Las pernoctas, sí, eso quería explicar ahora
Tras dos noches en tienda en el camping de Stavanger, pensé que estaría bien probar una de las apetecibles cabañas de madera, que por otro lado no tenían un precio desorbitado (entre 350 y 400 NOK la noche, no más de 42 euros). Para la colada resultaron imprescindibles, no porque lloviera por la noche, sino porque con la humedad no había manera de que se secara.
Pero la estrella de este viaje han sido, sin duda, las acampadas libres. Mi experiencia anterior se limitaba a unas (muy pocas) acampadas en solitario por libre en Mallorca, pero claro, eso es "casa". Quiero decir que es un territorio que conozco muy bien, y eso me da seguridad. Aventurarme en un país extranjero... no lo había hecho nunca, siempre iba a campings. Pues bien, ¡me lancé!
¡Y me encantó la experiencia!
Claro, no me podía haber estrenado en un lugar mejor... gracias al ALLEMANNSRETT, el derecho de acceso público a la naturaleza (Allemansrätten en Suecia, Jokamiehenoikeus en Finlandia, Freedom to Roam en Escocia...) Por un lado, no te sientes como un forajido porque no estás cometiendo una ilegalidad, y por otro, está socialmente aceptado y el respeto es máximo. Aun así... procuré siempre esconderme bien, no ser vista desde ningún punto... eso no agilizó mis búsquedas, pero poco a poco fui perfeccionando el escaneo del territorio en busca del mejor lugar para pasar la noche.
Cuando acampé así la primera noche, no sabía que era la primera de las 14 acampadas libres que haría... ¡una gozada! Porque sin tú programarlo, el viaje va cogiendo su propia forma, sólo tienes que dejarte llevar... Establecí sin proponérmelo una cadencia de más o menos dos acampadas libres y una noche en camping en cabaña.
La sensación de libertad así aumenta exponencialmente...
Ahora el mayor condicionante que tenía era encontrar supermercados donde proveerme antes de buscar dónde acampar, para poder desayunar en bonitos lugares que iba encontrando sobre la marcha