Inicio Foros Crónicas Lázaro. Levántate y pedalea. (La crónica)

Lázaro. Levántate y pedalea. (La crónica)

Culpla
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Culpla
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¡Bravo!

Precioso escrito y precioso viaje.
Gracias por hacernos viajar.

pacotaivori
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Los Kayaks son para el verano

Cuando llega el verano estoy acostumbrado a la las largas nadadas en Cala Sant Vicenç, me gusta notar el salitre en mi piel, me gusta sumergirme y mirar con curiosidad el movimiento de los peces en el agua. Es una delicia regresar a la costa y compartir un trempó (ensalada mallorquina) con los amigos mientras el sol va poniéndose en el horizonte. Otra de mis ocupaciones veraniegas es a hacer rutas de varios días o semanas en Kayak durmiendo en playas. Ahora estoy viajando en bicicleta pero la semilla de este tipo de viajes empezó flotando sobre el mar y no rodando sobre los caminos.

Hoy hace mucho calor en Lviv. Me acuerdo de Mallorca. Siento la necesidad imperiosa de encontrar una playa en algún sitio pero el mar está lejos, muy lejos. Me pongo a mirar el google maps en versión satélite en busca de algo que se le parezca. Tras rastrear un buen rato encuentro un lago en Verbizh. Ese es mi destino.

Zarpo con mi Lázaro en dirección al mar y en dirección a las montañas. El salitre es mi sudor y los peces son los pájaros que vuelan en el cielo. La ruta discurre por llanuras y terrenos bastante secos; hay momentos en los que me parece que estoy en algun paraje salmantino. Hay otros otros en los que tengo la sensación de estar en alguna jungla. Me pican bastantes ortigas y me acuerdo de las temidas medusas.

Tras varias horas de pedaleo intenso llego al lago Zarodoznie.¡Eureka! ¡Por fin he llegado al mar!.

El agua está muy refrescante y disfruto mucho de mover partes del cuerpo que tenía algo abandonadas. Después de la comida y siesta pertinentes empiezo a tomar consciencia del entorno que me rodea. Una pareja está sentada a escasos metros de donde estoy. Primero me fijo en ella. Joven y bella. Figura esbelta, trenza rubia y larga, piel morena, ojos verdes con la mirada perdida. Él. Joven. Corpulento. Algo rechoncho. Pelo castaño y nariz chata. Mirándola a ella como con miedo a hablarle. Hay algo roto en ella y él no sabe cómo reaccionar. Hay veces en las que él no aguanta la situación y la deja sola. Al cabo de unos minutos vuelve y ella sigue con la mirada perdida. Su tristeza es profunda e insondable.

Me pego el último baño y vuelvo a zarpar en dirección a los cárpatos. La tarde discurre entre bosques y campiñas. Me cruzo con más carros que coches. Mientras pedaleo y miro el paisaje van apareciendo en mi mente fogonazos de la pareja del lago.

La tarde va dejando paso a la noche…

Ha sido un día largo. Estoy cansado. LLego a oscuras a una especie de campamento de pescadores situado frente a una laguna. Allí conozco a un quiropráctico de Lviv, no recuerdo su nombre. Está algo borracho y a medida que vamos hablando se va agitando. Está furioso con la Unión Europea; está furioso con Polonia. Al cabo de un rato lo tengo a menos de 50 centímetros de mi cara gritándome. – ¡¡¡Operación Vistula!!! ¡¡Operación Vistula!!! ¡¡¡ucranianos matar polacos pero polacos matar miles de ucranianos!!!- Me grita.

Después de ver cómo aguanto el chaparrón de saliva me invita a comer y a beber a su choza con una familia amiga suya que afortunadamente no está en su estado. Allí el quiropráctico me cuenta como en su infancia fue expulsado del colegio por llevar una camiseta de Led Zeppelin y como le dijeron que era un burgués traidor de la patria. El día otra vez ha sido muy intenso. Inicio el ritual de cremalleras de cada noche. Hay luna llena. Voy a dormir a pierna suelta.

Voro
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Voro
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La he leido de un tirón! No podia parar!

Enhorabuena!

Pau-i-amor
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Pau-i-amor
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Gracias por compartir la ruta y las emociones!

