¡Con lo friolera que soy y lo que me gusta acercarme a la nieve! Por primera vez este año me ha tocado vestirme de invierno total, con más capas que una cebolla, y he emprendido camino hacia el puerto de Artesiaga. Pero no, esto no es una crónica de mi ruta, es una conversación que he mantenido con el típico ciclista "espabilao" con el que me he cruzado en la carretera de Quinto Real, antes de llegar al inicio del puerto. Iba yo pedaleando tranquilamente cuando veo a un ciclista parado que me pedía ayuda. Se trataba de un man in black, vestido todo él de negro, con flamante bici de carbono gris. Me he parado y así ha comenzado la conversación:
- Hola, ¿tienes bomba y una cámara? He pinchado y no llevo nada de repuesto.
- Bomba sí, y parches, pero cámara no tengo de tu medida (y aunque la tuviera no te la daría, majo, no me voy a quedar yo sin repuestos, he pensado).
- Joder, parches...
- Chico, disculpa que no lleve cámara de tu medida - le he dicho con tono irónico.
- No te preocupes, me tendré que conformar con los parches (no, no ha pillado el tono irónico, he pensado). Llevo aquí un cuarto de hora esperando y no pasa ni un puto ciclista...
He apoyado bien la bici en un árbol y he abierto mi bolsa de herramientas para sacar lo que necesitaba.
- Vaya, llevas ahí un taller completo...
- Sí, me gusta ser autosuficiente.
- A mí también, pero con los repuestos de los demas, jajajajajaja -ante su risotada no he podido evitar reírme, ¡será bobo!
- La verdad es que normalmente salgo con la peña, y si pincho siempre hay alguien que me presta una cámara -me ha dicho.
Le he dejado un par de palancas para quitar la cubierta y he abierto una caja de parches de esos autoadhesivos. Tras sacar la cámara y localizar el pinchazo (le ha costado un buen rato, se ve que está acostumbrado a tirar las cámaras cuando pincha) le he ofrecido uno. Se ha quedado mirándolo escéptico.
- ¿Y esto sirve?
- Hombre, yo aún no los he probado, porque hace años que no pincho, pero me aseguran que sí.
-¿Hace años que no pinchas? Pues no pedalearás mucho...
- Sí que pedaleo, sí.
Mientras ponía el parche yo pensaba, uy, con esas arruguitas que estás dejando no sé si vas a aguantar mucho con la rueda inflada... Pero bueno, ha quedado más o menos pegado y entonces, una vez colocada la cubierta, le he ofrecido la bomba, una que tengo que es pequeña pero que funciona muy bien.
-¡Vaya bomba más chiquita! ¿Esto ya infla algo?
- Hombre, si quieres puedes esperas a que pare un ciclista que la tenga más grande -he contestado, ya un poco mosqueada porque nada parecía a su gusto. No lo he dicho con doble sentido, pero él lo ha pillado así.
-¿Uno que la tenga más grande? Deja, deja, eso te lo dejo para ti -y ha vuelto a soltar una risotada.
Un comentario así no creo que tenga mucha gracia cuando se lo dices a una desconocida, así que no me he reído como él esperaba, me he limitado a mirarle levantando una ceja. Entonces no me ha hecho gracia, pero la verdad es que ahora me río y es que ¡se lo he puesto a huevo con mi comentario, seré boba!
Tras comprobar que, efectivamente, esa pequeña bomba cumple su función, ha colocado la rueda y se ha montado sobre la bici.
- Bueno, pues muchas gracias, y ten cuidado por ahí arriba, que hay bastante nieve y con esa bici tan chiquitica no sé yo...
- No te preocupes por mí, preocúpate por no volver a pinchar.
Riéndose de nuevo se ha ido, afortunadamente en dirección opuesta a la mía. Mientras terminaba de guardar todo en mi bolsa de herramientas he pensado... ¡¡¡SERÁ BOBO!!!
¡Bici, bizi, vici!