Noruega. Un viaje en bicicleta.
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ojolince.
Qué paisajes de cuento y qué crónica tan emocionante! Quedamos a la espera de la continuación, el sur. Con impaciencia. (desde luego, no se puede leer este foro y conseguir que no crezca el listado de futuribles
ETAPA 2.- La
costa atlántica de Tronheim a Alesund, 3 a 10 de agosto
Siguiendo con
nuestra costumbre iniciamos la etapa quedándonos en Tronheim y disfrutando del fin
de semana en una ciudad grande (en términos Noruegos) y bonita. El domingo 4 de
agosto re-emprendemos la marcha en dirección a Kristiansund, Molde y Alesund.
Tronheim es una ciudad estudiantil y con encanto. Nos alojaremos en una residencia de estudiantes habilitada como albergue durante el verano. ¡Quién fuera estudiante de nuevo!.
La estatua está dedicada a los estudiantes. Algo muy Noruego, estatuas a gente corriente. Lo difícil es encontrar generales a caballo o próceres patrios.
Aprovechando el
domingo, la salida de la ciudad es tranquila ¡y en cuesta!, primer túnel prohibido
a bicis de nuestro recorrido y primera ascensión para superar una sucesión de
colinas que los coches recorren en minutos y que a nosotros nos cuesta horas.
El paisaje no
defrauda y entre carreteritas secundarias y caminos vecinales abandonamos la
agrupación urbana y ¡oh sorpresa!, segundo encuentro con “Elaltito” en una
gasolinera estratégicamente situada para proveernos de café (malo) y bollitos
de canela (muy ricos).
Fuera de las rutas principales recorreremos algunos de
los rincones que ahora forman parte de la galería de recuerdos predilectos del
viaje. En este tramo conoceremos los primeros grandes fiordos, pedalearemos por
la carretera atlántica, tan loada por las guías, y la isla de Midsund, una de
las mejores sorpresas por inesperada. Aprendemos a fiarnos de los mapas y de
nuestros instintos para abandonar cada vez con mayor frecuencia el recorrido “oficial”
de la eurovelo 1 y optar por rutas secundarias, en su mayor parte carentes de
tráfico y abundantes de paisajes y rincones encantadores.
Los “super” son
nuestros puntos de avituallamiento y descanso, a falta de otra cosa proveen de
café, mesas y hasta baños. No tenemos una ruta planificada más allá del día y
no sabemos si encontraremos campings o albergues pero no nos importa, el ritmo
de viaje se ha vuelto sosegado.
Hay días en que
podemos escoger camping entre los muchos que encontramos repletos de alemanes
pescando y otros en que nos invitan a plantar la tienda en el único disponible
en muchos kilómetros por el coste de las duchas (siempre de monedas).
Llegamos a
Kristiansund muy temprano y la ciudad no nos seduce lo suficiente como para
quedarnos a pasar el día, es el primer destino de turismo masivo que
encontramos en nuestro recorrido y no resistimos compartir el espacio con
cruceristas que nos miran como a bichos raros.
La salida vuelve a depararnos un
túnel prohibido a bicis y tenemos que montarnos en un autobús que para nuestra
sorpresa lleva un portabicis en la trasera. Nos bajamos a la salida del túnel pese
a la insistencia del conductor en llevarnos más lejos, ¡error! Es tarde y
estamos en medio de la nada, la carretera atlántica al frente, tardaremos casi
tres horas en encontrar un rincón donde montar la tienda.
La pescadera de Kristiansund, una estatua a otro personaje del pueblo alejado de los oropeles de la fama.
Seguimos nuestro
periplo por carreteras secundarias, la siguiente meta, Molde. Acercarse a otra
urbe, aunque sea pequeña, siempre implica más tráfico y… ¡túnel prohibido a
bicis! La ruta obliga, apenas a 10 km del punto de llegada, a desviarnos para
subir a una estación de ski y descender por el otro lado. Por suerte las
estaciones de ski Noruegas están a poca altura y con 700 m sobre el nivel del
mar solventamos el asunto.
agosto y para celebrarlo e
ncadenamos una estupidez tras otra, salimos tempranode Molde en dirección a la isla de Midsund con la intención de hacer noche
antes de llegar a Alesund, punto escogido para tener otro fin de semana de
descanso. Ante la ausencia de campin
gs, albergues u otras opciones a nuestroalcance deberíamos haber optado por montar la tienda en algún rincón
resguardado. Nos empeñamos en llegar a Alesund a como dé lugar (mea culpa, mea
culpa, mea grandísima culpa, digo mientras me golpeo el pecho entre grandes
aspavientos), esa es la primera estupidez. La segunda es leer mal el mapa y
escoger la carretera equivocada. La tercera es no darnos cuenta de la hora, son
más de las 10 de la noche y estamos en… el aeropuerto de Alesund comunicado con
la ciudad sólo por un túnel bajo el mar, ¿adivinais? Es fácil, ¡prohibido a
bicis!
