Rodadas. Una comunidad de cicloturismo y viajes en bicicleta
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Mi viaje en vaqueros y sin cuentakilómetros (Crónica-Relato)

&tarr; PUBLICIDAD (lo que paga la factura)

  1. Oh... delicioso.

    Publicado hace 9 años #
  2. [Gracias Vicent, amigo tochero! Patxigrino, seguramente coincidiremos alguna vez! Aunque me haya mudado (y lo he hecho en bici!) a ese pueblo permanezco ligado, y con bastante frecuencia subiré.
    El tiron de oreja por jugar al racaneo de luces en la noche, Ciclón, este Oreja te lo acepta! Aunque mi bici "O.R.N.I."  sea integramente reflectante, jugársela de esa manera es una inconsciencia imperdonable! --Hay fotos de O.R.N.I. en un hilo titulado "Voy a pegar tiras reflectantes en el cuadro: tengo dudas"-- ]
    [...y con cuentagotas el relato sigue...]
    Hola de nuevo!

    Cómo estás, hijo? El otro día me pareció intuir que ahondar en todos esos detalles del viaje no te interesaba. Por tu cara de compromiso entendí también que la forma más adecuada de transmitirte la esencia del viaje no era la de contarte todo como una sucesión de hechos del día a día. Tal vez eso de recordar minuciosamente todos los hechos hasta el más pequeño, pueda tener algún valor para mí… pero para ti muy poco. No te quiero aburrir!

    Fíjate que ya han pasados varios días desde mi llegada a Segorbe y el vivir mi cotidianidad  --por muy nueva y diferente que sea—me ha hecho volver a la normalidad. En fin… el subidón de la hazaña se me ha pasado, los recuerdos de la aventura comienzan a disiparse y me hace falta incluso echarle un ojo a un mapa para recordar muchas de las cosas que pasaron. Si a ese olvido y a ese desinfle le añadimos además que nos vimos hace muy pocos días… el resultado va a ser que a partir de ahora seré más conciso. Perdóname si vuelvo a escribir incluso sobre cosas que ya te conté, pero ya sabes que me gusta hacerme el exagerado y que por escrito suelo exaltar las cosas y exagerarlas. Si te digo la verdad, noto que tiendo a encontrarle más el lado poético a las cosas si las escribo y acaba siendo otra manera bien distinta de contarte todo eso; en el lapso de tiempo entre el pensamiento y el puño que corre sobre esa raya aún virgen, en ese breve lapso nace la poesía, gestada a todo correr, y a todo correr injertada sobre la base de mi pensamiento racional. Seguro que por escrito te suena todo mucho más pedante, lo sé, pero al final quizás nos divirtamos tu y yo; tu leyendo las locuras de tu padre, y yo escribiendo con ese estilo romántico y exaltado que acaba magnificando los hechos más banales.

    Por otro lado y ante todo, me gustaría que guardases esta correspondencia para tener en tu poder algo íntimo mío (mis pensamientos al desnudo). Esta correspondencia es todo un documento para el futuro. El día que vuelvas a encontrarla, ahí, polvorienta y olvidada… ese día, seguro que la tinta de mis cartas te arrancará --cuando menos-- una sonrisa!

    En mi última te comenté que había llegado a Lodosa, pero como te acabo de decir, ya no voy a contarte más el viaje de forma lineal. Ya no quiero contarte todo como si yo fuera la flecha de un GPS que no se despega del mapa de principio a fin. No!


    En Lodosa hice una parada, apoyé mi vieja “yegua gris”… compré una barra de pan que se había quedado huérfana y solitaria en una estantería, y mientras me preparaba un bocata, disfrutaba de la chispa de los cacahuetes y de la sal que los recubría (Tonto de mí! De las congelaciones que sufrí en Urbasa, tenía los labios como si le hubiesen pasado un arado por encima, de los secos y partidos que se me habían quedado. Y los surcos se convirtieron en cañones; la chispa en dolor; la glotonería en costras y arrepentimiento. Qué dolor unas horas después!) En ese pueblo le pregunté a un anciano que montaba un ciclomotor a ver por dónde tenía que tirar para ir a Arnedo. Me contestó muy amablemente ese abuelete, y el intervalo entre el rojo y la luz verde del semáforo nos dio tiempo para entablar conversación. Él «hacía eso en bici muchas veces» porque «su suegro era de ahí» pero «se había muerto». Me di cuenta de que debí de tocar alguna tecla sensible en el teclado de su vida. Con el casco de protección integral que llevaba, los ojos eran el único punto de contacto, y ya sabes que dicen que los ojos son el espejo del alma.
    El Ebro en Lodosa estaba desbordado, normalmente desbordado. Bancos y papeleras anfibios nadaban, afloraban y se volvían a sumergir bajo las aguas abundantes de un río incontinente que llevaba días bebiendo lluvia y que imperiosamente debía mear y meó. No sé por qué  --pero tal vez porque en realidad no era la primera vez que veía ese río desbordado y a punto de un ataque de nervios--, todo me parecía normal.

    Unos kilómetros más allá, en cambio, la normalidad se tambaleó y descubrí por qué se dice eso de “quedarse boquiabierto”. Centenares de pájaros bandeaban delante de mis ojos de un cultivo a otro, de un lado a otro de la carretera. Una nube negra de pajaros que danzaban en armonía delante de mí, mientras por la maravilla no podía dejar de dejar caer la mandíbula. Un muro de pájaros al que había que atravesar sin miedo y que atravesé sin miedo y boquiabierto, descubriendo que su cortesía me abría paso y que su pujanza acabó escoltándome durante casi un minuto. Te lo crees? No podía cerrar la boca!! Si de lo que acabo de llamar “nube negra de pájaros” hubiera caído alguna gota de “lluvia”, habría sido sin duda lluvia ácida, tan ácida como su caca. Y con ese mentón colgando no quiero ni pensar a la inevitable ley de Murphy!

    Escucha, ya ves que no doy pie con bola: te sigo escribiendo mañana, que ahora me voy a dormir… Me estoy muriendo de sueño… Hasta mañana…

    Publicado hace 9 años #


  3. Gandulus maximus. Vires et Iniuriam acquirit eundo.
    Publicado hace 9 años #
  4. Jajaja, cuando le pongas luces a tu ORNI ni siquiera se verán.
    Sigue, sigue, que te escuchamos.

    Publicado hace 9 años #

  5. [Hola! Aquí va otro trocito recién horneado...]




    Perdona pero tan sólo he encontrado este boli rojo. He buscado el negro con el que te estuve escribiendo anoche pero debe de haberme caído no sé dónde y no lo veo. Escribirte con esta alarmante tinta roja algo sereno y calmado no mola y sería casi una paradoja, así que para darte sangrecilla, te contaré batallitas.
    Una gran batalla la libré justo en tierra de nadie entre La Rioja y un trozo de Soria. Las tierras de nadie a menudo son servidas por carreteras de nadie, en donde ni el uno ni el otro hacen esfuerzos por cuidarlas. Una carretera de nadie por la que no pasa nadie: esta es la sensación que me dio al dejar atrás el último pueblo riojano llamado Aguilar del Río Alhama.
    Te lo cuento como lo viví esa noche, o sea que ponte en situación...



    La calzada se estrecha y el firme ya no es lo que era. Otra vez subida, subida y subida. Una vez más me bajo y empiezo a empujar, y venga y venga para arriba. Ráfagas de viento me hacen agachar como un fóbico social o un tímido patológico que intenta a toda costa esconderse del mundo. Curvado y empequeñecido por la inmensidad de la naturaleza y su fuerza aplastante, casi casi me rindo cabizbajo ante el cansancio, pero perdido y alienado el único recurso que me llega a salvar es la constancia (y la concentración). Aquí es todo oscuro; montañas sin luz, montañas oscuras en la oscuridad macabra de una noche turbiamente encapotada. Nada a mi alrededor, sólo la ferviente ilusión de que a la siguiente curva pare el viento. La lluvia ni me molesta ya. Pero paso tras paso llego siempre a la siguiente curva, pero nunca acabo de encontrar reparo y sosiego; nunca para de soplar y de poner a prueba mi tesón. ¡Situación rara ahora que serán más o menos las seis! Por la tierra de nadie no pasa nadie: sólo un par de focos de un coche que sólo es un coche. Debe de haber personas ahí dentro pero lo que veo son sólo dos focos fantasma que se esconden y vuelven a aparecer caprichosamente. No puede ser que esta noche inhóspita haya alguien más en esta tierra de nadie. Por un momento dudo incluso de que ese coche no vaya a tener malas ideas para conmigo. Estoy casi en trance, pero sigo caminando, agotado. De vez en cuando me monto y pedaleo… No sé qué hora es ni cuántos kilómetros he hecho o estoy subiendo. No he llevado en este viaje el cuentakilómetros porque no me interesaba. Sólo tengo una idea vaga de que de ahí a tres cientos cincuenta kilómetros me espera una nueva vida, nuevas gentes, nuevas relaciones… e incluso un nuevo yo, o más bien un viejo yo reencontrado y renacido. Más allá de este antiguo y desmoronado quitamiedos de cemento debe de haber un precipicio, y el viento caótico no me da tregua. No puedo permitirme resbalar sobre las piedrecillas del este viejo firme abandonado”.


