La comarca de Las Merindades se sitúa en el Norte de la provincia de Burgos. Es a mi modo de ver una injusta desconocida porque guarda una riqueza paisajística, cultural e histórica de primer orden.
Valles, cañones escarpados, tierras de cultivo, montañas calizas, castillos, iglesias románicas, monasterios, el orígen del Reino de Castilla...
Disponía de 4 días entre el 1 y el 4 de agosto y Las Merindades han sido la zona elegida por muchos motivos.
Tiene una densidad de población muy baja y no recibe mucho turismo. No me gusta la masificación. Y menos si tengo que convivir con ella en una forma de viaje en la que estoy empezando y me encuentro inseguro todavía. Así, he rodado por carreteras casi desiertas en las que me han acompañado por momentos sensaciones de soledad, paz y belleza muy intensas.
Toda la península iba a estar en medio de una ola de calor esos días. Las Merindades no fueron una excepción y lo he pasado un poco mal en algunos momentos. Pero las primeras horas de la mañana he disfrutado de temperaturas suaves y he tenido la suerte de que, algunos de los lugares más interesantes para visitar, estaban en los primeros kilómetros de la ruta diaria. Encontrarte completamente solo por lo temprano de la hora en espacios como Ojo Guareña, el puente medieval de Frías o el Monasterio de Santa María de Rioseco, es una experiencia casi mágica.
Esta comarca tenía también una atracción especial para mí por motivos más personales. En uno de sus pueblos pasé un verano de mi infancia. Me apetecía revisitar lugares a los que no había vuelto en 50 años y de los que conservó buenos recuerdos. Hay otro en el que no había estado nunca pero también recuerdo como hablaba de él mi abuela. Porque allí nació y vivió su juventud antes de tener que emigrar hacia el País Vasco como lo hicieron muchos de los habitantes de las Merindades en busca de una vida mejor. Es por eso que, aunque mi vida no se ha desarrollado por estas tierras, forman de alguna manera parte de mis orígenes.
Han sido unos 250 km en total con desniveles acumulados bastante importantes. Para completar un viaje muy grato que a continuación iré contando etapa por etapa.
Los tracks los subiré a wikiloc cuando los pula un poco. Tengo que ir buscando ratos para borrar de la ruta los errores cometidos. Soy muy básico y he planificado el recorrido con Google Maps. No es una mala herramienta pero he sacado en este viaje las siguientes conclusiones:
Cuando le dices a Google que quieres ir de A a B "en bicicleta" para el algoritmo el asfalto es opción y no obligación por lo que te puede mandar por pistas en estado "regular". Esta manera de aconsejar el recorrido no me ha perjudicado mucho porque mi gusto, la bici y las cubiertas las han tolerado bastante bien pero, dependiendo de algunas circunstancias, puede meterte en problemas.
Cuando inicias el recorrido recomendado tras consultarlo en "modo bicicleta" tienes que poner tu cabeza también en "modo ciclista" y desenchufar el "modo automovilista". En este modo, cada desviación va acompañada de una señal de tráfico que anuncia el destino, cosa que no sucede en las rutas sugeridas para bicicleta. Los desvíos nos están a menudo señalizados y es fácil saltárselos. Algunos son además tan inverosímiles que no los ves hasta que te los indican los vecinos del lugar.
De momento no viajo en autosuficiencia. Esto tiene sus ventajas (llevas menos equipaje, duermes en camas cómodas, te duchas cuando terminas la ruta del día,...) y sus inconvenientes (tienes que llegar sí a sí cada día al alojamiento que has reservado, en épocas de vacaciones has de reservar lo que quede cueste lo que cueste,...). Lo que más me ha sorprendido en este viaje respecto a los alojamientos que he reservado ha sido la exacta relación inversa entre lo que he pagado y lo que me han ofrecido. En el sitio más barato ha sido con diferencia en el que más a gusto me he encontrado.