Mi chico y yo teníamos Menorca entre ceja y ceja desde hacía tiempo, pero aún más desde que nos enteramos del nuevo GR, el "Camí de Cavalls", que recorre todo el perímetro de la isla. Este camino se creó, allá por el siglo XVII, para asegurar el control y la vigilancia de toda la costa menorquina, y tenía servidumbre de paso, vamos, que el paso por allí era libre. Pero con el tiempo las innumerables fincas privadas que hay en Menorca se fueron apropiando del terreno y comenzaron a prohibir el paso por los caminos. Los menorquines, a finales del siglo pasado, empezaron a reivindicar su uso público y por fin, en 2007, el Consell Insular de Menorca restableció el derecho de libre paso, y comenzó a señalar y acondicionar el camino, y os puedo asegurar que lo han hecho de manera impecable.
Tenía tan buena pinta que decidimos hacerlo en bici, ya que como ciclable lo vendían. Nuestra duda era si hacerlo con alforjas o con mochila y por eso empezamos a investigar (en este mismo foro encontramos información muy interesante). Conforme leíamos crónicas y veíamos fotos nos iba quedando clara una cosa: era muy complicado con alforjas, ya que el terreno es muy abrupto y con tramos trialeros, habría que hacer bastantes tramos empujando la bici por caminos estrechos en los que no caben unas alforjas, mejor sería cargarlo todo en una mochila y a empujar la bici... Pero un día Kim y yo nos miramos y llegamos a una conclusión, ¿y para eso necesitamos bicis? ¡Lo haremos a pie! Y lo hicimos, y cada día agradecimos una y mil veces la decisión que habíamos tomado. Hacer el "Camí de Cavalls" con alforjas es un sufrimiento diario. La propia guía oficial marca la mitad del recorrido como de ciclabilidad media o baja, a lo que yo añadiría que hay muchos tramos de ciclabilidad nula. Hacerlo en bici es un reto deportivo, un reto sólo recomendable si se tiene muy buena técnica, una bici ligera y de doble suspensión y se lleva el peso mínimo en las espaldas (eso sí, con todo el agua posible encima). Y si, por supuesto, se está mentalizado para tener que cargar la bici al hombro en muchas ocasiones. Y otra cosa de la que no tengo la menor duda: se disfruta infinitamente más haciéndolo andando que en bici.
No tiene sentido, en un foro de cicloturismo, escribir una crónica de un viaje hecho a pie (ya está hecha, pero para un blog familiar), pero sí me gustaría compartir con vosotros unas fotos (un montón, jajaja) para que podáis valorar la inmensa belleza del camino y el tipo de terreno por el que se pasa. Para nosotros ha sido un viaje absolutamente maravilloso. Hemos captado, creo, la esencia de Menorca, y hemos vuelto enamorados de la isla. Y sí, también hemos pedaleado por ella. La costa la conocimos muy bien, pero el interior merecía una visita (vaya si la merecía) y para eso lo mejor era alquilar un par de bicis.
Bueno, aquí van las fotos del "Camí de Cavalls":
Así de sonrientes llegamos de nuevo a Maó tras conseguir cerrar el círculo del Camí de Cavalls. Como os digo, es una ruta espectacular que recomiendo a todo el mundo. Se me cae la baba sólo de recordarla y ver de nuevo las fotos. Pero como os he dicho, el interior de Menorca también nos interesaba mucho, así que nos trasladamos a Es Mercadal, un pueblo situado en el mismo centro de la isla, y allí mismo alquilamos unas bicis durante cuatro días, para empaparnos un poco de la Menorca profunda. En realidad elegimos Es Mercadal por su situación, sin pensar demasiado en si el pueblo nos gustaría o no, y vaya si nos gustó. De primeras ya nos topamos con su antiguo molino, hoy convertido en restaurante.
Pero es que en cuanto nos metimos por sus calles... enseguida supe que íbamos a estar muy a gusto allí. Esa oficina de la policía municipal con visillos de ganchillo, esa legendaria pastelería, la más famosa de Menorca, que nos salió enseguida al paso...
Esas calles engalanadas al estilo menorquín... En definitiva, un pueblo muy tranquilo, muy cuidado, muy auténtico, y con mucha vida.
Las rutas en bici no estuvieron muy planificadas. Cada día, con el mapa delante, decidíamos hacia donde tirar, y nos preocupaba muy poco la distancia recorrida. De hecho fueron rutas bastante cortas, pero muy aprovechadas.