Vicent
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Vicent
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Uffff, qué intensidad de relato!!!! Me tienes enganchado!!

RAFA CARACOL
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RAFA CARACOL
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Esta mas que muy bien, pacotaivori!!!!!!

pacotaivori
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pacotaivori
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Ver a alguien bebiendo vodka es una escena muy habitual en Ucrania. Cualquier excusa es buena para ello y, si uno quiere confraternizar con las gentes del lugar, hay que estar preparado para beberse más de un chupito. La noche anterior ya me ha tocado una buena dosis y esta mañana me levanto algo aturdido. Hace un día espectacular. Empiezo a desmontar la tienda y se acerca a mi una de las personas que conocí ayer. Matoga es de  Azerbaiyán. Sobre la cabeza lleva una especie de bonete típico de su país y tiene una barriga prominente que lleva al descubierto. – Cuando acabes de desmontar el campamento te vienes a desayunar con nosotros- me dice en ruso. Le entiendo a duras penas pero sus caras son tan expresivas que tarde o temprano acabo por entenderlo casi todo. Está aquí con un amigo Ucraniano y los hijos de ambos. Para él es muy importante dejarme claro que aunque es musulmán él no es ningún talibán. Me dice que es albañil y que le gusta coger la furgoneta y viajar con sus hijos y su amigo ucraniano. Ambos se conocieron pescando en Lituania y desde entonces siempre que pueden se cogen una semana para viajar juntos. Su amigo ucraniano es más serio que Matoga y parece que también mucho más responsable. Es una especie de padre para él. El desayuno es fabuloso y hablamos entre todos una mezcla de ruso, ucraniano y polaco que tendría que grabar y enviar a algún lingüista sesudo para que se estire de los pelos. El amigo ucraniano de Matoga me dice que tiene dos hijos en el frente. Matoga me dice que puede hacerme de guía en Irán. Los niños juegan corriendo de un árbol a otro. Los chupitos de vodka obligatorios van cayendo pese a que diga que no suelo beber y mucho menos por las mañanas. Cuando me levanto para despedirme y empiezo a pedalear me doy cuenta de que estoy algo afectado.

La suerte es que voy rodando sólo por una «carretera» principal durante varias horas. Hay misa en los pueblos y tanta gente queriendo entrar en las iglesias que muchos se quedan de pie en la calle escuchándola por los altavoces. Otros curas aprovechan el buen tiempo para hacerlas fuera…


Poco a poco el terreno va empinándose y esas montañas que al principio veía en la distancia están ahora bastante cerca. A medida que voy adentrándome en los cárpatos voy divisando infinidad de caminos de un lado a otro de la carretera. Voy a ir por éste a ver que pasa…

pacotaivori
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La escena que me encuentro es muy habitual por estos lares. Un hombre está intentando arreglar un coche que no da más de sí y dentro está su mujer sentada con cara de pocos amigos. En esos momentos me siento afortunado de ir en bici. Al fin y al cabo una bici no es más que un artilugio relativamente simple comparado con un coche y no me importan ni el traqueteo ni el calor.

Muy de vez en cuando me cruzo también con algún autobús antiguo. Suelen ir bastante vacíos y la gente me mira desde la ventana con rostro impasible. Las paradas de autobús suelen estar adornadas con los colores de la bandera del país y son buenos lugares para guarecerse del sol y de la lluvia. Voy a hacer una paradita…

Cuando uno pasa tiempo sólo hay tiempo para pensar y recordar, para tener conversaciones con uno mismo. Mientras pedaleo a veces no pienso en nada. Simplemente me concentro en el viento, los ruidos y la velocidad. Sin embargo otras veces voy pensando en movimiento; los pensamientos y los sentimientos van fluyendo a veces en forma de recuerdo, a veces en forma de esperanza, a veces son difusos y otras veces muy concretos. Todo eso va viajando con uno mismo y los paisajes y las gentes que uno se va encontrando enriquecen y de alguna manera actualizan lo que uno es. Es, para decirlo de otra manera, como una manera de depurarse, como el formateo de un disco duro que se ha ido anquilosando con el tiempo.
 Me pregunto muchas veces cómo es posible que en países supuestamente tan pobres la gente sea tan generosa. Y ello me confronta conmigo mismo….¿Soy una persona generosa? ¿Doy sin esperar recibir nada a cambio?

