Llevaba casi dos meses sin salir a pedalear con la flaquita, ¡desde antes de Navidad! Que si iba a nevar, que si hacía frío, que si había riesgo de lluvia... todo invitaba a coger la BTT antes que salir a la carretera. Pero ya no aguantaba más. Los pronósticos para hoy eran de un sol espléndido, iba a hacer frío, sí, pero sol. Esta mañana tocaba carretera, sí o sí.
El termómetro marcaba -5ºC cuando he salido de casa, vamos, lo que los vascos entendemos como hacer fresco
, con lo cual me he abrigado un montón, he llenado el termo de batido de chocolate caliente y he salido a la aventura. Como los pronósticos daban viento del norte, hacia el norte me he dirigido.
Por el "tontódromo", la carretera de Zubiri que habitualmente está plagada de ciclistas, hoy no había ni un alma, si ya me decía mi madre, que estoy loca por salir con este frío (perdón, fresco)... Tras atravesar Zubiri he comenzado a ver la nieve. ¿Podría hacer fotos sin quitarme los gruesos guantes? ¡Sí, podía, bien!
Comenzaban las señales de "peligro, hielo", así que había que andar con cuidado...
¡Y vaya si había hielo! Si esos carámbanos había ya a la altura de Urtasun no quería ni imaginarme cómo estaría la subida a Artesiaga, el puerto al que me dirigía, brrrrr.
Otra muestra de lo que me esperaba la he visto a la salida del túnel de Eugi. Es un túnel en el que, a nada que haya llovido los días anteriores, siempre hay unas goteras que si te caen justo en el cuello dan mucho gustito... Hoy el peligro era que te cayeran cuchillos de hielo.
La situación de los pantanos navarros es bastante mala, con un 20% menos de agua que hace un año, pero ahora mismo el de Eugi se encuentra bastante lleno, ojalá que con el deshielo el resto también mejore. En esta foto se nota perfectamente cómo el viento del norte producía olas en el agua. Si al frío añadíamos el viento de cara, mmmmm...
¡Y dale con las señales de "cuidado, hielo"!, ¿están siempre allí?, porque nunca me había fijado que hubiera tantas...
Bueno, comenzaba la diversión, mi querido puerto de Artesiaga. La señal indicaba que estaba abierto ¡perfecto!
Los carámbanos, que hasta entonces eran anecdóticos, a partir de ese momento se han convertido en mi compañía habitual.
Bueno, los carámbanos y la nieve, porque cada vez había más en los márgenes de la carretera.
La carretera está impecable en toda la subida, y si normalmente tiene muy poco tráfico, en un día como el de hoy ni os cuento, tan sólo me he cruzado con un todoterreno. Había tramos con hielo, pero siempre quedaba un camino, aunque fuera estrecho, para poder pasar sin problemas con la bici.
Se trata de un puerto bastante sombrío, en verano se agradece el frescor del hayedo, pero en invierno... A falta de un par de kilómetros para llegar a la cumbre se despeja el paisaje, las praderas sustituyen a los hayedos, y entonces las vistas son guapísimas. Éstos son justo los kilómetros más duros, así que se agradece poder entretenerse con el paisaje.
La cima estaba espectacular, pero el fuerte viento no invitaba a entretenerse mucho, una fotico y ¡hala, a bajar!
He puesto la máquina de fotos a buen recaudo y he emprendido el camino de vuelta. A partir de ahora todo era tendencia descendente y viento de culo, así que... ¡¡¡FIUUUUUUUUUUUUUU!!!