A mí, como buena sargantana, me encanta el sol y, como dije, los inviernos se me hacen largos en Pamplona. Y sin embargo les tengo cariño a los días grises y lluviosos. Porque los asocio a Verdor, Verdor con mayúsculas, verdor de praderas, verdor de bosques caducifolios, verdor de mil matices... Vamos, que los asocio a algo así:
Y un paisaje así, como el del Baztán, uno de los valles de la Navarra húmeda, sería imposible sin un montón de días grises y lluviosos al año. Por eso les tengo tanto cariño, porque ese verde me llena de vida. Lo cual no quita para que, después de unos cuantos días seguidos de lluvia, necesite que los rayos del sol me reconforten y haga una escapadita al Mediterráneo (Mediterráneo que, por cierto, últimamente me suele recibir con lluvia...).
Pero vamos, que me parece normal que a mucha gente no le gusten, sencillamente porque para gustos, colores
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