El Mar Cantábrico fue mi compañero de referencia durante la ruta hasta Galicia. La guía que utilicé para este tramo fue “El camino del Norte” de Juanjo Alonso (capitan pedales).
Es verdad que el Camino del Norte es duro, subiendo y bajando cuestas continuamente, pero la belleza del paisaje; acantilados, calas escondidas y verdes praderas, anestesia totalmente el cansancio.
Recuerdos muy agradables son las estancias en los albergues de peregrinos como en Zumaia (Vizcaya), antiguo convento de monjas, en Güemes (Cantabria), Baamonde (Asturias), en el monasterio de Sobrado (Galicia), y en todos en general. No me encontré muchos peregrinos en bici, asi que, normalmente con la gente que conocía apenas podia coincidir un día o dos a lo sumo. Aún asi, conocí a gente estupenda con la que aún mantengo contacto.
De toda la vuelta a España fue en el Camino del Norte donde aprendí más cosas positivas y pude sentir parte de esa magia que le caracteriza. Odio utilizar la palabra magia, mágico o sus derivados para definir una ruta o paisaje, pero en este caso es inevitable.