Crónicas de camino de Uclés del 1 y 2 de mayo del 2014.
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Esta es mi crónica del Camino de Uclés realizada los días 1
y 2 de mayo del 2014.
Lo primero dar las gracias a Rivasgus y Vicent por sus crónicas,
leídas varias veces y de gran utilidad.
Mis sensaciones del camino son completamente diferentes, no
hay dos persona iguales, aficionado a la bicicleta de montaña desde hace mas de
una década, con 51 años en las espaldas, muy cerca del lado oscuro, como dice mi colega,
con una bicicleta de Enduro para mis salidas, vamos que tiro al monte más que
las cabras, je je je.
La foto es del domingo anterior en Belmonte de Tajo, subiendo una rampa del pueblo de mas de 30º de inclinación, son muy bruto en Belmonte, pero buena gente.
Casualidades de la vida, hace 5 días me entero que Manuel Rossi es mi vecino, vivimos a unos
100m. lo cual facilitó preparar el viaje
en solo dos días.
La bicicleta que uso para las rutas largas es una Rockie
Montadero de 26”, compre el cuadro de segunda mano, si sirve para la encuesta
de mecánica, yo monto todas mis bicis, incluidas las ruedas, también la hidráulica que se necesite.
Las alforjas las monto sobre un remolque con suspensión hidroneumática,
diseñado y fabricado por mí, soy un poco friki.
Cometo un error de novato que casi me cuesta un disgusto,
NUNCA HAY QUE SALIR A UNA RUTA LARGA CON ALGO SIN PROBAR O ESTRENAR CON
ANTELACION. Ya sea bici, ropa, calzado o artilugios varios.
Realice algunas mejoras en la articulación del remolque, que
no probé por decir, si solo es una ruta de 145Kms, que creo que realizare en
dos días y paso muy cerca de mi casa Rivas-vaciamadrid.
Comienzo el camino el dia 1 de mayo del 2014, me acerca mi mujer
con el coche hasta la Puerta del Sol, llegamos sobre 8:45, monto el remolque y
las alforjas, tomamos las fotos de rigor. Me despido y tomo la calle Mayor para
tomar dirección, al bar La Paradita de Santiago
y la iglesia del mismo nombre, los cuales están cerrados, sigo dirección a la catedral de La Almudena, Madrid se
despereza con un día muy luminoso y empiezan a aparecer los primeros turistas extranjeros
por la plaza de Oriente y la fachada del Palacio Real, tomo alguna foto y me dirijo
hacia la Cuesta de la Vega, cuando veo que casi en la esquina la entrada a la
catedral está abierta, freno y para dentro, me regaña un señor que hace las
veces de portero por dejar la bicicleta junto a la puerta, pero cuando le digo
que solo quiero sellar al credencia me dice que no pasa nada y busca a un
compañero, que en unos momentos me la trae sellada, despues de darles la
gracias, salgo disparado hacia el Manzanares.
En la bajada todavía se sienta algo de fresco, atravieso un
pequeño parque en diagonal y me sale la vena de cabra y bajo por tres escaleras
para no rodear nada, lo cual provoca que los dos tornillos que acababa de poner
en la Puerta de Sol, con el fijador todavía sin fraguar, se aflojan pero no me
percato hasta que llevo varios kilómetros rodando por el parque Madrid Rio, el
remolque empieza a vibrar, cada kilómetro que pasa un poco más, empiezo a
preocuparme no puedo pasar de 20km/h por un carril bici fenomenal. Pienso que algo
está roto en la articulación de la tija, al terminar el parque
Lineal del Manzanares y rodar sobre camino de tierra, parece que rueda mucho
mejor, tengo que quitarme el maillot de manga larga, empieza a calentar el sol
y a llamo a mi mujer para que en la Iglesia del pueblo de Rivas me acerque unas
llaves y arandelas para arreglar el remolque, los últimos kilómetros desde la Escuela
Nacional de Protección Civil a el pueblo son un calvario, en este tramo
asfaltado tengo que rodar a casi menos de 12km/h. tengo una fuerte vibración en
el remolque.
Al final cerca de las 11.0h, llego a la Iglesia del pueblo
de Rivas, donde coincido con Manuel Rossi, el párroco y un matrimonio que venía
justo detrás de mí, saludos, sellamos las credenciales y foto de rigor, Manuel
me regaña porque todavía no le mande ninguna foto por el Whatsapp.
Descubro cual es el problema del remolque, los dos tornillos
que monte en la salida están completamente flojos, se mueve muchísimo hacia los
lados, lo que provoca al vibración, desmonto el cardan y vuelvo apretar todo
correctamente, guardo unas llaves hexagonales y arandelas, que me trae mi mujer
y un poco de jamón serrano, que rico empiezo a tener hambre.
