo cuando resignado estoy a punto de continuar la marcha, llega uno que lo ha recogido poco antes, y al que quedo muy agradecido.
De Olot se pasa ya a carretera, hay que ir uniendo varios puertos hasta pasar a Francia. El primero es el de Sentigosa (con un primer col de Coubet separado por un falso llano). El paisaje precioso, carretera casi sin tráfico, y aunque largo no es muy duro. Me pongo de charleta con un chaval de Girona que acaba de empezar (hay la posibilidad de hacer la marcha en equipo por relevos, siendo Olot el primer cambio) y sin darme cuenta estoy arriba, y es que de momento y encima ya en asfalto, me econtraba muy bien de fuerzas. Luego una bajada corta y tras un llano que también sube, pasado Camprodón empiezan los 17 km del Col de Ares, por donde se pasa a Francia, 112 km. Muy buenas vistas de bosques y más bosques, abetos y hayas, y llegando arriba empieza una fina lluvia.
Arriba hay un avituallamiento líquido, hay que abrigarse y ya con chubasquero, tirarse a una bajada larguísima hacia Francia. Son entre 30-40 km casi sin pedalear y poco frenar (las curvas son amplias y fáciles), y por asfalto, se recupera el tiempo perdido, además de que pronto para la lluvia. Justo antes de empezar el puerto hubo pinchazo de Luis con una piedra traicionera en mitad del asfalto, lo que nos hizo perder unos minutos adicionales. El caso es que arriba estábamos prácticamente sin margen para llegar en tiempo a la Junquera (el siguiente control).
Ahora rodamos con tres catalanes y un holandés afincado en Girona, que con alguna broma hacia los madrileños, nos hacen más ameno el camino. Somos el penúltimo grupo, detrás hay sólo cinco y los dan casi por fuera de tiempo, según nos dicen.
La vuelta a España tiene trampa. En esta parte la ruta se separa de la Pirinexus oficial y se sube desde Maureillas por una carretera preciosa, estrecha, entre un bosque de encinas y alcornoques (ya muy mediterráneo), de asfalto rugoso, pero con pendiente asumible. Subimos unos 12 km cuando el track nos manda por unas pistas de tierra, rotas, con una pendiente muy dura, donde con la bici de carretera cuesta mantener el equilibrio, y es que arriba se descubre que la carretera que viene desde España empieza justo en mitad de la nada, sin continuidad hacia Francia. Curioso paso fronterizo, el Coll de Manrella, donde hay un monumento a Lluís Companys, encima lloviendo desde poco antes. Desde aquí perfecto asfalto de bajada a la Junquera pasando por el pueblo de La Vajol, y donde tras un poco de vuelta para pasar la autovía, se llega al segundo punto de control y avituallamiento sólido, donde me zampo un plato de pasta enorme, que acaba con los síntomas de pájara con los que he estado peleando los últimos kilómetros. Además hemos ganado 45 minutos de margen al tiempo de paso, hasta podemos volver a pinchar si hace falta (no hizo). Llevamos 200 km ya, y hasta sale el sol.
Bien comidos, salimos de la Junquera por una carreterilla que sube entre cañaverales y campos agrícolas, hay unos laguillos y un cartel que anuncia monumentos megalíticos. Luego se acaba el asfalto y empieza la parte más larga de pistas, algunas en mal estado, con hasta un río que se vadea en la bici. Más propio de bici de montaña o de gravel, pero donde la Domane demuestra lo que es capaz de hacer sin romperse nada.
El recorrido es hacia el sur, dirección a la costa, pero se dan tantas vueltas que a veces es imposible dejar de pensar que estamos en un laberinto sin fin, por lo menos el viento empuja. Y sin embargo, de pronto, el mar, en San Martín de Ampurias, junto a otro de los avituallamientos líquidos (con algo de comer también, que tan bien nos viene). Hemos tenido mucha suerte poco antes, porque un coche se ha llevado por delante a Luis a la salida de un camino estrecho. Culpa nuestra, sólo se ha quedado en el susto, alguna magulladura, y el disco delantero de su bici torcido, que le obliga a desmontar la pinza y seguir hasta el final sin freno. Menos mal que ya casi no hay bajadas.
Antes de llegar al siguiente control (km 300) se hace de noche y encendemos faros, perdiendo ya casi toda referencia. En Palamos salimos a un carril bici junto al paseo marítimo, y en Sant Antoni de Calonge, en la misma playa, tenemos el sellado y comemos un par de bocatas. Nuestros compañeros de marcha desde Francia van un poco más rápido y aquí les despedimos.
Ya sólo queda la vía verde de tren de vuelta a Gerona, pista de tierra pero en muy buen estado, aunque ya con pocas fuerzas para rodar rápido, lo que se junta a la oscuridad y a algo de lluvia que nos cae a partir de Cassá de la Selva. Con ganas de llegar se cruza por fin el casco antiguo de Girona, botando por los adoquines, y entramos en la meta junto al Polideportivo de Fontajau, donde está situada la feria ciclista del Sea Otter, y nos saludan los cuatro de la organización que quedan. De recuerdo de finisher, un trozo de madera pintada, un sandwich caliente, y para el hotel que está muy cerca.
Han sido 19 h de recorrido muy duro, con un margen de tiempo mucho más justo que en una brevet, con un paisaje precioso, y con muchas ganas de repetir en plan alforjero, menos deportista y más turista, lentamente y disfrutando de cada rincón que esta vez sólo hemos podido intuir.
A continuación algunas fotos:
Camino a Olot por la vía verde
Alto de Sentigosa
Acueducto camino de Camprodon
Molló
Coll d´Ares
En Francia
Rápida bajada entre nubes
Pirineo verde francés
Nuestra pequeña grupeta
Puente de hierro sobre el Tech
De vuelta a España
Camino junto al Canal
En la playa