Rodadas. Una comunidad de cicloturismo y viajes en bicicleta
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El viaje del tren fue muy bonito entre altas montañas y me dio un poco de pena tener que cruzar los carpatos así, pero pensé que ya habría mas oportunidades para pedalear por estos lugares. En la estación de salida me dijeron que no había ningún problema para subir la bici, pero que tenía que ser en el último vagón. Que graciosos los eslovacos, ningún problema me dijeron. El último vagón se encontraba fuera del andén, por lo que tuve que recorrer con la bici un tramo de las piedras que hay junto a las vías de tren. Al llegar al vagón que me correspondía pensaba que me estaban gastando una broma. El primer escalón para acceder al vagón lo tenia a la altura del pecho y además la puerta era a ojo mas estrecho que mi manillar. No se como subí, pero lo que se es que me cague en todo y no me rompí la espalda de milagro. Pero como he dicho, un paisaje muy bonito que merece la pena conocer.

En Krakow me esperaban mis dos amigos Pzemek y Szymon. A estos dos polacos estudiantes de filosofía los conocí en un viaje que realicé un año antes en el que recorrí el trecho que separa Torino de Kobenhaven. Ellos dos al igual que muchos otros polacos y alguna que otra persona de todo el mapa europeo trabajaban con un rickshaw en la capital danesa llevando a turistas por las calles mas céntricas y representativas. Mientras ellos buscaban al próximo cliente aparecí yo con mis alforjas en la turística zona de Nyhavn y empezamos a hablar sobre lo que costaba pedalear con sus rickshaw y con las alforjas. Pzemek con un nivel de alcohol suficiente como para arder las calles mas transitadas de la ciudad me ofreció un 'free tour' que acepté, pero que al final se convirtió en un free tour para él pues tenía tanta curiosidad por probar aquel cacharro que intercambiamos los papeles. Lo que no sabíamos entonces era que un año mas tarde iba a aparecer en su ciudad natal otra vez con mis alforjas. Y lo que tampoco sabía ninguno de nosotros es que un año después de visitar Polonia iba a ser yo el que iba a trabajar conduciendo un rickshaw en Kobenhaven y que Pzemek aparecería por sorpresa con su pareja y que les iba a ofrecer un free tour (esta vez solo pedaleé yo).

Me encanta relacionar un viaje con el siguiente, dejar eslabones sueltos para luego atarlos en el siguiente viaje. Reencontrarte con gente que conociste un día y con el que intercambiaste direcciones y teléfonos 'por si alguna vez pasas por mi ciudad'. Guardo bien en un cuaderno esas direcciones, nunca se sabe a donde te llevará el siguiente viaje.

Krakow, la ciudad que tenía que ser la siguiente meta volante de mi viaje al final resultó ser la llegada. Las prácticas de empresa que iba a hacer en la capital polaca no se podían realizar por problemas

con la beca. Habiendo perdido el motivo principal de ir a Warszawa, teniendo la bici rota y estando en casa de mis viejos amigo Pzemek y Szymon, decidí quedarme con ellos una semana y volver en avión a mi casa. Unas risas con mis amigos, unas cuantas cervezas y vodkas, unos riquísimos y baratos zapienkanka, un centro histórico de la ciudad precioso y la primera nevada del otoño me hicieron olvidar que los planes de mi viaje habían cambiado completamente. Atrás quedaba el día que llegué a Thessaloniki con mas de veinticinco grados, el ataque del perro búlgaro, las movidas calles de Beograd, la llanura panónica y las montañas de Eslovaquia. Ya solo faltaba la pregunta de rigor al acabar un viaje. A donde iré la próxima vez?

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