Pues si tanta gracia te hace, empieza a chover con una fuerza descomunal, y tiro para el centro del pueblo por un costarrón, chove chove y chove, y no me refugio, busco el centro, y sigue lloviendo y sigo subiendo, hay veces que tu no diriges la bicicleta, ella te dirige a ti, y me quita la idea de un par de sitios donde guarecerse y comer, Por fin llegamos arriba del todo, iglesia, soportales, me meto en los soportales y para inmediatamente de llover, sale el sol.
El impermeable esta a punto de calar, entro en un bar, me cambio de ropa, me tomo una birra y una ración de pulpo que ya tenia ganas, aunque creo que fue un error, un combustible que no funciono.
Sigo ruta y sigue el sol, las nubes, y la inestabilidad.
Y a mi me viene a vistar el Tio del Mazo, y me entra un pajarón, que no tenia muy claro lo que era, hasta ese momento, y picaba para arriba todo el rato, todo el mundo me decía que en nada terminaba la subida, pero nunca llegaba el fin, y cuando las rampas subían el porcentaje se me hacia imposible tirar.
Vi un algo en bar en la carretera y pare, no había manera de seguir, nunca había experimentado una pajara tan tremenda, me pedí una coca cola, y compre chocolate, aparte de tirarme en una silla, a refugio cayo otro tormentón, esta vez con granizo incluido, y entable conversación con otros peregrinos, con los cuales compartiría camino a Santiago sin saberlo, o por lo menos estancias, me hablaron que iban al albergue municipal de Hospital, allí había uno y me estaba pensando seriamente en quedarme, pero decidí hacer un esfuerzo hasta Hospital, que por cierto era el final de la subida. Me costo llegar con el pajaron encima, no llegué mucho antes que los caminantes.

Allí volví a celebrar mi cumple, uno de los peregrinos cumplió años el mismo día que yo, dimos cuenta del champan que amablemente me regalo la señora, de una botella de vino que había en el albergue y hasta soplamos una vela, que costaba apagar, improvisada con el alcohol, pero tranquilos que la apagamos soplando y el albergue no prendió.
La alemana durmió en el exterior, los albergues municipales y las bicicletas no se llevan bien, te consideran menos peregrino, estabamos en mitad de la nada, en la cima de un puerto, así que así se quedo candada y tranquila.