Este lunes mismo, sobre las siete de la tarde, circulo por un carril bici de Valencia. voy sin dirección alguna, simplemente circulo y pruebo una vez más la red de carriles bici valenciana. Me pierdo con frecuencia y tengo la sensación de que no me llevan a ninguna parte, tan sólo a dar vueltas y vueltas pero siempre en sentido contrario al sitio al que me gustaría ir y cuando acierto, en la siguiente bocacalle el carril gira devolviéndome al sentido contrario. Me desespero de su inutilidad.
En una de estas que tomo ya una dirección bastante correcta. Voy dirección Sant Marcel.lí a estar un ratito con mis hijas, circula tranquilito, apenas 14 o 15 kilómetros de velocidad a lo sumo en alguna recta de 50 o 60 metros. En esto el carril bici pasa por un paso de peatones (paso de cebra.... jeje) mi rueda está practicamente rozando ya el borde de las rayas blancas y por la izquierda a un par de metros del carril veo un señor bastante mayor que yo que con todo el cabreo del mundo me está señalando las rayas del paso de peatones. Pretendía que yo que ya estaba a puntito de cruzarlo frenara y esperara a que él pasase. ¡Joder, pero si estoy yo más cerca que él! Si le estoy mirando para no atropellarlo! Si soy de los que siempre va pendiente de los peatones más que de los coches!.
Total, yo cruzo y el hombre me llama a grito pelao, me insulta a grito pelao y yo decido no parar, no dar la vuelta y decirle lo injusto que estbaa resultándome todo aquello, que yo también peino canas, que yo también soy peatón las más de las veces y que en el paso de peatones no hay una valla y que no se puede cruzar por él sin más ni más, sino que también hay que mirar antes de cruzarlo. Que el paso de peatones es un lugar de coincidencia, de confluencia, no de paso esclusivo para nadie y menos no habiendo semáforo de color alguno que regule el paso. Que todo es cuestión de oportunidad y respeto.
Sigo pedaleando aún le oigo, para él seré un hijoputa atropella señores mayores, para mí él, es el renegón permanente, para mi él, es el punto que evita cualquier buena convivencia, para mi él, es el simbolo de la intolerancia que hace imposible cualquier tipo de negociación que ayude a que todo sea de todos y todos usemos lo que es de todos. Seguramente si hubiera sido su nietecito en lugar de yo, el que iba por el carril bici, la cosa hubiera resultado muy diferente... aunque le deseo a la criatura que este señor no tenga nietos... a los que pueda avergonzar con su cerrilidad.
A mí, precisamente a mí que sufro horrores cuando no tengo más remedio que subirme a la acera con la bicicleta... joder a mí precisamente me tocó el renegón permanente... ¿porqué no imponen también multas a este tipo de gente que todo lo complica tanto?