Rodadas. Una comunidad de cicloturismo y viajes en bicicleta
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Dirigiéndome al norte, remontando el tranquilo Danubio pedaleé por la tranquila isla en la que entré inocentemente cruzando un puente y al final acabé cogiendo un transbordador para salir de ella. Apenas había recorrido unos 60 kilómetros desde que salí de la capital me encontraba de nuevo en la frontera. Tras mi entrada fallida en Hungría me esperaba cualquier cosa por lo que me acerqué hacia la ficticia raya sin prisa y con una dosis de paciencia en el botellín por si le tenía que dar un buen trago. En la localidad de Esztergom admire su imponente catedral mientras me dirigía al puente-frontera sobre el rio. Al final hubo incluso desilusión, dos banderitas sobre unos postes y nada más. Tan difícil entrar en el país para luego salir de él casi sin enterarme. Un grito al aire 'iiieejaaaa!!' para celebrar que rodaba sobre otro país mas y toda mi atención puesta en la carretera para 'entender' la carretera del país. Cada país tiene sus tipos de señales, estilos de cruces y formas de conducir por lo que primero hay que aprender a pedalear en el nuevo escenario. Unos kilómetros entre pequeños pueblos me relajaron y empecé a observar como no muy lejos de allí la orografía empezaba a cambiar, haciendo que la monótona llanura se pareciera a una piel envejecida y arrugada por el paso de los años. Al fin, montañas!

Pocos días habían pasado desde que me despedí repentinamente del calor y ya lo estaba echando de menos. Lluvia y viento fue la bienvenida que que dio Eslovaquia al adentrarme en sus tierras. El segundo día empecé remontando el rio Hron para luego desviarme hacia el este y recordar que la bici necesita su tiempo cuando la carretera se pone para arriba. Ante mí tenía los cárpatos occidentales y a lo lejos se intuían cumbres de altura suficiente como para mirar al plato pequeño y pensar, 'seras suficientemente pequeño?'. Una oleada de pereza por empezar a sufrir en las laderas de un puerto pero también de emoción por verme rodeado de montañas cubría mi empapado cuerpo. A medida que me adentraba en valles mas cerrados me daba cuenta del problema que esto supone para los ciclistas: cuanto mas cerrado es el valle menos caminos y carreteras paralelas hay por lo que al final todo el tráfico se concentra en el único camino a seguir. Cansado físicamente pero sobre todo anímicamente por la lluvia y el tráfico, monté mi cascara de tela sobre un prado bien empapado tras intentar desplegarlo en el tejadito de unos vestuarios de fútbol en el que justo llegaban todos los jugadores para jugar un torneo triangular. 'Bueno mañana será otro día' pensé. Y lo fue, lo que no sabia es que iba a ser peor por diferencia.

Con la pereza que da salir de un iglú mientras llueve, recogí mi tienda en una bola de agua y barro pensando que al mediodía la colgaría de algún sitio para intentar secarla un poco. Con todas mis ropas de lluvia de colores fluorescentes puestas entré en una cafetería para tomar un buen café con leche caliente y comer algún bollo. Según entré la camarera y la clientela me miraron con cara de pena. Dibujé una sonrisa en mi cara para no sentirme en la miséria. A la salida algún aplauso me pareció oír pero la lluvia contra una tejavana anuló los ánimos de la gente del bar. Miré al cielo para ver si me quería dar tregua, pero su oscuridad no me daba ninguna esperanza. Mirada al mapa y un poco de auto-animo 'aupa Eneko, egurra!'. Unos veinte kilómetros más adelante la cosa se fue torciendo. Cuando pensaba que el día no se podía poner peor, 'klak!' oí un ruido bajo la tromba. Me paré preocupado y miré la bici. Las alforjas en su sitio, los frenos bien, los pedales bien....no se, no se.....mekauen!!! la rueda! La llanta de la rueda trasera tenía una raja por la mitad de la pista de frenada. 'Pero esto que es, una broma?!' pensaba mirando al cielo bajo la intensa lluvia. Miré el mapa y a unos diez kilómetros aparecía la ciudad de Banská Bystrica que parecía bastante grande y donde quizás podría encontrar alguna solución. Decidí no frenar con el freno trasero, intentar evitar los baches y hacer movimientos suaves. Todo esto en un día de lluvia y en una carretera con tráfico, todo un placer cicloturístico. Pero una vez que el día iba mal alguien decidió ponérmelo mas difícil y tras dos kilómetros 'KREAK!' la bici hizo un raro y me aparté hacia las hiervas y medio salté de la bici del acojone. Mirar la rueda y reír por no llorar, no era ya ni redonda!

El viaje había hecho un giro inesperado. Me encontraba en Eslovaquia con una bici con una sola rueda giratoria. Y tenía que moverme porque me estaba enfriando. Me quité el casco y los guantes, forcé una medio sonrisa y saque el dedo pulgar. Quien iba a recoger a un autoestopista empapado y con una bici llena de trastos? Pronto lo sabría. No llevaba un cuarto de hora cuando en una furgoneta que iba en la dirección opuesta una casa curiosa me miró atentamente. Hizo amago de frenar pero se encontraba en una zona peligrosa y siguió su camino. 'Por lo menos me ha mirado', pensé. No tengo nada en contra de la gente que no me coge cuando hago autoestop, pero por favor, no finjas que no me hayas visto!. Un minuto después la furgoneta roja del conductor curioso paró junto a mi, esta vez en la dirección que yo necesitaba. Bajó de la furgoneta con la cazadora encima de la cabeza y me pregunto 'problem?'. Le señale la rueda y me contestó de una forma muy comunicativa 'OOUUU, problem problem!'. Con una limitada comunicación mezclada de ingles, señalar el mapa y la bicicleta me explicó que lo mejor sería quedarme en Banská Bystria porque tenía hostales y alguna tienda de deportes. Cuando me dejó cerca de la estación de trenes le dije 'thank you' mientras me tocaba el corazón, de una forma un poco peliculera, para que entendiera cuanto se lo agradecía.

En el calor del hostal empecé a pensar que debería hacer. En la tienda de deportes grandes vendían una rueda trasera, pero tendría que traspasarle los piñones de mi bici y no tenía herramientas para hacer eso. La tienda de bicis abría el lunes a la tarde y estar hasta entonces ahí con los brazos cruzados me daba una gran pereza. Podría quedarme haciendo turismeo por la ciudad, pero sinceramente no me apetecía. Pasé por la estación de trenes y vi que la mañana siguiente había un tres iba a Krakow (Cracovia), en Polonia. Mi intención era pasar por ahí a visitar a unos amigos, por lo que les llamé y quedamos que al día siguiente cogería un tren y me vendrían a buscar a la estación.

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