Paso una ciudad mediana, Orkanger, y a las afueras me desvío por la carretera vieja para evitar unos túneles larguísimos y prohibidos. La antigua carretera discurre alta junto al fiordo. He visto en el mapa que hay algunos accesos al mar por pistas que bajan bastante pronunciadas. Decido probar suerte por una de ellas para buscar sitio de acampada, y encuentro... ¡este paraíso!
¡Pero me costó lo mío! Primero tuve que esperar un buen rato para no ser vista por unas personas que estaban en una lancha justo al lado. Esa manía de que no me vean acampar... no me la podía quitar de encima. Así que esperé agazapada. Cuando por fin arrancan el motor y se largan, empiezo a sacar la tienda de la bolsa, pero... oigo una moto que llega con dos adolescentes. ¡¡Oh, no!! Pues no voy a esperar ni me voy a esconder más, me digo. Adopto la táctica contraria: salgo de mi escondrijo y abiertamente me dirijo a ellos; les pregunto en inglés si aquel es un buen sitio para pasar la noche. Me aseguran que sí. Hablan en noruego entre ellos y me preguntan si me importa que pongan música. En este punto pienso dos cosas: primera, ¡qué educados son y qué consideración preguntarme eso! Segunda: ¿han venido a dormir?? Les pregunto esto último y aliviada oigo que no, que sólo van a bañarse un rato. ¡Pues poned la música que queráis, chicos! Ellos a nadar con su música y yo a lo mío. Cuando ya estoy dentro de la tienda me gritan: Good night! Sleep well! Les respondo con un Thank you! de corazón y oigo alejarse la moto.
Al poco oigo voces... una chica y un chico jóvenes, hablando animadamente cada vez más cerca de la tienda... Saco la cabeza y les digo Hi!, que es como se saluda todo el mundo. La chica empieza a hablarme en noruego... No, sorry, I don't understand... y cambia al inglés. Se disculpa porque no habían visto la tienda y quizás me han molestado... vuelvo a pensar lo educados que son. Le aseguro que no me molestan. Han venido a nadar... ¡a las 12 de la noche! La verdad es que apetecía y el sitio invitaba. Se bañan un buen rato y se van. Por fin me quedo sola.
Al rato empieza a llover. Oigo las gotas sobre la tienda. Me siento protegida en mi nido de tela y duermo estupendamente. No viene nadie más.
Por la mañana veo el sitio con más tranquilidad
¡es precioso!
Desayuno allí mismo, en una zona de picnic