Mi opinión sobre los carriles-bici es ambivalente. Por una parte no me gustan porque los veo un poco como un gueto, como dice karramarro y, al igual que él, pienso que somos tráfico, y que por lo tanto nuestro lugar está en la calzada (lo cual no quiere decir que seamos iguales que los coches, del mismo modo que no es igual una moto que un autobús, y ambos comparten espacio sin mayores problemas).
Pero por otra parte, mi deseo es que las bicis inunden las ciudades, aspiro a eso tan utópico de la "movilidad sostenible", y hay que ser realistas: la gente no se anima a coger la bici en ciudad si de buenas a primeras les pones entre coches, tienen miedo y, tal y como está el tráfico, es comprensible. Por eso pienso que la mejor solución son los carriles-bici integrados en la calzada, es decir, un carril para las bicis (restando espacio a los coches y no a los peatones, obviamente) junto a los coches, pero con algún elemento de separación (si no los hay los coches acaban invadiéndolos, desgraciadamente). Si ésta es la forma de que la gente se vaya animando a usar menos el coche y más la bici, bienvenidos sean estos carriles.
Las que sí que no me gustan nada son las aceras-bici. En Pamplona han puesto en el último año unas cuantas, y huyo de ellas como de la peste. Nuestra alcaldesa, que se cree muy lista, con un botecito de pintura blanca ha pintado un montón de rayas y de bicis en unas cuantas aceras, con lo cual ha conseguido sumar un montón de kilómetros de "vías ciclables", que quedan de maravilla en las estadísticas -lo que ella busca-, pero que no sirven más que para crear molestias en los peatones.
¡Bici, bizi, vici!