    Ahora que lo pienso, fue la falta de luz artificial lo que me lanzó a ese negro abismo de incertezas. Ni una antena con su bombilla roja, nada de reflejos y reverberos de contaminación lumínica, referencia ninguna.


    Misterio. Soledad, y un espacio-tiempo alterado, percepciones alteradas, sueño alterado, y una alterada estima de mis capacidades (esta vez al alza) que me permite sobrevivir a la tormenta y seguir adelante. Parece que estoy subiendo al Olimpo. Nadie me espera ahí y ahí no conozco a nadie. En realidad hay un dios que me suena, un tal Morfeo, quien constantemente se me presenta a cada codo del paisaje y con insistencia, mientras subo y subo. No paro de preguntarle cuánto falta para coronar este olimpo, cada vez que tengo la sorpresa de que la subida no se acaba, pero al mismo tiempo, siempre que lo interpelo me entra el sueño”.


    La verdad, hijo, es que dormí muy poco esa noche. Juraría que el día siguiente cuatro o cinco personas juraron haber visto al “chico de la curva” meando a pie de una bici cargada. Casi toda la noche pedaleando estuve, con un par de paradas a salto de mata. Una cabezadita bajo un olivo, acostado sobre la tierra, tirado sin esterillas ni colchonetas, hasta el brusco y frio despertar repentino. Nunca de noche había dormido al contacto con la tierra desnuda. Algo de pedaleo para entrar en calor y a la media hora vuelta a tumbarme sobre un par de rígidas tablas de un banco público que hicieron las veces de los brazos de Morfeo. Si no era el frío o la llovizna, el campanario fue quien me espabiló y es así que decidí, en esa enésima humeda y fría noche, seguir pedaleando, hasta perderme en el subconsciente de esa misteriosa tierra de nadie.



    […continuará…;-) ]



     

    Publicado hace 9 años #
  6. Impresionante esta ultima entrega, Oreja.
    Muy bien narrado. Chapeau.

    Publicado hace 9 años #
  7. Aissss Oreja compañero... anda, sigue sigue...

    Publicado hace 9 años #
  8. €[hasta perderme en el subconsciente de esta misteriosa tierra de nadie.] La certeza de que el mundo sigue girando y con lo cual dentro de poco se hara' de dia, me ayuda a seguir pedaleando. Con las primeras luces del alba la llovizna persistente se desvanece, y mis sentidos empiezan a descender al mundo terrenal. Las distancias ahora son medibles, el misterio se resuelve, y aquellas siluetas oscuras de anoche son ahora suaves monta~as pedregosas; infinitas vistas panoramicas que aun de dia siguen confundiendome... pues a los arboles y rocas no les encuentro un tama~o: seran grandes y lejanos, o cercanos y peque~os?? Ahí abajo una garganta por la que seguro que pasa un rio; aqui' arriba, en cambio, un panel de esos que a uno le hace recordar que la civilizacion sigue presente y no muy lejos, e incluso que el mundo fisico sigue y seguira' fragmentado y fragmentandose en peque~os submundos politicos, administrativos y burocraticos en definitiva. Empieza Castilla y Leon, terminando en ese punto La Rioja; un enorme cartel me lo dice/grita, enorme para lo diminuta que es esta carreterilla de nadie. Me gusta (y me conviene) pensar que este limite administrativo coincida con una suerte de frontera geografica y que de a la siguiente curva empezara' la bajada.

    Observando terrazas de tierra abandonadas, imaginando el rio por la fertil garganta me paro; me planto y suelto una meada de esas que mientras te vacia la vejiga te llena los ojos de paisajes. Esas meadas son siempre las mas placenteras, y lentas quizas; la misma postura vale para observar la amplitud del panorama como para echar una libre meada al aire.
    Acto seguido, una cuneta de cemento se convierte en mi cuartel general para la logistica del cambio de ropa. Esta ma~ana no va a ver medias estaciones ni estaciones a medias: paso del frio al calor en cuestion de minutos. Paso por la muda de rigor, el acostumbrado estrujamiento de calcetines humedos, y por el despojarme rapidamente de las capas superfluas que me estan ahogando. 
    El paisaje sigue igual y veo que me toca subir mas cuesta. Mientras el asfalto corre muy lentamente bajo mis pedales chirriantes, se me pone al lado una furgoneta, y con una sonrisa el conductor me propone subir. Le digo que si', y gracias a eso el dia de hoy sera' lleno de experiencias inesperadas; buenas experiencias que me habria perdido si hubiera rechazado la invitacion.


    [...Hasta la proxima, Oreja ...]

    Publicado hace 9 años #
  9. Oreja 

    Me tienes enganchao, sigue sigue...

    Publicado hace 9 años #
  10. [Hola de nuevo! Ahí va otra parrafada más! La tenía en papel y ahora he podido copiarla. Un saludo , Oreja]



     


    No quiero transmitirte la idea de que el viaje o el viajar son sólo sinónimos de movimiento. Los viajes están hechos también de momentos de parón en los que --de todas formas--, aunque el cuerpo no viaje, la parte más espiritual sí lo hace. Luego volveré sobre este tema.
    De momento déjate decir que estas batallitas de las que te he hablado y hablaré... me refiero a todas esas luchas contra el frío o la lluvia, son sólo parte del viaje y de la eperiencia. No todo es "luchar en contra de", evidentemente! En esas circunstancias hostiles en las que hay que apechugar, el viaje se vuelve interior, la batalla es interior, y es una guerra en los que los únicos enemigos a vencer son tus miedos y sabotajes. Diría, por decir, que viajando puedes viajar de dos formas, o esquivando tus miedos, o dirigiéndote directamente hacia ellos, escalar enérgicamente sus montañas, y una vez ahí arriba en su cúspide, subyugarlos de una vez para siempre.
    Pero vuelvo a ello: reducir el viaje a las luchas internas sería como decir que viajar es mera terapia. Evidentemente no se trata sólo de eso, sino que el viajar es toda una ocasión para abrirse positivamente al mundo. Y a eso me refiero cuando hablo de que es el alma quien viaja. El mundo, la vida, la naturaleza, los amigos, los desconocidos, las experiencias por vivir, la sorpresa... todo eso es puro material que puedes llegar a acumular en un par de alforjas durante un viaje.
    Ahora que me dices que algún día querrás irte de viaje en bici conmigo, te adelanto que viajar en bicicleta es vivir intensamente, es mirar intensamente, es ir casi siempre hacia adelante y muy pocas veces para atras. Cada viaje en bici puede convertirse en un ritual en el que entras de una manera y sales de otra. Un viaje en bicicleta puede sacar lo mejor de ti, te hace disfrutar de la aventura, de la luminosidad de los cielos, de los olores del campo o del ajetreo de una ciudad. Millones de experiencias y combinaciones...puestas de sol, amaneceres, o cosas sencillas como el sugerente mostrador de una pastelería o el variopinto de una frutería en la que entres hambriento. Sin duda, además, se disfruta y mucho cuando uno mismo se lo curra todo, empezando por el hecho de desplazarte a golpe de pedal y no de talonario ni de gasolina.


    Volviendo al tema del viaje fuera del sillín, en este viaje ha habido tiempos para las paradasy los parones, pero sobre todo espacio para las personas, las relaciones; espacios y tiempos de experiecias, aquéllos, en que el viaje dejaba de proseguir hacia adelante y el motu empezaba a ser hacia "arriba", por meterle una metáfora un poco espiritual y un poco cursi a la vez. Sin dudas ha habido momentos enriquecedores... tal fue la experiencia del reencuentro con Roberto en Estella después de más de dos años, o la mañana pasada con Marcos y su vitalidad, o el inolvidable día pasado junto a Javi, sin dejar de lado la mañana en la que Ángela vino a recogerme unos kilometrillos antes de que yo llegara a su casa.
    La Constante de todos esos encuentros fue el dejar que fluyesen las relaciones, redescubriendo el aletargado arte del encuentro.
    ¿Ves como la superación de la timidez siempre da resultados?
    Sí como palabra, sí como respuesta, sí como actitud, sí como grito: ¡¡SÍ!! Decir que sí es como abrir una puerta; ¡es vivir! Si en ese puerto soriano hubiese dicho que no a la invitación de Marcos, me habría perdido una más que interesante charla con él, me habría perdido el poder tocar la batería en un bar cerrado mientras sobre mi ritmo él improvisaba su hip-hop. Si hubiese rechazado esa invitación de montarme en su furgo, tampoco habría sabido nada acerca de la naturaleza de los vientos que me habían sacudido esa madrugada, y que él me explicó. Aceptando la mano tendida que me tendió, pasé una muy buena mañana, conocí a un tipo muy interesante, ingenioso y activo, e incluso me sorprendí cuando vi que, si me lanzaba al vacio, no se me hacía tan difícil rapear en rima en esta rica y preciosa lengua que aprendí de mayor cuando me mudé.


