Bueno pues vamos allá
Etapa 6: Tangermünde-Magdeburg-Dessau-Waldersee-Vockerode.
74km y algunos más en pérdidas y rodeos desde Tangermünde a Magdeburg. Unos 70-80km de Magdeburg a Dessau. Dando vueltas nocturnas por Dessau intentando encontrar el hotel que habíamos reservado: otro puñado que se nos hizo muy largo. De Dessau a Waldersee: Unos 5. De Waldersee a Vockerode (la cosa tuvo miga), otros 10 o 12.
Al móvil no le cuesta nada madrugar, por muy pronto que pongas la alarma el tío se despierta siempre a la primera como un campeón y te empieza a cantar la canción esa que sienta tan bien a esas horas.
Tras la procesión de rigor de levantarse, quitarse las legañas y ponerse medio decente para poder salir entre las personas humanas, abrimos la puerta que da a la calle para ir hacia el restaurante del hotel a desayunar y nos saludan un cielo plomizo con una niebla que no deja ni ver el final de los campanarios acompañada de un chirimiri o calabobos que no sé como se llamará en alemán... bueno google dice... bueno lo mejor que he conseguido es 'miri chiri calaaa boobies', impresionante.
El desayuno transcurre más o menos como todos los anteriores, con una salvedad, ayer nos preguntaron cómo queríamos que cocinasen los huevos, cocidos, revueltos, poché, fritos... fritos ! Pues eso. Volvemos a la habitación a recoger, sigue lloviendo. Sacamos las bicis del cuarto en que las hemos guardado, cargamos y empezamos a rodar hoy nos vestimos de largo, chubasquero y casco que abrigue un poco la mollera.
Vamos a buscar el elberadweg, girando a la izquierda y bajando por una calle adoquinada que aunque incita a emocionarse es mejor tomarse con calma con el suelo mojado. Cruzamos por un pequeño puente sobre un canal navegable que corre paralelo a las murallas de la ciudad y ya rodamos por un buen carril bici como nos tienen acostumbrados los alemanes. Eso sí, al salir de la protección de los edificios se une a la fiesta de los elementos el viento, que para variar nos acompañará durante todo el día y de nuevo casi siempre en contra o lateralmente. Pronto comenzamos a ir paralelos al Elba y de vez en cuando el sol nos hace algún regalito.
Por cierto que hemos tomado la variante izquierda (según el mapa de arriba), ya que parece que el camino de la otra orilla está marcado como versión alternativa y (suponemos) menos señalizada. Así pues estamos rodando en dirección Buch. Hoy atravesaremos un montón de pequeños pueblos principalmente en zonas agrícolas. De nuevo recordaremos las palabras del chico del City Hotel en Brandenburg, tal vez esto sea la Alemania pobre, pero la sensación que transmite la vida por esos parajes nos gusta bastante más que la versión ajetreada y poblada de coches que vamos dejando atrás. Algunos ofrecen estampas desiertas de otras épocas. Creo que voy a tener que repetir este viaje con una cámara de formato medio y un montón de rollos de blanco y negro, jeje...
No hay duda de que el viento en estos lugares no es algo con lo que no estén habituados a convivir y del que hayan aprendido a sacar provecho. Esta maravilla podría pasar realmente por un gigante si algún Quijote teutón quisiera, pues realmente es enorme.
Pese a ser la etapa más larga que tenemos por delante y al viento en contra que nos azota en cuanto salimos a campo abierto, vamos avanzando a buen ritmo con las obligadas paradas para inmortalizar lo que buenamente podemos y descansar unos minutos. Sigue lloviendo, hace frío y bajo esas condiciones el cuerpo casi se encuentra mejor en movimiento que parado. Hoy se agradece haber dejado la pereza en casa.
