Nos levantamos como nuevos y dormimos como lirones aprovechando que el desayuno era a las 8:30 (si, si, es cierto, no es que entendiéramos mal la hora). Nos metimos entre pecho y espalda un auténtico desayuno inglés (bueno.. casi todo) y al terminar nos subimos corriendo a la habitación. HabÃa que echar lastre o serÃa imposible rodar con el depósito de aguas sucias a tope! Jjajajajaj! Al recoger las bicicletas nos damos cuenta que las han movido a otra habitación. Pensamos: '¡pero, si las habÃamos candado juntas!'. No sabemos como, pero el enano del jardÃn (que asà apodamos al tipo de la recepción) las habia llevado de un trastero a otro y ahora una estaba encima de la otra (lo que necesitaba el cambio: una palmadita más). Yo ajusté el cambio cuanto pude y mejoró sensiblemente, mientras que cuando rodaba iba haciendo el ajuste fino desde el tensor de la maneta, pero Rosa no dijo nada y salimos en una mañana que se habÃa levantado soleada y en la que sólo necesité el maillot y un polar con el reflectante por encima para rodar.
La ruta que nos conducirÃa a la costa era una continuidad de la etapa final del dÃa anterior: grandes prados y caminos asfaltados con pocas o ninguna ciudad grande cerca, tan sólo atravesábamos pequeñas aldeas con cuatro casas y poco más, aunque con el aliciente de que esta vez era el sol y no la lluvia quien nos acompañaba durante la ruta.
En una ocasión abandonamos el carril bici y nos metimos en lo que debÃa ser una vÃa verde totalmente aislada del tráfico. Aquello duró bastantes kilómetros y nos cruzamos con bastante gente que disfrutaba del dÃa con sus bicis o paseando.
Todo iba fenomenal hasta que en un momento determinado el GPS marcaba un giro de 90 grados... pero por dónde?? si el camino estaba a otro nivel! Efectivamente, en algun momento el camino deberÃa haber ido paralelo y nos nos dimos cuenta, asà que nos tocó escalar más casi 10 metros por una cuesta con barrizal y tropezón incluido :-)
Una vez arriba ya vimos que efectivamente habÃa un caminito, que además estaba señalizado como ruta ciclista, pero.. ahora ya nos habÃamos zampado la cuesta.
Salvo por este percance, la ruta no tenÃa ninguna complicación y toda discurrÃa por caminos sin apenas tráfico por la campiña, rodeados de prados y de rebaños de ovejas quecampaban a sus anchas por alli.
El único problema que tenemos es el cambio de Rosa, que claramente va a peor y no deja ajustarse desde los controles básicos. Yo he conseguido dejarlo 'niquelao' y salvo el último piño grande, que no pongo por precaución, el resto va fino, pero Rosa no puede poner más de 3 ó 4 piños, y agravado con que se lÃa y le da miedo mirar la cadena mientras pedalea, va sufriendo por momentos.
A medida que nos acercábamos a la costa se iban viendo más pueblecitos y eso habÃa que aprovecharlo, asà que cuando ya estábamos relativamente cerca de Newhaven vimos un lugar con un Biergarden (The Cronwn and de Rose) donde podÃamos dejar las bicis y nos metimos para dentro para tomar una pinta. De hecho nos tomamos una fuera junto con el sandwich pero decidimos que mejor nos tomábamos la segunda dentro o Ãbamos a pillar un resfriado de cojones. Lo mejor vino cuando, hablando con la camarera, le intentábamos explicar que Ãbamos de camino a Newhaven, pero no habÃa forma de que nos comprendiera. Tras varios intentos descubrimos que con nuestro inglés de pueblo le decÃamos 'niujaven' cuando ella pretendÃa escuchar 'niujeiven'. En fin... un pequeño bailde de vocales que igual podrÃa haber cambiado la frase del tipo 'Nos vamos a Newhaven' por 'Nos vamos a matar un puerto'. Bueno... cosas del idioma.
Ya nos daba la impresión de estar cerca y la carretera, esta vez con bastante tráfico, tendÃa a bajar hacia lo que deberÃa ser la costa. Vimos una marquesina de autobús y paramos un momentito. Decidmos ver a qué distancia nos encontrábamos y buscar algun sitio donde dormir. Y jústamente cuando estámos revisando apareció por allà Dave. Un señor de Brighton que habÃa salido a dar una vueltecita con su bici y al que le debió resultar curioso ver a dos tipos con su bici cargada hasta arriba, de turismo, en una época lluviosa.
Estumimos hablando (o intentando) sobre mis alforjas, la bici plegable, nuestra ruta, y terminó contándonos que era músico, pero que tenÃa problemas de oÃdo y que ahora escribÃa canciones para cantantes, que habÃa vivido en Barbados, que si el tiempo... total, que se nos estaba haciendo de noche y aquello no se terminaba nunca, pero tampoc era plan de decirle: ya esta bien.. que no llegamos. Hasta que finalmente, fue él el que se ofreció a indicarnos por dónde encontrar un Bed & Breakfast y lo que solÃan o debieran cobrar en estas épocas del año. Dave tiró delante y nos encontró a la entrada de la ciudad para hacernos las explicaciones y despedirse de nosotros, no sin desearnos buen viaje y recomendándonos encarecidamente que pidiéramos un Fish&Chips aqui, porque al tratarse de una ciudad costera la calidad era excelente.
Le dimos las gracias y efectivamente, siguiendo sus indicaciones encontramos el primero de ellos, que por desgracia estaba lleno, pero que se encargó de llamar a otro local y nos reservó unas calles más arriba. Esta vez caimos en lo más parecido a una pensión española: una señora mayor, con varias habitaciones y dos baños compartidos por 45 Libras. No era ninguna maravila, pero al menos nos pudimos dar una ducha (en mi caso con agua fria) y tomar un té calentito en la habitación.
Luego nos fuimos a buscar un bar (que resultarÃa ser el primer B&B en el que caÃmos) y al encontrar un garito en el que vendÃan Fish & Chips nos metimos para dentro a pedir uno para compartirlo de camino al bar. Dave tenÃa razón. Estaba COJONUDO, el mejor que habÃa probado, sin duda alguna. Nada de pescados raros, aqullo era un bacalao de buen calibre, jugoso de verdad, envuelto en papel secante y con las patatitas cortadas a mano. Un manjar! La ciudad resultó ser muy pequeña, asà que nos costó nada desplazarnos por ella e informarnos de dónde estaba la terminal del ferry para el dÃa siguiente. Nos metimos en el pub a tomarnos unas birris y otro platito de pescado para compartir y asà descansamos del dÃa sobre la bici. Me resultó curioso porque en la misma barra se pedÃa tanto la bebida como la comida, pero cada cosa se pagaba por separado y a sus diferentes camareros... parecÃa una especie de asociación compartiendo infraestructura, jajaj Algo impensable en nuestro paÃs (al menos de momento). Después, más cociditos que menos, nos fuimos para la pensión. Al menos al dia siguiente no habÃa que levantarse pronto. Pusimos un ratito la tele para darnos cuenta que apenas si pillaba una de no ser por los subtÃtulos y nos acostamos pensando que en unas horas abandonarÃamos esta isla para 'desembarcar' en la NormandÃa. Adiós a los enchufes raros, la monera rara, la comida rara y el conducir del revés!