Hola de nuevo!
Ya estamos de vuelta del viaje, reponiéndonos en Euskadi en casa de los padres de mi compañera como es debido (bacalao, cervecita, relax, paseos por el monte...).
En resumen: el viaje ha sido excelente, una maravilla. El trayecto pasa por lugares preciosos que me recordaron muchísimo a mi tierra (rías altas gallegas), hizo buen tiempo, conocimos a gente estupenda y Oriol se comportó como un campeón. Dormimos siempre en camping (menos las dos primeras noches en Burdeos), comimos pan con queso y fruta y cenamos caliente con nuestro hornillo de camping gaz, a un nivel gastronómico no esperado!
De Madrid a Hendaya viajamos en tren, en Renfe, nuestro mejor amigo, vergüenza de nuestro país que presume de AVE sin llegar a ser un modo de transporte competente. Cuando compramos los billetes nos aseguraron dos trabajadoras y su jefe (después de consultar internet, la normativa y dialogar entre ellos) que no había ningún problema para llevar la bicicleta en el tren si iba en bolsas especiales ya que entraban dentro de los límites de peso y tamaño permitidos y no eran otra cosa que equipaje normal y corriente. Cuando fuimos a embarcar nos topamos con una tipeja choni que se puso farruquita y nos decía con una actitud deplorable que no entrábamos ni de coña. Al final un compañero se apiadó de nuestra condición paterna y nos dejó subir, no si recordarnos que la normativa no lo permitía. Por cierto, hay una directriz europea sobre trenes que especifica para todos los países de la unión la obligatoriedad de permitir el transporte de cualquier bicicleta, carrito de coche y demás en TODO TIPO DE TRENES. Renfe, cómo no, se lo pasa por el arco del triunfo, alegando problemas de espacio y otras cosas que no son ciertas. En fin, que conseguimos subir y llegamos a Hendaya.
Allí montamos las bicicletas para subimos con ellas a un servicio de trenes excelente como es el francés, rumbo a Burdeos. Como teníamos tiempo, decidimos acercarnos a la playa. Problemón, ya que el cierre rápido para el remolque Chariot se comió la rosca de la tuerca, así que un poco de desesperación. Nos acercamos a una tienda de alquiler de bicicletas y allí nos regalaron un cierre de acero decente (el de Chariot era de aluminio, grave error).
Estuvimos entonces en la playa de Hendaya, volvimos a la estación, y de allí a Burdeos. Llegamos a las 21:30, tardamos en llegar al hostal, la recepción cerrada (el tema de los reducidos horarios en Francia daría para otro post, que por cierto, luego nos llaman vagos, cuando ellos cobran el triple, tienen mejores condiciones de trabajo y curran menos horas que nosotros...), y la dueña de un restaurante al lado del hostal nos vio, llamó al dueño del hostal y nos arregló el problema en un santiamén.
Nos quedamos en Burdeos dos noches, aprovechando para ver la ciudad (que me gustó mucho más que París) y visitar a un amigo que hacía años que no veíamos. Una grata sorpresa el descubrir una de las ciudades más bonitas de Europa.
La mañana que comenzábamos nuestro viaje en bici en dirección a Lacanau, nada más coger las bicis otro problema: el cambio trasero se desajustó y se cargó la cadena, por lo que tuvimos que acortarla y rezar a Buda para que no nos pasase nada más en los 60 y pico kilómetros que teníamos hasta el mar.
Ola de calor y una jornada muy dura inauguraron nuestro paseo por Francia, pero llegamos sanos y salvos aunque cansados a la costa atlántica, para encontrarnos con los padres de Usoa que volvían en su caravana de Bretaña, así que aprovechamos para pasar una noche juntos. 65 km de trayecto aproximadamente.
El segundo día partimos a Cap Ferret, un trayecto muy agradable por la costa, muy facilón. Allí hicimos noche. 48 km.