Cerca de Bertingen descubrimos un camping-hotel-resort rodeado de bosques y justo al lado del elberadweg. Hay que ver cómo se las gastan aquí. Son capaces de literalmente incrustar un mega-complejo hasta con gimnasio y bolera en el centro de un paraje natural y sorprendentemente el sitio casi se mimetiza con el entorno de forma que no lo ves hasta que no estás encima. Nos tienta la idea de echar una partida de bolos pero creo que nuestra agenda para el día de hoy no lo permite. Para lo que sí nos da es para un buen trozo de kuchen (o sea, pastel) de piña y un café con leche king-size (como todo aquí).
Por cierto que mientras estamos en ello hacen su aparición apoteósica... sí ! Los seis naranjitos con sus uniformes naranjas que de nuevo toman el párking de bicis de forma síncrona y sin romper el six-pack en ningún momento. Eso sí hoy debe haber aquí como unas 50 bicis ya que es el día elegido por un club ciclista local para organizar una salida de un día. Al parecer es algo bastante común y con estos carriles bici no me extraña.
Retomamos la ruta y atravesamos varias exclusas inmensas que nivelan varias secciones y canales que se ramifican desde el río.
Cada vez vemos más agua y más de estas enormes estructuras, hasta que llegamos a una especie de inmensa estación de control que desde lejos nos parece un aeródromo con su torre de control y todo, aunque vemos que está construida sobre una especie de presa sobre un canal adyacente. La rodeamos y de repente salimos a lo que en ese momento creemos que es el río Elba, en un tramo perfectamente recto, regular y con orillas conformadas por diques de piedra. Al otro lado de este monstruo vemos bicis diminutas que se deslizan impulsadas por el... sí, por el viento que aquí nos azota sin piedad y totalmente en contra. Avanzamos como podemos y nos encontramos con algún que otro cicloturista que ya conocemos de la etapa anterior. A todos se nos está haciendo duro esto. Paramos bajo un puente sobre el (creemos) Elba para resguardarnos un poco y comernos un plátano que guardábamos del desayuno.
Seguimos avanzando a duras penas, yo diría que caminando iríamos más rápido. Entonces pasa algo raro. El camino nos obliga a bajar como si de repente el río fuese a elevarse. Y de repente se hace la luz. Lo que vemos no es el Elba, no. Lo que hemos estado siguiendo es ni más ni menos que el acueducto fluvial más grande de Europa. Qué bestias ! Han canalizado un río entero y lo han hecho pasar por encima del Elba ! Estamos aquí, en la conexión fluvial de las vías navegables de Hannover, Magdeburg y Berlín. Si tenéis en cuenta que lo que circulan son cargueros fluviales, os podéis hacer una idea del tamaño de esa cosa.
http://www.profsurv.com/magazine/article.aspx?i=70324
http://www.magdeburg-tourist.de/index.phtml?La=2&sNavID=698.149&object=tx|115.1650.1|115.16.2
Así que a nosotros nos toca pasar por debajo de esa cosa para retomar el camino del Elba, que es ese río de abajo, en este caso por la orilla que queda en la parte inferior de la foto. Viendo esto parece que Magdeburg no va a ser precisamente un pueblecillo de provincias.
Ahora la llegada a Magdeburg, aunque larga es un puro trámite, pues de hecho podríamos decir que ya estamos en su área de influencia. Los siguientes kms serán una especie de sueño cíclico sobre lo que nos parece un parque urbano gigante. Rodeos y más rodeos que hacen que tras ver un cartel de 'Magdeburg 22km' y pedalear durante un cuarto de hora te topes con un cartel que reza 'Magdeburg 23,5'. Así que vivimos nuestro particular día de la marmota, cartel tras cartel y parece que esto no se acaba nunca, de 7 a 9, luego de 5,5 a 6 y así con alguna pausa a resguardo del aire para comer un poco de chocolate acabamos entrando en Magdeburg.
Creo que la decisión estaba tomada ya desde hacía unos cuantos kms, pero la verdad es que la apariencia de Magdeburg no hace sino reafirmarnos: no queremos quedarnos a dormir aquí. La ciudad es enorme, inmensa, el ajetreo de gente, coches, tranvías nos intimida después de la tranquilidad de los últimos días. Además, lejos de presentar algún atractivo arquitectónico, las zonas de la ciudad que vamos viendo nos parecen (con perdón) feas de cojones.