    Ahora que te he soltado todo este rollo, falta tan sólo la moraleja... ¿Ves ahora que cicloviajar no es sólo sinónimo de moverse montados en una bici?
    De esas batallitas en solitario contra vientos, nieve, sueño y temores seguro que he aprendido, pero es con esos encuentros con lo que me quedo. ¡Menudos encuentros!
    La fiebre del hazaña se te pasa en pocos días, pero las amistades y las relaciones se quedan, y muchas veces para siempre en la memoria. Ya sabes lo propenso que soy en mitificar los acontecimientos.
    Soy un sentimental, lo sé: ya me conoces.
    Y yo a ti, querido.




    [...hasta la próxima, foro...]

    Publicado hace 8 años #
  11. Umm... gracias.

    Publicado hace 8 años #
  12.  Soy nuevo en este foro, me agrada mucho el clima literario y de viajeros que se respira aqui, espero algún momento poder narrarles un viaje en bici ... 

    Publicado hace 8 años #
  13. Hola Sir Khan .  

    creo que sería mejor que abrieras tu propio hilo para presentarte, pasarías menos desapercibido.

    De todas formas bienvenido
    Saludos desde Almàssera

    Publicado hace 8 años #
  14. Encantador tu relato oreja.


    Te leo escribir sobre esas carreteras que tan bien conozco y... disfruto imaginandote en esos paisajes.

    Publicado hace 8 años #
  15. €[gracias Zeque, Vicent, Quin y Khan Bat! Bienvenido!]



    Hola,
    Como estas? Yo bien por aqui' y espero que tu' tambien. Esta es la ultima carta que te envío en un sobre. Por un lado, la verdad es que poco mas me falta por contarte del viaje; por otro, el rollo este de que tu' me escribas por mail y yo en papel veo que no fluye. Ademas, quiero dejar de jugar a la maquina del tiempo: escribirte cartas en papel creyendo que algun dia te las vayas a encontrar por sorpresa es una fantasia, y con lo que he escrito me doy por satisfecho.
    Mas probable es que mis cartas se te pierdan en algun traslado o que' se' yo, pero si se da el caso y la maquina del tiempo arranca y funciona, entonces ya te imagino mirando la fecha del encabezado...a lo mejor calculando la edad que tenias, y sonriendo frente a la locura de tu padre que hace una mudanza en bici y te lo cuenta contento y orgulloso. Estoy seguro de que apreciara's que te haya escrito con esta franqueza.
    Me preguntabas sobre lo que me ha gustado mas? No se'! Podria decirte que me ha gustado pedalear con la luz de la luna llena, me ha gustado la imagen magica de unas paredes de roca iluminadas en Arnedo, unas almenas en Daroca, o el ver el monte Jurre desde tres caras teniendolo ahí' de referencia a mi paso por Estella. Me ha gustado llegar en bici a un area de servicio en la que a menudo he parado en autobus. Me ha encantado compartir un dia de pedaleo y aventurillas con Javi...o yo que' se'?...la sorpesa de toparme con un molino de viento en un pueblo perdido, los primeros copos de nieve en Urbasa. Y he disfrutado de poder viajar en solitario, adaptandome ante todo lo que se me iba presentando, tirando al fin y al cabo de imaginacion. Ya sabes que he disfrutado de vencerle la partida a las inclemencias el tiempo, pero aun no te he dicho que sobre todo he disfrutado de lograr estar muy a gusto conmigo mismo. En paz conmigo mismo, encontrando en mi' mismo un compa~nero de viaje de la hostia!!

    Te Quiero,
    el Aita

    P.S.: cuando te animes nos pegamos un viajecillo los dos!!

    P.P.S.: ah, una cosa... el libro ese ya lo he terminado de leer! 


    ***

    [Y aqui' termina este relato-cronica! Espero que os haya gustado! Al final he perdido fuelle; incluso los acontecimientos los he ido olvidando con el paso de las semanas, y por otro lado ha ido a menos esa "necesidad" de escribir sobre este viaje-mudanza. Nos vemos por aqui'! Un abrazo, Oreja

    Publicado hace 8 años #
  16. Fantástico Oreja, maravilloso y ahora... vida nueva!

    Publicado hace 8 años #
  17. Muy bueno Oreja, hasta el final es bueno aunque nos deje con ganas de más.


    Saludos

    Publicado hace 8 años #
  18. Muy bien Oreja
    felicidades!!!!
    Gracias.

    Publicado hace 8 años #
  19. Hombre!! Slow!! Yo tambien de disfrutado mucho con tus escritos, incluso con aquellos que me resultaban mas enigmaticos, y de los vuestros, Vicent y Soul!! Esta vez me ha tocado a mi' soltarme la melena. Como lector no veo la hora de volver a leer algo vuestro, Soul, Vicent y Slow, o --por ejemplo-- nuevas entradas de Angel Pasos, Irene, Sargantana, Paco Vagamundo y todos los demas foreras y f oreros que nos hacen realmente so~nar con sus escritos!!

    Hasta la proxima!!

    Publicado hace 8 años #
  20. Gracias  Oreja ha estado ¡¡¡genial!!!!
    Saludos

    Publicado hace 8 años #
  21. Gracias, Zeque!!
    ***

    He recopilado todas las entregas y las he puesto todas juntas en una misma entrada. No he tocado casi nada del original, tan sólo tres o cuatro retoques. Me he limitado a ponerle las tildes y todo lo que el teclado del móvil no me permitía hacer. Si no lo habías leído u os apetece volver a leerlo todo de seguido y sin interrupciones, ahí va el relato-crónica de mi viaje en vaqueros y sin cuentakilómetros....  

    [ edito y añado luego: Sin crearos demasiadas expectativas, hace poco transplanté de mi antigua web (ahora cerrada) un relato de un viaje que hice hace casi tres años, por si queréis leer algún otro escrito parecido a este. Son unos capítulos que narran las vivencias de tres días de viaje de entre Irun y la ciudad costera de Royan ahí por el atlántico francés. Ese relato, que pretendía en principio ser una novela, se quedó sin terminar. Sus contenidos son siempre autobiográficos e introspectivos, como en este de aquí de "En vaqueros..." Lo que no me accaba de gustar de aquel es ese estilo, que pese a desnatarlo, queda siempre un poco grasiento, un poco pesado y 'rebuscado' para mis gustos. Pero no soy un escritor, ni pretendo serlo, así que más allá de esta autocrítica estoy satisfecho de lo que aquella vez me salió. Se encuentra a partir de la mitad de este hilo del foro. Saludos! ] 


    Publicado hace 8 años #
  22. MI VIAJE EN VAQUEROS Y SIN CUENTAKILÓMETROS

    [Todas las entregas anteriores en una misma entrada]


    Hola querido:
    Tengo muchas ganas de contarte como ha ido el viaje, y todas esas cosas que pasan cuando se sale de lo cotidiano.
    Como ya habrás visto por el matasellos, ya he llegado. Todo es fantástico aquí, me estoy divirtiendo muchísimo, y parece ser que he encontrado ese cambio de aires, de cielo y de tierra que desde hace tiempo buscaba. Me vendrá bien, ya verás. Verme mas satisfecho y libre de frustraciones innecesarias sera una alegria tambien para ti.
    Una nueva vida necesitaba un ritual de paso, una aventura épica y lírica al mismo tiempo. Necesitaba yo sentir que el cambio era algo que me estaba ganando, y ¡qué mejor forma que alcanzando mi meta a golpe de pedal?
    No ha sido una locura, porque estoy y estuve cuerdo durante ese desplazamiento en bici. La lluvia y las heladas no me lo pusieron fácil, pero las ganas de llegar eran tremendas, tremenda la ilusión.
    El otro día, por teléfono, te conté algo mientras estaba en ruta, pero hoy te voy a relatar todos los pormenores de este viaje en bici... y espero no aburrirte. (Si no llegas a leerlo todo, por lo menos fijate en el final, que hay una notita para ti!)
    Me gusta imaginar que cuando dentro de unos años vuelvas a leer esta carta, puedas entender mucho mas. Que tal vez me llegues a entender a mí, e incluso a ti mismo, si es que seras de una pasta parecida a la mia, jajaja.
    Esta semana subiré en bus para que nos veamos, así que mañana mismo te enviaré esta carta para que llegue antes que yo... si no qué poca gracia tendria, ¿¿no??
    Venga, te cuento...

