Hola!
Vamos a darle un poco de chicha a esto. Pues como bien podéis apreciar en la imagen, la primera etapa fue desde PInofranqueado a La Alberca, entorno a unos 50 Km de distancia. El día amaneció diluviando por lo que no nos dimos mucha prisa en salir a ve si amainaba un poco la cosa. Y efectivamente un rato mas tarde se paró la lluvia y pudimos montar las bicis tranquilamente.
Y así nos pusimos en marcha con la sonrisa de oreja a oreja por eso de sentir la brisilla fresca en la cara y también por comenzar una nueva aventura. Los primeros kilómetros fueron de subes y bajas, por lo que tan pronto te agobiaba la ropa en las subidas como te daba frío en las bajadas. Cayeron algunas gotillas por aquí y por allá, pero nada serio. La verdad que viendo el parte metereológico se suponía que iba a estar chaparreando todo el fin de semana, así que mentalmente íbamos ya preparados para lo que nos pudiera caer, y a decir verdad aunque el tiempo fue bastante inestable no nos pudimos quejar.
Fuimos atravesando varios pueblos como Caminomorisco o Vegas del Coira, hasta que llegamos a nuestra primera desviación. Dejábamos ya la carretera general y nos adentrábamos en Las Hurdes propiamente dichas.
A pocos kilómetros nos encontramos con un pequeño pueblecito llamado Las Mestas. Pero nada mas llegar a él nos damos cuenta que es el famoso pueblo del Ciripolen, un elixir hecho a base de miel, polen y jalea real ideal para recuperar la virilidad aparte de ser una bebida energética. Esta bebida se hizo famosa allá por los años 90 gracias a que se habló bastante de ello en los medios de comunicación y así el tío Cirilo, su creador, gracias a su don de gentes, consiguió algo casi impensable, y fue que hasta el mismísimo Rey visitara el bar donde vendía sus vigorizantes bebidas. Lo que no sabemos es si realizó alguna compra para uso personal, jejeje.
Entramos en el pueblo, y nos dimos cuenta de que al tío Cirilo le había salido competencia y que un tal Tío Picho también ofrecía su bebida pertinente. No pudimos evitar hacer una paradita y meter las narices en la tienda...
Y allí nos compramos nuetra botellita del licor del Tío Picho, para afrontar los momentos difíciles del viaje. Y así nos despedimos de Las Mestas (aunque volveremos) y comenzamos ya propiamente la subida a La Alberca por el puerto del Portillo. La carretera estrecha y con los típicos quitamiedos de piedra nos trasporta a unos años cuantos años mas atrás.
El paisaje es espectacular... la encañonada carretera discurre paralela al río Batuecas y en sus verticales paredes se pueden observar buitres y otras aves carroñeras. Los coches apenas pasan por lo que vamos bastantes tranquilos disfrutando del agreste paisaje... e incluso algún gnomo que se escondía detrás del árbol, jejeje.