Sobre este tema salió el otro día una carta al director en Diario de Noticias, con la que estoy totalmente de acuerdo:
CONSEJOS PARA CICLOPEATONES (Patxi Xabier Latorre Hurtado)
De un tiempo a esta parte Pamplona ha asistido a un pequeño boom de la bicicleta. Pequeño porque las bicicletas siguen siendo un vehículo muy minoritario, pero boom porque, comparadas con las que se veían hace, pongamos, diez años, parecen muchas. Como señalé en otra carta, el perfil de estos nuevos ciclistas difiere del perfil de los ciclistas tradicionales.
Desconozco si esa relativa proliferación de bicicletas responde a motivos económicos (la maldita crisis), o es fruto de la política del Ayuntamiento en materia de movilidad. Lo que sí sé es que tiene sus pros, evidentes, y sus contras, fácilmente observables. Y es que se ha producido a costa y en detrimento de los peatones. Por ello, y a fin de minimizar su impacto en el tráfico peatonal, he aquí algunas pautas o consejos para estos ciclopeatones.
El primer consejo que les doy es que se animen, una vez que se hayan familiarizado con su nuevo vehículo, a dejar las aceras y lanzarse al asfalto, el elemento natural de la bicicleta. Al menos, en aquellos tramos de calzada con un tráfico rodado no excesivamente denso.
En tanto no se animen a ello, han de tener presente que están de prestado, que la acera está diseñada para el peatón, incluso aunque esté marcada como acera ciclable. Por ello, es el ciclopeatón quien tiene que adaptarse al peatón, y no al contrario. Es él quien tiene que esquivar al peatón, quien tiene que cederle el paso.
Y no basta con esquivar al peatón; además hay que hacerlo de tal modo que éste no perciba al ciclopeatón como un peligro. Es decir, hay que evitar los sustos. Tal vez los peatones se muestren excesivamente temerosos ante los ciclopeatones, pero ello no exime a éstos de la obligación de esforzarse por evitarles a aquéllos sustos innecesarios.
Entre tales sustos se encuentran la excesiva velocidad y los timbrazos. Lo de la excesiva velocidad está claro, además de regulado en las ordenanzas municipales. En cuanto a la utilización del timbre, hemos de tener en cuenta que, a pesar de su utilidad en determinadas circunstancias, el timbre es percibido como una amenaza por parte del peatón. Exactamente igual que le sucede al ciclista con la bocina de los vehículos a motor. Un timbrazo suena a apártate, déjame paso. Por tanto, y dado que hemos quedado en que la prioridad de paso en las aceras corresponde al peatón, deberá limitarse al máximo su uso.
La batalla la debemos plantear los ciclistas en la calzada, pues nuestro rival, quien nos niega el pan y la sal, es el automovilista, no el peatón. No le demos el gusto de ver cómo nos tiramos de los pelos con este último por unos centímetros de acera.
¡Bici, bizi, vici!