Arquitectura soviética que ha sido modernizada descarnadamente con modernos centros comerciales por doquier y repartidos sin ningún criterio. Así que buscamos un rincón a salvo del aire para comernos un par de sandwich y partimos a buscar la estación de tren. Encontramos la estación, buscamos los horarios, información sobre el transporte de bicis (en los trenes Regionales viajan gratis aunque no lo sabíamos), y aproximadamente una hora después nos subimos al tren regional que parte hacia el final de la siguiente etapa: Dessau. Como no todo va a ser malo, mientras comíamos ha salido el sol. Y por cierto de camino a la estación vemos un enorme restaurante Español que se anuncia sin rubor, nos preguntamos por qué de toda Alemania han escogido Magdeburg, quizás algún día le demos otra oportunidad a esta ciudad que imaginamos esconde cosas bellísimas, pero de momento casi estamos huyendo de aquí. Mientras esperamos nuestro tren vamos repasando la lista de alojamientos en Dessau que tenemos en la guía hasta que nos contesta uno que sigue abierto, tiene garaje para bicis y camas libres.
Cuando llegamos a la estación central (Hauptbahnhof) de Dessau es ya de noche. Creíamos que en una ciudad grande como esta habría algo de vida nocturna. Meeec, nada, en cuanto se hace oscuro los alemanes corren a refugiarse a sus casas que cierran a cal y canto. Como hemos cometido el pequeño error (ejem) de no preguntar por donde queda el hotel, vamos a mirar el mapa de la ciudad que hay en la oficina de información (ya cerrada) justo a la salida de la estación. Encontramos la calle, hacemos una foto del mapa como referencia y salimos para allá siguiendo el elberadweg en dirección al barrio de Waldersee.
Y para variar aquí es donde se empiezan a complicar las cosas. Como ya sabíamos de buena tinta pero memos de nosotros decidimos ignorar bajo nuestra responsabilidad, de noche todo se complica y cada minuto que pierdas juega en tu contra. Cada vez se ve menos gente por la calle aunque realmente no es tarde para los estándares españoles, alguna de la gente que ves no acaba de inspirar demasiada confianza y además cuesta ver los carteles. En cualquier caso aunque llevábamos el buen camino, el destino quiso que parásemos a preguntar en una gasolinera que acabó siendo providencial ya que desde hacía unas horas veníamos arrastrando un error adicional que aún no habíamos notado.
Y es que hemos llegado a la salida de la ciudad y lo que hasta entonces es un carril bici paralelo a una gran calle, bien iluminado etc etc se convierte de repente en un camino asfaltado totalmente a oscuras. Cero farolas, nada, niente. No vemos más allá de cinco metros. Llevamos un frontal más o menos bueno, pero no lo vemos nada claro (literalmente) así que antes de meternos en la boca del lobo decidimos preguntar en la gasolinera a la dependienta de la tienda y una chica que está repostando gasolina.
- NEIN !!!! Quiero decir, Ja ! Sí ese es el camino a Waldersee pero... pero POR FAVOR, NO ENTRÉIS EN ESE CAMINO AHORA !!! NO HAY LUZ !! Y... Y EL PUENTE ! MUY PELIGROSO.
- Peroooo... tenemos luces y...
- NEIN !!! NO-VAYÁIS-POR-AHÍ.
Las dos chicas dicen más o menos lo mismo. Sí ese es el camino. Y es el que normalmente usan ellas. Pero no de noche. Nunca de noche. Pues vaya... Nos despedimos de ellas dándoles las gracias y nos repiten: NO.
Para que negarlo. En tierra extraña, de noche, con ya un considerable fresquito y cansancio, con pocas luces (en varios sentidos) y con semejante consejo, pues nos entra el acojone. Nos imaginamos un bosque tétrico y oscuro en el que caen yonkis de los árboles y un monstruo-puente que come ciclistas. Un hombre mayor nos dijo en la estación que había una vía alternativa para llegar a Waldersee, iluminada y demás, pero por desgracia ninguna de las dos chicas la conoce o nos la quiere decir, sea por prudencia o por desconocimiento.