    "A lo loco, salgo a lo loco. Nada más terminar mi última jornada de trabajo me voy a casa a por la bici que estaba casi lista para salir. Una llamada de una amiga que necesitaba hablar me descoloca los tiempos, así que acabo perdiendo incluso el ultimo Cercanias de la noche y es una pena no poderme valer del tren para rascar unos cuantos kilometrillos de comodidad. Sorprendentemente, me da igual y tiro de flexibilidad.
    La lluvia, claro que me molesta en esos momentos! Pero pienso siempre que la especie humana se habria extinguido si le hubiera tenido miedo a la lluvia, ¿no? Pienso eso con chuleria, sin embargo, cuando el impermeable se satura y empiezo a calarme los brazos, esa fanfarroneria se convierte en un "¡¡Me cago en la put..!!".
    Sobre las once de la noche alcanzo el carril-bici que llega a Beasain y poco a poco subo por él, notando que la visera del gorro me protege de esa insistente llovizna y de sus chispazos. Debajo de la visera estan mis ojos y la mirada determinada que tengo esta noche. Detrás de esta mirada hay una sensacion de liberacion y libertad.
    Lo que se elige deliberando segun el albedrio propio se disfruta mas, sin duda.
    Y asi pedaleo yo esta noche: con la sensacion de escoger el camino, de dirigir mi vida.
    Recuerda esta reflexion: "Si no decides tu por ti, otros lo haran!".
    Bajo esta lluvia constante e insistente, siento como la ropa se me va mojando, asi que la cueva en donde guarecerme es un restaurante de kebabs, iluminado, seco, calentito y sugerente.
    En un castellano chapurreado, el chico de la barra me invita a meter la bici dentro del local, pero este no será el único detalle por su parte, ya que también intentará localizar al principal para dejarme dormir ahí. Probablemente le habria aceptado la hospitalidad con gusto, porque estoy muy abierto al devenir de las situaciones. Por otro lado, es cierto tambien que yo quiero tirar pa' allá y no me altera ni el tener la ropa humeda. Nada me altera en este traslado en bici. No veo la hora de llegar, y esta vez es esta la motivacion de este que no me atreveria casi a llamarlo "viaje en bici".
    Nada me altera y pedaleo. Pedaleo y pedaleo. De noche se despiertan todas las voces chirriantes de mi vieja bici. Todas las partes mecánicas recitan su letanía, se quejan de lo poco que las cuido. Pero, no obstante sea un lamento continuo, los chirridos me hacen compañia en esta fría noche de lluvias. Estoy solo. Estoy algo destemplado. Pero el instinto me dice hoy que esta noche no me voy a extinguir!"



    ********


     


    Por fin he entendido que este leve crujido no tiene que ver con la rueda frenada, sino que se trata del roce que produce este pantalón plástico al ritmo de mi pedaleo... y de mi cansancio.
    Poco a poco sigo avanzando, pixkanaka pixkanaka, poquet a poquet, kilómetro tras kilómetro.
    Como el cohete que en el espacio va soltando uno tras otro el lastre de los depositos vacíos, mi bici va abandonando puntos de referencia. Por ejemplo, el carril-bici que sube paralelo a la carretera, ni lo cojo! Y es la primera referencia que cae. Lo conozco de memoria y lo tengo bien estudiado, incluso lo vi mientras lo construian. Ni que decir tene que lamentablemente no está pensado para e uso de un ciclista cansado, ni de un cicloviajero cargado o de alguien que no quiera cansarse inutilmente: como la mayoria de las veces pasa, se diseñó y ejecutó a posteriori, después de que se hiciera la carretera, por lo que este está relegado a ocupar el espacio que queda, prácticamente un hueco que muy pocas veces es realmente funcional y útil para para el propósito real. Vamos, con esto quiero decirte que ese 'bidegorri' [carril-bici] es menos plano que la carretera contigua: una paradoja equidistante entre la facilidad que tiene el vehiculo motorizado y la ulterior dificultad en la que se ve envuelto quien en lugar de "gasolina y caballos de potencia" tiene "agua y deseos de resistencia".
    Perdóname esta chapa pero es justo lo que siempre pienso al pasar por aquí. Me deje' engañar tan solo la primera vez!!
    Decido pues ir por carretera... Idiazabal, Segura, Zegama... silencio, asfalto rugoso, lluvia, iglesias románicas iluminadas, siluetas de montanas, oscuridad, humedad... y --¿cómo no?-- la enésima patrulla de Ertzainas que deambula por las carreteras desiertas, sedienta de preguntar a los cicloviajeros que mean en el arcen si todo les va bien.
    "Si', todo O.K.! (Pero mejor ocultarles que en realidad estoy casi K.O., jaja)
    Subida, subida, siempre subida. La cadena chirría, y lo hace cada vez más lentamente. Los pantalones ya no rozan con la frecuencia de antes. Vamos, que me ha llegado la hora de apearme y empujar. ¡Qué sueño y qué cansancio! ¡¡Manda huevos!! Partir justo tras ocho horas de trabajo agotador.
    Una marquesina de autobus es mi suite esta noche... ¿cuánto habré dormido? ¿Unos veinte minutos tumbado? ¿Una hora?
    ¡La verdad es que ni lo sé!



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    Antes de seguir contándote batallitas, hijo mío, ¡quiero que sepas que la fuerza del amor es la que mueve el mundo! Es así cómo lo creo yo, y siento el deber de inculcarte esta idea. El amor es algo constructivo, edificante... una verdadera bomba o mejor dicho el alimento en la vida de una persona. Ante mis ojos tu despuntas entre la multitud. Tu entusiasmo y goce es llamativo. Destacas, hijo mio. Mantente así, aguanta el tirón de la adolescencia y canaliza tus energías hacia algo positivo. Habla o escríbeme cuando lo necesites, o cuando lo desees! Yo siempre estaré para atender tu llamada, para explicarte lo que quieras desde una perspectiva ecuánime. No dejaré de contribuir a tu educación, como hasta ahora he hecho, hijo mio. Eres una joya que no merece que se oxide. Eres la joya que no quiero que se me escape de las manos. Te quiero!!!
    El Amor lo es todo, se manifieste en una relacion paterno-filial como de pareja. Me lo he montado como para seguir viéndote como cuando viviamos en el mismo pueblo pero en dos casas distintas. La única diferencia es que ahora me desplazaré para ir a verte, y que --como ya sabes--, paralelamente estoy planificando una nueva vida.
    No te extrañe que sea capaz de coger una bici, inflarle las ruedas y sin mucha historia mudarme con cuatro cosas en las alforjas. Al fin y al cabo soy un exaltado, alguien cuyo furor adolescencial no lo ha perdido aún. Pregúntate por qué mi instrumento fue la batería, preguntate por qué dediqué mi juventud a la sagralidad del teatro y tal vez encontrarás la respuesta a por qué hoy en dia soy muy dado a hacer locuras e este tipo.
    Venga, hijo, me dejo de rollos y te sigo contando lo del viaje...


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    Ya sabes que no soy un superhéroe ni me veo nunca como un machomán. Subir este puerto me va a costar, y la motivación ideal de que donde voy a estar es donde quiero estar, o sea con la mujer que amo, esa motivacion está bien, pero es demasiado vaga en este momento en que podria flaquear. Tiro de mi garra, la que cuando seas mayor te explicaré que es pura rabia domesticada y puesta al servicio del flujo positivo. No es el caso de escarbar en este momento en lo que fue mi infancia. Hoy me ves mas dócil, pero hubo un tiempo en el que fui un bestia. Destilé la rabia y la transformé en garra. Los que estan fuera del circulo no saben nada de este juego de alquimista. De rabia a garra. De rabia a tesón. De frustracion a revancha. ¿Ves el sentido? ¿Ves hacia dónde se canaliza?
    Empujando a pulso la bici cargada hasta coronar acompañado de un sentido de aventura y de sentimientos de determinacion y de no abandono. Adelante. Adelante. Adelante, ¡¡la hostia!!
    La rabia se exorciza en esta aventura solitaria a golpe de pedal. Así que imagíname con los ojos concentrados y con la mirada enérgica de quien parece estar jugándose el todo por el todo bajo la lluvia persistente. Más allá de esto lo que me mueve es el Amor que siento por esa mujer a la que quiero alcanzar. De eso ya te he hablado y sabes lo fantástica que es para mí. ¡No hay palabras!
    Hacer esto, estar aqui sí que es raro, poco comun tal vez, pero no deberia parecer tan extraño. Me siento vivo, he de apañarmelas con lo que tengo, luchar para que los pies no se me congelen esta noche. Eso es todo.
    Y cuando corono el puerto, la ingrata sorpresa de que el bar está cerrado por vacaciones.
    Dentro de diez minutos se hará de dia. Y el dia sigue lluvioso.



