Hola!
Quién sabe... es probable que en algún viaje en bici, por la extenuación, por el goce o por lo que sea hayamos vivido una experiencia en donde nuestro estado de consciencia estuviera alterado. (Alterado de por sí: sin el uso de sustancias, jejeje).
Vivencias medio místicas, espirituales, de plenitud sensorial. "Iluminaciones" repentinas, éxtasis y otras cosas fuera de lo cotidiano.
Nos las podríamoscontar aquí, si os animáis.
Sin más preámbulos abro la ronda y cuento que..
Una vez estaba viviendo una situación de crisis y sentía cierta opresión. Decidí coger la bici, cargarla con todo lo posible y viajar hacia otro lugar. Ese lugar era parte de mi pasado, y salí con la ilusión de ir a buscarlos (tanto el lugar como el pasado). Fue al mismo tiempo una huida hacia adelante y hacia atrás. Atrás en el tiempo --lo que se demostró imposible de hacer-- y hacia adelante porque lo que me propuse se encontraba delante de mi manillar y lo alcanzaría sólo a golpe de pedal.
Viajé de noche y de día. Quise tantear el miedo de recorrer bosques solitarios en la noche. El viaje-huida había comenzado unos dos días antes. Esa noche estaba solo en el bosque. Un camino asfaltado y recto. Plano y recto, ladeado por arboles, tan plano y recto que parecía que se hubiese trazado con una regleta. Faltaban 6 kilómetros para alcanzar un pueblo, y empecé a tener sueño. Sentía una imperiosa necesidad de dormir, pero me obstiné en proseguir. Me podía permitir el lujo de entrecerrar los ojos, alternándo uno y luego otro, pues no había nadie en el camino. Algún animal salvaje ponía la banda sonora y la luna gorda gorda y amarilla se levantaba frente a mí, creando reflejos en el asfalto y creando sombras y luces fantasmagóricas. Debí de alcanzar una fase de esas de duermevela, un "estado alfa" o lo que fuese. Daba cabezazos y juraría que me dormí por momentos, mientras el movimiento mecánico de las piernas seguía llevándome a trompicones hacia adelante. En ese estado, en el que me sentí uno con el bosque y la naturaleza, en ese estado en el que dejé de sentirme una potencial presa indefensa, el cansancio me hundía los párpados y la luna intentaba hablarme. Fue entonces cuando recordé que en el siguiente pueblo había estación de tren. En ese estado hipnótico el camino hasta el pueblo no acababa nunca. Ese largo camino rectilíneo parecía durar eternamente y no recuerdo ni cuanto tardé en recorrer ese puñado de kilómetros. La profundidad estaba alterada por la monotonía del paisaje. La luna, las eses que trazaba, el sueño y que me estaba durmiendo me sugirieron que esa no era la forma de viajar ni de resolver los problemas, así que medio en trance llegué a pensar que debía coger un tren, volver y arreglar mis problemas de otra forma. Y digamos que ese intento de fuga terminó en ese mismo momento de obnubilación o de lucidez extrema: todavía hoy no sé lo que fue. Pero un estado alterado de consciencia y percepción sí. O simplemente fue todo por..... ¡¡un sueño del copón que me estaba matando!!