Rodadas. Una comunidad de cicloturismo y viajes en bicicleta
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Nuestros relatos "novelados"...

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  1. Hola a todo el mundo,

    aquí podríamos compartir relatos novelados que tengan que ver con dar pedales.
    ¿Qué os parece?

    Venga, empiezo yo...

    Publicado hace 9 años #

  2. Desde aquí puedo ver la rueda trasera y el sillín. ¡Qué bien, mi bici sigue enterita ahí en ese poste de metal!
    Ya me dicen mis vecinos que nadie se va a fijar en esa bici, al mismo tiempo que me piden perdón por llamarla hierro viejo e insignificante. Al fin y al cabo tengo que darles razón, porque sí que es un viejo hierro, y no lo pongo en duda, pero le tengo cariño como si se tratara de un amuleto que llevase al cuello desde siempre. 
    Suerte, aventuras y ninguna desventura me ha traído mi antigua yegua gris. Su tubo de acero entre mis rodillas es ya parte de mi mundo, una imagen que me acompaña con frecuencia en los repechos más duros de mis paseos solitarios.
    Estando ebrio llegaría incluso a decir que somos amigos, así que me dolería si me la robaran, si le hiciesen daño o si les extirpasen furtivamente algunos de sus órganos para transplantarlos en otra bici. Suerte tiene que muchos de ellos ya no son compatibles con los de las nuevas bicis modernas y técnicas. Además, igual ya no tiene la edad idónea para ser donante.
    Será anciana, pero mi yegua gris no tiene miedo y se mete por donde haga falta, calce las herraduras que calce. Se mete por montes, por valles fluviales, por llanura y por montaña, por tierra y por asfalto. Lo hace todo a cambio de que se respeten dos condiciones: que sea yo quien le diga adónde ir, y —por supuesto—, ¡que empuje yo!

    Hoy le he dicho que quiero subir a ese pueblo cercano y estoy descubriendo que el chirrido de la cadena puede mezclarse armoniosamente con el canto de los pájaros y que el monte que veo todos los días cambia totalmente de perspectiva si lo miro desde aquí. 
    Entre jadeo y jadeo voy subiendo poco a poco dando pedales a una velocidad que ni las tortugas, así que me da tiempo a fijarme en una casa solitaria cerca del borde de la carretera. En la fachada pone "Nuestro sueño". Pero qué lástima y qué mala suerte que justo a pocos metros un nuevo trazado de línea de tren en construcción vaya a chafárselo, un tren que con su ruido va a despertar de su sueño a quienes viven ahí. ¡Menuda pesadilla!
    El premio de subir y subir es que a cada codo cambio de panorama, de vertiente e incluso veo el mar a lo lejos.
    Cuando llegue al pueblo ahí encima me obligaré a bajarme de la bici porque quiero pararme a contemplar el paisaje desde el balcón sobre el valle. Esta vez sí lo haré, sin prisa. No quiero perdérmelo.

    Publicado hace 9 años #
  3. Bueno, yo lo que veo es que lo intentas...


    pero no le veo mucho el sentido... el fin de ello

    imagina que ya tienes, que se yo, setenta relatos como el tuyo...

    ¿y?

    en realidad a poco que te fijes ya existen en el foro esos relatos, incluso hubo quien nos propuso que realizaramos una historia entre todos y algo hicimos.

    Publicado hace 9 años #
  4. Gracias, Slow, por pasarte por el hilo y dejar tus reflexiones personales


    Publicado hace 9 años #
  5. Hola! Añado otro escrito más y espero que también vosotros empecéis a animaros y a postear los vuestros.

    Como de costumbre, el resultado no es gran cosa, pero me ha gustado escribirlo.
    Hasta luego,
    Oreja

    ---
    NUEVA CADENA, FUERA CADENAS

    Hoy debo de haber sentado cabeza, porque de repente me han salido las cuatro muelas del juicio. De tener veintiocho dientes he pasado a tener de repente treinta y dos. 
    Pero no se ha tratado de un proceso natural, y ha sido todo por intervención de un mecánico más que de un dentista.
    No os confundo más y me dejo de metáforas: el caso es que hoy he pasado de montar un 28 a montar un 32.