No tenemos muchas opciones, ya casi son las 22h y seguramente nos están esperando en la pensión. Así que tomamos una decisión un tanto drástica pero práctica. Volveremos a la estación y dejaremos las bicis en el párking a tal efecto, ya que parece el más utilizado en esta ciudad en la que no abundan las bicis aparcadas precisamente. Además estarán la lado de la oficina de la policía y de la parada de taxis y suponemos mejor vigiladas que en otros rincones de la ciudad. Descargamos las bicis, pillamos todos los bártulos y cogemos un taxi que nos conduzca al cercano Waldersee de forma más segura. A grandes males grandes remedios. Ya pensaremos mañana como volver, en cualquier caso no estaremos muy lejos (ay ay ay). Salimos de Dessau atravesando algunas calles familiares y efectivamente vemos algunos elementos que desde lejos no parecen muy recomendables.
Pues aunque parezca mentira la cosa no acaba aquí. Y es tras esos 5-6km llegamos a la calle y al número que rezaban en la guía, pero aquello no tiene ni un cartel por ningún sitio. Estamos en uno de tantos barrios residenciales y esto parece exactamente eso: una casa unifamiliar en una zona residencial 100% alemana. Comprobamos de nuevo, Griessenerstrasse? Sí. Número tal? Sí. Que pasa aquí, esto no tiene sentido.
La verdad nos cae sobre la cabeza como una losa de 20kg. Mierda ! Sí, esta es la calle y este es el número. Pero la pensión no está en Dessau. Está en un sitio llamado... Vockerode !!! Y es que al recorrer de forma secuencial la lista de alojamientos en la zona e ir recibiendo respuestas del tipo 'está cerrado' – 'está lleno' sin darnos cuenta seguimos recorriendo nombres y saltamos al siguiente pueblo ! Suerte del taxista, un señor mayor que decidió esperarnos hasta que hubiéramos entrado en la supuesta pensión (imagino que no lo veía muy claro) y que nos dió otro paseo hasta Vockerode, unos 10-12 km más allá. Suerte de las chicas en aquella gasolinera. No nos imagino llegando a Waldersee tras atravesar el bosque ese que despierta más miedo que las minas de Moria a oscuras para descubrir que todavía nos quedan otros 10km.
Llegamos a la entrada de Vockerode y el taxista sin previo aviso para de golpe. Y ahora !? Qué pasa !? De repente sin mirarnos el taxista murmura algo en alemán y se echa hacia adelante sobre el salpicadero como si se encontrara mal, encogiéndose. No sabemos si le ha dado un yuyu o se está transmutando en Hannibal Lechter. Sinceramente a estas alturas ya no nos sorprendería. Cuando ya damos por hecho que mañana saldremos en los periódicos el taxista vuelve en sí de un salto ! Por fin ! - dice – por fin voy a poder usar el GPS en una ruta de verdad ! Y es que claro este pueblo no forma parte de sus rutas habituales y como ya sabemos orientarse no es precisamente fácil.
“erreicht sein Ziel!“ dice el cacharro. Y efectivamente el cartel luminoso lo dice bien claro: Pensión. La pobre señora ya estaba en la puerta mirando el reloj y obviamente se ríe con ganas cuando el taxista le explica la historia. Y con razón ! XD A todo esto todavía estamos con un sandwich que ya tenemos por los tobillos y como es normal la cocina ya está más que cerrada.
Y ahora sí la cosa continúa con... así que acabamos rascando los envoltorios del poco embutido que nos queda para rescatar lo que podamos para cenar. De postre tenemos una bolsita de ositos de goma que amablemente nos han dejado sobre la almohada. Caemos rendidos sin querer ni pensar cómo vamos a volver a Dessau y si nuestras bicis seguirán allí, pero creo que ya nos preocuparemos de ello mañana por la mañana.