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    Por fin luz, por fin el mundo se despierta y se me abre ante los ojos. Bajo entre paredes de arboles mientras el cielo se aclara y pronto me toca entrar en Navarra, directo a Altsasu. De verdad ahora me parece todo mas ancho.
    Todavía estoy en el País Vasco cuando se pone a mi lado una patrulla --una más!-- de Ertzainas:


    --Ponte las luces, que no se te ve. No te he visto aqui en el cruce!


    "Claro que no me has visto, jaja" --pienso yo--. "Ese Stop casi te lo saltas, 'pillín', y tampoco has hecho mucho esfuerzo por mirar a tu derecha!" --Eso es lo que le diría si fueramos amigos, porque yo sí que lo he visto todo!


    --Aunque lleves ese chaleco, no se te ve!


    "Bueno, bueno... si es precisamente en estas horas de luz tenue cuando resalta la fluorescencia de los chalecos! Qué me estás contando?" --La acabo de apagar. Viniendo de la oscuridad esto me parece el paraiso --le contesto--. (Y de verdad me parecia todo tan luminoso!)


    --Es porque tus ojos se han acostumbrado! Mantenlas un rato más, vale?


    No me queda otra que encenderlas.


    --Dónde vas?


    --Si os lo digo, a lo mejor me tomais por loco. Me voy a Segorbe, cerca de Valencia --y le suelto el bombazo...--: me estoy MUDANDO EN BICI!!!


    De repente se ablandan, me sonrien, les digo que "por Amor" y con eso se deshacen. Saludos efusivos por ambas partes.
    Pero tengo que mantener las luces encendidas, porque me da que van a volver porque un kilómetro mas allá se les acaba la jurisdicción. Si a veces ni siquiera de noche las enciendo. Con luz y de dia, menudo sacrilegio!!
    Estoy dando pedales por una antigua nacional ahora en desuso y casi desertica, y cada vez que paso por aquí me da por ir a plato. Engrano y a toda leche! La euforia me dura dos intensos minutos de todas formas, porque si no me lo tomo con calma me voy a morir en el siguiente puerto que me espera de aquí a diez kilometros: Urbasa! No he dormido apenas y...
    La luz se habia llevado la llovizna, pero aquí en Altsasu el xirimiri sigue siendo el dueño del despertar y de las breves y futiles conversaciones "de ascensor".
    Busco y encuentro una panaderia: ...colacao! Napo de choco! Bolsa de papas! Un sobre de cacahuetes y un bocadillo sin fin!! Sentado y observando el día a día y el humor de quienes entran a comprar.
    Aquí dentro el más extraño soy yo. Si supieran!
    Ahí fuera mi bici me espera.



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    Bueno, hijo, qué me importa lo que me haya tomado en esa panadería, si en realidad lo que te quiero contar es que entré ahí dentro hambriento, destemplado y cansado. De sensaciones y sentimientos te quiero hablar, y tener agallas de hacerlo abiertamente, sin tapujos ni vergüenza. Lo concreto (y obsesionarse en contar cosas concretas) a veces no es mas que el cuero, la tela o el papel, o en definitiva el material con el que construimos una máscara, la máscara de nuestro rol para movernos sin mojarnos demasiado cuando interactuamos con los demás. Claro que yo tengo en casa muchas hojas de ese papel, rollos de esa tela y de todos los colores, así como todo el cuero del mundo para confeccionar mis propias máscara sociales, pero nunca, nunca vestiré una coraza que impida que se me vea desde fuera, ni que atrape mis emociones o que me aisle --amargado-- del mundo.
    No tengo miedo de hablarte de lo que siento. Temo tan solo que ahora no estes listo para entender. Temo tratarte como un colega, cuando eres mi hijo.


    A la salida de Altsasu ya veo Urbasa y esa pared que entre curva y curva me tocará subir. Este tramo tambien lo conozco, pero debo de estar bastante fuerte hoy, porque lo subo sin mucho esfuerzo, incluso a pesar del peso de la mudanza que llevo en las alforjas.



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    Un amigo y compañero de trabajo se interesa por mí con un mensajito que acabo leyendo por casualidad durante una de esa meadas de rigor durante la cual no dejo de contemplar el paisaje de ese valle llano de ahí' abajo, entre sierra y sierra. No llueve ya. Esto marcha, esto marcha! Se acabó la lluvia aunque la nube que corona la sierra es de un color que está lejos de dejarme aseverar esto de que la lluvia se ha acabado de una vez por todas. El paisaje, esa vistas y por fin la tregua que firmo con el cielo para que deje de ametrallarme con goterones de lluvia, todo eso --te digo--, me hace sentir bien. Quizás el cielo me confunda con un carro de combate enemigo, pero soy inofensivo, ni soy un objetivo militar siquiera. Mi bici da mucha guerra, pero batalla conmigo nada mas, o mejor dicho yo con ella. Aun y todo --de si una guerra se tratara--, llevaria una cruz roja estampada en su transportin y en sus alforjas, como simbolo de paz, de salvamento y de rescate.
    Y hablando de rescate, muchas ganas tengo yo de autorrescatarme, como de paz, desde luego. Y en cada pedalada me acerco a mi nueva vida, me acerco a la mujer que amo y que ya conoces en persona: Ángela.
    Una cosa... si te has hecho un lío con la metáfora del cielo, de la guerra y de la ambulancia, no pierdas el tiempo en volver a leerlo, porque no tiene sentido: el caso es que deja de llover, subo unas cuantas curvas, vueltas y vueltas en herradura y cae llovizna... aguanieve... y ...NIEVE!!!
    Llego prácticamente al que suelo llamar "el altiplano" y me empieza a nevar. No lo considero en principio como un acto de guerra que romperia la tregua pactada con el cielo, sino un regalo, un obsequio por ese pacífico armisticio. Una maravilla, una dulce y poética nevada, placentera, romántica, fresca y sobria nevada.
    Con cierto calor ciclista aún en el cuerpo, los copos son caricias inofensivas, mimos para los ojos, deleite para las mejillas, y pinceladas de blanco que connotan este precioso cuadro candoroso en el que el sujeto es la naturaleza viva y en el cual puedo pedalear libremente a mi gusto!
    Qué privilegio, hijo mio, que' privilegio!!



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    "Fantástico, fantástico todo aquí arriba! Estoy en Urbasa y está nevando!!" Eso le pongo con placer en un mensaje respondiéndole a ese amigo que preguntaba antes qué tal me iba.
    De verdad, maravilloso, esplendido, emocionante! La naturaleza, el paisaje blanco y verde con alguna mota de marrón; la carretera que se tiñe de blanco justo antes de que mi bici la pise, como si se cubriera con un  manto de flores que le desean a uno la bienvenida. La marca fina de mis ruedas tambien goza de esa soledad contemplativa, del usufructo en solitario del camino; disfruta de todo eso hasta la ruptura del hechizo magico en el momento en el que se encuentra con un par de ruidosos todoterrenos. Mis ruedas se abren camino en el blanco asfalto, ahora mas helado que antes, menos mullido.
    Una mujer y un hombre que salen de un coche y que me ven pasar disfrutan como yo del privilegio de estar vivendo esta experiencia, y me lanzan miradas de complicidad, cada uno con su sonrisa de sorpresa como de puro goce, las que me lleva a compartir generosamente este momento fugaz con ellos dos. Un momento inolvidable al que mi memoria no añadirá nada superfluo y ficticio.
    Pero sabes una cosa? Las cosas se van torciendo, cambian los vientos, la precipitación empeora, en los zapatos me entra el agua gélida, y lo que era un idilio nevado se convierte de pronto en un infierno congelado: tanto frio hace que ni las llamas eternas me deshielan los pies! Debo reaccionar. Debo reaccionar ahora mismo! Llevo años vantándome de mi manera cuasifaquírica de esquivar el dolor recurriendo al poder de sugestión. Llevo años fardando, pero hoy no me vale y la cosa empeora por momentos. Tal vez sea mejor cambiarme de calcetines, escurriendo los que empiezan a empaparse.
    Mi amigo Roberto, el de Estella, me devuelve una llamada que le habia hecho desde la cara norte, antes de llegar arriba.


    --Estoy justo debajo del cartel URBASA 992 m--, le digo.


