Os presento nuestro viaje a Rota desde Coria del Río por la Ruta del Práctico.
A las 8 de la mañana del jueves 17 estábamos cogiendo la barcaza.
Fue una ida de 107 km sin problemas, a buen ritmo. Disfrutando del camino y de cada pedaleo. Y siguiendo nuestro GPS de papel y las flechas verdes que nos siguieron todo el camino.
Hicimos la primera parada en el km 43, en un merendero que encontramos a orillas del río. Allí nos comimos unas barritas energéticas caseras que encontramos en ciclotraveling.com que estaban buenísimas. Os las recomiendo.
Continuamos por una carretera muy larga llena de eucaliptos y después por otra con tantos baches y socavones que te hacían estar más pendiente de dónde ponías la rueda que de lo que te rodeaba. Y así llegamos al término de Cádiz.
Y seguimos pedaleando y pedaleando a muy buen ritmo, disfrutando de todo, de los animales que nos íbamos encontrando, de los olores, de la soledad, del silencio hasta que llegamos al Pinar de la Algaida, donde paramos a comer. Estábamos ya muy cerca de Sanlúcar y no eran ni las dos de la tarde.
Atravesamos Sanlúcar y llegamos al carril bici que nos llevaría a Rota. ¡Qué ilusión llegar a las afueras de Rota con su gasolinera, su McDonalds y su Día! Habíamos llegado y nos fuimos a celebrarlo a una heladería de esas con helados de los buenos.
El viernes y el sábado no tocamos las bicicletas. Compramos unos chubasqueros porque aunque sabíamos que iba a llover no los cogimos (¿para qué). Y menos mal porque cuando llevábamos 3 kilómetros nos cayó una tromba de agua que nos empapó sin darnos tiempo a ponernos el chubasquero. Pero lo llevamos bien. Sin problemas y con mucho ánimo. Y con unas pintas... Sin comentarios...
Todo el trayecto fue perfecto, con cambios de tiempo, pero pedaleando cómodamente y a buen ritmo. Fue cuando nos faltaban 20 kilómetros que nos encontramos con un barro arcilloso que nos clavaba las bicicletas y los pies. Fueron 3 kilómetros exasperantes y muy difíciles hasta el punto de tener que llevar las bicis al vuelo para poder avanzar algún metro. De hecho, luego nos lo hemos confesado, cada uno en bajito pensó en la posibilidad de dejar las bicicletas allí y seguir el viaje a pie yendo al día siguiente a por ellas. Pero al final salimos adelante y nos desviamos por carretera haciendo unos cuantos kilómetros más, pero mereció la pena sin duda.
Cruzamos la barcaza y nos fuimos a la gasolinera a limpiar las bicicletas. No paraba de salir barro. Y así terminó nuestra historia. 227 kilómetros en total. Muy positiva, una experiencia inolvidable, de las que terminas riéndote cuando te recuerdas con barro hasta en las cejas. Nosotros ya lo hacemos
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Os lanzo una pregunta ¿Habéis pasado en algún momento alguna situación desesperante con la bicicleta, de esas en las que piensas Madre tierra, trágame ¿La contáis?
Y como no me ha dejado poner la crónica, os dejo el link de mi humilde y casi invisible blog donde sí que está entera, por si la queréis echar un vistazo. Espero que os guste. http://visitarenbicicleta.blogspot.com.es/
http://visitarenbicicleta.blogspot.com.es/