    Esa corona, exuberante en todo su esplendor de metal nuevo y brillante, venía cargada de esperanza; esperanza de que esos cuatros dientes más me ayudarían a poder masticar más puertos de montaña y comerme la carretera sin que se me atragantara ni posteriores indigestiones. Esa corona ha sido sin duda la estrella del día, atrayendo la mirada como oasis en el desierto.
    Dieciséis kilos pesa mi bici, y con un 22x28 la verdad es que iba justito para subir todos esos puertos que me rodean sin hacerle sufrir a la patata.

    He querido probar en cuanto he tenido posibilidad. Necesidad de adaptación la he sentido ya en el primer kilómetro de subida y no sólo a nivel muscular. Las certezas con las que había pedaleado hasta el día de hoy se me derrumbaban una a una, mientras subía y subía la montaña, por cierto, rumiando la idea del "¿Habré hecho bien en comprar este desarrollo?"
    La cadena y los piñones debía cambiarlos sin falta, y perdiéndome en el perfeccionismo obsesivo de la deliberación, engatusado por la ingeniería al servicio del consumo, antes de acudir a la tienda de bicis había intentado entender cómo habría afectado ese cambio mediante cálculos teóricos de los desarrollos y demás números.
    Ahora, en cambio, lo he probado en mis carnes; todos esos números parecen no valer ya nada mientras pedaleo afanosamente y me observo. ¿Las sensaciones que busco o que encuentro interfieren con lo que me espero de esos cálculos hechos en despacho? 
    También ha habido que lamentar que en ese trajín me he quedado huérfano de mi amado piñón del 28. Y de ahí esa duda más grande que la montaña que estoy escalando: "¿Habré hecho bien o la habré cagado?"
    No sé, no sé, del 24 me salta directo al 32, pues el salto es muy grande. ¡Entre el último y el penúltimo piñón ahora hay un verdadero barranco!

    ¡Deja ya de pensar en si has hecho una buena adquisición! ¡Déjalo ya! ¡Mira qué bonito es el valle desde aquí arriba, y déjate ya de esos pensamientos de persona caprichosa!
    ¿Acaso no quisiste tú arriesgarte? ¿Acaso no fuiste tú a quien le dio igual y frente al equívoco al final decidió decirle al mecánico: "Si al final es esto lo que hay en la tienda, pues eso es lo que voy a montar, ya que la piñonera 'progresiva' que tiene el 28 no la puedes traer"?
    ¿De qué te quejas? ¿Te parece que vas demasiado despacio, que no tienes apenas desarrollo? Pues sí, quizás tu cuadro y la llanta grande no te favorezcan en cuanto a estabilidad con esa velocidad de caracol; quizás tengas que ejercitar un poco más la cuestión del equilibrio; quizás dentro de cinco minutos ya estés acostumbrado, y asunto cerrado. ¿Por qué no piensas en las posibilidades que te abrirán esos treinta y dos dientazos? Vale... quizás si te hubieras quedado con un más comedido 30 habría sido un buen compromiso entre lo que siempre has tenido y lo que buscas, pero ¿qué prisa tienes? ¿Acaso es que te molesta ese desarrollo tan corto? Si te parece que vas marcha atrás de lo lento que vas, pues acostúmbrate o pedalea de otra manera y deja ya de ser derrotista.
    Si al final va a ser más duro todo. Si no te gusta subir con el de 32, recuerda que ya no tienes el 28 y encima "se te han caído" cuatro dientes, así que tendrás que valerte del 24, gana fuerza, haz lo que puedas, acostúmbrate, ¡pero no te quejes más, tío!

    En esa pérdida repentina del hábito de mi pedaleo no he dejado de pensar lo grande que ha sido el descubrir que esa rutina que llevaba años implantada en mí era venenosa y que necesitaba cambiar algo, algo que me hiciese renovar mi relación ciclista con el entorno. No sólo me parece que hoy tengo una nueva bici, porque la nueva transmisión anda de maravilla, también me siento diferente y no sé bien por qué.  Quizás por tan poco, y gracias a tan sólo cuatro muelas más, mi boca se ha agrandado tanto que me dan ganas de comerme el mundo. Gracias al cambio de piñón puedo volver a descubrirme, adaptarme: y aunque parezca exagerado, ésas también son cosas que te hace sentir vivo.
    Cuatro dientes más y cuatro dientes menos. Un espacio de ocho dientes entre el 32 y el 24, un abismo de sensaciones nuevas, ¡¡todo un espacio para Emocionarse!!

    Publicado hace 9 años #