Pues a mi me ocurrió todo lo contrario a lo expone el título de esta entrada... iniciar mi viaje en compañía, y finalizarlo solo.
Esto, por fortuna, solo me ha ocurrido en una ocasión, pero fue una situación muy embarazosa para mi, ya que se trataba de mi primer viaje de larga distancia... el Camino de Santiago de Madrid. Este viaje, en un principio lo planeé para hacerlo en solitario, pero como era la primera vez que hacía un viaje de este tipo, acepté hacerlo en compañía de una persona que apenas conocía... solo había salido a montar en un par de ocasiones con él, y apenas si mantuvimos contacto.
El caso es que se enteró de que tenía previsto hacer este camino solo, y me pidió unirse a mi para hacerlo los dos... para él también era su primer viaje de larga distancia.
Acepté con agrado su acompañamiento, pues pensé que en pareja sería mejor que en solitario.
El caso es que al poco de iniciar este periplo, me encontré con un compañero de viaje al que le podía el ansia... muchísimos kilomentros me encontré pedalenando solo, sin tan siquiera saber donde se encontraba mi compañero de viaje... jornada tras jornada, me veía en esta situación... él se adelantaba y terminaba desapareciendo... unos kilómetros más adelante me lo podía encontrar esperándome en algún lugar a la sombra. Nos volvíamos a juntar, y tras un rato de ciclar juntos... se ve que se aburría, y volvía a desaparecer por delante mía... y de nuevo, varias decenas de kilómetros en solitario... y así un día tras otro.
Luego, tenía una costumbre un tanto extraña... en cuanto encontraba a otros ciclistas que iban más rápido que nosotros, me dejaba solo y se largaba con ellos... y más de lo mismo, kilómetros y kilómetros en solitario.
Un día recalamos en un albergue privado en Hospital de Órbigo, y se ve que no le sentó nada bien que decidiera hacer la horita de yoga que nos ofreció el dueño del albergue... y gratis, que este hombre cobraba sus clases de yoga... me había levantado con las piernas como tablones... me dolían hasta los apellidos, y me dijo que con esa sesión de yoga se me soltarían los músculos y podría seguir el viaje más descansado.
Tras abandonar el albergue, mi compañero de viaje desapareció por delante... y me tiré más de 30 km sin saber nada de él... hasta que llegué a Astorga, donde me llamó al teléfono para decirme que me estaba esperando a las puertas de la catedral... y que le había dado tiempo a ir a un taller de bicis a ajustarle los cambios y cambiarle las pastillas de freno a su bicicleta... " ¡¿ cuanto tiempo llevas en Astorga, para que te haya dado tiempo a todo ésto ?! " le pregunté yo.
Cuando llegué a la catedral me encontré a mi compañero de viaje junto a un ciclista que había conocido por el camino a Astorga... y me preguntó si tenía algún impedimento en que nos acompañara, pues también iba para Santiago. Yo me quedé un poco a cuadros, pero acepté... total, estaba haciendo el viaje prácticamente en solitario... me daba lo mismo, la verdad.
El caso es que de Astorga salimos tres ciclistas, y a los pocos kilómetros me volví a encontrar ciclando solo... oootravez kilómetros en solitario, hasta que llegué... creo que fue en Santa Catalina de Somoza, donde me los encontré a los dos esperándome. Cuando llegué a donde estaban ellos se lo solté... ya estaba harto de esta situación, así que se lo solté... " a partir de ahora seguimos cada uno por nuestro lado, pues para seguir así, prefiero seguir solo, pues voy con la incertidumbre de si te voy a encontrar accidentado, o con alguna avería, o si me pasa a mi... ¿ como te vas a enterar ?, así que mejor seguimos cada uno por nuestro lado, así dejo de ser un freno para ti, ni tu dejas de comermer a mi la cabeza con que te pueda encontrar accidentado por delante ". Para comprobar si realmente tenía intención de proseguir conmigo, o no, me metí a un restaurante que tenía una terraza, a tomarme una jarra de cerveza, y ver cual era su reacción. Si se sentaba en la terraza conmigo sabría que estaba dispuesto a continuar el viaje conmigo, pero si no lo hacía, está claro que yo no era de interés para él, por lo que tendría que proseguir solo... prefirió seguir viaje junto a su nuevo compañero de viaje.
En esos momento me invadió una sensación de soledad total... me encontraba a unos 350 km de casa y a unos 350 km de Santiago de Compostela, en un pueblecito sin medio de transporte alguno... me empecé a devanar los sesos... abortaba el viaje, regresando a Astorga y tomando un autobús a Madrid, o proseguía el viaje. Mucho dio de sí aquella jarra de cerveza... muchas cavilaciones, sorbo tras sorbo... ¿ qué hacia ?... a fin y al cabo el viaje lo había planeado para hacerlo solo, y hasta aquí... se puede decir que gran parte del viaje lo estaba haciendo solo. Al final tomé la decisión que creo que fue la mejor que he tomado nunca... seguir viaje en solitario... ahora no tendría que preocuparme por nadie, y viajaría a mi aire... Cuando llegué a Ponferrada me sonó el teléfono... mi ahora excompañero de viaje, que me reclamaba para continuar juntos, ya que su nuevo compañero de viaje no quiso seguir con él, ya que la idea que tenía era la de viajar en solitario... " pues chato, sigue tu viaje en solitario, esa fue tu elección, ya que no quisiste tomarte una cerveza conmigo, ahora sigue tu solo "... no volví a saber nunca más de él.
Unos días después llegaba a la Plaza del Obradoiro sintiéndome tremendamente orgulloso por haber logrado llegar hasta allí... y en solitario je je je
Anímate que mañana también saldrá el Sol