Confieso que aquí
tuve uno de los momentos más bajos del viaje, por suerte Zuzu tomó las riendas
y con muestras de arrojo propias de la mujer maravillosa que es paró al único
vehículo posible para nosotros, el aerobús, por el sistema de plantarse en
medio de la carretera. Por suerte el conductor resultó un tipo encantador y sin
hacer caso a los turistas asiáticos que ocupaban los asientos procedió a
acomodarnos y hasta nos indicó donde encontrar el tan ansiado albergue.
Al menos, después de la aventura, Alesund resultó una
ciudad acogedora y bonita, una de las joyas del modernismo del norte de Europa. Aquí decidimos tomar un cambio de rumbo y nos
dirigimos en barco a la tercera etapa, la Noruega de los fiordos.
Ramon… ejem…
Noruega no es un país para bicis…
me explico.
por esos fiordos en los que pedíais a gritos un túnel, una cuesta un puente… en invierno todo eso existe:
los camiones pasan de lado a lado por el mar que se ha helado.
aún recuerdo unas bonitas fotos de cuatro metros de hielo recortado en esas carreteras.
es un país muy organizado, muy, muy muy rico, tanto como inteligente en el aprovechamiento de sus recursos naturales.
precioso, enorme, salvaje, silencioso.
más queremos más!!!
Ramon y ZuZú, como me alegro de vuestro viaje, mas si cabe estos días que yo estoy aquí, en el norte de Noruega….
Sigue contando porfi…….
ETAPA 3.- ¡Oh,
qué bonitos son los fiordos!, 11 al 19 de agosto
En Alesund después
de un fin de semana de reflexión decidimos un cambio drástico en la ruta
proyectada, puede que para no volver a oír ¿y no vais a Geiranger con lo bonito
que es? Abandonamos la eurovelo 1 para dirigirnos al fondo del fiordo más
profundo del mundo, el ya nombrado Geiranger. Además, entre los ciclo-turistas se
conoce el lugar por ser punto de partida o punto de llegada de la famosa Trollstigen,
la carretera virada y revirada en cuesta demencial que da fama y fortuna a los
ciclistas que la recorren (¡es broma!).
En busca de
nuevas perspectivas y un poquito más de descanso el recorrido entre Alesund y
Geiranger lo hicimos embarcados en un gran ferry de la compañía Hurtigruten,
naviera ya centenaria que recorre la costa y los fiordos Noruegos haciendo
escala en todas partes mientras transporta a personas, vehículos y claro está bicicletas.
En un viaje de
seis horas y como el ferry era un barco de un tamaño más que respetable,
nuestras queridas bicis viajaron en la bodega junto a vehículos de mayor lustre
e infinitamente más contaminantes, los coches.
La sorpresa nos
la llevamos una vez en destino al ver que el desembarco era con “lancha
lanzadera” y había que cruzar de un barco al otro por una pasarela de
pasajeros. No pasó nada y bicis y biciclistas cruzamos sin mayores apuros pero
con cara de susto que lamentablemente no inmortalizamos en foto ¡estábamos
demasiado ocupados en evitar que nuestras monturas acabaran en el fondo del
fiordo! La anécdota de la travesía fue descubrir dos cascos entre el entramado
de maderas que servían para atar los cabos (nótese la expresión marinera) que
aseguraban las bicis, los susodichos cascos estaban abandonados desde hacía
mucho tiempo a tenor de la capa de polvo que preservaba la pintura, una vez
rescatados del lío de maderas y cuerdas, uno de ellos sirvió para sustituir a
uno de los nuestros que había sufrido desperfectos irreparables en varias
caídas y ya no resistía más y el otro, convenientemente desempolvado y
abrillantado, volvió a su lugar en espera de algún otro ciclista necesitado.