El tercer día cruzamos la bahía en ferry, tras decidir que dar la vuelta a la bahía iba a ser muy bonito, pero con Oriol necesitábamos ir relajados. Desembarcamos en Arcachon y pedaleamos un ratito hasta la duna de Pilat, en donde nos metimos en un camping a pie de duna que nos sorprendió muchísimo. Decidimos pasar dos noches allí. La duna es increíble, las vistas maravillosas, y la playa salvaje una pasada. 25 km recorridos.
El quinto día fuimos de Pilat hasta Mimizan pasando por Biscarrosse. El trayecto no va por la costa porque hay una base militar que no permite el paso. Así entendimos la cantidad de cazas que sobrevolaban la costa durante este trayecto. En Mimizan el ambiente cambió un poco, además del tiempo. Había menos lujo, más tranquilidad y llegaron las nubes. 74 km recorridos (porque nos desviamos en algunos pueblos y recorrimos alguna parte por carretera).
El sexto día de Mimizan a Messanges, un día duro que se amenizó gracias a que había nubes y lluvia ligera. La verdad es que fue un alivio. Además al llegar se abrió el cielo y salió el sol, por lo que nos abalanzamos como locos sobre la arena de la playa. 56 km aproximadamente.
Ya el séptimo día rodamos hasta Bayona, pasando por Soorts-Hossegor y Capbreton, una maravilla, dejando atrás las Landas y llegando a Lapurdi, País Vasco Francés (allí es Pirineos Atlánticos). 46 km recorridos.
En total fueron unos 315 km rodados en dos ruedas por la cuenta de la vieja, sin contar los trayectos en los puntos donde pasábamos noche o el viaje en barco.
Todo el trayecto, salvo algún trocito al llegar a Bayona y otros por los que nos desviamos, lo hicimos en carril bici. Las vías ciclistas, tal y como los compañerxs indicaron, están perfectamente señalizadas, son de asfalto, están en condiciones óptimas y llenas de gente de todas las edades, mayormente franceses y alemanes. Estos carriles bici los usan tanto viajeros como autóctonos que están en campings y la cogen para dar paseos matinales. En muchos tramos la vía ciclista está compartida con peatones, por lo que hay que respetar.
Me alegro muchísimo de haber hecho este viaje, nuestro primer viaje en bici, en familia y en Francia, y no será el último. El año que viene a ver si cogemos dos meses y hacemos algo a lo grande por Europa. Es un viaje más que recomendable para cualquier persona que sea capaz de levantar el culo del sofá y sepa montar un mínimo en bicicleta. El camino está lleno de octogenarios en bicicleta, lo cual señala que es apto para todos los públicos. Además, si os gusta la playa, aquí de las mejores en las que he estado sin ninguna duda.
Los campings de la zona, aunque algo caros en algún sitio (depende de la categoría), son de una calidad envidiable. El trato es muy bueno y el ambiente es de respeto máximo, nada de fiestas y ruidos de noche y todo MUY LIMPIO.
De la comida, qué voy a decir: el pan y el queso que comprábamos en mercados de pueblo nos dieron para comer cada día salivando cómo locos! Eso y algo de fruta y verdura y máxima felicidad! Para las cenas pasta o arroz con buen condimento y un poco de proteína y algo rico de postre. Fetén. Ah! Y nuestras sopas de miso que daban la vida con la brisa marina atlántica.
En cuanto a viajar con un bebé, no hay ningún problema. Oriol se portó de maravilla, llorando antes de quedarse dormido y en los días en los que el trayecto fue más largo, pero se portó de sobresaliente y tenemos la impresión de que no sólo se lo pasó genial, sino que ha espabilado muchísimo y parece menos dependiente de sus padres. Tiene apenas 9 mesecitos y ya se ha hecho una buena ruta!!! Bravo por él y ánimo a lxs que queréis viajar con bebés y niños porque es fantástico y no tiene por qué haber ningún problema.
Saludos a todxs y hasta la próxima!!!
PD: Tengo que editar el post para poner las fotos!

Por hoy ya lo dejo.