En el lugar donde vivo existe la montaña de Sant Mateu y una prolongación hacia el sur con un promontorio denominado Turó d'en Baldiri, lugares muy frecuentados principalmente por su panorámica. Hacia poniente la urbe de Barcelona (de noche es muy luminosa), y muchas calles de la trama Cerdà se ven en toda su extensión (las rectas, convenientemente prolongadas, pasan aproximadamente por esta montaña). Hacia el norte se presenta todo el llano del Vallès, todas las montañas de más entidad como el Montseny y la Mola, y más allá, en días buenos, los Pirineos.
Pero sobretodo es un magnífico mirador del llano del Maresme desde Mataró hasta Barcelona, que no deja de ser una comarca definida por el mar y la sierra litoral. Los urbanistas también se acercan a estas colinas y otras cercanas para presenciar en directo el fenómeno de maresmización, llamado así porqué se puede ver con claridad la evolución natural del territorio y por ser aquí donde se empezó a desarrollar con mayor ímpetu. Todo empieza con una ilusión, la búsqueda de la calidad de vida en un entorno amable, eso sí, no muy lejos de la urbe. Así, 300 o 500 m2 dedicado al cultivo de hortalizas, muchos de los cuales ya habían evolucionado al cultivo de plantas y claveles en hibernaderos, pasan finalmente a encaber una casita, un pequeño jardín y la correspondiente cesión para la calle donde aparcarán y circularán un par de coches más (3 cuando el niño cumple los 18). El esfuerzo compensa. Pero con los años, no muchos, se produce la reacción lógica del afectado: Eh! que esa calidad de vida por la que pagué tanto dinero se me ha esfumando. Ja prou!
Se trata de una montaña muy apreciada y con larga tradición popular. Hay una ermita (Sant Mateu) y una fuente (también con el mismo nombre, pero la placa está en latín, que da más consistencia). En los mapas antiguos constaba que la altitud del punto más elevado era de 499m. Este dato nunca fue del agrado del lugareño (yo entre ellos), quedaba patente que la montaña era una colina (un turó). En el fondo uno lo achacaba a que los mapas antiguos estaban basados en la cartografía del ejército, elaborada con tecnología anticuada y con poca simpatía hacia el noreste peninsular. Así que llegó la democracia y la creación del flamante instituto cartográfico catalán y se volvió a sacar las medidas al territorio. Hay mucho secretismo sobre el tema, en el bar del pueblo no es posible sacar nada en claro, pero el hecho es que hoy día consta una altitud de 500m. Se ha hecho justicia.
Si vais por allí no es descabellado que os cuenten que la montaña es un volcán (por la forma de olla en la zona de la ermita). También os dirán que el agua de la fuente no viene de la lluvia recogida más arriba (puesto que la fuente está ya muy arriba), sino que procede del lejano Montseny por un sistema de vasos comunicantes, donde el agua es de las más puras del país. Esto no lo afirman sólo los viejos del lugar educados en las monjas y a los 15 a trabajar. Es defendido por verdaderos conocedores del terreno (entre ellos muchos boletaires o cazadores de setas), con niveles académicos menos espartanos. En todo caso, ambas cosas no tienen ningún fundamento ya que todo es granítico en muchos km a la redonda. Y estamos hablando de cosas que admiten poca discusión y tienen una transcendencia muy baja en la vida del pueblo. No sé qué pasaría si se discutiera sobre si el alcalde tiene intereses directos en la promoción inmobiliaria o si la vecina ha recibido una herencia que no le debería pertocar.
Explico todas estas batallas porque nosotros, amantes de conocer el porqué de las zonas por donde pasamos, nos tenemos que enfrentar frecuentemente ante el conocimiento local. Y nuestro temperamento, ciertamente romántico, puede optar por preferir lo bonito y espectacular. Yo estoy marcado desde pequeño por esos mitos de la montaña de Sant Mateu, por lo que cuando viajo en bici soy un romántico un poco desconfiado.
Pongo 2 fotos que he hecho este atardecer, o sea, con muchas lucecitas. Se me suben los colores, pero es que soy malo malo con la cámara. Para fotos más lúcidas, mirar en panoramio. Y es que de noche hay un encanto muy especial. Eso sí, si algún día os asomáis, mirad de no molestar a las parejas que piensan lo mismo y suben allí a demostrarse su amor.