Hasta ahora la señalización del camino es muy clara y fácil de seguir, salimos para
La Poveda pasando antes por el lateral de la Laguna del Campillo, donde hay un
centro de interpretación del medio y la reproducción en el exterior de unos
elefantes. Continúo en solitario hasta el antiguo puente de hierro del tren de
la cementera, ahora desde el Museo ferroviario de la Poveda hasta la Laguna del
Campillo circula casi todos los domingos un pequeño tren turístico movido por
una locomotora de vapor.
Sello en La Poveda, en la Casa de Las Hermanas Misioneras de
María y continúo hacia el centro de Arganda para intentar sellar en la Iglesia,
está cerrada, me tengo que conformar con otra tipo de parroquia donde dispensan cerveza y tapas.
Continúo por la Vía verde del Tajuña, pero al llegar al
puente de hierro, poco antes de llegar a la cementera, dejo de seguir las
flechas rojas, paso por debajo del puente para continuar por caminos de tierra,
para mi gusto más divertido (la cabra siempre tira al monte).
Esta zona la conozco muy bien, quiero bajar a Morata de
Tajuña por una cuesta muy fuerte, llena de surcos y piedras producidos por las tormentas, hay
que probar el remolque al límite. El carril me aburre mucho, que nadie se lo
cuente a Manuel.
En Morata son muy típicas las palmeritas de chocolate, a mi me
gustan las de Conejo, ligeramente borrachas y de chocolate negro, en la pastelería Real, el chocolate es más suave,
tipo bombón, sello allí mismo y salgo disparado, porque en la salida del pueblo
me espera mi amigo Carlos con Mila, para acompañarme unos kilómetros del
camino.
Mas vía verde con algún sube y baja, pues el recorrido no es
el antiguo trazado del tren, es un camino pegado a la carretera que llega a Perales
de Tajuña, busco la Casita de Peregrinos, está cerrada, llamo al teléfono que
indica en la puerta y la amabilísima Ana, aparece en 5 segundos, me sella y me dirijo
hacia el centro del pueblo, son las 14:0h, mis amigos me esperan en el Lagar de
Nemesio, un restaurante que tiene una preciosa terraza, junto a la plaza con la
estatua de una madre y un niño haciendo deberes.
Se está también que cuando queremos reanudar el camino, son
casi las 16:0h, seguimos por el carril hasta Tielmes, donde entro a sellar al
bar La Piscina, justo en la entrada del casco urbano, repongo el agua de la
mochila, ya está algo menguada por el calor que aprieta.
Mas carril, casi plano, para entrar en Carabaña atravieso el
pequeño puente y subo al Centro Cultural a sellar, continuamos como 2 km, donde
comienza, hacia la derecha La Via Verde del Tren de los 40 Días, las dos
primeras rampas asustan un poco, pero luego la inclinación suave de una antigua
vía férrea, la subo a unos 16 o 17 km/h,
solo el sol que casca fuerte, decido parar cerca de la mitad de la subida,
para tomar unas fotos, en una espacie de zona de descanso con sombra.
Retomo el camino con fuerzas renovadas, es una maravilla
tengo el viento de unos 20km/h empujándome por la espalda, subida suave para
luego 5km de llano y una suave bajada hasta Estremera, donde llego a las 17.48h,
la iglesia está cerrada, callejeo buscando el albergue y paro en un bar, donde casualidades
esta Rafael el Hospitalero, sorprendido de mi llegada, Manuel Rossi no le a
avisado de mi intención de dormir en Estremera, nada una cañita de cerveza y arreglado.
Rafael es una persona extraordinaria, gran conversador y
volcado con el camino, o cualquier iniciativa cultural, el albergue está en una
de las antiguas casas de los maestros, sencillo y confortable, estoy solo yo, esta noche, al día siguiente me comenta Rafael que casi se llenara, recordar que el peregrino, “agradece lo se le da”, para exigir,
mejor en algún sitio privado y de pago como un hotel.
Desde la parte trasera de la iglesia hay una bonita perspectiva hacia el cementerio.
Después de asearme, salgo a dar una vuelta por el pueblo, se
puede tapear, las cañas están bien acompañadas, ceno un Zarajo a la plancha, típico
de la zona, estamos muy cerca de Cuenca. Ajusto la holgura del cardan del
remolque y a dormir prontito.
Empezamos el día 8.00h, con unas fotos para la posteridad, en la
puerta del albergue, desayuno con Rafael en un bar con panadería, muy animado, después
el a trabajar y yo a dar pedales.