El primer día nos dirigimos hacia el este, hacia Maó, lejos, muy lejos, de turistas de chancla y pulsera de colorines.
Huímos de las carreteras principales, que son pocas y con bastante tráfico (en julio y agosto deben de ponerse imposibles) y buscamos pistas, asfaltadas o no. Era la mejor forma de empaparnos del auténtico paisaje de interior.
Menorca tiene infinidad de fincas particulares, cada una con su lloc (masía), con una característica común, lo bien cuidados y pintados que están. El blanco inmaculado recubre incluso los muros de piedra. Y todas las fincas están cerradas con la típica barrera menorquina.
Pero nuestro objetivo no era sólo paisajístico, también queríamos conocer los pueblos del interior (como municipios los conocíamos todos, porque todos tienen sus urbanizaciones costeras, pero nos interesaban los pueblos "de verdad"). Y resultaron tan agradables como Es Mercadal. Aquí tenéis un par de foticos de Alaior.
Durante el "Camí de Cavalls" visitamos el poblado talayótico de Torre d'en Galmès (de la edad de hierro menorquina) y nos impresionó un montón. La fiebre talayótica se nos había metido en el cuerpo, y poblado por el que pasábamos, poblado que entrábamos a visitar, como el de Torralba d'en Salort.
¡Si es que los talayots nos salían al paso!
El paisaje rural que nos rodeaba podía parecer poco llamativo, pero esa sencillez me encantó.
Y tras visitar la inmaculada ermita de Sant Joan des Vergers emprendimos el camino de vuelta.
Y lo hicimos por el Camí d'en Kane, una tranquila alternativa asfaltada a la carretera general, que nos llevó de la manera más directa de nuevo hasta Es Mercadal junto a, nuevamente, muros de piedra seca...
... Y caballos menorquines.
El segundo día de bici emprendimos rumbo al sur, hacia Es Migjorn Gran, otro pueblo que queríamos visitar.
A lo largo de todas las vacaciones me han llamado muchísimo la atención los muros de piedra seda. Se dice que en Menorca hay 15.000 km de ellos ¡15.000 km en una isla que mide poco más de 40 km de punta a punta! Es algo que choca mucho, pero que se entiende cuando te lo explican. El terreno de la isla es muy pedregoso, mucho, y para hacer un terreno cultivable, aunque sólo sea para pastos, hay que extraer mucha piedra antes, ¿y qué hacer con ella? Pues aprovecharla para delimitar las propiedades, lo cual sirve además para proteger del viento, que en una isla con tan pocas montañas como ésta azota de verdad. En Es Mercadal, en el Centro Artesanal de Menorca, vimos unos documentales sobre cómo hacen las avarcas, como tallan el marès, como hacen las barreras menorquinas... todos muy interesantes, pero el que más me sorprendió fue el de los muros de piedra seca, ¡qué arte! Aún estoy con la baba colgando... Lo de los 15.000 km me parecía increíble hasta que vi fincas como ésta.
Pero bueno, nos habíamos quedado en Es Migjorn Gran, otro pueblo típico, con sus casas encaladas y sus puertas y ventanas verdes.
Al hacer el Camí de Cavalls nos había quedado una visita pendiente, la de la Cova des Coloms, así que aprovechamos que estábamos muy cerca para dirigirnos hacia ella.
La Cova des Coloms es la más grande de la isla (110 m de longitud y 25 m de altura) y es conocida como "la Catedral" por haberse celebrado allí ritos religiosos desde tiempos remotos. Las personas que podéis ver en el centro os darán una idea de la inmensidad de la cueva.
Y seguimos el camino, en busca de nuevos poblados talayóticos...
Los hay que no están señalados (aún quedan muchos por excavar), pero nosotros los buscábamos con fruición.
Nuestra siguiente visita fue la de Ferreries, otro de los pueblos del centro de la isla.
Y aunque ya estábamos cerca de Es Mercadal, no queríamos utilizar la carretera general, así que hicimos un buen rodeo por una de las numerosas rutas de la red cicloturista de la isla, que de vez en cuando nos metía por encantadoras trampas, como esta rampa cementada con una pendiente del 21%, arf, qué bonito, arf, arf...
Ruta que nos permitió adentrarnos de nuevo en la Menorca profunda, aquella a la que no llegan los coches.
Fue otro día estupendo. Pero aún no habíamos cumplido uno de los objetivos de nuestras vacaciones: subir al monte Es Toro, el más alto de Menorca (358 m).