pacotaivori
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Las horas van esfumándose a todo trapo. Sigo dándole a los pedales. Recibo un mensaje de María: – Voy a ir a visitar a mis padres a Brenna. Tal vez puedes acabar tu viaje allí. Esta noche la predicción es tormenta. Un beso muy grande.-


Subo algunas cuestas y hago varios descensos muy emocionantes. Bordeo un rio durante bastantes kilómetros. Otra vez se me está haciendo de noche y, con la que se avecina, no me apetece dormir en tienda. Voy a buscar un hotel en Turka . Veo a un hombre caminando.
 – ¿Por favor señor? ¿Sabe dónde hay un hotel por aquí cerca?-
– Sí claro. Venga conmigo.-

– Puedes dormir aquí ésta noche; no es muy lujoso pero te protegerá de la lluvia. Yo vendré más tarde. Ponte cómodo.Hay luz y dos camas. Ésta es la tuya. Voy a ir a ver a mi familia. Ellos viven en esa casa de allí arriba. A mí me gusta más estar aquí porque en casa no me dejan beber. Ésta es mi cabaña. ¡Bienvenido! –

OTSO
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orejaivolcic
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¡Eso es viajar!

pacotaivori
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Me despierto algo dolorido. La cama que me ha dejado mi amigo es un poco pequeña para mí pero me alegro de haber dormido bajo techo. La predicción del tiempo no ha fallado y ha estado lloviendo  toda la noche. Yaroslav es el recepcionista del hotel y cómo buen profesional que es me pide un pago que consiste en un paquete de cigarrillos, un chupito de vodka y una cerveza. Le digo que el alcohol y el tabaco no son buenos para él y que puedo comprarle en la tienda otra cosa más nutritiva pero se niega en rotundo. Entre risas acordamos que su hotel es un cinco estrellas y que hay que que poner un cartel muy grande anunciando el establecimiento. – Yo seré el director y el recepcionista, vendrán aquí muchos ciclistas españoles- me dice. Yaroslav es ese tipo de persona que a simple vista parace un cascarrabias y que cuando empiezas a conocer acaba siendo todo lo contrario. Nos despedimos efusivamente.


Hace un día bastante fresco. Hay muchas subidas y bajadas. Un grupo de unos 8 hombres me para. Uno de ellos parece ser el jefe. Me interrogan y me piden el pasaporte. Les pregunto si son de la KGB; la mayoría de ellos se ríe pero el jefe, que después resulta ser el alcalde del pueblo, ni por asomo. Quieren ver si he entrado legalmente en el país y, al ver que mis papeles están en regla, me desean un buen día. Sigo atravesando bosques y aldeas. Me como un bocadillo en el Santiago Bernabeu y después me subo un Mortirolo.


Buff, qué cerca estoy ya de Eslovaquia. ¿Y Polonia? ¡Pero si Polonia está alli detrás!…

¿Menudo cacao de países que llevo encima no? ¿Y esos militares?
-Buenos días-  -Buenos días,¿es ésta la frontera? – -No señor; esto es un puesto de control; deme su pasaporte por favor- -¿A dónde va usted?- -A Eslovaquia-
– Un minuto por favor- -De acuerdo (buff pero si estos militares no tienen ni barba y ya tienen una metralleta debajo del brazo…) –  – Puede usted continuar – – Gracias, adiós-

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Que bien se baja por asfalto….

pacotaivori
Participante
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Pffff! Pero si ya deben quedar sólo 20 kilómetros para la frontera. ¿Qué hago? No me quiero ir todavía. Además me quedan muchos Hryvnia. ¡Qué ganas tengo de beberme un Kwas (bebida típica de Ucrania  algo similar a la cerveza pero sin alcohol) ! Este camino tiene muy buena pinta…a ver qué dice el satélite…mmmm ¡muy buena pinta! ¡mucho bosque y montaña! ¡Allí vamos! Pero dentro de poco habrá que dormir en algún sitio.


