Para concluir:
- el reto "sin avión" lo cumplí, pese a todos los desmanes que ya conté. Tengo mis dudas de que en viajes internacionales no vuelva a coger el avión. En viajes nacionales, a ser posible, el tren desde algún punto de la península.
- la bici y el equipaje: no puedo estar más contenta con mi nueva Surly Ogre y sus componentes (por cierto, le quité las pegatinas de la marca antes del viaje)
Llevo usando las alforjas Ortlieb de la foto desde hace 13 años. Les ha llovido mucho. Siguen tan impermeables y estancas como cuando las estrené, allá por 2006. Sobre ellas llevo una ligera bolsa muy resistente y estanca que compré hace 3 años en Inglaterra. Dentro va la tienda de campaña y la esterilla aislante. Y la comida del día que no me haya cabido en las alforjas. En el manillar me ha resultado muy práctica la bolsa Vaude, impermeable y muy fácil de abrir y cerrar con una mano. Por último, un accesorio que no había llevado nunca es el espejo retrovisor. Ahora ya no volvería a ir sin él.
- la comida: viajo sin hornillo ni útiles de cocina. Voy comprando en supermercados. No resulta difícil componer platos aceptablemente sabrosos con conservas de judías verdes, o guisantes, o lentejas o garbanzos cocidos, o bandejas de verduras al horno, mezclado con caballa o sardinas en aceite, salmón ahumado... En fin, es verano y no necesito comida caliente. Desayuno cereales con leche y café soluble.
Suelo buscar lugares tranquilos y con vistas para comer en ruta. Voy a restaurantes en contadas ocasiones.
- las pernoctas: preparando las etapas ya vi que afortunadamente había muchos campings. Al final no usé todos los que tenía disponibles en la ruta por las lluvias, pero la oferta de alojamiento en pensiones, hostales y hoteles era grande y variada, así que nunca hubo problema. No llevaba nada reservado previamente, excepto el primer hostal en Augsburg y el apartamento en Trieste. Da mucha más libertad viajar así...
Descarté las acampadas libres con pena... sabía que me echaría para atrás que esté prohibido y que sea una zona tan densamente poblada. Necesito mucha tranquilidad y discreción para acampar sola por ahí...
- el contacto con la gente: al ser una ruta cicloturista establecida, es fácil cruzarte con otros viajeros. A lo largo de los 1.065 km de ruta no vi a ninguna mujer viajando en bici sola. Hombres en solitario, muchos. Parejas, familias, grupos (ciclistas ocasionales en solitario sí, de cualquier sexo). En los campings o en breves descansos durante la jornada se entablan a veces conversaciones agradables. Sólo en dos ocasiones hubo algo que "chirrió" y me dejó meditabunda...
La primera fue en Austria. Iba coincidiendo con un grupo de 3 hombres y una mujer, nos saludábamos al adelantarnos mutuamente tras paradas para hacer fotos o contemplar el paisaje. Uno de los hombres se acercó a mi altura para preguntarme lo típico: de dónde eres, de dónde has salido, a dónde vas, etc. Todo bien. Cuando le dije que mi destino final era Trieste se rió y dijo con tono de burla: "y qué esperas, ¿llegar en tres meses?" y volvió a reír. No supe qué contestar. Pensé que a un hombre no se lo habría dicho.
La segunda vez en Italia. Misma situación con una pareja, hombre y mujer. A veces me adelantaban ellos mientras yo hacía una foto, a veces al revés. En una de esas oí a la chica decirme "eres muy lenta" (en alemán, pero lo entendí), y al siguiente encuentro ella hizo la pantomima de lanzarme una cuerda y remolcarme... Vaya, ¡qué preocupación con mi velocidad! Y me vino el mismo pensamiento: de un hombre desconocido no se habría burlado.
Así que lo atribuyo, más que al poco respeto de estas personas, al nefasto patriarcado. Una mujer sola, sin ataduras, a su aire... es todavía inquietante. No me otorgo ningún mérito, me refiero a cualquier mujer. O bien te tratan con admiración, o con condescendencia, o con burla. Yo no quiero despertar ninguno de esos sentimientos. Sólo quiero hacer lo que me gusta, como cualquier cicloviajero del otro sexo. Pero estamos todavía lejos de que eso sea una situación normalizada, no conspicua. Hay que seguir haciéndolo no sólo porque nos gusta, también para que nuestras hijas y nietas puedan realizar sus inquietudes, sean las que sean, con normalidad.
Y fin. ¡Es una ruta que os recomiendo encarecidamente!