    Pero al colgar, por la pantalla del movil me doy cuenta de que he estado mas de siete minutos parado y vendido a los vientos... y me he enfriado más. Sí que durante la llamada lo iba notando pero era tanta la emoción de volver a hablar con el, que enmascaraba el frio. Entre que al colgar de repente se me pasa esa analgesia temporal, entre el cambio de vertiente y de vientos... todo se va sumando y ahora tengo frio. Frio. Y ya te digo... llevo puesto: dos camisetas de manga larga, un forro polar, un cortaviento impermeable y ligero, otro forro polar encima y una cazadora impermeable como ultima capa de esa cebolla rodadora que soy yo esta mañana. Ah, y chaleco fluo por encima. En las piernas, pantalón impermeable encima de mis vaqueros azules, los mismos que llevaba anoche al salir del trabajo. Los dos pares de calcetines no bastan, las botas fallan, los guantes... "adiós" (tengo puestos los cortos nada mas)... y vamos, pese a lo abrigado que estoy, la llevo clara en estos puntos débiles que son manos y pies. La barba cromañón y el pelo largo me salvan en cierto modo, pero los pies y las manos sufren, y con ellos yo: lo estoy pasando mal.
    Tengo tanto frio en la bajada, que me da por controlar el cierre de las cremalleras. Sorpresón! Trauma!! Al bajar la mirada al pecho... qué ven mis ojos??
    PLACAS DE HIELO! Placas de hielo sobre el chaleco y la cazadora. Placas de hielo. Labios partidos, dedos al descubierto que tienen que frenar constantemente porque si no esto no frena ni por asomo. Ganas de descender y perder altura. Ganas de llegar donde Roberto. Ganas de que no se me congelen los dedos! Espero que se de el proceso inverso... de nieve a llovizna y sueño con que se acabe esta tormenta. Busco el móvil, es casi una odisea lograr llamarle a Roberto, pero lo logro y le pido en confianza que venga  rescatarme a unos ocho kilometros del punto de donde habiamos quedado. "Nos vemos entonces en la gasolinera de Zudaire!".
    Me sacudo las placas de hielo y se desprenden, no será así en mi memoria, pues la imagen se me ha congelado en la memoria. No la tengo marcada a fuego, no, pues la tengo congelada, como se congelan los fotogramas, pero sin sentidos simbólicos. De verdad aún la tengo así de congelada en mis recuerdos.
    Los dedos frenan, sí, pero empiezo a no entender cual de ellos acciona la maneta. Con un movimiento mecánico, alterno las manos por fases de cinco soportables segundos, retirándolas dentro de la manga doblada de la cazadora y sacándolas como la tortuga saca y mete la cabeza que se retrae y vuelve a salir, o mejor dicho, con la alternancia de los cuernos de un caracol que un niño curioso toca alternadamente. Izquierdo, derecho; freno delantero, freno trasero. Saca la izquierda; frena; suelta; mete dentro; dobla la manga y apoya ese muñón. Saca ahora la derecha... frena, suelta, mete, dobla la manga, apoya sobre la empùñadura del manillar.
    Llego a Zudaire, lo espero tranquilamente, contento por verle, tranquilo por estar a salvo... y no haberme extinguido!



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    Hola de nuevo, querido:


    Hoy he recibido ese mail tuyo. No me ha maravillado que me hicieses preguntas, ¡¡pero tantas, hijo mío?? Tardaría mucho en contestártelas por escrito: es mejor que mañana te aclare todo en persona. Llego en bus a las seis y media, por cierto.
    Así que lo que voy a hacer ahora es seguir contándote lo que fue sucediendo día tras día en el viaje.
    Prefiero escribirte de puño y letra, porque me gusta más... ya lo sabes... pero contéstame por mail si te parece mejor. Me parece un poco una tontería escribirte aquí algo que a lo mejor ya te contaré mañana cuando desayunemos juntos y que leerás cuando te llegue el sobre dentro de dos o tres días. 
    Te cuento...


    Es un gran amigo Roberto, afable, limpio y de gran corazón. Tiene una elegancia natural de las que dan envidia y un carisma especial. No sé si te acuerdas de él. Tal vez de su hija, con la que jugaste años atras en ese pueblo a las faldas de la sierra de Lokiz. Ese pueblo tiene un alma especial. Goza de una vida comunitaria muy buena, sana e divertida. Antes, acostumbraba halagarle a Roberto por haber elegido este tipo de vida. Hoy soy yo quien le digo que voy a vivirme al campo! Y tal vez ahora mi postura sea aún más soñadora y arriesgada que la suya. Hablamos de todo, abiertamente, sin sentir para nada esa incomodidad que podría haberse interpuesto entre nosostros en estos dos años y medio en que no nos hemos visto, y en estos dos largos años en los que yo he tardado en devolverle una llamada! Comer y conversar con él es un placer, tanto como lo es subir al pueblo y sentirme una vez más como en mi casa, como me sentido siempre todas las veces que él y su familia me han tenido hospedado. El calor de la estufa, el trajín de amigos que entra, sale, se sienta, comparte, se marcha después de haber pasado un rato agradable hacen que remolonee bastante antes de salir otra vez a rodar. Además, lo de haber pasado tanto frío todavía no lo he digerido y estoy cada dos por tres pendiente de las previsiones del tiempo y mirando por la ventana el valle, el monte Jurre y lo que puede haber más allá de Estella. Entre charla y charla tardo veinticinco horas en despegarme del calor humano de esta amistad... a las tres de la tarde me voy, con ese refrán latín en la cabeza "Las verdaderas amistades son sempiternas". Veinte minutos después estoy de nuevo en su casa, porque no hay vez que me pire de un sitio y no me olvide algo que tengo que volver a recuperar. Esta es la definitiva. Nos despedimos, y descansado empiezo a pedalear hacia Estella y lo que haya más allá (que también conozco un poco, la verdad). Tantos y tantos recuerdos al cruzar Estella, qué tiempos de paz aquellos! No los habrás olvidado, verdad?
    A la salida de la villa caigo en la cuenta de que no es sábado, sino domingo. Todos los supermercados están cerrados y tendré que tirar del saquito de avena que tengo o estirarme un poco e ir de bocadillo más adelante. En una rotonda encuentro a un viajero haciendo dedo y la conexión es tremenda. A veces las ganas de hablar y de compartir experiencias viajeras son tremendas: menuda sensación! De charla estuvimos un buen rato, contando batallitas, aventuras y desventuras... Tiro de nuevo, hacia el sur. El clima y el paisaje han cambiado definitivamente. Empieza otra historia, quiero pensar... otro viaje en el que me voy a encontra menos lluvia. (Luego ya veré que la suerte quiso que así no fuese).
    Los relieves que me encuentro son delicados, hay algo de viento pero me siento fuerte y pedaleo y pedaleo y pedaleo sin parar, pasando por Sesma y llegando a Lodosa (Sí, sí, hijo, la de los pimientos)


    ME LLAMAN Y JUSTO TENGO QUE DEJARTE... LUEGO SIGO.... DE TODAS FORMAS HASTA "MAÑANA" !!! UN BESO!!!


    El Aita



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    Hola de nuevo!


    Cómo estás, hijo? El otro día me pareció intuir que ahondar en todos esos detalles del viaje no te interesaba. Por tu cara de compromiso entendí también que la forma más adecuada de transmitirte la esencia del viaje no era la de contarte todo como una sucesión de hechos del día a día. Tal vez eso de recordar minuciosamente todos los hechos hasta el más pequeño, pueda tener algún valor para mí… pero para ti muy poco. No te quiero aburrir!
    Fíjate que ya han pasados varios días desde mi llegada a Segorbe y el vivir mi cotidianidad  --por muy nueva y diferente que sea—me ha hecho volver a la normalidad. En fin… el subidón de la hazaña se me ha pasado, los recuerdos de la aventura comienzan a disiparse y me hace falta incluso echarle un ojo a un mapa para recordar muchas de las cosas que pasaron. Si a ese olvido y a ese desinfle le añadimos además que nos vimos hace muy pocos días… el resultado va a ser que a partir de ahora seré más conciso. Perdóname si vuelvo a escribir incluso sobre cosas que ya te conté, pero ya sabes que me gusta hacerme el exagerado y que por escrito suelo exaltar las cosas y exagerarlas. Si te digo la verdad, noto que tiendo a encontrarle más el lado poético a las cosas si las escribo y acaba siendo otra manera bien distinta de contarte todo eso; en el lapso de tiempo entre el pensamiento y el puño que corre sobre esa raya aún virgen, en ese breve lapso nace la poesía, gestada a todo correr, y a todo correr injertada sobre la base de mi pensamiento racional. Seguro que por escrito te suena todo mucho más pedante, lo sé, pero al final quizás nos divirtamos tú y yo; tú leyendo las locuras de tu padre, y yo escribiendo con ese estilo romántico y exaltado que acaba magnificando los hechos más banales.
    Por otro lado y ante todo, me gustaría que guardases esta correspondencia para tener en tu poder algo íntimo mío (mis pensamientos al desnudo). Esta correspondencia es todo un documento para el futuro. El día que vuelvas a encontrarla, ahí, polvorienta y olvidada… ese día, seguro que la tinta de mis cartas te arrancará --cuando menos-- una sonrisa!
    En mi última te comenté que había llegado a Lodosa, pero como te acabo de decir, ya no voy a contarte más el viaje de forma lineal. Ya no quiero contarte todo como si yo fuera la flecha de un GPS que no se despega del mapa de principio a fin. No!


