Bueno, el titulo me ha venido a la cabeza por la idea de que es ineludible que nuestra forma de entender el cicloturismo se manifieste siempre, pese a que algo cambie o se den circunstancias que lo dificulten. Al final es parte de nuestra esencia ciclista y termina por aflorar. A los más autónomos les costará dejar en casa algo que pueden necesitar. A los mountain bikers les tirara entrar en un sendero. A los amantes del asfalto no les supondrá una tentación. En definitiva la personalidad del ciclista terminará por salir a la luz pese a las dificultades imprevistas o los inevitables cambios en nuestra vida. Lo comento porque he cambiado de bici y sin embargo no puedo dejar de ver las cosas como antes. He vendido mi bici de montaña para comprar una urbana. La bici viene equipada con sus guardabarros, sus luces y su portabultos. Le he puesto unas alforjas y puedo llevar un equipo ligero sin problemas. Pero como soy de tendencia minimalista, cuando lleno las alforjas, que dicho sea de paso, no son muy grandes, la bici se convierte en un verdadero muerto. Pesa mucho y me cuesta ver la bici como algo sencillo. Una maquina simple y ligera. Con ese equipamiento no logro manejar la bici con soltura en algunos momentos. No me imagino cargando la bici en un tren. Me costaría mucho coger el metro. Y meterme con ella en una escalera mecánica seria bastante escalofriante. Total, que ha vuelto a salir mi vena minimalista y he pedido unas alforjas más pequeñas y minimalistas. Aun no las he recibido pero ya imagino que no es posible llevar todo lo que entra en las otras. Es inevitable la reducción al mínimo de todo el equipaje. Practicamente, solo ropa y comida fría. Pero no solo eso. Vuelvo a los antirrobo ligeros y las prendas compactables. No lo puedo evitar.