Cuando nos levantamos, preparamos las alforjas especialmente bien. Ahora nos tocaba vestirnos de paisano para trincar el ferry, pero en unas horas tenÃamos que pedalear algunos kms, asà que era importante acceder a la ropa adecuada rápidamente. Mientras tanto preparamos un té y aprovechamos para tostar un poco de pan en la tostadora de la habitación. Resultado: hacemos saltar la alarma contraincendios de la habitación. Hay que joderse! La apagamos como pudimos y nadie llamó a la puerta, menos mal. De aqui a la terminal de ferry, que no quedaba lejos y a comprar los billetes para el  ferry de la compañÃa Transmanche (http://www.transmanche.co.uk/). Nos atendieron fenomenal (que bonito es usar el transporte público con la bici y que no te miren con los ojos inyectados en sangre como aqui), el problema es que empezó a chispear y nos tocó esperar en la cola, junto al resto de vehÃculos, para embarcar en las bodegas de carga. Por suerte fuimos los primeros en embarcar y cómodamente dejamos las bicis (las únicas que viajaban en ese ferry) en el hueco que nos indicaron. Las instalaciones eran muy cómodas y el mobiliario me resultaba familiar: En efecto, era el mismo que en el ferry de Tenerife a la Gomera que recordaba del año anterior. Primero estuvimos repasando la ruta y posibilidades y despues de revisar la meteo decidimos que no serÃa una ruta larga. La hora local estimada de llegada eran las 15.00, por lo que debÃamos buscarn un radio máximo de 2h de pedaleo. Despues, la lluvia fue en aumento y en medio del canal ya llovÃa 'a mares'. ApetecÃa recostarse un poquito y aprovechar el calor que luego echarÃamos tanto en falta, por lo que nos fuimos a la zona de butacas y descansamos una horita, mientras la lluvia golpeaba incesante los cristales de las ventanas laterales. Era agradable, sin duda, pero por otra parte uno no podÃa dejar de pensar en que en la costa francesa esas mismas gotas ya no golpearÃan el cristal, sino nuestras cabezas :-)Llegamos puntuales a las 15.00 a Dieppe, con la lluvia incesante y empezamos el desembarque. Fuimos los primeros en salir, y tan pronto comprobaron nuestra documentación en el puesto de control, nos retiramos sobre un techado, todavÃa en la zona portuaria, y empezamos a equiparnos: pantalones impermeables, bragas, guantes, chubasquero, capucha, casco, chaleco reflectante... mientras los coches Ãban saliendo. Cuando terminamos.... LA VALLA CON ALAMBRADAS ESTABA CERRADA!. Juer!, regresamos al puesto de control: ya no habÃa nadie, uy uy... Como no habÃa nadie pasamos hacia las casetas de control de la zona de entrada a puerto y... la que nos esperaba! Apareció una guarda fronteriza gritándonos que 'cómo habÃamos llegado alli'?, que de dónde habÃamos salido, que si habÃamos saltado la alambrada... (fijo que no pensó lo que decÃa). Como pudimos le explicamos el suceso, aunque no se atenÃa a razones, y finalmente, de muy mala gana, nos abrió la puerta y nos dejó salir (Seguramente ya se imaginaba rellenando mil formularios para explicar cómo se habÃan colado alli dos ciclistas forrados de ropa y de color fosforito y decidió que era mejor que nos largáramos de allà cuanto antes). En fin, despues del espectáculo, cambio la tarjeta del GPS para poner los mapas Velomap de Francia y a rodar. La lluvia no paraba, y todo apuntaba a que el dÃa siguiente seguirÃa la misma meteo, aun asà confirmamos que mejor recortar hoy en la ruta y al dia siguiente ya se verÃa. La ruta estaba señalizada como via verde, como en Gran Bretaña, pero no dejaba de ser una carretera asfaltada con tramos compartidos con otros vehÃculos. Cuando vimos una marquesina (que ya le estamos cogiendo cariño) nos paramos y confirmamos la estancia. A 8Kms, en Arques-le-Bataille, vimos un Bed & Breakfast (Arques-en-ciel) por 38€ con desayuno y consideramos que lo mejor era terminar allÃ.Los anfitriones eran muy buena gente. Nos ayudaron a guardar las bicis y nos acomodaron en su casa, nos prestaron paraguas para que luego pudieramos dar un paseito y hasta se prestaron para secarnos la ropa mojada en la secadora y las zapatillas en la chimenea, que ya tenÃan encendida. Nos relajamos en la ducha y cuando recobramos las fuerzas salimos a dar una vuelta por el pueblecito. La arquitectura cambiaba mucho de la inglesa. Aqui las casas se veÃan mejor cuidadas, las iglesias más adornadas y en general todo tenÃa mejor presencia. El monumento más importante del pueblecito era el pequeño castillo de la loma, aunque ya poco o nada quedaba de él. Todo me recordaba a las pelÃculas de la segunda guerra mundial, con las casas caracterÃsticas en los pueblecitos franceses. En el pueblo no habÃa casi nada abierto, pero encontramos una pizzerÃa con especialidades normandas y allà que nos metimos. La dependienta, una tipa bastante antipática, nos preparó una pizza y un poco de pasta con vieiras y otros moluscos, que estaba de muerte. La muy jodida luego no nos dejó probar los crepes (ya debÃa haberse hecho tarde para la cocina), asà que nos quedamos sin postre, apuramos nuestras copas y volvimos al B&B. Era pronto, quizás ni las 21:30, pero habÃa que descansar. No por lo que nos hubieramos cansado hoy, sino porque al dia siguiente tendrÃamos que recorrer algo menos de 50Kms bajo la lluvia, y eso si que agota.