    En Lodosa hice una parada, apoyé mi vieja “yegua gris”… compré una barra de pan que se había quedado huérfana y solitaria en una estantería, y mientras me preparaba un bocata, disfrutaba de la chispa de los cacahuetes y de la sal que los recubría (Tonto de mí! De las congelaciones que sufrí en Urbasa, tenía los labios como si le hubiesen pasado un arado por encima, de los secos y partidos que se me habían quedado. Y los surcos se convirtieron en cañones; la chispa en dolor; la glotonería en costras y arrepentimiento. Qué dolor unas horas después!) En ese pueblo le pregunté a un anciano que montaba un ciclomotor a ver por dónde tenía que tirar para ir a Arnedo. Me contestó muy amablemente ese abuelete, y el intervalo entre el rojo y la luz verde del semáforo nos dio tiempo para entablar conversación. Él «hacía eso en bici muchas veces» porque «su suegro era de ahí» pero «se había muerto». Me di cuenta de que debí de tocar alguna tecla sensible en el teclado de su vida. Con el casco de protección integral que llevaba, los ojos eran el único punto de contacto, y ya sabes que dicen que los ojos son el espejo del alma. Y ese anciano los tenía limpios.
    El Ebro en Lodosa estaba desbordado, normalmente desbordado. Bancos y papeleras anfibios nadaban, afloraban y se volvían a sumergir bajo las aguas abundantes de un río incontinente que llevaba días bebiendo lluvia y que imperiosamente debía mear y meó. No sé por qué  --pero tal vez porque en realidad no era la primera vez que veía ese río desbordado y a punto de un ataque de nervios--, todo me parecía normal.
    Unos kilómetros más allá, en cambio, la normalidad se tambaleó y descubrí por qué se dice eso de “quedarse boquiabierto”. Centenares de pájaros bandeaban delante de mis ojos de un cultivo a otro, de un lado a otro de la carretera. Una nube negra de pajaros que danzaban en armonía delante de mí, mientras por la maravilla no podía dejar de dejar caer la mandíbula. Un muro de pájaros al que había que atravesar sin miedo y que atravesé sin miedo y boquiabierto, descubriendo que su cortesía me abría paso y que su pujanza acabó escoltándome durante casi un minuto. Te lo crees? No podía cerrar la boca!! Si de lo que acabo de llamar “nube negra de pájaros” hubiera caído alguna gota de “lluvia”, habría sido sin duda lluvia ácida, tan ácida como su caca. Y con ese mentón colgando no quiero ni pensar a la inevitable ley de Murphy!
    Escucha, ya ves que no doy pie con bola: te sigo escribiendo mañana, que ahora me voy a dormir… Me estoy muriendo de sueño… Hasta mañana…



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    Perdona pero tan sólo he encontrado este boli rojo. He buscado el negro con el que te estuve escribiendo anoche pero debe de haberme caído no sé dónde y no lo veo. Escribirte con esta alarmante tinta roja algo sereno y calmado no mola y sería casi una paradoja, así que para darte sangrecilla, te contaré batallitas.
    Una gran batalla la libré justo en tierra de nadie entre La Rioja y un trozo de Soria. Las tierras de nadie a menudo son servidas por carreteras de nadie, en donde ni el uno ni el otro hacen esfuerzos por cuidarlas. Una carretera de nadie por la que no pasa nadie: esta es la sensación que me dio al dejar atrás el último pueblo riojano llamado Aguilar del Río Alhama.
    Te lo cuento como lo viví esa noche, o sea que ponte en situación...


    La calzada se estrecha y el firme ya no es lo que era. Otra vez subida, subida y subida. Una vez más me bajo y empiezo a empujar, y venga y venga para arriba. Ráfagas de viento me hacen agachar como un fóbico social o un tímido patológico que intenta a toda costa esconderse del mundo. Curvado y empequeñecido por la inmensidad de la naturaleza y su fuerza aplastante, casi casi me rindo cabizbajo ante el cansancio, pero perdido y alienado el único recurso que me llega a salvar es la constancia (y la concentración). Aquí es todo oscuro; montañas sin luz, montañas oscuras en la oscuridad macabra de una noche turbiamente encapotada. Nada a mi alrededor, sólo la ferviente ilusión de que a la siguiente curva pare el viento. La lluvia ni me molesta ya. Pero paso tras paso llego siempre a la siguiente curva, pero nunca acabo de encontrar reparo y sosiego; nunca para de soplar y de poner a prueba mi tesón. ¡Situación rara ahora que serán más o menos las seis! Por la tierra de nadie no pasa nadie: sólo un par de focos de un coche que sólo es un coche. Debe de haber personas ahí dentro pero lo que veo son sólo dos focos fantasma que se esconden y vuelven a aparecer caprichosamente. No puede ser que esta noche inhóspita haya alguien más en esta tierra de nadie. Por un momento dudo incluso de que ese coche no vaya a tener malas ideas para conmigo. Estoy casi en trance, pero sigo caminando, agotado. De vez en cuando me monto y pedaleo… No sé qué hora es ni cuántos kilómetros he hecho o estoy subiendo. No he llevado en este viaje el cuentakilómetros porque no me interesaba. Sólo tengo una idea vaga de que de ahí a tres cientos cincuenta kilómetros me espera una nueva vida, nuevas gentes, nuevas relaciones… e incluso un nuevo yo, o más bien un viejo yo reencontrado y renacido. Más allá de este antiguo y desmoronado quitamiedos de cemento debe de haber un precipicio, y el viento caótico no me da tregua. No puedo permitirme resbalar sobre las piedrecillas del este viejo firme abandonado”.


    Ahora que lo pienso, fue la falta de luz artificial lo que me lanzó a ese negro abismo de incertezas. Ni una antena con su bombilla roja, nada de reflejos y reverberos de contaminación lumínica, referencia ninguna.


    Misterio. Soledad, y un espacio-tiempo alterado, percepciones alteradas, sueño alterado, y una alterada estima de mis capacidades (esta vez al alza) que me permite sobrevivir a la tormenta y seguir adelante. Parece que estoy subiendo al Olimpo. Nadie me espera ahí y ahí no conozco a nadie. En realidad hay un dios que me suena, un tal Morfeo, quien constantemente se me presenta a cada codo del paisaje y con insistencia, mientras subo y subo. No paro de preguntarle cuánto falta para coronar este olimpo, cada vez que tengo la sorpresa de que la subida no se acaba, pero al mismo tiempo, siempre que lo interpelo me entra el sueño”.