La temperatura es fresca, pero mejor de lo que espera 11ºC, rápidamente
el camino se incorpora al antiguo trazado de la vía del tren, se atraviesan
varios túneles, el ultimo hay que pasar por un lateral, ascendiendo por encima del mismo, en el otro
extremo se ha producido un desprendimiento de tierra, en todo el camino a
Uclés, solo he tenido que descender de
la bicicleta en dos sitios, aquí y al llegar al termino de Rivas en unos
charcos que hay que vadear.
Al fondo se divisa la Urbanización de Ballestar con una
pequeña cuesta, fácil de subir, el remolque va de maravilla, ya me olvido de él,
bajo por una cuesta a 52km/h sin sentirlo para nada, a partir de aquí tengo la sensación
de que no voy bien, me cuesta dar pedales, tengo viento de costado izquierdo, lo achaco al desayuno,
no muy consistente, el sol brilla con fuerza, pero acabo empapado, el viento me
libra de los aspersores de un campo de
cultivo que paso por la derecha, pero al rato esta a la izquierda y el viento
me trae mucha agua, nada grave, me seco las gafas con un pañuelo y a dar
pedaladas.
Casi después de unos 12km, descubro la procedencia de
todos mis males, llevo más de 10km en un falso llano, cuando cambio la pantalla
del GPS veo que hay una inclinación de 3.5% de subida, ya estoy casi en Barajas
de Melo.
Sello en al bar la Peseta en plena calle principal y voy
hacia la iglesia, mala suerte está cerrada, tengo hambre y me indican una panadería
que esta varias calles más adelante, hacia la izquierda, una tahona muy especial,
parece que entras en una casa
particular, donde te atienden en un pequeño mostrador, unas señoras amabilísimas,
como si fueras alguien conocido, compro un chusco de pan y un hornazo típico del pueblo, todavía caliente,
empiezo a salivar de una manera alarmante, en frente compro una Coca-cola y
busco un parque para prepararme un bocadillo de tómate, aceite y jamón serrano.
También le doy un buen tiento al hornazo, es dulce, recuerda a la masa de los
suizos.
Después de comer, el día toma otro color, sonrió con mucha
facilidad, fotos en la plaza de Ayuntamiento y sigo camino. La parte de salida
de Barajas es muy bonita, se cruza el Rio Calvache por unos tacos de piedra
sobre en agua, hay un pequeño parque.
Se rueda como un kilometro por una pista asfaltada y nada más
tomar la CU-2002, a la derecha de pronto aparece la cuesta del Pelegin, el principio
es lo peor empinada con mucha piedra suelta, me pilla desprevenido, con el
plato mediano y estoy a punto de caerme, por fin puedo poner el pequeño y pa
riva, según las crónicas solo un par de ciclistas, la subieron montados y con
alforjas, ala soy el tercero.
Lluego suaviza y se recupera un poco el pulso, bonitas vista
de Barajas, muy por debajo de mi, tengo un viento de unos 25 0 30km/h que
empuja por la espalda, por fin tierra, sol, con el bocata y el viento parece
que vuelo, me lo paso de cine por los subí-bajas del terreno, alcanzo en alguna
cuesta los 43km/h, después de cruzar la vía
de AVE se llega Huelves.
Muy buena crónica y fotos, me alegro que lo hayas disfrutado, adelante que ya queda menos para llegar a Uclés!!!
Una corrección, antes de llegar a Huelves se pasa la vía del
tren Madrid-Cuenca, el Ave lo pasamos cuando llevamos recorridos unos 2,5km después
de salir de Huelves, para sellar, tuve que buscar la casa donde vive Salvador,
no hay problema el pueblo es muy pequeño, cualquier persona te lo indica, encontré
la iglesia y el bar cerrados.
Justo un poco más delante de la línea del AVE, se acaba el asfalto
y hay una subida por pista de tierra, para alcanzar una cornisa que nos lleva hasta el Cerro del Telégrafo,
ahora renombrado como Monte do Gozo, la llegada es espectacular justo enfrente
del Monasterio de Santiago, nos separa un pequeño valle que forma el Rio
Bedija, bajada vertiginosa hacia el rio con buena inclinación y algo de piedra
suelta, retomamos la carretera para dejar el pueblo hacia la derecha pasar la
Puerta del Agua y subir hacia el monasterio por una calle bastante empinada,
nada con la ilusión de llegar y que todo
el mundo te está mirando, subí como una moto.
Sellado final de la credencial, visita al monasterio, espero
un rato para que llegue mi mujer y antes de volver para casa, tomamos algo en
un bar de la Plaza, muy animado y lleno de madrileños de puente.
Recordar que desde el Monasterio de Uclés, se puede empezar
el camino hacia Santiago de Compostela, marcado con flechas amarillas en
sentido contrario a las rojas, que nos han traído aquí.
Disculpas por los fallos de redacción, soy más un
mecánico, que un filólogo. Se acabo el ladrillo.
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