Compañeros, camaradas, alucino con este foro, en el que cada día que pasa me sorprende más. Me doy cuenta de que tiene mucho nivel y de que está trufado de filósofos en potencia. Más que eso: gente de bien, mentes brillantes, humanos con ideas humanas. Sois la leche. Todas vuestras ideas me parecen sublimes.
La pregunta del inicio: qué es lo esencial y qué es lo superfluo, es inmensamente difícil de responder, o sencillo, según se mire. Tengo un libro escrito que versa sobre este tema. Este libro duerme en un cajón porque nunca lo he llegado a presentar a ninguna editorial. Para escribirlo leí la obra de bastantes filósofos, como Heidegger, Kant, Platón, Foucault o Hegel (con su brillante dialéctica del amo y del esclavo).
No puedo apenas aportar nada a todo lo que habéis expuesto, pero sí me gustaría arrojar una pregunta. Vale, está bien, todos tenemos muy claro quién es el ogro de la sociedad: políticos, las sociedades mercantiles, nuestra vorágine consumista, el basar nuestros valores en metas materiales (según Heidegger estamos dedicados al dominio de los entes materiales, en menoscabo de preguntarnos sencillamente qué es el Ser), etc.
Lo tenemos muy claro pero ¿alguno de nosotros está dispuesto a renunciar a su ordenador, su coche, su internet, su moto, sus bambas de marca, su teléfono móvil, etc? He visto que algunos de aquí viven sin TV u otros lujos innecesarios, y que pilo15 no deja que sus hijos se lleven a los viajes sus aparatos de mp3 y consolas. A eso me refiero. Pero ¿comulgamos todo con esto? ¿Damos buen ejemplo? ¿Es posible vivir sin todo ello, no sólo uno mismo sino en sociedad? ¿La sociedad nos permitiría vivir así sin proscribirnos como a delincuentes o leprosos?
Si uno decide apartarse de todo, irse a vivir muy lejos (véase la película Into the wild, por ejemplo), deja de pagar impuestos, se convierte en un delincuente, y renuncia a parte de sus derechos, como por ejemplo a la seguridad social, e incluso a vivir bajo un techo.
Todos giramos en la inmensa rueda de la sociedad mercantil, que la han dictado unos hombres (o entes) que están en el poder (en abstracto), y todos participamos de esta locura consumistas en que nos es dictada no sólo la obligación de generar dinero para después gastarlo, sino que hasta hay una manipulación bioquímica en nuesro cuerpo por parte del poder. Esto es, segregamos endorfinas cada vez que cubrimos una necesidad que nos han hecho creer como tal (como comprar una tele de plasma). Nos inoculan la necesidad y el camino a seguir para cubrirla (siempre con un dispendio económico de por medio).
Jamás reflexionamos sobre el universo, la nada, el ser, la eternidad, porque ello no genera dinero. HAy que consagrarse a los entes materiales, según nos dicta "el poder mercantil", en el que estamos todos atrapados. Y luego está la religión cristiana, que premia al débil, al rebaño, con mensajes de clemencia, perdón, poner la otra mejilla, y castiga al fuerte. En fin, éste es otro cantar en el que terminaríamos hablando de Nietszche y su odio al mundo perfecto del rebaño, donde se despedaza al hombre que decide andar en solitario.
No terminaría nunca, siento el tostón.
Saludos