    La verdad, hijo, es que dormí muy poco esa noche. Juraría que el día siguiente cuatro o cinco personas juraron haber visto al “chico de la curva” meando a pie de una bici cargada. Casi toda la noche pedaleando estuve, con un par de paradas a salto de mata. Una cabezadita bajo un olivo, acostado sobre la tierra, tirado sin esterillas ni colchonetas, hasta el brusco y frío despertar repentino. Nunca de noche había dormido al contacto con la tierra desnuda. Algo de pedaleo para entrar en calor y a la media hora vuelta a tumbarme sobre un par de rígidas tablas de un banco público que hicieron las veces de los brazos de Morfeo. Si no era el frío o la llovizna, el campanario fue quien me espabiló y es así que decidí, en esa enésima humeda y fría noche, seguir pedaleando, hasta perderme en el subconsciente de esa misteriosa tierra de nadie.
    La certeza de que el mundo sigue girando y con lo cual dentro de poco se hará de día, me ayuda a seguir pedaleando. Con las primeras luces del alba la llovizna persistente se desvanece, y mis sentidos empiezan a descender al mundo terrenal. Las distancias ahora son medibles, el misterio se resuelve, y aquellas siluetas oscuras de anoche son ahora suaves montañas pedregosas; infinitas vistas panorámicas que aun de dia siguen confundiéndome... pues a los arboles y rocas no les encuentro un tamaño: seran grandes y lejanos, o cercanos y pequeños?? Ahí abajo una garganta por la que seguro que pasa un rio; aquí arriba, en cambio, un panel de esos que a uno le hace recordar que la civilización sigue presente y no muy lejos, e incluso que el mundo físico sigue y seguirá fragmentado y fragmentandose en pequeños submundos políticos, administrativos y burocráticos en definitiva. Empieza Castilla y León, terminando en ese punto La Rioja; un enorme cartel me lo dice/grita, enorme para lo diminuta que es esta carreterilla de nadie. Me gusta (y me conviene) pensar que este limite administrativo coincida con una suerte de frontera geográfica y que de a la siguiente curva empezará la bajada.
    Observando terrazas de tierra abandonadas, imaginando el río por la fértil garganta me paro; me planto y suelto una meada de esas que mientras te vacia la vejiga te llena los ojos de paisajes. Esas meadas son siempre las más placenteras, y lentas quizás; la misma postura vale para observar la amplitud del panorama como para echar una libre meada al aire.
    Acto seguido, una cuneta de cemento se convierte en mi cuartel general para la logística del cambio de ropa. Esta mañana no va a ver medias estaciones ni estaciones a medias: paso del frío al calor en cuestión de minutos. Paso por la muda de rigor, el acostumbrado estrujamiento de calcetines humedos, y por el despojarme rápidamente de las capas superfluas que me están ahogando.
    El paisaje sigue igual y veo que me toca subir mas cuesta. Mientras el asfalto corre muy lentamente bajo mis pedales chirriantes, se me pone al lado una furgoneta, y con una sonrisa el conductor me propone subir. Le digo que sí, y gracias a eso el día de hoy estará lleno de experiencias inesperadas; buenas experiencias que me habría perdido si hubiera rechazado la invitación.



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    No quiero transmitirte la idea de que el viaje o el viajar son sólo sinónimos de movimiento. Los viajes están hechos también de momentos de parón en los que --de todas formas--, aunque el cuerpo no viaje, la parte más espiritual sí lo hace. Luego volveré sobre este tema.
    De momento déjate decir que estas batallitas de las que te he hablado y hablaré... me refiero a todas esas luchas contra el frío o la lluvia, son sólo parte del viaje y de la eperiencia. No todo es "luchar en contra de", evidentemente! En esas circunstancias hostiles en las que hay que apechugar, el viaje se vuelve interior, la batalla es interior, y es una guerra en los que los únicos enemigos a vencer son tus miedos y sabotajes. Diría, por decir, que viajando puedes viajar de dos formas, o esquivando tus miedos, o dirigiéndote directamente hacia ellos, escalar enérgicamente sus montañas, y una vez ahí arriba en su cúspide, subyugarlos de una vez para siempre.
    Pero vuelvo a ello: reducir el viaje a las luchas internas sería como decir que viajar es mera terapia. Evidentemente no se trata sólo de eso, sino que el viajar es toda una ocasión para abrirse positivamente al mundo. Y a eso me refiero cuando hablo de que es el alma quien viaja. El mundo, la vida, la naturaleza, los amigos, los desconocidos, las experiencias por vivir, la sorpresa... todo eso es puro material que puedes llegar a acumular en un par de alforjas durante un viaje.
    Ahora que me dices que algún día querrás irte de viaje en bici conmigo, te adelanto que viajar en bicicleta es vivir intensamente, es mirar intensamente, es ir casi siempre hacia adelante y muy pocas veces para atras. Cada viaje en bici puede convertirse en un ritual en el que entras de una manera y sales de otra. Un viaje en bicicleta puede sacar lo mejor de ti, te hace disfrutar de la aventura, de la luminosidad de los cielos, de los olores del campo o del ajetreo de una ciudad. Millones de experiencias y combinaciones...puestas de sol, amaneceres, o cosas sencillas como el sugerente mostrador de una pastelería o el variopinto de una frutería en la que entres hambriento. Sin duda, además, se disfruta y mucho cuando uno mismo se lo curra todo, empezando por el hecho de desplazarse a golpe de pedal y no de talonario ni de gasolina.
    Volviendo al tema del viaje fuera del sillín, en este viaje ha habido tiempos para las paradas y los parones, pero sobre todo espacio para las personas, las relaciones; espacios y tiempos de experiecias, aquéllos, en que el viaje dejaba de proseguir hacia adelante y el motu empezaba a ser hacia "arriba", por meterle una metáfora un poco espiritual y un poco cursi a la vez. Sin dudas ha habido momentos enriquecedores... tal fue la experiencia del reencuentro con Roberto en Estella después de más de dos años, o la mañana pasada con Marcos y su vitalidad, o el inolvidable día pasado junto a Javi, sin dejar de lado la mañana en la que Ángela vino a recogerme unos kilometrillos antes de que yo llegara a su casa.
    La Constante de todos esos encuentros fue el dejar que fluyesen las relaciones, redescubriendo el aletargado arte del encuentro.
    ¿Ves como la superación de la timidez siempre da resultados?
    Sí como palabra, sí como respuesta, sí como actitud, sí como grito: ¡¡SÍ!! Decir que sí es como abrir una puerta; ¡es vivir! Si en ese puerto soriano hubiese dicho que no a la invitación de Marcos, me habría perdido una más que interesante charla con él, me habría perdido el poder tocar la batería en un bar cerrado mientras sobre mi ritmo él improvisaba su hip-hop. Si hubiese rechazado esa invitación de montarme en su furgo, tampoco habría sabido nada acerca de la naturaleza de los vientos que me habían sacudido esa madrugada, y que él me explicó. Aceptando la mano tendida que me tendió, pasé una muy buena mañana, conocí a un tipo muy interesante, ingenioso y activo, e incluso me sorprendí cuando vi que, si me lanzaba al vacio, no se me hacía tan difícil rapear en rima en esta rica y preciosa lengua que aprendí de mayor cuando me mudé.
    Ahora que te he soltado todo este rollo, falta tan sólo la moraleja... ¿Ves ahora que cicloviajar no es sólo sinónimo de moverse montados en una bici?
    De esas batallitas en solitario contra vientos, nieve, sueño y temores seguro que he aprendido, pero es con esos encuentros con lo que me quedo. ¡Menudos encuentros!
    La fiebre del hazaña se te pasa en pocos días, pero las amistades y las relaciones se quedan, y muchas veces para siempre en la memoria. Ya sabes lo propenso que soy en mitificar los acontecimientos.
    Soy un sentimental, lo sé: ya me conoces.
    Y yo a ti, querido.



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    Hola,


    Cómo estás? Yo bien por aquí y espero que tú también. Esta es la última carta que te envío en un sobre. Por un lado, la verdad es que poco más me falta por contarte del viaje; por otro, el rollo este de que tú me escribas por mail y yo en papel, veo que no fluye. Además, quiero dejar de jugar a la máquina del tiempo: escribirte cartas en papel creyendo que algun día te las vayas a encontrar por sorpresa es una fantasía, y con lo que he escrito me doy por satisfecho. Más probable es que mis cartas se te pierdan en algun traslado o qué sé yo, pero si se da el caso y la maquina del tiempo arranca y funciona, entonces ya te imagino mirando la fecha del encabezado...a lo mejor calculando la edad que tenías, y sonriendo frente a la locura de tu padre que hace una mudanza en bici y te lo cuenta contento y orgulloso. Estoy seguro de que apreciarás que te haya escrito con esta franqueza.
    Me preguntabas sobre lo que me ha gustado mas? No sé! Podria decirte que me ha gustado pedalear con la luz de la luna llena, me ha gustado la imagen mágica de unas paredes de roca iluminadas en Arnedo, unas almenas en Daroca, o el ver el monte Jurre desde tres caras teniéndolo ahí de referencia a mi paso por Estella. Me ha gustado llegar en bici a un área de servicio en la que a menudo he parado en autobús. Me ha encantado compartir un día de pedaleo y aventurillas con Javi...o yo qué sé?...la sorpesa de toparme con un molino de viento en un pueblo perdido, los primeros copos de nieve en Urbasa. Y he disfrutado de poder viajar en solitario, adaptándome frente a todo lo que se me iba presentando, tirando al fin y al cabo de imaginación. Ya sabes que he disfrutado de vencerle la partida a las inclemencias el tiempo, pero aún no te he dicho que sobre todo he disfrutado de lograr estar muy a gusto conmigo mismo. En paz conmigo mismo, encontrando en mí mismo un compañero de viaje de la hostia!!


    Te Quiero,
    el Aita


    P.S.: cuando te animes nos pegamos un viajecillo los dos!!


    P.P.S.: ah, una cosa... el libro ese ya lo he terminado de leer!


     


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    Publicado hace 8 años #