"en busca de las montañas" verano 2019

Cogí un tren a Lleida y allí un amigo (que ronda por este foro) me acercó hasta el embalse de Terradets, cerca de Tremp. Un baño y unas cervezas inauguraron el viaje.
El primer objetivo era la cima del Comapedrosa (2942m) techo de Andorra. El excesivo calor de los medio días y un domingo inoportuno me hizo avanzar bastante despacio al principio.
Llegué al valle del Comapedrosa y encontré por casualidad una borda que me sirvió de base durante dos días. Fuertes tormentas por las noches me hicieron amar aquella cabaña. El día de subir amaneció tronando, y no dejó de hacerlo hasta las 11:00, cuando unos tímidos rayos de sol intentaban abrirse paso entre tanto nubarrón. Apenas 6kms y 1200m+ me separaban de la cima. A las 17:00 volvían a dar mal tiempo, así que tiré para arriba, ligero. 3h después pisé el techo andorrano y corriendo para abajo. Media hora me sobró antes de que volviera a romperse el cielo a cántaros. Los siguientes días pasaron entre puertos y pistas solitarias, compartiendo las siestas con riachuelos y las noches con rebaños de vacas.
Llegué a Viella una mañana y me abastecí de comida para pasar dos días que sabía que iban a ser durillos.
Después de dos cafés dobles empecé a subir hacia Artiga de Lin. Hasta el refugio todo es pista bien pisada y cómodo de rodar, pero a partir de allí la cosa cambia. La pista acaba y empieza un sendero inciclable. Esa tarde y la mañana siguiente las invertí en subir los 1000yalgo m de desnivel que había hasta llegar al Port de la Picada. Muy hardcore!! Llegué sin agua y con el sol azotando a todo aquel que osaba pasearse bajo él. Pero todo esfuerzo tiene su recompensa y la mía fue una increíble bajada hacia La Besurta. Esa noche la pasé en la Escuela de Montaña de Benasque.
Al día siguiente, sin mucha prisa, preparé todo lo necesario para subir al Aneto y tiré hacia el Ref. de Coronas, por el valle de Vallibierna. A media mañana ya estaba arriba, así que la tarde la pasé tranquilo en el río. Puse el despertador bien temprano y cuando sonó, la pereza me obligó a retrasar la alarma un poquito más.
Al final, conseguí vencerla y a las 5:45 estaba con la mochila puesta y el frontal encendido enfocando hacia arriba. Subí bastante rápido hasta los ibones. Luego, los neveros intermitentes me ralentizaron un poco al tener que andar poniendo y quitándome los crampones.
Al collado de Coronas llegué a las 8:30h. Tras colarme en la subida y aparecer por donde no debía hacerlo, ya solo quedaba el glaciar y el famoso paso de Mahoma. Al ser aún temprano (y lunes), no había mucha gente y el tráfico era fluido. Arriba foto, comer algo y enseguida para abajo.
La bajada se me hizo algo larga y se me fueron ocurriendo futuros viajes similares a este. Al llegar a la tienda, mini siesta y para abajo.
¡Otro para la saca! ya solo me quedaba el techo francés.
Tras otros dos días de pistas, collados, encuentros con amigos y chapuzones helados, llegué a Bujaruelo sin saber muy bien dónde guardaría la bici. Justo donde se acababa la pista había dos cabañas y una de ellas tenía un pestillo agujereado para pasarle un candado. ¡¡Que suerte!! Allí dejé la bici y el resto del material que no iba a usar, cargué la mochila y subí un poco más hasta otra cabaña. Esta estaba llena de mierda (literalmente), que asco de gente.... Planté la tienda en un alto donde podía ver el barranco por donde tenía que subir al día siguiente. Y así poder ir haciéndome una idea de por donde trazar el camino. Igualmente, puse el despertador temprano y, de la misma manera, la pereza me forzó a posponer la salida. Esta vez salí a las 7:00 a.m. con luz suficiente para ya no ser necesario el frontal.
Una subida bastante directa y tras varias confusiones que me obligaron a retroceder sobre mis pasos, llegué al principio de la Moskowa aún con la montaña tapando el sol. Un poco de chocolate para el estómago y para arriba. La trepada es bastante fácil y no muy expuesta, pero mientras subía solo pensaba en como iba a bajar luego por ahí. Varios cordinos y dos buriles ya advertían que una cuerda era recomendable.
Una vez arriba de la chimenea, ya solo me quedaba crestear un poco, cruzar el glaciar y una sencilla trepada hasta el techo francés, el Vignemale.
Hice cima a las 12:20. Comí el chocolate que me quedaba y decidí bajar dándole la vuelta a todo el macizo. Sabía que era mucho más larga pero sin ninguna dificultad técnica. La vuelta la hice casi corriendo, no quería que se me hiciera de noche. Con los últimos rayos de sol llegué a la tienda, y ya sin ellos me di un baño revitalizador en el Ara salvaje. Esa noche fue tormentosa y tronadora. A la mañana siguiente me dí cuenta de que me había dejado todo fuera y estaba empapado. Puse todo en una gran roca a que secara al sol y cuando ya estuvo más o menos seco, recogí el campamento y volví hasta la bici. Bajada gozadera y encuentro sorpresa en Torla que hizo acabar el viaje igual que como lo empecé, con charleta y cervezas frías. Después ya solo quedó dejarme caer hasta Fiscal, cruzar por Petralba y llegar a Sabiñánigo con el tiempo justo para subirme al Canfranero.