Según decían, y era lógico, desde allí había unas vistas espectaculares de toda la isla. Y como el día amaneció soleado fue lo primero que hicimos por la mañana (por cierto, subida corta, poco más de tres kilómetros, pero qué puñetera, con su 9% de media...).
Eso sí, fue comenzar a subir y llegar las nubes. Las vistas, efectivamente, eran bonitas, pero no tanto como lo habrían sido en un día nítido y soleado.
Pero bueno, ya estábamos allí, junto al santuario de la Mare de Déu del Toro, patrona de la isla.
El día se puso muy negro, amenazaba lluvia, así que aprovechando que nuestro hostal se encontraba junto al incio de la subida a Es Toro, hicimos una parada técnica en espera de la pronosticada mejoría de tiempo. Y llegó (los cambios climáticos son muy rápidos y poco predecibles en Menorca). Nos dirigimos hacia el norte, hacia Fornells. Queríamos despedirnos de ese lugar que tan bien nos había acogido durante el "Camí de Cavalls".
Y pudimos ver otra imagen de Fornells, la de los días de viento, ésos en los que los kayacs no pueden salir.
Y volvimos a subir a la Torre de Fornells, donde disfrutamos de las vistas del mar embravecido.
Con un poco de tristeza nos despedimos de Fornells. Ojalá podamos volver. El tiempo había mejorado, y como la subida a Es Toro nos había dejado un poco con las ganas de ver más, volvimos a subir por la tarde, esta vez para presenciar una bonita puesta de sol (que aún lo hubiera sido más si la bruma marítima no hubiera desdibujado la silueta del sol).
Último día. ¿Hacia dónde vamos hoy?, nos preguntamos. Decidimos que el último día de vacaciones como tal lo queríamos pasar de forma tranquila, en el mar, bañándonos y tomando el sol. La tramuntana nos puso fácil la decisión: hacia el sur, hacia la playa de Sant Tomàs que era la que nos quedaba más cerca.
Además por el camino nos quedaba otra cosica interesante. En Es Mercadal conocimos a un camarero muy entendido en cultura talayótica que nos había recomendado un poblado bastante escondido, todavía no excavado, y muy interesante por el hecho de contar con un talayot que conservaba la entrada, así que fuimos a buscarlo. Y lo encontramos.
Y de allí, directos al mar, a tomar el sol, a la enorme playa de Sant Tomàs que, a estas alturas del año, ya estaba casi desierta. Un día de lo más agradable.
Al día siguiente teníamos que coger el ferry a las cinco de la tarde, así que pudimos hacerlo todo con mucha tranquilidad. Hacer las maletas, despedirnos de Es Mercadal, coger el autobús a Maó... y despedirnos de él desde el primer sitio donde, el primer día, fuimos a desayunar. Acabar donde empezamos...
El ferry ya nos estaba esperando, lo teníamos delante de las narices mientras comíamos en un restaurante.
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado. Bueno, no, queda una última conversación curiosa. La salida del ferry del puerto de Maó fue preciosa, por esa primera hora de viaje valió la pena las muuuuuchas horas que duró la travesía (hicimos escala en Palma). Como os digo, Maó se veía precioso desde el ferry y estábamos haciendo unas fotos de despedida cuando se nos acerca un señor.
- Hola, ¿queréis que os haga una foto a los dos?
- Muchas gracias, nos haces un favor.
- Por cierto, me parece que el otro día coincidí con vosotros. ¿Estuvisteis cenando en Cala en Porter en un italiano?
- ¡Sí!
- Pues os vimos. Ya le comenté a mi mujer, él es catalán, pero la chica es del norte (a pesar de hablar con Kim siempre en catalán parece que mi acento no es muy depurado, jajajajaja).
- ¡Anda, pues sí, soy de Pamplona!
- ¡Yo de Tafalla! Estoy aquí porque he estado en una feria de alimentación, es que yo hago garrapiñadas, suelo estar en todas las ferias medievales.
- ¿Estuviste en la de Artajona?
- Hombre, claro, siendo de Tafalla como para no ir a Artajona.
- ¡Pues entonces te compramos garrapiñadas!
- ¿Si?, jajaja ¿y estaban buenas?
- Buenísimas.
- Me alegro, Pues hala a posar para la foto.
En fin, que han sido unas vacaciones espectaculares en una isla que, por su tamaño y características, tiene la bici como su medio de transporte ideal, os lo aseguro. Os recomiendo que vayáis, que la disfrutéis, que la paladeéis y la pedaleéis, y que el Camí... que el Camí de Cavalls lo hagáis a pie
¡Bici, bizi, vici!