Como curiosidad decir que los responsables de la carga ni siquiera recordaban
haber visto bicicletas atadas en ese punto de la bodega.
Geiranger es muy
bonito de eso no hay duda, o al menos eso nos contaron porque dos días y dos
noches de lluvia implacable apenas nos permitieron disfrutar del entorno, así
que salimos con el ánimo bajo y las alforjas mojadas (y la tienda, y la ropa, y
los zapatos, y…).
Xavix, no escogiste una buena estación para visitar Noruega…
Nen, tapat!
(Abrígate, chaval!)
La lluvia y sobre
todo la espesa niebla nos desanimó de la intención inicial de recorrer la Trollstigen
ya fuera en bici o en uno de los cómodos autobuses para turistas que recorren
la carretera en grupos de cientos de miles (o eso parece).
En principio la
idea era cruzar transversalmente la zona de fiordos hasta Flom y desde allí dirigirnos
a Bergen en barco para dar por terminado el recorrido ciclista, un paseo por
una de las zonas más bonitas de Noruega pensamos, ¡ilusos!
La previsión era ir hasta Songdal por la ruta más corta y
de allí a Flom cruzando un paso de montaña que evitaba el túnel prohibido a
bicis que sabíamos era la ruta más corta. No contábamos que entre Skei y
Songdal tampoco estaba permitido a bicis. La alternativa por la ruta 13 alargaba
el recorrido en más de 100 km. pero cruzaba una de las zonas más hermosas del
país a través de un paso de montaña que bordea el glaciar de Jostedalsbreen por
el extremo oeste para terminar en Balestrand, en el mismo fiordo que songdal.
Nos codeamos con el Queen Elizabeth
Aúpa Ramón, aúpa Zuzu………………… aquí me tenéis ………….he puesto unas cervezas a refrescar
¡Qué bonitas son las cuestas!
El llamado por los locales «paisaje más bonito» de la región.
(http://www.eplet.net/), un hostel
regentado por una pareja de cicloturistas que además de su simpatía personal y
excelente zumo de manzana casero ofrecen a los viajeros que llegan a su puerta
en bicicleta el lavado gratis de ropa, ¡se nota que saben lo que necesitamos!
En realidad no lo sabíamos pero al viaje en bicicleta ya le
quedaba poco, vuelta a Songdal por la única carretera disponible que discurría
entre arboledas y torrentes de montaña. A partir de allí la única ruta posible
para continuar era la nacional 5, una carretera de primer nivel en cuanto a
tráfico, sin arcenes y sin compasión para nuestras piernas, todo muy Noruego pero
demasiado para nosotros. A la altura de una población llamada kaupanger y
después de que el camión 5.000 en los últimos 20 km. nos adelantara a toda
velocidad y a muy escasa distancia, atendimos los cantos de las sirenas (ferryyyyyyyaaaayyyyyyyy…)
y confieso nuestra culpa, ¡ABANDONAMOS!
A partir de aquí, seguimos hasta Flam en ferry y aunque
recorrimos Bergen y Oslo a lomos de nuestras bicis el viaje cicloturista como
tal se terminó aquí, vencidos por los camiones.
Puede que tantas semanas de carreteras sin tráfico y la
fama de los conductores Noruegos nos derrotaran, lo cierto es que no
esperábamos tener que luchar con las dificultades de la carretera y al mismo
tiempo temer por nuestras vidas. Hasta ese momento el tráfico había sido muy
escaso o paliado por carriles bici y carreteras secundarias al acercarnos a las
ciudades grandes; de repente estábamos en medio de cientos de camiones,
emparedados entre un muro que delimitaba una carretera sin arcén y las ruedas
de unos monstruos que echan mucho humo. Demasiado para nosotros aun sabiendo
que el desvío salvador estaba a unos 30 km. En general habíamos leído cosas
buenas sobre el respeto del conductor Noruego hacia los ciclistas y en general
así es, sin embargo en nuestra experiencia cuando pisamos una carretera “sólo
para coches” la situación cambió y nos convertimos en un estorbo y una molestia
que combatir con adelantamientos suicidas (los “suicidados” éramos nosotros
claro).
De todas formas prometo terminar el relato con una 4 ETAPA,
de viajeros a turistas.
Una retirada a tiempo …. es una batalla ganada,
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