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Tercera etapa

  • 19 de March de 2008
  • 65 kms

Suena la alarma del móvil a las 08,00h, lo primero que miro es cómo está el tiempo. Sigue lloviendo. Ha estado toda la noche lloviendo. Me bajo a desayunar, tostadas con mermelada y un café con leche. Comentamos la situación del tiempo con Jesús y la demás gente y llego a la conclusión de que es mejor acortar el itinerario puesto que de Bara a las Bellostas son todo pistas muy arcillosas y lloviendo y con el peso de mis alforjas el terreno seguramente sea impracticable. Decido atravesar en dirección sur de Bara hacia Rodellar para posteriormente tomar la carretera hacia las Almunias, Bierge, Abiedo, Azlor, Azara y Peraltilla.

Son las 09,52h. cuando me subo de nuevo en la bici. Llueve suavemente, sin intensidad pero el terreno ha cambiado también y el progreso es bastante lento y técnico. Comienzan los senderos estrechos con abundantes empedrados mojados por la lluvia. El desnivel en subida de Bara a Nasarre hace en diferentes ocasiones tener que arrastrar la bici con sus casi 12kg de peso en las alforjas. Sigue un intenso frio y poco a poco la dificultad va aumentando poniendo cada vez más a prueba mis fuerzas. En más de una ocasión tengo que pararme y retroceder unos metros para asegurarme de la correcta orientación del camino que en ocasiones desaparece.

Por fin llego a Nasarre. Solo quedan cuatro casas que están totalmente derrumbadas pero la iglesia sigue impecable y resulta “curiosa de visitar”. En Nasarre tengo dos opciones: dirigirme hacia Otin y bajar por la costa (camino de cabras con fuerte descenso hacia el Mascún), camino que hice hace unos 15 años atrás cuando visité la zona en plan mochilero.

La otra opción es la de coger un pequeño sendero que según Jesús de Bara, va directo al barranco de Mascún, saliendo en las gorgas de debajo Rodellar y con la posibilidad de seguir a media altura del Collado hasta llegar a Pedruel.

Me paro a pensar fríamente por cual debo tomar. Pero con el cielo amenazando más tormenta y la niebla que parece que está bajando decido seguir por el sendero que desconozco, más que nada, porque no consigo recordar por dónde he de tomar el otro. Sigo pedaleando y cada vez se va volviendo más rocoso el camino, llego al Dolmen de la Losa Mora y el terreno se transforma en un mar de piedras, empiezo a adentrarme hacia los inmensos cañones y grandes descensos y vertiginosas pedreras sorteando obstáculos de todo tipo voy avanzando con precaución pero sin perder tiempo ya que la lluvia va cayendo con más intensidad. Cada vez se va complicando más la situación y yo aquí totalmente solo, sin si quiera cobertura en el móvil.

Tengo una epifanía: si hay que seguir para adelante, hagámoslo con la mayor seguridad  posible pero sin dudar: cuando las cosas se ponen mal solo hay una solución “a por ellas al 100%”. Vale todo, manos, pies, boca. A base de minutos voy avanzando hacia mi objetivo. Consigo ver el río por primera vez al fondo del cañón, deduzco que queda poco para llegar al Mascún. No he conseguido tomar el sendero a media altura hacia Pedruel que me había recomendado Jesús. Con las fuertes pendientes y con la niebla me lo he debido saltar sin verlo.

Por fin llego al fondo del Mascún. A partir de aquí ya conozco el camino. Voy atravesando en varias ocasiones el río, veo unos escaladores practicando en una pared. Se sorprenden de verme en bicicleta con alforjas pedaleando por en medio del río y alguno me aplaude. Unos pocos metros mas allá primer pinchazo. Llueve con un poco más de intensidad pero no hay otra solución que ponerse manos a la obra y cambiar la cámara. Plis, plás y a marchar.

Inicio el ascenso a Rodellar por un camino escarpado y rocoso que pone de nuevo a prueba mis fuerzas. De nuevo toca cargar la bici y empujar. Voy ganando metros poco a poco acercándome hacia mi objetivo. Después de una buena sudada aun con el frío que hace veo por fin la primera casa de Rodellar. Me paro a pensar si comer aquí en Rodellar o pedalear hasta mi casa a 39 km de distancia ya todos por carretera. Después del día que llevo y aún sin haber comido lo que más me apetecía era pedalear. En ese momento los casi 40km. por carretera me parecían como un pequeño y divertido paseo en bicicleta bajo la lluvia, así que decido divertirme e ir para casa. Finalmente llego a Peraltilla sobre las 16,00h.

Aunque reconozco la dificultad y tal vez haya habido momentos un poco peligrosos pero la etapa de hoy, de tan solo 65km de recorrido ha sido una jornada 100% pura y dura de BTT de aquellas que seguramente no volveré a repetir jamás pero que me ha dejado un sabor de satisfacción y un grado de disfrute que en muy pocas ocasiones he experimentado

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