Miramos por la ventana al despertar, la lluvia aun no habÃa hecho acto de presencia. Desayunamos en la habitación los zumitos, el batido de cacao y el brioche que compramos el dÃa anterior y nos encaminamos. Como sabÃamos que si o si iba a llover ya salimos preparados de Gisors: guantes de latex debajo de los ciclistas, bolsas de basura a modo de calcetines y el equipo de lluvia a medio poner.
TenÃamos una ligera subida para salir del pueblo y tras eso enganchamos una via verde acondicionada trazada siguiendo el curso del Epte durante 25Kms, aunque nosotros tuvimos que abandonarla antes..Â
Cuando nos dimos cuenta nos habÃamos salido del track y estábamos siguiendo las indicaciones, que en esta ocasión se metÃan por dentro de un camino sin asfaltar sobre el que costaba avanzar, asà que entendà porqué quien trazó ese track evitó estos tramos, y a partir de entonces la conclusión fue clara: prioridad al track. Esto mismo nos ocurrió más adelante. He de decir que en otras circunstancias hubiera seguido las señales del camino, pero lloviendo y con el camino de tierra convertido en barro lo tuve clarÃsimo. Mientras tanto avanzábamos a buen ritmo y la lluvia iba retrasando su aparición, pero al mediodÃa apareció y en pocos minutos tomó la intensidad que nos temÃamos segun la previsión.
Encontramos una marquesina al lado de una gendarmerÃa y decidimos cobijarnos allà aprovechando que era una buena hora para dar cuenta del pan y fuet que llevábamos en la alforja. Por suerte estábamos cerca y si la lluvia no remitÃa no serÃa demasiado duro. Reservamos en un pueblo muy cercano a Cergy, Conflans, uno de esos que cuesta distinguir puesto que al estar tan cerca de Paris las ciudades se aglomeraban y enocasiones una calle era el lÃmite administrativo.
 La lluvia no remitÃa, ni hacÃa amago de hacerlo, asà que salimos con el equipo de lluvia al completo y empezamos a calarnos hasta que cruzamos Cergy (bueno, prácticamente la tangenteamos) y un poco más allá, siguiendo calles auxiliares paralelas a los canales llegamos al hotel Le Clemenceau. Estábamos al lado de la estación RER que comunicaba con Paris, por lo tanto en su área metropolitana, y eso daba ánimos. A la mañana siguiente llegarÃamos al corazón de Paris.
El Hotel era bastante sencillo, pero al menos nos dejaron guardar las bicis bajo techo y las estufas iban como un cohete, asà que despues de la ducha, les dimos caña y montamos el campamento gitano con cuerdas por toda la habitación a modo de tendederos. Luego bajamos al bar a disfrutar nuestras pintas y buscamos el centro del pueblo, que estaba bastante apartado. Al final terminamos cenando muy bien en un chinorris cerca del canal a mitad camino entre el pueblo y el hotel. La meteo para la mañana siguiente parecÃa clara: no lloverÃa. La entrada a ParÃs serÃa un paseo.