Por aquí habrá alguno.

pacotaivori
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El sol ha vuelto y sigo en Ucrania. No podía irme. Algo me retenía. Tal vez este día fabuloso. Ruedo por semi-asfalto unos cuantos kilómetros hasta que llego al inicio de lo que parece que va a ser la etapa reina de mi periplo por Ucrania.


Poco a poco los prados y las casas van desapareciendo dejando paso a los ríos y los bosques. Las subidas a veces son de gran dureza y me toca empujar. Estoy disfrutando. No hay absolutamente nadie por aquí. A veces empiezo a acordarme de algunas historias nada reconfortantes sobre ataques de osos en Ucrania. Una parte de mi me dice: -vaya chorrada; aquí casi ya no quedan osos, se los han cargado todos. Además estamos en Septiembre y no tienen carencia de comida hasta mediados o finales de otoño-. La otra parte me dice – Pero, si hace unas semanas varios huéspedes del refugio de Koliba vieron osos, entonces haberlos haylos. ¿Y si ahora apareciese uno por aquí? ¿Será verdad lo que dijo Mijal de que hay que correr cuesta abajo? ¿Será verdad  que no hay que mirarles a los ojos, hablarles tranquilamente y retirarse poco a poco sin darles la espalda?

Poco a poco el esfuerzo hace que olvide mis temores. En las cuestas la lentitud ofrece sus frutos y me voy avituallando de moras, arándanos y frambuesas.

Toca cruzar ríos y mojarse, toca enfangarse, toca perderse, toca volver a encontrar el camino.

pacotaivori
Participante
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Encuentro el camino. Subo y subo y de repente me encuentro una bajada de un desnivel brutal. Pongo el sillín abajo del todo. Dudo entre ir montado o intentar bajar al lado de la bici pero me doy cuenta de que esto último me resulta más difícil…Lázaro se me ha adelantado por el peso de las alforjas yo me he agarrado a él y los dos nos hemos fundido en un abrazo que ha acabado en un beso a la madre tierra. Es mejor bajar montado. Nunca he bajado tan lento, es centímetro a centímetro, a lo Jordi Tarrés, a lo caracol en la lechuga. La palabra gravedad cobra todo su sentido. De hecho me percato que nunca he descendido por un sendero tan empinado.
Tras varios episodios de tensión la bajada se hace más llevadera y poco a poco voy llegando al llano con las manos doloridas. He vuelto a la civilización y ya me estoy dirigiendo hacia la frontera con Eslovaquia. Creo que hoy no voy a llegar; está empezando a oscurecer otra vez. Estoy cubierto de barro y sudor y le pregunto a un chico en Dubrynichi si sabe de algún hotel. Me mira algo confuso. – Aquí no hotel -. Empiezo a pensar en un plan B. – ¡Espera! Aquí Hostal- También me dice algo que en ese momento creo que entiendo mal: – Seguir por aquí recto y al ver la iglesia girar por la derecha. Allí  te encontrarás un edificio con dos biciletas colgadas de la fachada; ese es hostal- .
¿Cómo que un hostal con dos bicis colgadas de la fachada? ¿Será este otro de mis lost in traslation?

(La foto está hecha al día siguiente)
¡Pues no!  Me encuentro un hostal para cicloviajeros en un país dónde todavía no he visto a nadie viajando en bicicleta. El dueño me dice que es una antigua fábrica de harina que él y su pareja han comprado y reformado. – Es un poco espartano- Me dice algo avergonzado. -Aún tenemos que arreglarlo un poco-.Todo está hecho con mucho cariño y hay bicicletas por todo. Por dos euros y medio me ducho al aire libre, duermo en un colchón muy cómodo, uso un comedor enorme con conexión a internet, tengo acceso al taller de reparación, y me regalan una cerveza y unos pasteles. Soy el único inquilino del hostal y me pregunto si su negocio tiene mucho futuro.
 – ¿Vivís de esto?-     – No, no. Ésto es más por placer por ahora, yo tengo otro trabajo y mi mujer es guía turística. De vez en cuando  traemos por aquí a ciclistas alemanes.-
Duermo como un oso y me despierto con un sol radiante. Lázaro va a cruzar su segunda frontera.

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